El parón confirma a Zubimendi con España, reivindica a dos nuevos soldados y abre tres debates
Los últimos partidos de la Selección, que valen los cuartos de la Nations, complican las futuras listas. Porro y Baena brillan; y Raya, Vivian y Merino ponen las pilas a Unai Simón, Le Normand y Pedri.

Las victorias de la Selección ante Dinamarca y Serbia, que le elevan al liderado del grupo de la Nations League y le ponen matemáticamente en cuartos, dejan paso a los análisis. Y De la Fuente va a poder relamerse con lo que ha visto. Tiene dos semanas por delante para gozar con lo vivido -y analizarlo al detalle- y otras dos para tener que deshojar la margarita a la hora de elaborar una nueva -y más complicada que nunca- convocatoria.
Lejos de tener un serio compromiso para las futuras listas, siendo la próxima en noviembre para medirse otra vez a los daneses y a Suiza, se enfrenta a un maravilloso problema. Ya no sólo hay 11 jugadores titulares como hasta hace pocos meses parecía. Ni tan siquiera 16 gracias a los cinco cambios que permite la competición y dan respiro. O 25 que son los que se suelen llamar a filas. Entre lesionados, desconvocados y recién reivindicados, el seleccionador cuenta ahora mismo con 30 jugadores de máxima confianza y de plenas garantías.
Este parón internacional ha confirmado a Zubimendi como el nuevo jefe de esta banda, ha reivindicado el papel de dos meritorios que regresaban como Pedro Porro y Álex Baena y, ya de paso, ha servido para abrir tres debates que hace poco parecían toda una herejía. Raya, Vivian y Mikel Merino le han puesto las pilas a Unai Simón, Le Normand y Pedri. A estas horas no se sabe bien quiénes son los titulares y quiénes hacen de suplentes.
De todas las noticias positivas de estos diez días de concentración, hay especial felicidad por el mantenimiento de la seriedad en el sistema defensivo, que no sólo lo componen los de atrás sino que comienza con los de arriba. La presión alta ha salido mejor que casi nunca y, salvo dos ratos malos ante Dinamarca bien solventadas por el guardameta del Arsenal, los rivales no han creado mucho peligro. Los laterales, más allá de sumar en ataque, se han esforzado de lo lindo. Porro tenía venía con la lección aprendida, casi grabada a fuego en la frente, y aprobó ante la mismísima mirada de Jesús Navas (homenajeado ayer) a la vez que brillaba llegando a línea de fondo. Carvajal puede recuperarse bien y con tranquilidad porque su puesto está bien cubierto. Los centrales, por su parte, han mordido por aire, mar y tierra con Vivian como mariscal. Y los centrocampistas se han escalonado con más inteligencia que nunca para tapar vías de pase y cuidar la espalda del mediocentro.
Lo mejor de lo mejor
Pero si algo ha tranquilizado al staff técnico, es que hay alternativas para Nico Williams y Lamine Yamal. Sus ausencias animaban a seguir utilizando perfiles similares para desbordar por fuera. Pero tras caer en combate también Bryan Gil, Ferran y Yeremy, De la Fuente prefirió no acelerar los procesos de consagración de Bryan Zaragoza y Sergio Gómez y cambió de plan sobre la marcha. Oyarzabal y Baena, que empiezan en la banda pero tiran hacia adentro, favorecieron la superioridad entre líneas al mismo tiempo que mantenían el desborde por fuera con dos laterales como carrileros. Esta alternancia de estrategias, que hace menos previsible a la Selección, es la lectura que deja más satisfechos a los analistas.
Para colmo, el ataque sigue funcionando con una precisión descomunal. Y el equipo no depende de ningún goleador en especial. Esta vez han mojado Zubimendi (ante Dinamarca) y Laporte, Morata y Baena (ante Serbia), por lo que se confirma algo que sucedió en verano en Alemania, que en este equipo lo importante es la manera de atacar y no quién la ejecuta. Y lo mejor de todo: los que salen del banquillo mantienen el nivel de los titulares y en muchos casos lo mejoran, como sucedió en la Eurocopa siendo este poder una de las claves.
De la Fuente también ha podido comprobar cómo, ante la escasez de alternativas y eficacia, por fin encuentra un verdadero especialista a balón parado. Álex Baena lo hace todo. Y encima, bien. Lanza los córners directos, es actor protagonista en aquellos que se planifican a la corta para despistar y sorprender luego con una rosca, se responsabiliza de las faltas laterales y, además, también tiene ya galones para las directas. Así llegó el tercer gol. Sólo le falta lanzar los penaltis. Como muchas veces hace en el Villarreal. Y visto lo visto, es cuestión de tiempo que pueda entrar en la rueda de lanzadores.
A vuela pluma no se han visto cosas demasiado negativas estos días. Más allá de que Grimaldo aún tiene que soltarse como lo hace en el Bayer, que a Pedri todavía le falta un punto más y que Oyarzabal puede jugar de lo que quiera menos en la izquierda. Pero seguramente el seleccionador tiene apuntadas unas cuantas cosas. Mientras que en otros partidos anteriores se le vio preocupado en ocasiones, gesticulando mucho y con Pablo Amo pegado a su chepa haciendo correcciones, esta vez se le vio bien tranquilo. Justo cuando no tenía a su lado a los pesos pesados. Cuando dice que este equipo es una familia y que confía plenamente en todos sus soldados, no lo dice por decir. Lo dice porque, como hombre de fe que es, cree en este grupo más que nunca y más que nadie.
Si acaso hay un pero que poner y mejorar es con la afición. Con la entrega demostrada en el estadio Enrique Roca de Murcia y en el Nuevo Arcángel, habría que volver a abrir la puerta de ciertos entrenamientos que en este parón, sin una razón de peso, se han cerrado. Los seguidores se siente más que nunca de la Roja, han empujado y, por tanto, se lo han ganado.