Iñaki Williams, sobre su hermano Nico: "En la Play le desconectaba el mando de lo malo que era"
El delantero del Athletic radiografía a su hermano y le manda algún recado: ¿Quién es más rápido? "En 100 metros no tiene nada que hacer, ya lo sabe".

Nico Williams nació en Pamplona (12 de julio de 2002), pero brilla en Bilbao. Sus raíces son africanas, pero juega en España. Un paso que le ha diferenciado de su hermano Iñaki, pero que no evita las comparaciones ni que sea imposible entender al uno sin el otro. Desde los tiempos en que jugaban a la Play en casa de sus padres en el barrio pamplonés de la Rochapea, hasta ahora que celebran juntos sus goles en San Mamés.
El destino ha querido que los dos debuten en el mismo Mundial. En Catar, defendiendo diferentes camisetas y países. Personificando el recorrido que sus padres hicieron desde Ghana hasta Bilbao. Nico es más tímido que Iñaki. Le cuesta más hablar ante los medios y se refugia en su hermano. El mayor de los Williams está más curtido, es toda una estrella del Athletic y está acostumbrado a hablar públicamente.
Por eso no hay nadie mejor que él para descubrir al pequeño, un chico "muy, muy animado" que ha sabido crecer "derribando los muros" de portar en su camiseta el apellido Williams, esa familia que se ha ganado a Bilbao, a España y a Ghana. Iñaki atiende a Relevo en las instalaciones de la federación ghanesa en Catar, a pocos kilómetros del fuerte español donde Nico entrena soñando con ganar el Mundial.
Cuando Casillas levantó el trofeo de campeones del mundo en Johannesburgo, Nico apenas tenía ocho años y comenzaba a dar sus primeras patadas al balón, antes de llamar la atención de Osasuna. Pero el Athletic se fijó en Iñaki, lo captó para Lezama en 2012 y, un año después, Nico llegó de su mano a Bilbao para jugar en el alevín rojiblanco. "Las cosas tampoco le han sido fáciles, pero sí que ha crecido con esa presión de ser el 'hermano de'. Y yo creo que ha ido derribando todo abajo, a tiros, con la fuerza que le ha puesto a todo", dice Iñaki, orgulloso de verle crecer.
Siempre ha seguido sus pasos con especial atención. Por eso era habitual verle en Lezama siguiendo los partidos de las categorías inferiores donde despuntaba Nico. El mensaje siempre era el mismo: "No te lo creas". "Hay que trabajar". "Hay que escuchar". Los mismos consejos que él recibió de jugadores importantes del vestuario rojiblanco y que siempre le inculcó a Nico, con cierto temor a que tener la vida resuelta por los éxitos de Iñaki le desenfocasen de su sueño de convertirse en futbolista profesional.
"Ha crecido con esa presión de ser 'hermano de' y ha derribado todo a tiros, con la fuerza que le ha puesto a todo"
Hermano de Nico WilliamsEn abril de 2021, tras las dos derrotas del Athletic en las finales de la Copa del Rey, le llegó el premio. Marcelino apostó por él y le hizo debutar ante el Valladolid. Nicolas Williams se convertía en futbolista profesional y firmaba un hito en la historia rojiblanca: 35 años después dos hermanos jugaban el mismo partido con el club vasco. Aquel día comenzó una carrera vertiginosa que le ha llevado en apenas año y medio a asentarse como titular en el once rojiblanco. Hace cuatro años, cuando España tropezaba en el Mundial de Rusia 2018, Nico despuntaba en el juvenil. Ayer, Luis Enrique le colocó como titular en un partido trascendental.
"Está demostrando que es un grandísimo jugador y que no tiene techo. Que escucha y que, sobre todo, quiere aprender", resume Iñaki, feliz de comprobar cómo ha podido ayudar en ese camino hacia la profesionalización de su hermano. Año y medio en el que ha marcado tres goles en Copa, otros tantos en LaLiga y una importante diana en la Supercopa de España ante el Atlético de Madrid para pasar de "hermano de" a proyecto de estrella.

No es de extrañar que a Nico también le tentasen desde Ghana para defender a la selección africana, pero él tenía claro que su sueño era tener el honor de vestir la camiseta de La Roja. Una espectacular irrupción ante Portugal logrando el billete a la Final Four de la Nations League fue su carta de presentación. Su gran nivel en los siguientes partidos con el Athletic, el check-in final hacia Catar.
Una relación más allá de la familiar
Iñaki y Nico son inseparables. No solo comparten sangre, también amigos, gustos y muchas horas de entretenimiento. Los dos se sienten en casa cuando están en la Rochapea, el barrio que les vio crecer y en el que Iñaki tuvo que cuidar muchas horas de Nico en la infancia, cuando su padre no estaba en casa por las horas que pasaba trabajando.

En aquellos días, los partidos en la calle fueron determinantes. "Jugamos muchas veces en el barrio al fútbol. Íbamos juntos a echar disparos y yo fui para jugar con mi hermano porque con tan poca edad era capaz de hacer cosas increíbles. No me sorprende porque le he visto crecer y está creciendo". En el fútbol real, Nico sorprendía a Iñaki, pero en el virtual la situación era completamente diferente. O al menos así lo cuenta el delantero de la selección ghanesa.
"En la Play le tenía que desconectar el mando de lo malo que era. Era malísimo, no sabía ni coger el mando, así que se lo desenchufaba", recuerda Iñaki, aunque reconoce que en los últimos años se ha igualado la cosa e incluso el pequeño comienza a superar al mayor, aprovechando para vengarse de aquellos años. "Ahora me lo desenchufa él a mí. Ha crecido y yo soy su víctima".

Al menos, Iñaki sigue sacando pecho si se le pregunta por el resto de deportes. Más aún en una carrera de 100 metros: "No tiene nada que hacer [risas]. Él lo sabe". Nico es explosivo, te mata con su arrancada y sus regates, mientras Iñaki corre a los espacios. Esas son sus armas y por eso siempre el hermano mayor le insiste en que las aproveche y escuche también los consejos de otros compañeros. Como cuando marcó un golazo en Elche y lo explicó con la sencillez que le define: "Siempre me dicen que me meta para dentro y chute". Como si fuera tan fácil ponerla en la escuadra en plena arrancada.
Aquella declaración le hizo ganarse alguna broma al día siguiente por parte de los mayores del vestuario. Se le quiere y se le cuida en Lezama. Quizá porque ha formado parte del grupo de alguna manera desde hace años, cuando se acercaba al edificio del primer equipo después de sus entrenamientos para esperar a Iñaki.
Recogían sus cosas y se iban juntos a casa. A esa vivienda en la que siempre espera sonriente María, su madre y su principal admiradora. En Catar también han podido disfrutar de pasar tiempo juntos los cuatro, saboreando el mejor premio que podía tener una familia que ha superado todas las barreras de la vida.
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