Kim Min-Jae, el 'monstruo' coreano que viajó en un camión de pescado a su primera convocatoria
El central del Nápoles y la selección coreana, una de las grandes revelaciones de la temporada, creció en una ciudad y una familia humilde antes de brillar en Europa.
Le llaman 'Il Mostro' (El Monstruo) y su aspecto lo explica. 1'90, 85 kilos, duro y rápido. Kim Min-Jae, el líder de la defensa coreana, está siendo una de las grandes revelaciones de la temporada. Su estreno en el Mundial de Catar, en un empate sin goles ante Uruguay en el que destacó por encima del resto, han dado continuidad a la lluvia de elogios que ha recibido en los últimos meses. Líder defensivo de un Nápoles que está arrasando en Italia y en la Champions, el zaguero asiático llega al choque ante Ghana entre algodones y sin haber podido entrenar hasta el último día, pero con el cartel de uno de los mejores defensas de la cita mundialista.
Hoy le rodea la pomposidad del éxito y las comodidades de un futbolista de élite mundial, pero su camino ha estado siempre rodeado de dificultades. Nacido hace 26 años en Tongyeong, una ciudad costera del sur del país, el fútbol ni siquiera fue su principal ocupación. No pensó en ser futbolista profesional. De hecho, se inició en equipos amateurs y en clubes de segundo nivel, firmando en 2016, a los 20 años, por un conjunto semiprofesional de la ciudad de Gyeongju.
Entonces, era imposible pensar en que seis años después lideraría al Nápoles y a su selección en el Mundial de Catar. Antes, aún en edad juvenil, vivió una de esas historias que nunca olvidará y que resumen sus inicios. Era el año 2012 y había recibido su primera llamada a una selección coreana. Para reunirse con sus compañeros de la Sub-17 tenía que recorrer el país de sur a norte, unos 500 kilómetros para llegar al centro de Paju, donde se concentran los combinados coreanos y donde disputaban un encuentro amistoso que podía cambiar su carrera.
No tenía forma de viajar, salvo aprovechar el negocio familiar. Su padre frecuentaba un restaurante de sushi en Tongyeong y la única solución fue que Min-jae se subiese a un camión de pescado que tenía que hacer ese recorrido durante la noche y así poder llegar a tiempo a la convocatoria. "Era un camión enorme. Recuerdo el día tan claramente porque la emoción era enorme, aunque también recuerdo que lamenté que mi padre tuviera que ir a otra ciudad a dejar el pescado", recuerda en una reciente entrevista con The Guardian. "Me daba un poco de vergüenza porque los otros niños llegaron en coches normales, pero fue una buena historia y que me acerca a mi padre y me han hecho ser quien soy".
Aquellas fueron sus primeras experiencias como futbolista de nivel en el país, aunque la verdadera oportunidad le llegó cuando el Jeonbuk Hyundai, mejor club de Corea del Sur, se fijó en él y le permitió firmar su primer contrato profesional. Allí inició una carrera de éxitos, ganando dos ligas, llevándose dos premios a mejor jugador joven y llamando la atención del mercado chino. Firmó por el Beijing Guoan, donde continuó su crecimiento, derribando la puerta del campeonato chino y de nuevo despertando el interés de clubes extranjeros, esta vez saliendo de las fronteras asiáticas.
Estuvo muy cerca de jugar en el Tottenham con el gran líder futbolístico del país, Son Heung-min, pero finalmente no se pudo cerrar el acuerdo. Lideró al combinado coreano en los Juegos Olímpicos de Tokyo 2021, precisamente junto a Son, y entonces sí le llegó su primera oportunidad. La de Fenerbahçe, donde un solo año fue más que suficiente para que toda Europa se pegase por él.
Nápoles, su nueva casa
La venta de Koulibaly al Chelsea obligó al Nápoles a rastrear el mercado. Los informes de Kim debían ser convincentes, porque no dudaron en pagar 18 millones de euros por un jugador con apenas cinco años en el profesionalismo y solo una temporada en Europa. El tiempo ha confirmado que no se equivocaban y su precio se ha multiplicado en este arranque de temporada, valorado ahora en 35 millones según Transfermarkt.
Ha jugado 14 de los 15 encuentros de una Serie A que lideran los napolitanos, además de la totalidad de los minutos de la fase de grupos de la Champions League. Es un fijo para Spalletti, completamente enamorado del coreano. "Es un animal. Tiene una fuerza impresionante y una potencia de piernas increíble. Cuando percibe peligro duplica todas sus cualidades. Al día siguiente de los partidos, quiere jugar el partido de entrenamiento de los jugadores que no han jugado el día anterior. No hay manera de echarlo, es emocionante", dijo el técnico italiano sobre él.
Su explosión le ha colocado como segundo jugador más importante de la selección coreana, aunque esto no parece que será suficiente para que Kim se libre del servicio militar, como sí consiguió Son. El próximo verano se unirá al ejército, aunque ya está haciendo ciertas contribuciones al país: "Doy charlas a jóvenes futbolistas coreanos. Les cuento cómo me sentía a su edad y cómo llegué a donde estoy. Trato de transmitir mis conocimientos", cuenta el central, muy comprometido con el crecimiento del país asiático. Ahora le toca sobre el campo, en un primer Mundial en el que quiere hacer historia.