¿Por qué Brasil es un poco más favorita que Francia?
Los brasileños se han clasificado con solvencia ante Corea y tienen argumentos de sobra para considerarse favoritos.
¿Cuánto hacía que en un Mundial no coexistían dos equipos de tal potencial y solidez como Francia y Brasil en Catar? La pregunta da para reflexionar y tirar de memoria, porque cuesta encontrar una respuesta. Ambos conjuntos comparten muchas similitudes en cuanto a su apariencia: sólidos, con velocidad, desborde, talento y gol. Elegir a una de las dos como favorita en un deporte que premia la incertidumbre es tarea compleja, pero en este texto trataré de defender por qué creo que la Brasil de Tite es más favorita.
Lo fácil y lógico es que la vista se te vaya a la delantera de ambos equipos a la hora de desequilibrar el debate. Mbappé o Neymar, Vinicius o Dembélé. Pero lo relevante en esta conversación no es tanto lo que desequilibra, sino lo que les equilibra y les permite que, siendo equipos eminentemente ofensivos (juntan a cuatro delanteros en sus onces), sean a la vez tan sólidos y compactos. La teoría de la manta, aquella que dice que si te tapas los pies se te descubre la cabeza y viceversa, parece que con estas dos selecciones no tiene validez.
Siendo ambos dos conjuntos muy fuertes en lo defensivo por pura calidad individual (Upamecano y Thiago Silva aspiran a centrales del Mundial), lo que marca la diferencia entre ambas es la forma de entender esa superioridad y ser capaz de trasladarlas al colectivo. Francia defiende por talento y una superioridad física que le hace ser ganadora en muchos duelos, Brasil lo hace por inteligencia. Y es ahí donde radica la diferencia.
En este torneo, no ha habido todavía un solo momento en el que Brasil se haya visto superada. Incomodada, molesta y a ratos estéril, pero siempre con el control. Como cuando cierras la ventana y notas el zumbido estresante del mosquito. En cualquier momento sabes que, abriendo la ventana de nuevo, se irá. Con el triángulo de las bermudas formado por Casemiro, Thiago Silva y Marquinhos, Brasil domina las transiciones rivales con una facilidad pasmosa, tapando vías de escape, asaltando pases poco tensos y cortando cualquier intento de avance. Cuando el rival corre, ellos vuelan.
Defender tiene mucho más de cabeza que de piernas. Si juntas la sabiduría de esos tres monstruos defensivos con un Militao que es mucho más desordenado, pero capaz de corregir situaciones límite, te queda una pintura imposible de atravesar, un lienzo que baila con sus atacantes, pero hecho de cemento armado. Todo en Brasil es de una belleza engañosa.
Hay algo curioso, que Francia no hace, y es que en algunos momentos el ataque y la defensa quedan como dos compartimentos estancos en los que cinco atacan y cinco defienden. Mientras Paquetá, Neymar, Vinicius, Raphinha y Richarlison inventan y combinan, Silva, Marquinhos, Danilo, Militao y Casemiro guardan la posición. Para que unos bailen, otro tienen que fregar la pista. Y eso es algo que pocos equipos se pueden permitir, pero Brasil acumula tanto talento e inventiva, que provoca que a ratos economice sus esfuerzos.
Francia tiene a Mbappé, y objetivamente no ha habido mejor jugador que él en este Mundial. Pero Brasil transmite la sensación de ser impenetrable a pesar de abrir todas las puertas y ventanas. No se esconde y se regodea en su superioridad. No hay nada más brasileño que jugar sabiendo que son mejores. Está por ver si alguien les cierra la puerta y les deja sin llave.