FÚTBOL

Llegó a España en patera, jugó en el Tenerife y ha cambiado las reglas de la FIFA: "Solo pensaba en la muerte y en mi madre"

Younousse Diop, al que Álvaro Cervera hizo debutar en Segunda, vive en una lucha que no acaba. Ahora ayuda a los que llegan a Canarias como lo hizo él a los 12 años.

Younousse Diop posa en Senegal con su hermano pequeño./
Younousse Diop posa en Senegal con su hermano pequeño.
Lorena González

Lorena González

El pequeño Younousse tenía tan sólo doce años cuando cruzó en patera desde Senegal hasta Canarias. Dejó atrás a su familia y se embarcó en el viaje que cambiaría por completo su destino. Después de casi dos décadas en nuestro país, cuenta en Relevo su experiencia y cómo de un día para otro dejó de ser un niño: "Me arrancaron esa vida en la que sólo pensaba en jugar al fútbol con mis amigos". Durante las noches de travesía, no dormía, aunque prefería cerrar los ojos para no ver cómo la vida se les escapaba a algunos de sus acompañantes. Al llegar a Tenerife, estuvo en shock durante dos semanas en las que recuerda que "sólo pensaba en la muerte y en mi madre". Ahora cuando llegan suelen disponer de ayuda psicológica, algo que él no recibió: "Somos personas dañadas, tenemos corazón y no somos una piedra".

Younousse Diop, junto a un grupo de inmigrantes llegados en patera.
Younousse Diop, junto a un grupo de inmigrantes llegados en patera.

Desde entonces no ha habido un día en el que no haya pensado en ello, convirtiendo las pesadillas en sueños por cumplir, porque precisamente cree que lo que vivió le ha dado las fuerzas para conseguir sus dos deseos más grandes: llegar a ser futbolista y ayudar a quienes llegan en patera con las mismas ilusiones que las suyas. "Tengo un hermano del que me despedí dos meses después de su nacimiento. Siempre le digo que todo llega y que tenga paciencia, porque el camino es muy duro. Buscaré la vía legal para traerlo aquí conmigo. Ningún niño debe arriesgar su vida en el mar", asegura.

Younousse Diop es uno de los miles de inmigrantes llegados en patera a las costas canarias, pero uno de los pocos que ha podido llegar a ser futbolista. Tras varios años en la cantera del Tenerife, donde llegó a debutar con el primer equipo de la mano de Álvaro Cervera, en la actualidad milita en el Santa Úrsula de la Tercera División. Sin embargo, su gran logro es otro. Lidera la agrupación Sansofé, que recibe y ayuda a los africanos que vienen en su misma situación dos décadas después. Lucha por que puedan jugar al fútbol y sea el balón la vía perfecta para la integración de, sobre todo, los menores de edad. Sin olvidarse de los estudios, por lo que Younousse se implica a todas horas para que estén escolarizados, aprendan español y vivan en las mejores condiciones posibles.

Por eso cuenta que desde que se levanta hasta que se acuesta está intentando contactar con los inmigrantes para saber en qué puede ayudarles. Nada le hace caer en el lamento, y no guarda rencor a su familia: "Ellos sí eran conscientes, pero yo no. Para evitar que fuese más traumático para mí, me hicieron creer que me iba de vacaciones a España. Mi madre estaba enferma, me miraba marcharme sentada en una silla mientras yo me despedía de mis amigos. Si me hubieran contado la verdad en aquel momento, les habría dicho que no me iba ni en pintura. Desde que me subí en aquella patera, yo sólo pensaba en la muerte y en mi madre. Lo hicieron de la mejor manera posible para que yo tuviera mejor vida. Vieron además que yo tenía talento para jugar al fútbol y creyeron que así tendría alguna oportunidad. No fue una decisión sólo de mis padres, sino de mis abuelos y de toda la familia. Con el tiempo entendí por qué lo habían hecho, y a veces debatimos juntos y nos reímos. Todo el pueblo sabía que tenía mucho talento para el fútbol. Si mi padre me castigaba para que hiciera los deberes o porque no había estudiado, me venían a buscar los grandes para pedirme que fuera a jugar con ellos, que necesitaban ganar".

Imagen del reencuentro de Younousse Diop con su madre.
Imagen del reencuentro de Younousse Diop con su madre.

Las Islas Canarias reciben una media de 30.000 inmigrantes al año, y en Tenerife es Diop quien lidera el proyecto Sansofé, que en lengua aborigen significa 'bienvenido'. Ayuda en la acogida en centros y hogares, trámites administrativos, escolarización, donaciones de ropa, comida, y desde 2021 disponen de instalaciones para poder jugar al fútbol, como en la Universidad de la Laguna, donde entrenan martes y jueves. En la misma universidad se imparten clases de español y muchos de los inmigrantes continúan sus estudios. En Sansofé juegan al fútbol dos grupos. Los menores y los mayores de edad, los llamados canteras o raíces. Todos están bajo el amparo del Gobierno de Canarias. "Yo lo hago de forma voluntaria porque me pasó a mí. Cuando llegan, me contactan y les intento ayudar para que jueguen a fútbol, puedan perseguir su sueño y, sobre todo, para que sigan estudiando", añade Younousse.

"Creamos este proyecto porque había muchos chicos que no estaban haciendo nada, ni siquiera estaban escolarizados. Organizamos partidos para fomentar la integración social, es el momento en el que más felices los vemos. La mayoría llegan aquí solos, sin padres. Como mucho, con algún hermano, amigo o primo. Luego los mandan a Madrid, Valencia Cádiz, Málaga… Aunque tenemos un grupo que es fijo, que no los mueven de la isla, son los menores no acompañados. Son los que por las mañanas van solos a entrenar. Los mayores de edad sí se marchan a distintos puntos de la península", cuenta.

De hecho, no pudieron evitar que viviera ese segundo destierro cuando lo sacaron de Tenerife. "Sesé Rivero, por entonces director de fútbol base del C. D. Tenerife, es como mi padre, le llamo papá. Y su mujer, María José, dejó todo en Asturias para dedicarse aquí a Aldeas Infantiles. Cuando llegué, los primeros cinco días estuve en un CIE. Luego me metieron un año en un centro donde estábamos mezclados los menores y los mayores de edad. Un día Sesé me vio jugar e hizo de todo para que pudiera jugar en la cantera del Tenerife. Por entonces me querían llevar a La Palma y luchó para que me quedara. Sin embargo, acabé yéndome y en la temporada 2007/2008, jugué en el Mensajero. Seguí estudiando e integrándome. Vino el Tenerife a jugar un torneo y mis excompañeros se sorprendieron cuando me escucharon cómo hablaba ya español. Me preguntaron si quería volver a casa y les dije que sí sin pensármelo. A través de Aldeas hicieron todo el papeleo para regresar a Tenerife, ellos han formado un hogar para niños. Yo por entonces tenía catorce años".

Diop jugando con el Tenerife.
Diop jugando con el Tenerife.

Conseguir los papeles y una situación de regularidad es una tarea muy difícil que lleva una media de tres años, aunque Youssoune tuvo que esperar hasta nueve. "No todos tienen la suerte que yo tuve, porque hubo gente que me ayudó mucho. La suerte existe, pero también la gente consciente. Depende también de las ganas de implicarte y sacarte títulos, porque eso siempre suma para conseguir el permiso de residencia". Los tiempos y las dificultades varían también según la nacionalidad del inmigrante y los respectivos convenios que tenga España con sus países. Con Mali, por ejemplo, territorio en guerra, existe un convenio gracias al cual se pueden agilizar los trámites. Senegal es de los países que se encuentran con más trabas. "No vi a mi familia hasta el 2015, desde el 2006 que me había marchado. Cuando llegué a mi casa, mis ocho hermanos dormían. Mi hermano, el que tenía dos meses cuando me fui, me miraba en el desayuno y sabía que era yo porque había escuchado mi nombre, pero no me había visto nunca físicamente y no me hablaba. Pero esa misma tarde ya me estaba pidiendo como un loco que fuéramos a jugar al fútbol. Ellos todavía no han podido venir a verme nunca a Tenerife, algún día lo conseguiré", cuenta Younousse.

En un intento por protegerles, FIFA prohibió que los menores de edad llegados en patera pudieran estar federados en un club. Tras una larga lucha que ha contado con el apoyo de Vicente del Bosque, por fin han sido tenidos en cuenta. En 2020, la FIFA empezó a admitir una excepción "humanitaria" con las fichas de estos niños, pero con una condición que no todos cumplen: sólo se aceptaban fichas de menores de 18 años si esos chicos tenían la condición legal de refugiados o solicitantes de asilo.

En las últimas semanas se ha ido modificando la norma y aceptando que, tanto clubes amateurs como profesionales, puedan inscribir a esos menores como excepción humanitaria ya que, si bien no han venido para jugar al fútbol, sí es la principal vía de integración que tienen muchos de ellos. El pequeño Souleymane es uno de esos niños y en su intento, escribió una carta de su puño y letra que hizo llegar a la FIFA, en la que decía: "Señores del fútbol, soy un niño de 11 años que quiere jugar. Llevo entrenando casi dos años y esforzándome para poder jugar pronto con mis compañeros de equipo. Ellos también quieren que juegue y siempre me están preguntando cuando podré. No entiendo por qué a ellos les dejan jugar y a mí no, la única diferencia entre ellos y yo es que soy negro y he nacido en África".

Carta de Souleymane a la FIFA.
Carta de Souleymane a la FIFA.

Aquella carta tuvo sus efectos y el pasado febrero la FIFA aceptaba su ficha. Además, precisamente esta semana, han dado instrucciones para que se aplique correctamente la excepción humanitaria al resto de menores llegados en patera. Youssoune ha sido también referente para promover la iniciativa y dar visibilidad a esos críos que también se ven discriminados en un campo de fútbol: "La gran mayoría de niños sueña con jugar aquí al fútbol, pero no se les permite. Es la manera que FIFA tiene de protegerles, lo que pasa es que tal vez se equivocan porque dejan a muchos niños con talento sin la oportunidad de entrar a la cantera de esos clubes. Soñamos con ser Eto'o o Drogba. Es verdad que así también se evitan traerlos aquí engañados", se lamenta.

Estuvo cuatro años viviendo y jugando en equipos de la península. "Cuatro años echando de menos el paraíso. No siento ningún tipo de fracaso por no haber llegado a primera división, todo lo contrario, porque sé todo lo que he superado y al fin y al cabo he cumplido mi sueño de ser jugador de fútbol. Es muy difícil serlo. El fútbol es el momento, el lugar, tener gente que te empuje y por supuesto, estar preparado. Como Nacho el del Real Madrid. Me río cuando dicen que no juega de titular. Siempre está preparado y la gente no sabe el trabajo que hay detrás de eso. Cuando me dieron la oportunidad, me sentía preparado, pero también muy presionado, todo iba muy rápido. Estaba ansioso, salía a calentar y ya la gente me aplaudía", recuerda de su debut con el Tenerife: "Estuve entrenando con Álvaro Cervera desde 2015 hasta 2017, cuando estaba de entrenador del primer equipo del Tenerife. Me hizo jugar doce partidos con ellos durante la pretemporada. Cuando me hizo debutar, sentí agradecimiento a la isla y que aquello era 'un final feliz'. Eso es para mí el escudo del Tenerife", relata.

Diop, dando objetos donados por el Tenerife a los jugadores.
Diop, dando objetos donados por el Tenerife a los jugadores.

El senegalés advierte de que cada vez son más las noticias falsas que se les atribuye a los inmigrantes: "En los últimos años se nos está colgando una imagen que no es real. Recuerdo que llevé a uno de los chicos que habían llegado aquí a mi casa de Senegal. Estuvimos charlando con mis padres, y le preguntaron por ello. Mi amigo les respondió: 'Un listo puede tener mil ignorantes'. Se refería a que alguien en la tele dice algo y la gente lo ve y se lo cree. Hay que estar preparados para respetar porque todos somos iguales. Es complicado avanzar, va todo muy poco a poco. Yo pienso en esa gente que nos discrimina que algún día tendrán hijos. Escuchamos muchas noticias falsas que generan odio hacia nosotros. En el último tiempo notamos que ha aumentado mucho. Yo creo que hay que ser valiente porque los que dicen todo eso es porque están cómodos y no se preocupan por los demás, están acostumbrados a que les den todo", reflexiona el joven. "Me levanto cada mañana y lo primero que hago es contactar con gente para ayudarles, para que sigan luchando y tengan una sonrisa de oreja a oreja. Debemos escucharlos, porque tienen mucha necesidad de cariño, hablan con sus ojos, sus manos y su forma de caminar. La emigración siempre ha existido, tenemos que luchar por un mundo mejor".

Pese a todo lo vivido, no ha perdido la fe en el ser humano: "Yo no tenía nada, pero hay mucha gente buena. No es que haya gente buena o mala, se trata de que hay gente cómoda que pueden hacer lo que les dé la gana sin pensar en el prójimo. A veces vamos por la calle y somos inhumanos, no nos frenamos ante los pobres y les preguntamos si necesitan agua. Mi abuela siempre me decía: 'Si no tienes nada, ve a buscarlo y lo das. Y si lo tienes, da'. La educación es lo más importante".

"Lo que viví te enseña a luchar y que ser profesional del fútbol es algo muy complicado. Eso es lo que les transmito a los que vienen, y que tienen que estudiar siempre, porque puedes tener una lesión grave o lo que sea. Ahora me he sacado el nivel I de entrenador y voy a seguir estudiando el curso", dice entusiasmado.

Llegó a España en patera, jugó en el Tenerife y ha cambiado las reglas de la FIFA: «Solo pensaba en la muerte y en mi madre»

"Hoy los niños de África quieren ser Vinicius. Y mi hermano pequeño, que juega de lateral y en el medio campo, ve a Camavinga como su referente. Esos futbolistas también han tenido una infancia difícil y han llegado a lo más alto", y hace un llamamiento a todos aquellos protagonistas del mundo del fútbol que quieran aportar su granito de arena: "Hemos invitado a algunos futbolistas a los entrenamientos, aunque todavía no ha venido ninguno. Sólo con venir y charlar con los chicos, ayudarían muchísimo. También pueden aportar botas, equipaciones o participar en algún partido benéfico entre futbolistas e inmigrantes para recaudar fondos, sobre todo para comprar ropa, material escolar, y ayudar a los que se han quedado por el camino y que tienen muchas necesidades. Sesé me dio equipaciones del Tenerife para llevármelas a Senegal y funcionó muchísimo. Me encantaría poder hacer un campo de fútbol en mi pueblo. 'El sueño africano' es mi proyecto".

"Aquella travesía no se borra de mi mente ni lo hará jamás. Eso me hace agradecer cada día. Lo más importante que tenemos es la fe y la dignidad. Todos los días me acuerdo porque es lo que me da fuerzas cada mañana", termina Younousse con su acento canario y la ilusión que un día, demasiado pronto, le arrebataron. No puede impedir que sigan llegando pateras, pero sí luchar para que ningún niño pierda por el camino el sueño de jugar al fútbol.