MUNDIAL DE CATAR

Gustavo Alfaro toca el cielo cuando ya le daban por jubilado

El seleccionador ecuatoriano debuta a los 60 años en un Mundial tras cuatro citas como comentarista y después de una carrera de superación, soñando con algún día ser protagonista.

Gustavo Alfaro, durante un partido amistoso con la selección ecuatoriana./Getty Images
Gustavo Alfaro, durante un partido amistoso con la selección ecuatoriana. Getty Images
Patxo De la Rica

Patxo De la Rica

"Los ojos del mundo están puestos en el partido inaugural. Me tocó estar del otro lado, como comentarista, en los últimos cuatro Mundiales. Me ponía en un costadito, escuchaba y miraba para aprender cómo manejar este tipo de situaciones. Ser parte de esa fiesta es un privilegio". Así resume Gustavo Alfaro, seleccionador de Ecuador, lo que supone para él sentarse hoy en el banquillo de Ecuador en el partido inaugural del Mundial de Catar, debutando en este torneo y cerrando un círculo de una carrera repleta de obstáculos. Desde el fútbol regional argentino a la mayor fiesta del deporte.

El premio le ha llegado cuando él ya había arrojado la toalla. Cuando parecía que había alcanzado la cima al entrenar a Boca. La aventura en el Xeneize, pese a que levantó el título de la Supercopa Argentina 2018, estuvo repleta de críticas, menosprecios a su juego y su carrera. Parecía que allí ponía punto y final una trayectoria de 30 años en los banquillos, pero una llamada de la Federación Ecuatoriana de Fútbol lo cambió todo. El sueño de poder estar en Mundial era demasiado apetecible para un entrenador trabajador, nacido en Rafaela, Santa Fe, y hecho a sí mismo en una carrera extensa repleta de clubes humildes.

Su Atlético Rafaela, Patronato, Quilmes, Belgrano, Olimpo o Tigre, acompañado de otras experiencias más pomposas como San Lorenzo, Rosario Central o Huracán. Sin olvidar, cómo hacerlo, a un Arsenal de Sarandí en el que hizo historia en 2007 ganando la Sudamericana y cinco años después logrando el Torneo Clausura, la Supercopa y la Copa Argentina.

Alfaro celebra uno de los títulos logrados con Arsenal. Getty Images
Alfaro celebra uno de los títulos logrados con Arsenal. Getty Images

Hoy vive la fiesta inaugural de un Mundial, algo que le vuelve a poner frente a sus ojos todos esos sueños y recuerdos de infancia, alguno muy duro. "No sé qué va a pasar por mi cuerpo cuando suene el himno y mire al cielo viendo a los que no están más en esta tierra", dijo ayer en la rueda de prensa previa al debut. Se refiere sobre todo a su madre, fallecida en un accidente de tráfico tras haber superado un cáncer que marcó mucho al seleccionador cuando apenas tenía nueve años.

En un momento tan importante como su debut en una cita mundialista, prefiere centrarse en los recuerdos positivos. En los sueños. "Veré mis años de lucha y al 'Lechuga' Alfaro, ese chico de seis años que se enamoró del fútbol la primera vez que pateó una pelota, cuando volvía a casa con las rodillas peladas y la pelota bajo el brazo para dormir y soñar con los domingos de primera. Ese niño va a estar conmigo". 

"El sacrificio que se hizo fue por el placer del deber cumplido. Miraría a los ojos de mi vieja y me diría que la labor está cumplida"

Gustavo Alfaro Seleccionador de Ecuador

Aquel pequeño que correteaba con un balón por las calles de Rafaela acabó convirtiéndose en profesional, aunque en una carrera también humilde. De segundo plano. Como es él. Un futbolista que colgó las botas en 1992, con solo 28 años, para iniciar una trayectoria en los banquillos de 30 años que le han llevado al Estadio Al Bayt, en Al Khor. Un lugar que ni siquiera conocía, pero con el que también soñaba alcanzar algún día. El 20 de noviembre de 2022 quedará para siempre marcado en su historial.

Mucho más que un entrenador

Escuchar hablar a Gustavo Alfaro es un gusto para los amantes del fútbol. Uno de esos argentinos capaces de enamorar con el lenguaje. Que miden cada palabra, embellecen su discurso y demuestran un poso cultural más allá del habitual que rodea el mundo del fútbol. Ha dejado de sorprender que cite a Einstein en una rueda de prensa para responder una pregunta futbolística: "Es mucho más fácil desactivar un átomo que un preconcepto", ha repetido en más de una ocasión.

Para motivar a sus jugadores, el técnico argentino muchas veces escribe en la pizarra frases de filósofos o escritores como Novalis o Sabato.

Gustavo, cuando aún era el Lechuga, estudió Ingeniería Química, aunque nunca pudo finalizar sus estudios, y mientras dirige saca tiempo para leer a José Luis Borges, a quien también ha citado: "Triunfamos y fracasamos menos de lo que creemos". En el fútbol, sus referentes eran otros. Pelé es su gran ídolo en el balompié, sobre todo por lo que hizo en los Mundiales, algo que despertó en él este sueño mundialista.

Un padre para los futbolistas

En Ecuador encontró el clima propicio para trabajar, aunque parezca mentira. Un equipo destruido, a solo 30 días de iniciar las Eliminatorias Sudamericanas y con una selección sin referentes, en caída y un país dividido futbolística y socialmente. "Este un proceso que nació en la adversidad. Pero siempre lo vivimos como experiencias, como obstáculos que te pone la vida y tienes que sortearlos. Nos movimos detrás de los sueños", repitió ayer.

En ese sentido, su discurso caló. En los dirigentes, en los periodistas, en la afición y en los jugadores. En unos futbolistas nóveles a los que dio la oportunidad, creando la selección más joven del continente sudamericano y la cuarta con la media de edad más baja de este cita mundialista. No es casualidad que ayer, cuando Moisés Caicedo fue preguntado por las polémicas en torno a la designación de Catar, Alfaro interviniera. "No le pongan en esta situación al chico", dijo, acariciándole la espalda en un gesto paternalista.

Alfaro abraza a Moisés Caicedo en un duelo de eliminatorias. Getty Images
Alfaro abraza a Moisés Caicedo en un duelo de eliminatorias. Getty Images

Los futbolistas le quieren y le consideran la clave de esta explosión futbolística que les ha llevado a clasificar al Mundial de forma directa. Pasando del octavo puesto de las eliminatorias 2018 a la cuarta posición, con triunfos históricos como el conseguido en Chile, el 6-1 a Colombia o el 4-2 a Uruguay. Por todo ello, están considerados como uno de los tapados de este Mundial.

Él ha liderado esta revolución y se ha ganado un lugar en la gran fiesta de esta tarde. Cumplirá un sueño de vida cuando ya ni siquiera creía en él: "Cuando sienta que di todo, me iré. Ya dirigí en Primera, cumplí mi sueño, tuve la suerte de salir campeón, no queda mucho más", dijo en 2015 en una entrevista con El Gráfico. El destino le tenía guardada esta sorpresa. ¿En el futuro? "Trataré de irme de la misma manera en que aparecí: silbando bajo y en silencio".