OPINIÓN

Con el pecho a reventar de tanto sacarlo

Los jugadores del Real Madrid celebran el triunfo ante el City./AFP
Los jugadores del Real Madrid celebran el triunfo ante el City. AFP

¡Qué más se puede pedir! Semifinalista y con el pecho a reventar de tanto sacarlo. En 12 de las últimas 14 u ocho de las últimas diez Champions ha estado entre los cuatro mejores. El Real Madrid se pegó en el Etihad un chute en vena de su propio ADN. Complicado acumular tantas hormonas madridistas en tan solo una tarde-noche de fútbol. Hormonas futbolísticas y de las otras. De las que llegan a la fibra y al corazón pasando por la mente.

La del miércoles fue una de esas victorias que se hacen un hueco en la historia del club por muchas más razones que por el resultado. De Manchester salieron subidos en un pedestal que no tenían media docena de jugadores y por diferentes motivos. Lunin ya será para siempre la 'jirafa' del Etihad, como García Remón fue para toda la vida el 'gato de Odessa' tras su portentosa actuación a orillas del Mar Negro en 1973. Camavinga completó su mejor actuación en un partido grande, en un estadio grande y ante un rival mayúsculo. Si lo que todavía le falta para ser un gran mediocentro lo aprende en el tiempo que estará aún al lado de Kroos, el Madrid debería haber encontrado a uno de los centrocampistas de la próxima década…

Y si en esa misma próxima década, el club encuentra futbolistas del linaje de Nacho, Lucas Vázquez o Rudiger, que siempre están al rescate de los compañeros y del equipo, seguramente el Real Madrid volverá a vivir muchas noches como la que nos ocupa. Esta eliminatoria nos deja además una variante puramente futbolística que en espera de Mbappé puede tener su peso: la maniobra que Ancelotti se ha inventado con el cambio de posición entre Rodrygo y Vinicius. Falta por saber si ha sido circunstancial para estos dos partidos, se quedará para siempre o es una prueba de futuro cuando los brasileños tengan que convivir con el francés.

Cuando el rechace de Rudiger cayó en los pies de De Bruyne como se podía haber marchado al limbo infinito de los balones no aprovechables que tiene un partido, me vinieron a la cabeza el mano a mano desperdiciado por Morata en Dortmund y la expulsión de Araujo en Montjuic. La posibilidad de que el fútbol español se fuera a quedar vacío de semifinalistas en 24 horas comenzaba a estar más latente que nunca. Después de la debacle del martes, la del miércoles entraba dentro de lo probable por la entidad del rival y por cómo se iba desarrollando el asedio citizen… Hasta los penaltis que parecían un mar menor y resultaron un bien mayor.

Ejercicios agonísticos como el que acaba de suceder mantienen vivo el desafío de Ancelotti al oso canadiense que se le cruzó en el camino. No creó que en esta ocasión el entrenador sea el culpable directo de que el equipo no pudiera salir de su área durante muchos minutos del partido. Son circunstancias que dicta el juego y que solo los futbolistas pueden calibrar y manejar. Cuando un equipo te coge por el cuello como el City suele hacer con los rivales, con respirar para sobrevivir ya te puedes dar por satisfecho. Y eso, precisamente, fue lo que hizo el Real Madrid: apretar los dientes, llegar a la prórroga, forzar los penaltis… y ganarlos. Colgado del larguero. Sí. Pero enfrente estaban De Bruyne, Rodri, Foden, Bernardo Silva, Walker… y hasta Haaland, aunque no se le viera.