ARGENTINA 3 (4) -FRANCIA 3 (2)

Messi, el más grande de los campeones en la mejor final de la historia

Leo Messi llevó a Argentina hasta el título en un partido memorable, en el que Mbappé marcó un 'hat-trick'.

Messi levanta la copa del mundo tras el triunfo en la final contra Francia /EUROPA PRESS
Messi levanta la copa del mundo tras el triunfo en la final contra Francia EUROPA PRESS
Hugo Cerezo

Hugo Cerezo

Campeonó Argentina, la tercera estrella bordada sobra la Albiceleste, la levanta al cielo Messi, D10s, GOAT y todo lo que quieran, cerrando el círculo y cualquier tipo de absurdo debate, como si el 10 no fuera el mejor jugador de la historia contemporánea, como si no mirara a los ojos a Pelé, Maradona, Di Stéfano o Cruyff, como si ellos mismos no le admitieran a su mesa con una reverencia. Se coronó en la mejor final de la historia de los mundiales, la más emocionante, la más cardiaca, una noche histórica que fue un canto al fútbol de selecciones, a la resiliencia, a creer hasta morir.

Fue el Mundial de Leo, tumbando en una final memorable a la todopedorosa Francia, que entregó el cinturón de campeona del mundo por K.O. final. Un mes que ha unido a Argentina como hacía años que no se vivía una comunión así, todos detrás de Lío, como le llaman en su país, líder indiscutible, maradoniano, canchero, '¿qué mirás, bobo?', igualmente determinante con sus siete goles, que le vayan dando el Balón de Oro, ¿quién dijo pecho frío? Con sus muchachos sufriendo, con Francia ahogando en la prórroga, apareció para meter el tercero, el gol de su vida, él, que ha marcado más de 800.

La banda sonora del título es la canción de los Muchachos, imposible de sacudirse el tarareo, grabada a fuego en este mes que no olvidaremos jamás, unas estrofas que bien pueden explicar no ya la final, sino todo el Mundial de Argentina, que como España en Sudáfrica, empezó perdiendo el primer partido para acabar levantando el troncho, por meter la única cuñita que podemos meter del lado de la selección.

En Argentina nací; Tierra del Diego y Lionel; De los pibes de Malvinas; Que jamás olvidaré.

Así saltó Argentina al césped de Lusail, como el que va a la batalla sin miedo a no volver a casa, como si jugaran por sus padres, hermanos, madres y abuelas, cero espacio para la dosificación. El motor de un país, de la historia, que ya empezaba a pesar demasiado, mucho llovió desde el 78 y el 86, la mochila de las finales del 90 y el 2014 ahogaba al cuello. Lo peleó como se debe luchar un Mundial. Todo lo contrario que una contemplativa Francia, a la que se le notó la panza llena, sin hambre, sin pie duro al balón dividido, muy hundida, esperando a que Mbappé apareciera.

Messi alzó la Copa del Mundo al cielo de Catar.

Nadie lo representó mejor que Dembélé, protagonista de una de las peores estampas que puede sufrir un futbolista, ser cambiado por pobre rendimiento en una final de un Mundial en el minuto 40' (junto con Giroud). El del Barça coleccionó pérdidas y cometió el penalti que adelantó a Argentina. Di María le sentó y como rosarino que es tiró de astucia para ser trabado por Ousmane. Leo no falló. Argentina se adelantó en el marcador.

No te lo puedo explicar; Porque no vas a entender; Las finales que perdimos; Cuantos años la lloré.

Argentina mandaba, se jugaba a lo que quería Scaloni, encontrando siempre fácil a Messi, muy fácil, demasiado para ser una final de un Mundial. Con el 1-0 la Albiceleste no esperó, siguió. No se iban a permitir perder otra final, porque los llantos son eternos después de quedarse a 90' de ser campeón del mundo. Por eso se cerraban sin fisuras y salían como lobos. Por eso lograron una mayor renta.

Fue una contra de libro, Messi a Julián, este a Mc Allister, que atacó el espacio para prolongar hacia la llegada de Di María, que embocó para el 2-0. Ángel lo bordó en la hora y pico que estuvo sobre el césped, jugando dos finales en una, la de 2014 y la de 2022, porque en Brasil se lesionó cuando era uno de los mejores jugadores del mundo. El de PSG es otro jugador de época, al que sus malas decisiones en cuanto a mercado le quitaron de mucho más éxito con sus clubes, porque el reconocimiento futbolístico siempre lo ha tenido, más si cabe desde este 18 de diciembre. Muchos se acordaron de la final de Lisboa.

Pero eso se terminó; Porque en el Maracaná; La final con los brazucas; La volvió a ganar papá.

Argentina fue un combinado mucho más maduro que el francés, con el aplomo del que ya ha ganado. Aquel 1-0 a Brasil, otro gol de Di María, sacudió la agonía y el peso de varias generaciones, todas las que lideró Messi, fagocitado porque no ganaba. Hasta que ganó. Y ahí empezó a cambiar la historia. Ya no eran el niño que pierde y se va llorando a casa, aquel equipo ya era, o al menos se sentía, Papá. Y Papá, si se pone serio, no pierde.

Francia era el retrato del incapaz, del que ni tiene el día ni se le espera. Áspera, incómoda, fiada a los arreones del músculo de los de arriba, sin encontrar la manera. Hasta que encontró un pequeño hueco en una carrera de Kolo Muani que acabó en otro penaltito, este algo más claro que el primero. Y aquí se desató el huracán Mbappé. Marcó el penalti y a los 90 segundos, igualó el partido con un remate de videojuego. La jugada del 2-2 partió de una pérdida de Messi ante Coman. El físico galo subía, las piernas argentinas ya no llegaban.

La tuvo Thuram y respondió Messi antes de la prórroga. Pero Mbappé ya había dado la vuelta a la tostada, amenazante, mostrando la exuberancia que tuvo apagada en los primeros 80'. Los cambios acabaron imponiendo otro encuentro, con la relevación Kolo Muani, la fuerza de Thuram, la calidad de Coman, la versatilidad de Camavinga, partidazo el suyo como lateral. Resulta complicado no acodarse del Madrid de la pasada temporada, que estando con pie y medio en la derrota se acabó imponiendo pero ni siquiera con el plan A o B, sino con el C. Francia lo remontó sin Griezmann, seguramente su jugador más regular y brillante en todo el torneo.

Muchachos; Ahora nos volvimos a ilusionar; Quiero ganar la tercera; Quiero ser campeón mundial.

Insistimos, la mejor final de la historia de los mundiales todavía tenía más giros. Los cardiólogos en París y Buenos Aires tendrán trabajo esta semana. Messi emergió cuando peor pintaba la cosa, primero dejando a Lautaro solo (perdonó dos más el del Inter) y después para marcar el 3-2. Quedaban 10 minutos para el final. Di María lloraba desconsolado en el banquillo, ya la tocaban. Messi no podía hacer más. Pero nuevamente hubo volantazo de guion. Una mano de Montiel a remate que se iba a las nubes acabó en penalti. Y Mbappé, hat-trick, no perdonó.

Messi, el más grande de los campeones en la mejor final de la historia

Esas ganas, esa resistencia, esa fe con la que Argentina jugó todo el partido, acabaron dándole el mayor premio del mundo. La tanda de penaltis, con el Dibu parando a Coman el segundo y Tchouaméni fallando el tercero, fue para la Albiceleste, que fue justa campeona, porque mostraron esa ilusión, ese querer ganar, el ser campeón mundial que vienen cantando hasta la saciedad desde hace un mes. Y cuando tienes ese hambre, quizás la suerte te pilla trabajando.

Y al Diego; Desde el cielo lo podemos ver; Con Don Diego y La Tota; Alentándolo a Lionel.

Lionel, siempre Lionel. Fue el hombre del campeonato, quien tiró de Argentina elevando su nivel hasta cotas máximas, jugando a lo Maradona, el faro en la tormenta, cuando no había luz apareció, resistiendo el pulso a su compañero Mbappé, a una superpotencia como Francia. Ahora ya no se lloran las derrotas en las finales. Ahora se llora el ser campeón del mundo con el 10. El fútbol, a veces, es justo. Y pocas veces ha habido más justicia que viendo a Messi levantar esta copa.