MUNDIAL 2030

La RFEF supo en junio que el Mundial sería en España... y pidió el Santiago Bernabéu para la final

El estadio del Real Madrid es favorito para albergar en 2030 el partido decisivo de la cita mundialista, aunque Marruecos ya se ha postulado para intentar arrebatárselo.

Panorámica del nuevo estadio Bernabéu antes del partido ante Las Palmas. /GETTY
Panorámica del nuevo estadio Bernabéu antes del partido ante Las Palmas. GETTY
Alfredo Matilla

Alfredo Matilla

Hasta ahora, lo único que se conoce en torno al Mundial de fútbol que se celebrará en 2030 es que sólo hay una candidatura con opciones de presentarse para organizarlo junto a FIFA, cuando desde el inicio en esta carrera había dos. España, Portugal y Marruecos han unido sus fuerzas a la alternativa sudamericana (Argentina, Uruguay y Paraguay), por lo que este campeonato se disputará en seis países y tres continentes diferentes.

Lo que no se sabe aún son las fechas, los horarios, las sedes y qué numero de partidos habrá en cada ciudad ya que la candidatura única aún tiene 15 duros meses por delante -hasta que sea ratificada- para realizar todo el proceso de presentación y elaborar un exhaustivo dossier, como si hubiera más rivales en el proceso y con los mismos plazos que ya estaban fijados. La FIFA, si todo marcha bien, proclamará después oficialmente la sede del Mundial de 2030 en diciembre del próximo año, pero España deberá presentar con sus socios un completo dossier en julio.

Infantino anuncia la sede del Mundial 2030. FIFA

 

De hecho, igual que está en el aire el escenario de la ceremonia inaugural, aún no se ha concretado el estadio donde se jugará la final. Y no se conocerá oficialmente hasta bien entrado 2024. Aun así, según ha podido saber Relevo, la Federación ya propuso el Santiago Bernabéu desde las primeras negociaciones e incluso a esta hora es el favorito, por mucho que Marruecos se haya postulado para que Casablanca compita con Madrid. Algunos políticos consultados dentro del ayuntamiento y la Comunidad incluso dan por hecho "en un alto porcentaje" que la capital de España volverá a acoger un encuentro de tal calado tras el Italia-Alemania de 1982.

La Federación, según diversas fuentes consultadas, tuvo en junio la certeza de que estos movimientos que han dado a nuestro país el Mundial se iban a producir concretamente en estas fechas. Hasta el punto de que Luis Rubiales -ahora fuera de Las Rozas tras haber sido suspendido provisionalmente, precisamente por FIFA, y más tarde haber dimitido por la crisis en torno al fútbol femenino- pidió máxima discreción en junio a sus ayudantes para que la noticia no se filtrara. Algo que no consiguió del todo y por lo que la indiscreta persona que lo filtró fue reprendida. Aquel pacto de caballeros (y señoras) fue en mitad de la Nations League disputada en Países Bajos.

La luz verde del Gobierno

El acuerdo entre los diferentes protagonistas de esta historia es que el Gobierno debía dar el definitivo visto bueno para que la noticia viera la luz. Aunque muchas personas habían trabajado en la sombra para lograr este objetivo y existían muchas ganas de compartir un logro histórico, había que respetar las jerarquías y dar al acontecimiento una repercusión nacional y no sólo federativa. "Los tiempos deportivos y los de la Federación no son los gubernamentales". Un cara a cara entre el presidente del Gobierno en funciones, Pedro Sánchez, y el mandamás de la FIFA, Gianni Infantino, debía sellar un pacto antes de difundirlo. Ese encuentro se celebró el pasado 20 de septiembre en Nueva York (EEUU) y, por tanto, la noticia ya estaba preparada para volar. Sólo había que esperar un último paso: a que el máximo organismo del fútbol mundial celebrara su Congreso para oficializarla. Eso sucedió ayer.

La Federación sabía que España iba a celebrar el Mundial porque diversos directivos encargados de tomar las decisiones le habían hecho llegar que no había color entre una y otra candidatura, sobre todo en cuanto a infraestructuras. E incluso el Consejo Superior de Deportes, más tarde y en mitad del Caso Rubiales, ya sabía que la cosa pintaba bien, por mucho que su presidente Víctor Francos llegase a asegurar que las posibilidades de la candidatura estaban "peor que hace unas semanas". A ojos de varios directivos, fue una manera de elevar un problema para que el Gobierno lograra la solución, como una clara medalla en tiempos revueltos con una investidura de por medio.

El nuevo Bernabéu tampoco iba a ser un motivo de conflicto entre los países organizadores puesto que, su remodelación, su historia y su capacidad ponían a todos de acuerdo. Máxime cuando su gran opositor en esta carrera por albergar una finalísima, el Camp Nou, es ahora mismo un simple boceto. Esta opción de que el mundo mire a Concha Espina, a ojos de la FIFA, estaría bien vista incluso en Sudamérica, donde todos guardan un espectacular recuerdo del día en el que el estadio del Real Madrid acogió la final del Copa Libertadores entre Boca y River el 9 de diciembre de 2018. Entonces, y con un sólo mes de preparación, la organización fue perfecta para que se pudiera disputar el encuentro de vuelta aplazado en El Monumental después de que el autobús de Boca Juniors fuera apedreado en la previa.

Aun así, en las negociaciones que se han ido produciendo este año entre FIFA y la candidatura, hubo preguntas a modo de dardo que pusieron en el foco el aforo del Bernabéu. Con la remodelación, la capacidad estaba limitando al Bernabéu a tener menos "asientos netos" (útiles) y en el Mundial, para una final, es obligatorio disponer más de 80.000 espectadores como ahora tiene (aunque sea por poco).

El papel de Rubiales y Camps

Pese a que se ha dicho poco por impopular, Rubiales y el que fuera secretario general de la RFEF hasta hace nada, Andreu Camps, habían realizado un trabajo exhaustivo para que la candidatura española, junto a Portugal, Marruecos y entonces Ucrania, fuera la elegida. Para algunas fuentes, fueron determinantes por su dedicación al proyecto y, sobre todo, por su espíritu conciliador y constructivo con los otros países en mitad de los escándalos que les acuciaban en Las Rozas. Para otras, como publicó Relevo, Rubiales y Camps también han sido personajes claves por el hecho de salir de la Federación tras la última crisis. No hay mejor imagen que exportar al mundo que la de tolerancia cero con ciertos comportamientos. Aun así, FIFA nunca dudó ni puso en riesgo la candidatura española. No había color con el rival que finalmente fusionó. Lo único que recuerda, y repite una y otra vez para rebajar la euforia, es que España no organizará el Mundial, sino que el Mundial se organizará, entre otros países, en España. Pese a la alegría nacional, quedan muchas cosas por hacer y varias exigencias por cumplir.

El Bernabéu acogerá más partidos de ese Mundial 2030, independientemente de si al final se hace o no con la final. Y ni siquiera se descarta el inaugural. Pese a que en Sudamérica ya se venden los partidos que van a albergar como los inaugurales, en realidad son "Partidos conmemorativos del centenario de los Mundiales". Estos tendrán lugar en Argentina, Uruguay y Paraguay y serán los primeros que sus selecciones disputen dentro de la fase de grupos. Los jugarán como locales, en sus naciones, ante la selección con menor ranking FIFA de las que les hayan tocado en sus respectivos grupos. Los puntos conseguidos valdrán para la fase de grupos del Mundial. Sin embargo, ninguno de ellos tendrá la consideración de "partido inaugural del Mundial 2030", que será en uno de los tres países organizadores del mismo (España, Portugal o Marruecos).