MUNDIAL DE CATAR

Dejan Lovren, el niño que huyó de las bombas

El central croata perdió a familiares durante la guerra de Bosnia cuando apenas tenía tres años y se vio obligado a huir a Alemania.

Dejan Lovren, en un partido con Croacia durante el Mundial. /GETTY
Dejan Lovren, en un partido con Croacia durante el Mundial. GETTY
Óscar Méndez

Óscar Méndez

Dejan Lovren es hoy en día un futbolista reputado, que acumula muchas temporadas de experiencia en la élite del fútbol europeo y que es un referente en la selección de Croacia. Sin embargo, todos los éxitos que acumula desde el centro de la defensa del combinado balcánico estuvieron a punto de no existir. Y no es una frase hecha, sino que el zaguero de Zenica (Bosnia) tuvo que huir de su país cuando apenas tenía tres años de edad a causa de la guerra. Fueron muchas las bombas que estallaron a poca distancia de donde él se encontraba con parte de su familia, que buscaron refugio en Alemania para sobrevivir. Lovren fue un niño refugiado, pero muchos allegados no tuvieron esa suerte y murieron durante el conflicto bélico.

"Todo cambió durante una noche. Había empezado una guerra entre tres diferentes culturas. Solo recuerdo que las sirenas se encendieron, estaba muy asustado pensando en las bombas", relató Lovren en un documental emitido por LFC TV en 2017. Aquellas primeras horas las pasó encerrado en un sótano junto a su madre. Al día siguiente se subieron a su viejo coche y emprendieron rumbo hacia Münich. "Dejamos todo atrás: la casa, la pequeña tienda de alimentación que teníamos... Nos marchamos solo con la ropa que llevábamos puesta. Mis padres fueron muy fuertes. Hoy en día no podría imaginar escaparme con mis hijos con ese miedo por tu vida", afirmó el croata.

No fueron todos. Su padre se quedó en Zenica con la intención de poder conseguir algo de dinero por su casa. Aquello asustó al joven Lovren, que reconoció el miedo que pasó por no saber si le volvería a ver. En Alemania, las cosas tampoco fueron sencillas para su familia. Tiempo después de establecerse allí fueron deportados por carecer de papeles y decidieron volver a los Balcanes, concretamente a Karlovac (Croacia), donde comenzó su amor por el fútbol. "La gente se reía de mí porque no sabía hablar croata. La única cosa por la que no se reían era el fútbol, y me empezaron a respetar por eso", apuntó en el documental.

Lovren no es el único jugador croata afectado por un conflicto bélico. Modric vivió en sus carnes la guerra de los Balcanes y se vio obligado a refugiarse durante un tiempo en hoteles. La tragedia le golpeó de cerca cuando su abuelo fue ejecutado por los rebeldes serbios en 1991. También los exinternacionales Ivan Rakitic y Mario Mandzukic lo vivieron en primera persona. El primero nació en Suiza tras la huida de sus padres mientras que el segundo ha contado en alguna ocasión cómo vio asesinatos en la puerta de su casa cuando apenas un niño y antes de escapar junto a su familia hacia Alemania.

Jugador polémico

Religioso y de firmes creencias conservadoras, Lovren fue noticia la pasada primavera por motivos que poco tenían que ver con su profesión. El futbolista del Zenit incendió las redes sociales en abril al comentar que se daría de baja de la plataforma Disney por considerar que no ofrecía los valores que quería para sus hijos. ¿El motivo? La compañía había anunciado que promocionaría series y películas donde personas del mismo sexo formasen una pareja sentimental. Antaño ya había mostrado su rechazo a que dos personas homosexuales pudiesen adoptar en Croacia.

Otra de las polémicas que han rodeado al defensa internacional tiene que ver con la actual guerra de Ucrania. Lovren lleva años jugando en el Zenit ruso y cuando estalló el conflicto entre los dos países mantuvo silencio, algo que no hicieron gran parte de sus compatriotas. Tampoco pidió abandonar la competición, como si hicieron otros compañeros. Lo que sí hizo fue comenzar a seguir a Vladimir Putin en redes sociales. Su próximo partido será ante Brasil y al menos, durante 90 minutos, centrará sus esfuerzos en el fútbol, ese deporte con el que se comenzó a ganar un nombre cuando todavía no sabía hablar croata.