El eterno derbi contra Italia: Mussolini veta a Zamora; el perdón de Tassotti; la 'pachorra' de Cesc...
Desde 1920 se llega a las 40 batallas. Han litigado en todas las competiciones posibles con enfrentamientos feroces y polémicos.
España-Italia, toma 40. El derbi del Mediterráneo, como les gusta decir a los italianos, siempre dispuestos a poner apellidos a los grandes duelos ya sean locales, regionales, nacionales o internacionales, llega metido con calzador al final de una temporada agotadora con Mundial invernal incluido y en una competición menor venida al mundo para hacer caja. Ni más, ni menos. Un repaso a los 39 partidos anteriores puede llevarnos a la conclusión que para estas dos selecciones, futbolísticamente, cualquier tiempo pasado fue mejor.
Hasta la fecha gana España, 12 victorias por 11 con 16 empates. Italia es la selección a la que más veces se ha enfrentado el equipo nacional en partidos oficiales: 18, a sumar los 21 amistosos. Cifra solo superada por Portugal, con 42 enfrentamientos, de los que 30 no fueron de competición. Ambos combinados se han visto las caras en todas los torneos posibles, menos en la fase de clasificación para la Eurocopa: Juegos Olímpicos (4); fase clasificatoria de campeonato del mundo (2); Mundial (3); Eurocopa (7); Copa Confederaciones (1) y Nations League (1).
Una ojeada a las dos listas de convocados para esta semifinal nos presenta un enfrentamiento párvulo y falto de jugadores diferenciales en comparación con los que en el pasado han disputado los grandes desafíos entre ambos equipos desde los Juegos Olímpicos de Amberes (1920), que fue la primera vez que se enfrentaron. Por supuesto, a la hora de la verdad, puede salir un partidazo y alguno de los protagonistas puede encumbrarse internacionalmente, pero con los datos y las sensaciones balompédicas de unos y otros, no reina la emoción. España e Italia, en el presente, se encuentran en plena fase de reestructuración y los nombres de sus jugadores, salvo excepciones, no son especialmente conocidos entre los aficionados medios. Están huérfanos de las grandes estrellas que fueron forjando sus respectivas historias.
Un buen baremo para medir este aspecto son las internacionalidades que suman sus jugadores. Entre los de Luis de la Fuente, será su cuarto partido como seleccionador absoluto, solo cuatro jugadores pasan de los 40 entorchados: Jordi Alba (91), Morata (62), Navas (46) y Rodri (41). Raya (2), Zubimendi (1), Joselu (2), Ansu (6) y Yeremi (9) no llegan a los 10. Para Le Normand y Fran García, de jugar, sería su estreno. Entre los de Mancini, cinco años y 59 encuentros como seleccionador, son seis los que pasan de la cuarentena: Bonucci (120), Inmobile (55), Verratti (53), Donnaruma (52), Jorginho (47) y Barella (43). Por debajo de la decena solo están Frattesi (4) y Retegui (2).
Atraco en el 34: hasta Mussolini entra en juego
Se han producido y sucedido siempre tantas situaciones extremas cuando ambas selecciones se han enfrentado que no es fácil elegir entre ellas. Por su significado político y deportivo, y aunque ya se hubieran enfrentado con anterioridad en los Juegos Olímpicos de 1920, 1924 y 1928, el doble enfrentamiento del Mundial de 1934, celebrado en Italia para gloria de su duce y líder Benito Mussolini, es un buen punto de partida. El enfrentamiento llegó en los cuartos de final y acabó en empate (1-1).
Batalla campal entre los futbolistas, hasta el punto de que la historia reconoce aquel duelo como La batalla de Florencia. Las crónicas de la época hablan de "robo" a la Selección, pero la realidad fue que 24 horas después se tuvo que jugar un partido de desempate. Y ahí es donde las malas lenguas aseguran que el mismísimo Benito Mussolini movió todos los hilos a su alcance entre los miembros de la delegación española desplazada a Italia y con los responsables de la organización para que Ricardo Zamora, el mejor jugador español y héroe del primer partido, no jugara el segundo.
La versión oficial fue que el portero tenía dos costillas hundidas de las patadas y encontronazos del día anterior y que era imposible su presencia. Debutó Nogué, el portero del Barcelona y el técnico, por el estado físico de sus jugadores, tuvo que realizar siete cambios. Derrota mínima (1-0) a pesar de lo cual su recibimiento al regreso a Madrid fue de auténticos héroes. Hasta el punto de que al presidente y tesorero de la Federación y a Ricardo Zamora se les concedió la Orden al Mérito Civil y al resto de jugadores la insignia de caballero.
Tassotti disculpas sinceras
Salto en el tiempo. Seis décadas después, nueva guerra civil entre españoles e italianos. Mundial 94. Cuartos de final. Italia ganaba (1-0) y el partido se consumía rápidamente para las aspiraciones de los de Javier Clemente. Un centro largo de Goikoetxea resultaba inalcanzable para Julio Salinas, Fernando Hierro y para el propio Luis Enrique, que acudían al remate. Pero cuando el balón se acerca a su zona, Tassotti, marcador en ese momento del asturiano, le soltó un codazo en la cara. Instintivo, evidentemente, pero el rostro del español quedó bañado en sangre. Ni penalti, ni expulsión. España eliminada e Italia a semifinales. Después perdería la final en la tanda de penaltis contra Brasil.
Tuvieron que pasar muchos años para que los protagonistas de aquella jugada se dieran la mano en señal de paz. En julio de 2003 hubo un primer intento, pero se quedó en eso. En un amistoso disputado en Washington, con Luis Enrique todavía como jugador del Barcelona y Tassotti de ayudante de Ancelotti, se cruzaron la mirada sobre el terreno de juego, pero de ahí no pasó el encuentro. El técnico italiano confesó después que había intentado acercase al jugador para pedirle disculpas, pero que Luis Enrique no lo había considerado pertinente.
A la segunda fue la vencida. Luis Enrique, entrenador de la Roma y Tassotti, ayudante de Allegri en el Milan. Temporada 2011-12. Estadio Olímpico. Se estrecharon la mano cerca de los banquillos. Palabras, las justas. Realmente, cuando el asunto pareció quedar totalmente zanjado fue en octubre de 2020, cuando el técnico italiano, entonces segundo de Shevchenko en la selección de Ucrania, dio todo tipo de explicaciones en una entrevista realizada con quien esto firma.
"Disputábamos un balón, estiré el brazo porque me sentí agarrado. Fue instintivo, no quería romperle la nariz. No había nada premeditado. En el campo hay muchos golpes y el problema fue que ese le dio en la nariz. De no habérsela roto no hubiese sucedido nada. Me equivoqué y me arrepentí. Nunca lo he negado. Nunca me he escondido de mi responsabilidad. Comprendo que al principio él no quisiera aceptar mis disculpas cuando después del partido fui a su vestuario. Estaba en su derecho de no hacerlo. Me equivoqué y el destino me lo hizo pagar. Tenía 34 años y me perdí las semifinales y la final del Mundial. Nada podía decir porque la culpa había sido mía".
Luis y su teoría sobre la 'pachorra' de Cesc
Nuevo salto en el tiempo. Eurocopa de 2008. El cruce de cuartos de final contra Italia se contempla por parte de la Selección de Luis Aragonés como un nubarrón de esos que te inunda todas las ilusiones. 22 de junio. Happel Stadion de Viena, donde luego España se proclamaría campeona. El partido llega a los penaltis. En esos momentos, lo más habitual es ponerse en las manos de tu portero: Iker Casillas. Parece como si los lanzadores quedaran en segundo plano. Se da por hecho que van a acertar y que será el guardameta de turno, con sus paradas, quien debe ganar la tanda.
En el caso que nos ocupa, los méritos se reparten. Casillas detuvo los lanzamientos de De Rossi y Di Natale. Se llega al último disparo. Villa, Cazorla y Senna, habían marcado. Guiza, no. ¿Por qué fue elegido Cesc para lanzar ese quinto penalti? Luis Aragonés lo explicaba a su manera bastantes meses después. "Le puse el último porque sabía que no se iba a poner nervioso. Cesc iba siempre a su bola. Yo pensaba que era un poco pasota, que tenía más pachorra de lo normal. Lo parecía, pero no lo era porque siempre estaba implicado en lo que le decías. El caso es que él dijo de lanzar el último y yo me quedé con la copla. 'Sí, usted el último', le dije. Sabía que no le iban a temblar las piernas, ni ante Buffon ni ante nadie. Cuando luego me enteré que no había lanzado un penalti en un partido desde que era cadete en el Barça, casi le mato... La realidad es que ese era Cesc, o Fábregas como yo le llamaba porque el nombre no me salía".
El interesado, cuando se pidió el último, lo hizo desde la confianza en sí mismo. "Siempre he pensado que los penaltis no pueden entrenarse. He visto miles de jugadores, de cracks, tirando penaltis en los entrenamientos y no fallaban ni uno y en los partidos los fallaban. En aquella concentración, es cierto que con Palop tirábamos bastantes, pero yo lo hacía más que nada porque lo hacían los compañeros, no era algo que me gustara practicar mucho. En un entrenamiento no tienes la misma tensión que en un partido. Creo que tiene que ver más con la personalidad y la confianza. Tirar para adelante y no mirar atrás".
Ese día, entre Casillas y Cesc cambiaron la historia futbolística de España. Y ahí estaba la siempre temida 'squadra azzurra' para certificarlo.
Del Bosque repite once para anular a Pirlo
Y si en Viena, en la Eurocopa 2008, con Luis Aragonés, comenzó todo, en Kiev, Eurocopa 2012, con Vicente del Bosque, acabó todo. Cuatro años para la gloria futbolística e Italia, siempre en nuestro camino. Lo sucedido en tierras ucranianas no suele ser normal. No es habitual que en una fase final dos selecciones se enfrenten en dos ocasiones, pero así fue. El primer encuentro en Gdansk, Polonia, fue el estreno de la Selección. Empate ramplón (1-1) y la sensación de que los de Prandelli habían sido mejores que los de Del Bosque. Cada uno siguió por su camino... hasta reencontrarse en Kiev.
En la final, Del Bosque tiró de intuición. En el estreno no le había salido bien la jugada, pero estaba convencido de que había sido un planteamiento acertado. "Repetí el once porque quería que Cesc volviera a estar pendiente de Pirlo. Ellos siempre salían por esa zona del campo. En corto o en largo, pero siempre por Andrea. Estoy seguro de que si hubiera sacado a Torres, le hubiera tapado igual, o más intensamente si cabe, por aquello de que es delantero. Pero su entrenador le ha pedido una misión especial. A mí me gustaba el equipo con esa configuración. Dominábamos y controlábamos más el juego. No queríamos tener gente por delante del balón. Lo manejábamos y buscábamos el pase definitivo. Los laterales, Arbeloa y Jordi Alba, con el balón, eran centrocampistas abiertos. Los dos centrales, que eran los dos defensas más puros, también querían salir con el balón jugado hasta el mediocampo y hacían casi de centrocampistas. Y luego estaban todos los demás. Al final todos eran medios. Siempre he defendido que el mejor equipo sería aquel compuesto al completo por centrocampistas. Sería lo ideal para el juego y para el fútbol".
Los italianos, sin embargo, no solo cambiaron hombres de un partido a otro, también cambiaron su sistema. En Gdansk habían jugado con tres centrales, con De Rossi entre Bonucci y Chiellini, y en Kiev Prandelli apostó por el 1-4-4-2. Antes del partido, Del Bosque comentó a sus jugadores que les veía al límite físico, pero lo que no sabía es que Italia estaba peor. "Les hicimos correr mucho. Con nuestra movilidad no llegaban a la presión. Tenían un día menos de descanso. Se les lesionaron dos jugadores y nosotros con el balón estamos siempre cómodos y si estos jugadores están cómodos el rival no tiene nada que hacer. Lo tuvimos todo al favor desde el primer gol".