Osvaldo, el futbolista de 60 años que da una lección de vida cada jornada y huye del elogio: "¿Retirar mi camiseta? Si a alguien le gusta el '14', por qué no lo va a llevar"
Está federado, es el más veterano en España y volvió de una lesión de 10 meses dando una asistencia a su hijo: "Me levanto como un niño, veo césped y quiero jugar otro partido".

Osvaldo Fabián Iglesias: "El sábado antes de un partido ya cuando me levanto estoy como un niño. Te lo juro. Con las ganas de venir. Veo esto y es que me encanta, me dan ganas de salir a jugar otro partido ahora".
39 palabras. 185 caracteres. Una lección de vida, de lo que significa la pasión y el nunca bajar los brazos por lo que uno quiere. Labrar su propio destino sin pensar en las consecuencias. La explicación más racional y a la vez sensorial de esa frase que tantas veces ha retumbado en las paredes de Relevo a lo largo de estos tres años. El deporte es lo más importante de lo menos importante. El fútbol es muchísimo más que 22 hombres o mujeres dando patadas a un balón.
Qué sería de la vida sin eso que nos hace levantarnos de la cama, reventarnos a ilusión. Llegar a casa con esa sensación de haber vivido la vida que nos merecemos vivir, que, en resumidas cuentas, es esa que siempre hemos soñado. Con nuestros propios límites. Nos han dicho muchas veces que estamos locos y nos ha dado absolutamente igual. No le hemos hecho caso ni a nuestra sombra. Toda gran historia da comienzo cuando hay alguien detrás que pronuncia un "eso es imposible". Llámenlo cabezonería u optimismo. Incluso un ejercicio de fe. Osvaldo solo escucha a una conciencia que le grita que hay que seguir jugando.
Este texto ha comenzado con nombre y apellidos. Osvaldo Fabián Iglesias. No sabes quién es, así que te lo vamos a presentar. Osvaldo es un arquitecto. Una persona normal. Eso considera él, al menos. Osvaldo es padre. Osvaldo es marido. Osvaldo es, bajo sus limitaciones, futbolista. Mejor. FUTBOLISTA. Y Osvaldo es, sobre todo, una persona entregada a su pasión. Al que le ha dado absolutamente igual la palabra que tanto daño hace sin que seamos conscientes. "No".
El fútbol de verdad, el fútbol que nos gusta, viaja esta semana al corazón de la sierra de Madrid. Concretamente a La Cabrera, con un campo incrustado a los pies de la montaña, donde se respira aire puro y amor por el balón. Y allí aparece Osvaldo Fabián Iglesias. O, mejor dicho, Osvaldo. Porque él es un futbolista de los que no tienen apellido, que no sabe lo que es recibir un solo euro. Que no deja de ser un niño en cuerpo de adulto. De los que ve jugar a los pequeños en la plaza y se quiere unir. Que le come la rabia cuando le cambian. El fútbol.
Hay algo que le hace único.
Datos. Osvaldo es el jugador más veterano de todo el fútbol federado en España, con 60 años a sus espaldas. Ya batió récords como ser el goleador más longevo, cuando tenía 57. El récord mundial de un anotador son los 71 años. Él no se ve. Y qué más da. Un grave problema en la cadera le ha tenido diez meses de baja. Quién le mandaría, estar jugando tan mayor... Estas cosas pasan y nada le va a detener. Su regreso fue un cuento.
Osvaldo quería volver, quería seguir jugando. No le gusta que le llamen héroe. Tampoco las cámaras. Merece ambas cosas, pero eso ya será otra historia. El caso es que se empeñó y volvió. Tómalo como referencia para cuando alguien te diga que no puedes. Y el día de su regreso cogió y dio la asistencia de gol a su hijo para empatar un partido que acabarían ganando.
¿No es eso acaso una definición inequívoca del amor?

La gran ilusión de Osvaldo sigue siendo a estas alturas vestirse de corto y entrar al campo. Pura pasión. Argentino de nacimiento, llegó a España para visitar a su hermana y se acabó quedando. La Cabrera debutó en el fútbol en 1988 y él ya defendía sus colores en 1992. Quien escribe estas líneas ni siquiera había nacido. Tampoco su entrenador, Fernando, que ahora profesa una gran admiración por él y le quiere retirar la camiseta.
El futbolista no quiere ni oír hablar del tema: "No me gustaría. No me gusta que me digan leyenda y esas cosas. No me siento cómodo con eso, de verdad. Creo que para retirar una camiseta… Y no es falsa humildad. Me parecería… No estaría cómodo. Si a alguien le gusta el '14', por qué no lo puede usar. A mi hijo le gusta el '10'. Creo que no le veo hasta tan mayor, creo que no le interesa tanto". El técnico ya bromea: "Se va a retirar la camiseta antes que él".
Osvaldo
Qué le vamos a decir. "Como no te la retiren a ti...". Si es que no le importa. Él quiere jugar. Mira las semanas esperando el domingo de partido. Hay tantas personas así en este planeta. Invisible cadena que te ata a la vida. Ese olor a césped. Juega con el '14', pero lo haría con el '4.139' si fuera necesario. Todos esos detalles superfluos, casi irrelevantes, viajan en el imaginario colectivo gracias a nosotros, los medios, que relatamos la polémica arbitral o las nuevas botas de fulanito como si fueran una oda al deporte.
El otro deporte se juega en cien metros y mil sitios todos los domingos. Ahí no importa otra cosa. Por eso es posible que Osvaldo, a sus 60 años, continúe jugando y sea el federado más veterano de todo el país. Porque es lo que le gusta y nadie, ni una lesión devastadora, le puede convencer de lo contrario.
Encontrarse una cámara delante le resulta extraño, así que comienza algo tímido: "Yo creo que soy un tipo que me ha encantado el deporte toda la vida. Soy muy de mi familia, soy un tipo normal, un tipo sencillo. Me considero una persona bastante humilde y… Bueno, humilde, eso lo tienen que decir los demás (ríe). Pero soy un apasionado de las cosas que intento hacer y, sobre todo del fútbol".
No esperábamos menos cuando tocamos la puerta de un club modesto, de la última categoría del fútbol madrileño, que sobrevive a duras penas, sin apenas presupuesto. Las historias extraordinarias no solo lucen radiantes ante 80.000 personas en el moderno Santiago Bernabéu.

Osvaldo se ha definido como normal, pero no es normal. Sigue jugando al fútbol con 60 años. Y, recordamos, tras una lesión de diez meses de la que muchos futbolistas de élite no se podrían recuperar. Hay factores externos que le permiten continuar. O quizás solo se esté tratando de quitar un poco de mérito: "Estoy aquí porque creo que corro con la ventaja de que las generaciones actuales son un poco blandas o flojas. Porque si no, no debería tener lugar yo en un equipo de gente de 20, 20 y pico de años".
Le va cogiendo el gusto a hablar de lo suyo: "Creo que estoy aquí por mi pasión, por mis ganas de entrenar, por mis ganas de, cuando entreno martes y jueves, entrenar al 100%. Creo que estoy aquí un poco por eso, por mi fuerza, por mi cabeza, por mis ganas de que esto no se acabe. Y corro con la ventaja de que algunos no entrenan a su 100%. Porque si la gente entrenase a su 100%, obviamente tendrían que estar por encima de mí, siempre".
Osvaldo 2024
Grita la cultura popular que uno siempre vuelve al lugar donde fue feliz. Ojalá fuera siempre todo tan bonito. El relato flower power a veces choca con la cruda realidad. Piénsalo: ¿has vuelto siempre a ese sitio que abandonaste roto, en un mar de lágrimas? Ese sitio para Osvaldo se llama campo de fútbol. El Julián Berrendero si nos ponemos exquisitos. Allí lleva guerreando desde 1992, un matrimonio feliz.
La vida le dijo en dos ocasiones que hasta aquí, pero en la tozudez va escuchar solo al demonio que todos tenemos sobre uno de los hombros. E ignorar a su antítesis angelical del hombro contrario. A los 36 años, sufrió la lesión que retiró a Van Basten del fútbol. Pero como ese fútbol y este fútbol nada tienen que ver, la respuesta que le vino a dar Osvaldo al médico sería: "¿Van Basten? Y a mí qué". 24 años después, aún paga el precio a su ilusión: "Tengo la rodilla fastidiada, de la lesión que me hice a los 36 años. Cuando menos entrenado estoy, más me duele. Pero bueno, he aprendido a convivir con el dolor, a saber que es parte de querer seguir jugando".
La segunda fue mucho peor. No por gravedad, sino por escenario. Fue cuando ya nadie daba crédito a que siguiera jugando como si nada. Los dos veteranos y capitanes del equipo (sí, Osvaldo no es el capitán), Furby y Elaudy, fueron tajantes a la pregunta sobre cuándo creían que lo iba a dejar. "Pensábamos que el año pasado" vino a ser la respuesta.
Entonces, ¿se ve Osvaldo jugando muchos años más? "No, porque tengo un problema serio de la cadera. Tengo una artrosis ahí y tengo los dos tendones del isquiotibial… Fue la lesión grave que tuve el año pasado, estuve diez meses sin poder jugar. Uno de los tendones tuvo una rotura parcial y costó muchísimo que soldara. Juego con alguna molestia y no sé lo que esto me va a dejar jugar. La realidad es que hasta que me deje, hasta que yo vea que puedo todavía competir".
"Corro con la ventaja de que algunos no entrenan a su 100%"
jugador de La CabreraAhí sigue porque habla su cabeza, pero decide el corazón. Mirar al día de mañana con incertidumbre y desidia sigue sin estar en su diccionario. Pero como responde la cabeza, apuesta por darle la razón a Furby y Elaudy: "Yo también me veía (dejándolo), no tenía buenas sensaciones. Veía que la lesión no mejoraba, veía que hacía reposo, iba al fisio y la lesión no mejoraba… Yo podía más o menos salir a correr y tal, pero en cuanto exigía, una carrera larga o lo que sea, me pegaba el dolor agudo. Era un dolor extraño hasta que descubrí que era el tendón y que la cadera tiene artrosis, claro".
Leer la respuesta llevaría a cualquiera a pensar en uno mismo. Al para qué. Al "pues mira, lo dejo, ya está".
Marisa
Todos necesitamos esa voz que abriga si el tiempo va mal. La familia, las fuertes amistades. Los que nos dicen lo que no queremos escuchar. Con 60 años y la cadera en mal estado, Osvaldo decidió volver a jugar al fútbol federado, algo que, para ti, al otro lado de la pantalla, es una locura. No te juzgamos, es que lo es. No te saldrá preocuparte por Osvaldo, porque tan solo es el protagonista de una historia que acabarás olvidando, esperemos más tarde que pronto. Pero Osvaldo, futbolista, arquitecto, padre, marido, conoce a quien le conoce. La pregunta es obligatoria: "En casa te dirían que lo dejaras".
"No, nadie me dice eso".
Entra en la ecuación Marisa: "Quiero decir, mi mujer al contrario. Marisa es un apoyo. Si no fuera un apoyo, no estaría aquí. La parte más difícil es que tu mujer te apoye, que lo entienda, que sepa lo que necesitas. Para mí es clave, como hay gente que deja de jugar por la familia, por la pareja, por exigencias del guion… Yo cumplo todas mis obligaciones cuando estoy en casa, pero saben que mi tiempo libre es este".
Acompañar a alguien es enamorarte de sus rarezas. Lo asegura Coque Malla en un himno universal. A Los Ronaldos se les olvida hablar de la pasión, del entusiasmo con el que alguien persigue algo con una fuerza capaz de arrasar todo a su paso. Otra variante del no puedo vivir sin ti.
Sus hijos también han salido futbolistas, por lo que profesan una profunda admiración por el valor de su padre. Y la picardía, claro: "Se ríen. Les gusta mucho a los dos jugar y tampoco dan mucho crédito. Me burlan, dentro de casa hay bromas internas de que juego porque me tienen pena, que si ellos estuvieran en contra me pintarían la cara y cosas así. Pero buen rollo. En la familia, a pesar de que a mi mujer no le gusta el fútbol, siempre me ha apoyado muchísimo".
Diego
El talento que pasa de generación en generación. Solo el tiempo dirá si Diego es Osvaldo. Parece que no, eso cree el padre, pero en el fútbol no existen los imposibles. Diego también juega en La Cabrera. Es mediapunta y no lateral derecho. Y también músico, por cierto. Tiene una gran envergadura y es uno de los máximos goleadores del equipo. En parte, le acompaña el mismo aura que a su progenitor.
Osvaldo regresó. No podía ser de otra manera. Se lo había jurado a sí mismo. A La Cabrera. A su mujer. A sus hijos. A quien hiciera falta. Era un reto personal, seguir no el azar, sí su instinto. Y el fútbol es una pasada. Una puta pasada.
En el día de su vuelta, allí no había ni una sola cámara. Casi nunca la hay, hasta que ahora nos ha dado por molestar. Si hubieran sabido lo que estaba por venir, damos fe de que no hubieran cabido en el vestuario.
"Fue increíble". El colista como adversario y un bajísimo nivel, impropio de La Cabrera. Perdían 1-0, casi que no se lo podían ni creer. "Estábamos jugando mal". La mística. Que lo cuente Osvaldo.
"En una jugada me tiraron el balón largo, tiré el centro y él (Diego, su hijo) cabeceó y metió el gol. La verdad es que sentí algo que nunca había sentido. Era una cosa extraña al verlo a él festejar el gol después de mi pase. Era una emoción grande, suena medio ñoño decirlo, pero sí, que estamos en Segunda Regional. Quiero decir que no ganamos la Champions, no hay nada… Pero como el fútbol es de tanta pasión para mí, ese momento lo fue también. Fue un momento único".
¿No es eso acaso mejor que ganar la Champions?
Continúa: "Mete el 1-1 y ganamos 5-1. Pero ese momento fue único. Llevo muchísimos años años jugando al fútbol y nunca había sentido esa sensación de emoción, de orgullo, de que él metiera el gol, de que yo le tirara el pase. Una cosa muy rara en el estómago, que queda un poco raro decirlo, un poco blando, pero es verdad que sentí algo medio especial".
Recapitulamos: Osvaldo vuelve a jugar al fútbol federado con 60 años, diez meses después de una grave lesión en isquios y cadera. Defendiendo los colores de La Cabrera desde 1992. El día que regresa, su equipo va perdiendo 1-0 contra el colista y es capaz de dar la asistencia a su hijo para empatar.

Tantos meses de sufrimiento. Tantos miedos de si el cuerpo le obligaría a dejarlo. Tanto dolor físico y lo que no es físico. La vida le tenía reservada una escena de película para dar sentido a esa mentira social de 'todo esfuerzo tiene su recompensa'. Quien quiere no siempre puede, pero sí siempre puede sentirse orgulloso. Ese gol jamás se les olvidará.
La Cabrera
Un domingo de partido de esos que iluminan a Osvaldo y a cualquiera. El reloj marca las once de la mañana. Hace calor, un sol atronador y paradójico. Dos semanas antes, el campo estaba envuelto entre nubes. Por no recordar la nieve. Los jugadores de La Cabrera van llegando al campo Julián Berrendero con legañas y bostezos, justo la noche en la que a las dos son las tres. El rival, el Fuentes El Saz B, llega un poco después, quizás algo confiado por el 9-1 de la primera vuelta. Nos temimos lo peor. Maldita hemeroteca.
Entre medias, apareció Osvaldo. Un poco tarde a lo mejor, pero no se le habían pegado las sábanas. Lo primero fue disculparse con Fernando, el entrenador, al que casi saca 30 años. La jerarquía ante todo. Tenía excusa: andaba preocupado porque su hijo pequeño y su mujer no le respondían mientras llegaban a su partido de fútbol. Estaba todo bien. Su otro hijo, compañero, además de familia, había tocado puerta unos minutos antes.
"¿La asistencia a mi hijo? Sentí algo que nunca había sentido. Era una cosa extraña al verlo a él festejar el gol después de mi pase. Era una emoción grande, suena medio ñoño decirlo"
jugador de La CabreraYa retumbaba la música en toda la instalación, con un señor altavoz que perfectamente podría ser el mismo de los Griezmann, Lamine y compañía. La charla táctica también tuvo más similitudes de las que nos podíamos esperar. Segunda Regional o Primera División, qué más da: analizar al rival es obligatorio. Turno de Fernando, antes del turno de Osvaldo y los chicos.
Suspiramos por primera vez: Osvaldo es titular como lateral, también su hijo en la mediapunta. Las claves tácticas del partido de ida y lo que le falla al equipo. Osvaldo es uno más, por supuesto, no importa la edad. Escucha con atención y apenas realiza un par de intervenciones para preguntar o aconsejar a alguno de sus compañeros. No existe un "vamos a reforzar la banda derecha por si atacan a Osvaldo por ahí" ni nada por el estilo. Juega por nivel. Ni galones, ni estatus.
La Cabrera - Fuentes El Saz B
Salta al campo como si nada. No hay rituales extraños. Normalidad. Fútbol. Desde el pitido inicial está muy metido, se las sabe todas. Primer minuto, recibe el balón, se va de dos futbolistas e inicia la jugada que acabaría en el primero del equipo. Menos mal que ya nos había deslizado que le costaba entrar a los partidos. Menos mal.
A su testimonio culpamos de que la cámara no llegara a captar la acción. Esas cosas se avisan.
La Cabrera estaba ansiosa. Fernando ya puso el grito en el cielo en el vestuario: "Tenemos que salir con ganas, en la ida les hicimos el partido de la temporada". Salieron a morder, como si el 9-1 fuera casi el resultado de una eliminatoria. Llegó el segundo solo unos minutos después. Pletóricos. Aún no le había dado tiempo a llegar a un importante número de personas del pueblo que se presentaron poco después. Se perdieron lo mejor.
"El sábado antes de un partido ya cuando me levanto estoy como un niño. Te lo juro. Con las ganas de venir"
jugador de La CabreraOsvaldo mostraba su vena competitiva. Sacó de banda algo peor de lo que esperaba y ya gritó un "ay" de frustración. Un clasicazo del fútbol: el 2-0 es un resultado muy engañoso, cedes la bola al rival y... Antes de la media hora, ya había un 2-2 en el casillero de su cabeza, aquí, claro, no hay marcador. Fernando se desgañitaba en la banda. No se podía creer la relajación. Para colmo, Osvaldo se había acalambrado tras uno de los tantos y daba señales de no poder seguir. Sus compañeros le estiraron y se quedó en anécdota. Por unos segundos, la entrevista corrió peligro.
Siguió y de paso le hizo saber a Bryan, el atacante por su lado, que se había hecho daño en la mano en un lance del juego. Una y otra vez mostró gestos de dolor. ¿Pedir el cambio? Imposible.
Diego el domingo
Titular Osvaldo y titular también Diego, su hijo. Cerca de la media hora de partido, se protegió pugnando por una pelota y golpeó al rival con el codo de forma completamente involuntaria. El Fuentes El Saz B pidió a gritos la expulsión y el colegiado, sin ayudantes y sin haber visto del todo bien la jugada, sacó la cartulina roja. Explica el árbitro en alto que él considera que ha sido voluntario y temerario. Entre todos le insisten en que no ha sido así. El castigo inmediato no tiene arreglo, pero sí el acta: si figura el término voluntario existe una sanción mayor que si se trata tan solo de un lance del juego.
Se acabaron apaciguando los ánimos, pero la tensión se había disparado. Diego, muy enfadado, apuntó: "Pero cómo va a ser voluntario si no le veo. Es imposible, arbi". Osvaldo, con el carácter típico de todo jugador argentino, se revolvió y maldijo en hebreo. Aspavientos al aire mientras Fernando le trataba de calmar. Su respuesta fue clara: "No me voy a ir del partido (se refiere a desconectar) por cagarme en todo".

Continuaba Osvaldo: "No sé para qué viene él, siempre igual". No le gustaba demasiado la manera de arbitrar del colegiado y así se lo hizo saber al aire a bastantes metros de su posición. "Es que no sé qué va a hacer, es lamentable". Fútbol.
Diego se cambió en tiempo récord y enfiló el pasillo de tierra para abandonar la instalación. Estaba muy molesto y probablemente estuviera asumiendo la derrota. Al equipo le habían remontado un 2-2 y encima estaba con diez. Qué iba a pensar... Perdón por el spoiler. Nada más acabar su padre le escribió anunciando el resultado y la respuesta fue: "Venga ya, me estás vacilando".
Osvaldo capitán
La Cabrera consigue ponerse 3-2 por delante pese a estar en inferioridad numérica. El equipo sabe leer las dudas de la pareja de centrales rival y juega al balón largo como recurso infalible. Osvaldo huele la sangre y busca ejecutar una victoria imperial. "Claro, te lo estoy diciendo", le dice a un compañero cuando este se observa a sí mismo fuera de sitio. Antes del descanso llega el 4-2 y en el banquillo lo celebran como si ellos también creyeran que la derrota ya era irrevocable.
Osvaldo, mientras, se acerca al banquillo rival a comentar la jugada. Sí, al rival. "Hay dos jugadores que en el balón parado... El portero bien, pero hay dos...". Fíjate si le tienen respeto que el entrenador rival le da la razón. Mientras, los compañeros celebraban. El lateral derecho no es el que más se acerca para festejar, para ahorrar esfuerzos.
"Al jugador le tiene que joder que le quiten, siempre. Y a mí me sigue jodiendo que me quiten"
jugador de La CabreraHabía mucho de qué hablar. El equipo estaba con diez y se había dejado remontar un 2-0. Fernando les abroncó por lo ocurrido y, ahora sí, rompiendo con el silencio de la previa, Osvaldo tomó la palabra: "Estamos partidos, no tiene sentido". Lleva la voz cantante del vestuario, de los más participativos. Se implica y analiza el juego.
Bum. Nada más arrancar la segunda mitad llega el 5-2. Y apareció en escena un ejército de fans a la banda. Eran amigos de uno de los futbolistas del equipo, que estaba esperando su oportunidad en el banquillo. Estos eran de los que habían venido a jugar. Justo estaban colocados en el lado de Osvaldo. Bienvenidos al show. "Invente, Román, invente". "Mastodonte". "La leyenda". "Vaya partido, leyenda".
Retomamos lo de antes: "Con eso no me siento cómodo, la verdad".
Osvaldo cambiado
El sexto para La Cabrera justo antes de que Fernando apostara por cambiarlo. El entrenador nos había desvelado que muchas veces no quería sustituirlo, pero que prefería hacerlo porque sabía de la dificultad para recuperar que tenía al día siguiente. Un gesto altruista, aunque siempre pensando en el bienestar del equipo. Esta vez duró hasta el 70'.
En un ejercicio de traición de confianza, desvelamos más tarde a Osvaldo esa revelación de su entrenador. "Le digo a Fernando que está por ahí que no piense tanto en mí, que si me quiere dejar los 90 minutos, que me deje, que yo encantado".
Además de jugador, Osvaldo también es entrenador de chavales. Tiene muy claro qué camino deben tomar: "A los futbolistas no nos gusta salir. De hecho cuando soy entrenador, quito a un jugador y sale contento, no me cuadra. Al jugador le tiene que joder que le quiten, siempre. Y a mí me sigue jodiendo que me quiten. Aunque es lógico y nunca voy a cuestionar la decisión del entrenador".
Los adjetivos se quedan cortos cuando se habla de Osvaldo Fabián Iglesias, su historia es toda una oda a la pasión por el fútbol⚽️.
— AD LA CABRERA 💚🤍⚽️ (@adlacabrera) February 17, 2025
Con 60 años y una trayectoria en nuestro equipo💚🤍 que abarca décadas, el veterano argentino🇦🇷 mito del fútbol madrileño volvió a las canchas ⤵️ pic.twitter.com/huVIz4jV9p
Va en nuestro ADN querer siempre más y más y más y más. (Y más). Resulta inverosímil que tras diez meses de una lesión que hubiera retirado a cualquiera, siga arañando sus entrañas cada vez que le toca irse al banquillo. "¿Que si me ha dado rabia? Siempre, siempre. Estaba bien, me encontraba bien", asegura.
Hay algo de explicación científica: "Justo es el momento en el que yo me empiezo a encontrar más cómodo para subir la banda. Porque el rival ya está más cansado y yo ya me empiezo a encontrar mucho mejor. Tengo ganas de subir, centrar y ver si puedo llegar a posiciones de gol". Acaso habrá alguien en el planeta al que no le excite eso de marcar. "Lo echo de menos porque yo siempre jugaba más adelante. A mí me gusta subir, no jugar de lateral y quedarme atrás".
Llega el cambio rodeado de aplausos de su banquillo, desde donde le gritan: "El arquitecto del fútbol". Su profesión y su pasión envueltas en un mismo mote, dieces para su inventor. Fernando le felicita ("buen partido, Osval") y este se da también un abrazo con el entrenador rival.
Gana La Cabrera
Recorta distancias Fuentes El Saz y saltan todas las alarmas. Otra vez riesgo de remontada para un equipo que encaja de media más de tres goles por partido. En consecuencia se revoluciona el césped. Un fuerte golpe que acabó en lesión hizo saltar todo por los aires. Desde el banquillo de La Cabrera entendieron que el rival se reía de lo ocurrido. El rival consideraba que el lesionado estaba perdiendo tiempo.
El árbitro trató de poner calma. "¿Os queréis ir o qué?", dijo a voz en grito a los suplentes. Osvaldo intervino para tranquilizar los ánimos y pedir cautela a sus propios compañeros. Aún quedaba un susto. A falta de cinco minutos, llega el 6-4. Un mar de dudas inundó el campo, pero a veces en el fútbol es todo tan sencillo como explotar lo que funciona. Balón en largo a la espalda de los centrales y gol. Ya está, 7-4 y final del partido.
Osvaldo “el mejor del equipo, macho”
Rencores a un lado, acaba el partido y se saludan como si nada hubiera pasado. Osvaldo es el primero en dar ejemplo, levantarse del banquillo e ir a saludar a todos y cada uno de sus adversarios. Estos le miran con admiración y le saludan afectuosamente. Algunos le conocían, otros encontraron una firme barrera a los prejuicios a lo "qué hace este hombre jugando todavía". No cometió un error en todo el encuentro y estuvo impecable. Después reconoció que se iba con la rabia de no haber participado más en ataque. ¡Pero cómo lo va a dejar!
" Ni Messi ni Maradona, yo me quedo con Osvaldo "⚽️🇦🇷#adlacabrera pic.twitter.com/KJuyKj2gJD
— AD LA CABRERA 💚🤍⚽️ (@adlacabrera) March 29, 2025
Ni un rival molesto por el resultado y la tensión puede evitar rendirse en elogios al '14': "Vamos, que estás hecho una joya". "Eres el mejor del equipo, macho".
TFG
Todos aquellos que hemos estudiado periodismo sabemos del grado de delirio que supone tener que hacer un Trabajo de Fin de Grado que no va a ningún sitio, mientras ya nos codeamos en medios por dar noticias y hacer entrevistas. Parte de ese ego profesional que lamentablemente nos acompaña por naturaleza, nos olvidamos de que en la calle somos poco más que un eslabón de un infinito engranaje. La historia de Osvaldo es de lo más jugosa porque va acompañada de una belleza alejada de la normalidad mediática del balón.
La apertura de puertas de par en par tampoco tiene por qué ir acompañada de un escenario ideal. No a todo el mundo le gusta la cámara, es de lo más comprensible. Y Osvaldo ha pasado de ser un desconocido a salir en la televisión casi por encima de sus posibilidades. "Igual que hace dos años también metí un gol en aquella portería y se armó revuelo con la jugada y tan. Me empezaron a llamar medios, salí en Telemadrid, las redes… Yo puedo decir que con 58 metí un gol, pero es que a lo mejor con 50 metía 10 o 12 por temporada. Ahí no había redes", recuerda.
Este es Osvaldo, con 60 años volvió a disputar los 90 minutos de un partido de liga tras estar 10 meses lejos de los terrenos de juego por lesión.
— AD LA CABRERA 💚🤍⚽️ (@adlacabrera) February 17, 2025
En su vuelta, corrió toda la banda y puso un centro medido a la cabeza de su hijo para conseguir la victoria.
¡Es nuestro ídolo!⚽️ pic.twitter.com/QCyIyWqEFG
Le han abrazado hasta de su país natal, Argentina, en una historia que trasciende fronteras: "Me han llamado de radios de allí. Fue muy curioso porque la repercusión que tuvo fue brutal. No me lo esperaba".
Sabe que el elogio es parte de esto y que ya nos encargaremos de disfrazar su relato como si se tratase de un mito sin precedentes. Algo que, en cierto modo, le provoca sonrojo: "No estoy muy cómodo con el hecho de que me llamen leyenda y tal, que me pongan motes. No me gusta mucho. Me avergüenza un poco porque creo que al fin y al cabo no es más que jugar al fútbol, que es mi pasión. Hay gente que hace cosas mucho más importantes todos los días del año. Que se merecen más foco que yo. Pero bueno, lo tienes que aceptar".
Si aún no intuyes qué pintaba un TFG en todo esto, solo queda escucharlo: "Lo más curioso es que me llamaron para hacer un trabajo de fin de carrera, con mi historia. Le dije al chaval que si estaba seguro. Me dijo que sí, que está todo ligado al deporte y al trabajo. Un TFG. Ha sido lo más sorprendente".
La carrera de periodismo no solo consiste en codearse con las élites, también por encontrar allá donde se vaya una gran historia por contar. Esperemos que la nota acompañe.
Abuelo
Lanzar el reto de superar a LeBron James ya era demasiado pedir. Su hijo mayor, de 21 años de edad, no tiene en el horizonte ser padre. Lo cual Osvaldo no jugará con su nieto. Que en el vestuario le llamen "el abuelo" no se corresponde con una exacta realidad, aunque podemos entender su valor. Pero Osvaldo, competitivo como el que más, tendría sus motivos para enrabietarse. No es el caso: "No me molesta, me lo llaman desde hace quince años. No me molesta porque siempre sientes que es cariñoso. Cuando sientes que es con mala leche, ya la cosa no te gusta tanto".
"Cuando sientes que te llaman abuelo con mala leche... Ya la cosa no te gusta tanto"
jugador de La CabreraY ocurre, claro que ocurre. El fútbol es más maña que fuerza en todos los sentidos. Sacar de quicio al adversario es la primera ley de la jungla. "Cuando te la dice un rival, cuando te pican para sacarte del partido… Eso ya me vuelve más competitivo. Me saca el competitivo que yo era antes de tener a mis hijos…".
El fútbol, sin embargo, está mutando a una vía de respeto que no sospechábamos tiempo atrás. Osvaldo, que lleva este fuego dentro desde los 90, es una voz más que autorizada para expresarlo: "Tengo que reconocer que ahora los chavales la verdad es que son muy respetuosos y me muestran su admiración o me dicen: 'Joder, ¿quién pudiera llegar a esa edad?'. Son más las anécdotas bonitas que las feas. Tengo muchas feas, pero muchísimas más historias bonitas".
Dolor
Jamás dará una muestra de debilidad ante el rival, pero Osvaldo es consciente de sus limitaciones. No queda otra que viajar a ese cambio obligado de Fernando, en el 70', pensando en el día después. "Si juego el partido entero, dolores. De espalda, de isquio, de cabeza a veces… Hay días que juego menos y llego a casa y estoy fenomenal. El lunes no estoy como si nada. Depende de cómo haya sido de duro el partido, si te han exigido, si has salido con dolores…", asegura.
El martes ya está algo mejor, disponible para entrenar. Nunca se ha saltado un entrenamiento por estar cargado. Recupera antes que una resaca promedio de sus compañeros de equipo.
Su partido resulta escalofriante: "Juego con dolor. Los del isquio y las lumbares sobre todo. Tengo espondilosis en dos de las lumbares. Me pasan factura a veces jugando y sobre todo después, me duele bastante. En las cervicales hay idas y vueltas, muchas veces juego con dolor en el cuello, que tengo también problemas cervicales por mi trabajo. Tengo la rodilla fastidiada, de la lesión que me hice a los 36 años. Cuando menos entrenado estoy, más me duele. Pero bueno, he aprendido a convivir con el dolor, a saber que es parte de querer seguir jugando".
"Juego con dolor. He aprendido a convivir con él, es parte de querer seguir jugando"
jugador de La CabreraEsta última voz es la esencia de todo esto. Hay que pagar un precio por seguir en pie, solo queda ver si compensa. ¿A cuánto estarías dispuesto a renunciar por vivir tu gran pasión cada semana?
Marisa. Diego. La familia. Apoyo incondicional con la mano puesta en el fuego, sin temor alguno a arder. Pero hay otra variable que suele poner las cosas en su sitio. Una objetividad inherente al cargo. Los médicos. "Nunca se han involucrado", asegura Osvaldo. Sí uno.
"Mi mejor amigo en Argentina es médico y sí que me lo dice muchas veces. Él me dijo: 'Para ya que un día te vas a…'. Y le digo: 'Es que no'. Hay gente que elige disfrutar comiendo, bebiendo y tal, pero yo disfruto con esto. Yo estoy esperando el sábado, estoy con la misma cosa en el estómago que cuando tenía 15 años. Siempre lo cuento. Soy repetitivo, pero es que es verdad. El día que no tenga esa pasión o esas ganas…".
¿Acaso se puede luchar contra la naturaleza de uno mismo?
Osvaldo no capitán
Esperando a ver el brazalete colgando de su manga, incluso nos merodea la pregunta de si en estas categorías no es obligatorio llevarlo. Rápido encontramos respuesta en la equipación de otro de sus compañeros. Osvaldo no es el capitán de La Cabrera. Desde 1992 en pie, es impensable pensar siquiera que alguien pueda no salir goleado en veteranía, experiencia o compromiso. No hay más que repetir la evidencia: sus compañeros no habían nacido cuando él ya jugaba, tampoco su entrenador. Salva, cámara y co-autor de este relato, fue la única excepción.
Óscar Trejo, alma identitaria del Rayo Vallecano, renunció a la capitanía por valores, principios y no concordar con el espíritu defendido desde arriba. Fue un paso atrás para seguir dos adelante. En el barrio todos le miran a él como emblema de la franja. Viene a ser similar al caso de Osvaldo, aunque él va en sintonía con todo lo que rodea a La Cabrera. En su caso, es más una cuestión moral: "Por elección. A mí nunca me gusta cuestionar las decisiones del entrenador. Desde hace ya muchos años siempre son más jóvenes que yo. Entonces no me gusta complicarles las cosas, me gusta dejarles libres y no atados, porque el capitán se supone que tiene que jugar y estar dentro la mayor cantidad de tiempo posible".
"No soy capitán por elección. A mí nunca me gusta cuestionar las decisiones del entrenador. Se supone que el capitán tiene que jugar..."
jugador de La CabreraLa explicación, cortita y al pie, resalta su compromiso: "Dejo que los chavales voten y yo siempre me mantengo al margen. Desde hace por lo menos 15 años no soy capitán. Pero no quiero y además tiene un riesgo. Es verdad que hay segundo y tercer capitán, pero puedes estar más tiempo lesionado a estas edades. Yo intento hacer mi labor de capitán desde mi posición, sin la cinta. Si tengo que jugar, juego y si no, no, ya está".
Osvaldo tuvo sus más y sus menos con el colegiado, que ya le detectaba como el capitán no oficial de esto. En la previa, en una conversación informal, el árbitro del partido nos informaba de lo que era el lateral en el campo. Un jugador difícil, algo quejica, intenso. Canchero, en términos formales. Nos lo podíamos imaginar. Pero Osvaldo se defendió tras la conclusión, queriendo quitarle hierro al tema: "Él no conoció al protestón. Mira mis últimos diez años, a ver cuántas tarjetas rojas tengo. Creo que ninguna. No sé si alguna vez me han sacado una roja".
Poco a poco se ha ido serenando: "Mi forma de jugar era mucho más dura antes de nacieran mis hijos. Era menos empático dentro del campo, era duro. Hoy mido un poco más. Desde que nacieron mis hijos empatizo más con los chavales. A veces me digo a mí mismo: 'Ojo con ser tan blando porque al final te comen'".
Qué le van a comer. Si ahí sigue compitiendo como si no hubiera un mañana, no dando un balón por perdido y culpándose de más hasta en ocasiones en las que no tenía razón. Un fallo en bucle en el primer gol rival les castigó, pero él prefiere echarse la responsabilidad. "Fallo yo", asegura. Más bien lo desmentimos.
"Si, soy muy autoexigente conmigo mismo. Me castigo mucho. Se lo pongo de ejemplo a mis hijos, pero lo tendría que aprender primero yo. Cristiano, Messi o cracks fallan una ocasión solos delante frente a la portería y es como si no les importara. Es como que pasan página y a la siguiente. A mí me cuesta mucho. Yo me estoy machacando con el error un tiempo largo. Hace poco jugué un partido horrible. Intentaba anticiparme y llegaba siempre tarde. Llegué a casa bastante fastidiado". Una seña de identidad.
Osvaldo 1992
Lo que vemos es lo que es, pero no siempre lo que ha sido. Es una certeza que Osvaldo no está en su prime. Cuando lo estuvo, ni siquiera se utilizaba la palabra prime. En 1992, jamás meditó seguir dando el callo a estas alturas. Igual hasta dudó si el fútbol seguiría a estas alturas. La vida cambia y él, como jugador, también: "Pero vamos, parezco dos personas diferentes. De pequeño era muy goleador, habilidoso, delantero. Hoy soy un picapiedra lateral derecho".
Tanto que se ha convertido en la antítesis de lo que odiaba... que precisamente era él mismo. Atención, Diego, en esto no te puedes transformar: "Trabajaba muy poco cuando era chaval, me gustaba que me la dieran al pie, era un típico jugador tirando a vago. A partir de los 17 ya empecé a cambiar un poco la forma de jugar, jugaba de extremo, de interior… Ya empecé a correr más. Con los años me hice más corredor, más picapiedra. Probablemente me sacaría de quicio a mí mismo. Tenía un carácter jodido dentro de la cancha".
"Hoy soy un picapiedra lateral derecho"
jugador de La CabreraOsvaldo juega en Segunda Regional, la categoría más baja de todo el fútbol madrileño. Y ahí lleva desde 1992, que se dice pronto. Para entonces tenía 27 años y quizás más nivel. No es posible que en tantos años nunca haya tenido ni la más mínima posibilidad de crecer. "No lo puedo decir yo eso", asegura modesto.
"Aquí nunca me ha picado la curiosidad por intentar una categoría más. En el 92 tenía ya 27 años. Ya era cómo a dónde voy a ir. Podría haber probado en un Tercera o un Preferente, pero me interesó más progresar en mi trabajo y eso era incompatible con un fútbol más profesional. Cuando era chaval sí me lo planteé, me probé en River, me hubiera gustado mucho vivir del fútbol". Toda una vida de dedicación, ni un euro ingresado y mucho gastado en fichas. Esto es el fútbol de verdad, el que ha vencido la batalla al negocio.
Es el fútbol que se siente. El llegar a un lugar y preguntar dónde está el campo, qué clubes existen y a qué hora es el próximo partido. También argentino, nuestro compañero Marcos Durán llegó de Erasmus a Italia y la primera fiesta que se buscó fue la de encontrar equipo. Una borrachera de adrenalina, disponible cada domingo.
"Me hubiera gustado mucho vivir del fútbol"
jugador de La CabreraMás o menos como Osvaldo en La Cabrera. Su primer año le dejó marcado, lo tiene en mente 33 años después. "Fue en 1992. Recuerdo que lo primero que hice fue conocer a un señor de pueblo, Miguel Ángel, que su hijo jugaba en el equipo y conocía a mi hermana. Me preguntó si me gustaba el fútbol y me acompañó al vestuario. Después fueron muchos amigos míos. Lo recuerdo como si fuera hoy. Fue muy poquito después de llegar. En ningún lugar nuevo donde he estado he tardado en jugar al fútbol de nuevo", relata.
El fútbol como vehículo. El fútbol como turismo. El fútbol como enlace para las nuevas experiencias. El fútbol, muchísimo más que un deporte.
Nuevos
Si no fuéramos a tiro hecho, si no hubiéramos buscado a Osvaldo, sino encontrado en el sinfín de campos de Madrid, hubiéramos sido partícipes del prejuicio que siempre le acompaña. Que los rivales lo van a utilizar como arma arrojadiza es una certeza, ¿pero y los suyos?
Piensa por un momento que te apuntas a un equipo y lo primero que te encuentras es a un hombre de 60 años como titular habitual. Pasarán por tu mente todo tipo de improperios y creerás que lo de las vacas sagradas era un chiste a su lado. Osvaldo ni es el presidente, ni el dueño del equipo, ni está por encima de nadie. Por ser, no es ni el capitán. Como para poner en duda.
Es completamente natural que los nuevos compañeros lo piensen. Su caso normal, lo que se dice normal, no es.
¿Pero qué piensa Osvaldo cuando hay un nuevo compañero? "Me sirve un poco, si te digo la verdad, de incentivo. Es decir, tengo que demostrar. Hace poquito pasó, este año, un chaval que no me conocía de nada. Es como que intento demostrar que no hay un abuelo jugando. Todos son pequeños saltitos de motivación y ese es uno. Es verdad que sientes algo diferente cuando viene alguien que no te conoce. Porque mientras estás con los que te conocen ya todo el mundo sabe lo que puedo dar, lo que no, dónde fallo, dónde no… Pero cuando viene algo nuevo es como que haces un pequeño examen con el nuevo".
"Los nuevos compañeros me sirven como incentivo. Intento demostrar que no soy un abuelo jugando"
jugador de La CabreraA la vista está la imagen que tiene de él los que tienen la fortuna de acompañarle en el campo. Al habla Furby, uno de los veteranos del equipo: "Si es como mi padre. Me ha entrenado, ahora juego con él y es un honor venir todos los días, jugar con él y ver cómo está físicamente mejor que nosotros. Un lastre nunca va a ser porque da el cien por cien siempre. Osvaldo es pura pasión y esfuerzo físico".
Elaudy tampoco duda de su valía ni lo más mínimo: "Siempre lo hemos tenido como un dios, digamos, un modelo a seguir. Y no nos sorprendió. Tiene más flexibilidad que yo, más velocidad que yo... Al final tú le ves y dices, mira el viejo este. Pero al final te pones a correr al lado de él y ves que no es tan viejo".
Es normal, son compañeros. Lo del entrenador es otra historia. A ver qué pasaba si de repente el equipo tenía un lateral derecho mejor. Pero cómo vas a quitar a una leyenda tal. Fernando llegó en 2022 y se encontró un percal que ni sospechaba: "Al principio me extrañó muchísimo y pensé que a lo mejor era porque no había mucha gente en el pueblo. Pero una vez le veo entrenar y jugar dije: 'Madre mía, esta persona, qué capacidad tiene para poder competir y jugar con la edad que tiene'. Por parte de Osvaldo han sido todo facilidades".
Tanto que el reparto de roles puede incluso darse la vuelta: "Muchas veces le pido consejo. Tenemos conversaciones casi como si fuera de padre a hijo. Podría ser perfectamente mi padre".
Anécdotas las hay de todos los colores. Uno, por ejemplo, le dijo: "Te conoce mi mamá". Vaya elogio de primeras. "Y luego de cosas que haces jugando, muchísimas veces. 'Cómo haces para correr tanto…'. Recién un rival, que era mayor como treinta y algo, me decía que cómo hacía para correr tanto. Le respondía: 'No lo sé, si te digo la verdad no lo sé'. Entrenar y seguir viéndolo con la misma pasión. Es que me encanta. Es verdad que físicamente me lo puedo permitir", resalta Osvaldo.
“Ninguna”
Esta biografía parte siempre de una negación. "No". No es posible que alguien juegue con 60 años. No es posible que esté al mismo nivel que el resto de sus compañeros. No juega por merecimiento. No es sano para él seguir. No. No. No. No. No. No. No. No. No.
Son tantos "no" los que se nos pasan por la cabeza que nos hacen viajar a un escenario imposible, de película. Casi romántico. Una historia de amor de película de Hollywood en la que una pareja lucha hasta su último aliento. Hay historias con final feliz. Otras con final dramático. Otras sin final.
"¿Dejar el fútbol? Siempre lo que pienso es lo contrario, ¿cómo voy a ser cuando tenga que dejarlo? ¿Cómo lo voy a asumir?"
jugador de La CabreraLa de Osvaldo no tiene final porque él aún no lo quiere. Su gente siempre le dijo "sí". Tampoco le hacía falta. En su cabeza solo hay un mensaje. El viaje ha merecido la pena, por supuesto. Sí. Sí. Sí. Sí. Sí. Sí. Sí. Sí. Sí. Sí. Sí.
Prueba ahora a cambiar tu "es que" por el "ya veremos". Tu "no" por el "venga, vamos a intentarlo". No siempre saldrá bien, tampoco te quedarás con la cosa de no haberlo luchado.
El relato de Osvaldo puede remover conciencias: "Siempre lo que pienso es lo contrario, ¿cómo voy a ser cuando tenga que dejarlo? ¿Cómo lo voy a asumir? Porque hace 18 años me hice entrenador pensando que podía canalizar por ese lado. Ya tenía 42 y pensaba que por ahí… Pero no es lo mismo. No es lo mismo que salir a jugar. Yo veo esto, estoy sentado aquí, en el banquillo, al lado del césped. Y quiero estar ahí adentro. Eso lo tengo claro".
Osvaldo tiene 60 años y ha vuelto al césped tras diez meses de lesión. Con 36, sufrió una grave que llevó a Van Basten a la retirada. Su mejor amigo, médico, tiene miedo de las consecuencias por seguir jugando. Osvaldo, el día de su vuelta, asistió a su hijo. Osvaldo siente rabia cuando le cambian. Más aún cuando no ganan. Osvaldo es un niño en la mañana de partido. Osvaldo es futbolista. Solo eso.
Osvaldo, ¿cuántas veces se te ha pasado por la cabeza dejarlo?
"NINGUNA".