La llama del Fabio Capello de Sabadell que entrenaba en traje se apaga entre mil anécdotas: "Un día dio la alineación en calzoncillos"
José Luis García, que entrenó a Adama, Cristian Gómez o Christian Alfonso, falleció hace pocos días. También estuvo en el Espanyol.

El pasado 30 de abril José Luis García no pudo sentarse en el sofá de su casa de Sabadell junto a sus nietas, o solo, y ver a su Real Madrid, una tradición que frecuentaba como el adicto, porque para él todo lo que rodeaba al club blanco era una religión. Y él su mayor feligrés. "No quería quedarse en el bar del campo ni verlo en grupo", cuenta Antonio, presidente de la entidad de fútbol Planadeu Roureda. Tanto que una de las anécdotas que más recuerdan en el humilde barrio de Can Rull es cuando, una temporada, le pagó el viaje, las entradas, las camisetas y todos los obsequios posibles a sus jugadores para que fueran a Madrid a ver un partido de la Champions de la fase de grupos. "Se dejaría 3.000 euros", explica el presidente actual del club, Carlos Murciano.
No era una persona rica José Luis, que dos días antes del 2-2 ante el Bayern en la ida de las semifinales falleció debido a las complicaciones generadas por la medicación de su trasplante de corazón. Tenía 63 años. "Los de Can Rull no nos morimos", dijo a sus vecinos después de la operación. "Yo soy de Can Rull", gritaba ante cualquier adversidad. Ser del barrio no le salvó. Al entierro, al que acudieron multitud de personas vinculadas al fútbol modesto, a la Federació Catalana y a los clubes por donde pasó, mucha gente fue en traje en homenaje a José Luis por razones que luego se explicarán.
Su vida giró sobre un balón aunque su carrera es bastante desconocida fuera de Sabadell o del fútbol regional, pero este fenómeno en la venta de hornos de pan ("trabajó de comercial y era muy bueno") entrenó a Adama Traoré en L'Hospitalet o promocionó las carreras de Cristian Gómez, Christian Alfonso y Cristian Lobato; todos ellos llegaron a Primera División. Y, ante todo, fue un personaje. De gran corazón, entregado, pasional para lo bueno y para lo malo, según los que más le conocieron, aunque cuando tocó la elite en su etapa en el Espanyol como asesor del fútbol base evidenció sus límites y sus dejes: como ser de otro mundo al glamour que se le presupone a un club profesional. "Todos flipamos cuando fichó", coinciden.
'El Pisha' es un lateral rápido que intentó colocarse en el Sabadell
Con raíces andaluzas, con cuatro hijos, era popularmente conocido como El Pisha. Como jugador, era un lateral muy rápido formado en el barrio de Can Rull. Jugaba en Artesanos y su calidad no daba más que para la Segunda o la Tercera Regional. Una grave lesión le apartó del césped y le acercó al banquillo, su gran pasión. Su trayectoria es inabordable porque estuvo en decenas de clubes. Dio vueltas por los equipos modestos de Sabadell, pero nunca pudo entrenar al de la ciudad. Lo recuerdan allí como "un pesado".
"Estábamos en Tercera y venía a todos los desplazamientos con su coche. Se quería colocar, explicaba batallitas, iba al hotel. Le llamábamos Fabio Capello, lo sabía todo, siempre encontraba soluciones. Venía a los entrenamientos también. El presidente me decía: "Habla tú con él", recuerda un extrabajador del CE Sabadell. La tenacidad era una de sus virtudes.

"Él les había comprado un traje a todos e iban así a los partidos"
"En 1995 dejo de jugar a fútbol y me llama Mariano Guerrero, que era el entrenador del Barbarà del Vallés. El primer partido en casa jugamos contra La Planada, que lo entrenaba José Luis. Campo de tierra, cinco de la tarde y un calor sofocante. Y el rival se presenta en traje. Era un equipo de barrio y él les había comprado el traje. Aquello fue tremendo. Ganamos fácil. Pero él era un genio y un figura", explica Santi Fernández, exentrenador del Espanyol y Sabadell femenino, ganador de ligas y Copas de la Reina. "Aquello se recuerda aún", añade.
"Él siempre llevaba el traje en los partidos. Con su americana y su corbata. Y su paraguas si llovía. Era su forma de ser", cuenta Antonio, del Planadeu Roureda. "Fui a su entierro en traje en su homenaje, y eso que nunca me lo pongo. Realmente era un personaje, pero él era así, siempre tenía que ir así a los partidos, él creía que era lo correcto. ¡Hasta en Primera van en chándal!", recuerda Murciano, que sigue diseccionando la vida de José Luis: "Todo le salía mal. Se fue al Algeciras de entrenador y al poco tiempo la Guardia Civil detuvo al presidente y se acabó todo. Y el Sabadell nunca lo quiso. Era su sueño". "Pero era una profesional, se lo tomaba todo en serio, se vaciaba... y siempre trataba de usted a la gente, y a los jugadores", dice.
La huella de L'Hospitalet: "Tenéis que jugar con la minga fuera"
Pero donde José Luis García dejó una huella más grande fue en L'Hospitalet. Logró ascensos y formó a jugadores con su particular manera de ser. Allí coincidió con otro García, Miguel, el presidente, una dupla que reflejaba el auténtico fútbol de barro de los 90 que se ha ido extinguiendo. Incluso con el exseleccionador Rober Moreno. Cristian Gómez, quien después jugaría en Primera con el Espanyol y en el Real Madrid Castilla, podría estar "un día entero contando anécdotas".
"Me doy cuenta de cosas que él hacía que parecía que no tenían importancia, y ahora las entendía. Él pensaba siempre en sus jugadores", añade Cristian Gómez. Obviamente, García las hacía a su manera: "Nos jugamos el descenso y él nos veía con tensión. Y dijo que hoy teníamos que jugar con la minga fuera. Así que se bajó el pantalón, dio la alineación en calzoncillos, y nosotros nos reíamos. Quería quitarnos tensión. Ganamos 3-1".
El exmediocentro, ahora segundo entrenador del Sant Andreu que jugará el playoff de ascenso a Primera RFEF, nunca olvidará sus mensajes a las tres de la mañana: "Aún estoy alucinando con el caño que has hecho hoy". Su vida eran el fútbol y su equipo. "A Christian Alfonso, que tenía más problemas económicos, le compró un teléfono móvil", añade, y recalca que "siempre pensaba en nosotros, nos dejaba libertad en el campo; no era una maravilla táctica, pero nos dejaba fluir, el admiraba la creatividad".
Después de dar vueltas durante 30 años, incluso de participar en un programa de televisión en Cataluña con Albert Lesán, su último club fue el Planadeu Roureda. "Estaba volcado con los equipos femeninos, les ayudaban y le apreciaban", cuenta el presidente. Al margen de ser entrenador, y para ganar dinero, José Luis siempre estuvo vinculado a la restauración de campos de fútbol, ya sea en este actual como en el bar del campo Olimpia. "Le decíamos que no podía entrenar por el tema del corazón, pero él se metía en el campo. Era un tío de fútbol. Era cabezón", rememora Antonio.
Hasta los últimos días, José Luis estuvo rodeado de fútbol, con su traje y su corbata, con su Real Madrid a las puertas de otra final de Champions.
🖤 Ens ha deixat José Luis García, exentrenador i integrant de l'estructura del futbol base.
— RCD Espanyol Futbol Base - Dani Jarque | La21 (@RCDE_La21) April 29, 2024
Volem transmetre el nostre més sentit condol a tots els familiars i amics, així com antics companys.
Que descansi en pau, José Luis.#RCDE | #La21 pic.twitter.com/nCLlim2EKJ
Postada: la efímera aventura de José Luis García en el Espanyol
(Era un día de octubre de 2012 en la Ciudad Deportiva del Espanyol, en Sant Adrià de Besòs. Tiempos revueltos en el club blanquiazul. La marcha de Dani Sánchez Llibre un año antes había abierto la guerra por la presidencia entre Genética Perica, con el candidato Sergio Oliveró, y el grupo afín al que fuera presidente del club desde 1997, con Joan Collet al frente. Y el fuego había alcanzado al fútbol base, el epicentro de las disputas. Con los cambios, el directivo Germán de la Cruz había fichado a José Luis García, a quien le unía una estrecha relación, como asesor de la cantera. Un hombre con currículum en el fútbol catalán, pero de dudoso caché para el Espanyol.
Aquella mañana, y después de varias publicaciones en el Diario AS con mi compañero Iván Molero, se me acercó y me invitó a subir a su despacho. Teóricamente no disponía de él. Su nombre no aparecía en el organigrama pero en Sant Adrià su voz se escuchaba; entre otras cosas, había confeccionado la plantilla del filial, repleta de fichajes y no de juveniles. Todo kafkiano y envuelto en polémica. Y su despacho estaba presidido por una foto de Raúl González Blanco junto a los cuadros de los canteranos pericos.
José Luis García sacó unas carpetas para explicar que el anterior responsable, Antonio Morales, había firmado contratos leoninos a los futbolistas. En los contratos aparecía como cada año le aumentaban las cantidades a los jugadores... siempre y cuando jugaran y tuvieran contrato con el primer equipo. José Luis García no lo acababa de entender o trataba de convencerse de una idea imposible, de que aquello era una negligencia. A las pocas semanas, él y Cristóbal Casado eran despedidos del club por su mala gestión y todo lo que se generó. "Aquello fue un chiste", cuenta uno de los participantes en este reportaje).