PRIMERA RFEF

La "peor cagada" de Joan Oriol como impulso hacia el ascenso: "Vine al Nàstic para volver al fútbol profesional"

El conjunto grana juega mañana ante el Ceuta la vuelta de la primera ronda de la promoción a la categoría de plata.

Joan Oriol, en el Nou Estadi. /NÀSTIC
Joan Oriol, en el Nou Estadi. NÀSTIC
Marc Mosull

Marc Mosull

Joan Oriol (Cambrils, 1986) es un lateral zurdo que ha pasado por todas las categorías desde el barro de Primera Catalana hasta los flashes de Primera División. Hizo toda su etapa de fútbol base en el EFV Cambrils, un club humilde que fundó su padre Joan Oriol Almacelles junto a otros tres compañeros, y debutó como amateur en el filial del Nàstic, en el quinto escalón del fútbol territorial catalán. Tocó el cielo, disputando la Champions League con el Villarreal, y pisó el infierno, durante su ostracismo en el Atromitos griego, donde le hicieron la vida imposible hasta forzar su regreso a España.

De la mano de su hermano gemelo, Edu Oriol, también disfrutó del fútbol inglés más puro, con el Blackpool en Championship, y se aventuró hacia lo desconocido al fichar por el Rapid de Bucarest rumano. Con más de 150 partidos en Primera y Segunda a sus espaldas -entre Villarreal, Mallorca y Osasuna-, tras la "peor cagada" de su vida, se vio obligado a asumir que se había convertido en un jugador de Segunda B pese a que siguiera viviendo el fútbol desde el profesionalismo.

Fue entonces, cuando empezó a dar pasos para acercarse cada vez más a su casa y en 2020 volvió al Nàstic de Tarragona, el club de su tierra, con el firme objetivo de devolverlo a Segunda División. Pues bien, el sueño está a tan solo tres partidos de cumplirse: este fin de semana el conjunto grana afronta la vuelta de la primera ronda de playoff de ascenso de Primera RFEF a Segunda en el Nou Estadi ante el Ceuta (2-2) con Joan Oriol como capitán. A sus 37 años, todavía tiene cuerda para rato, pues hace unos días renovó su contrato con el Nàstic hasta junio de 2025.

¿Cómo estás?

Muy bien. Con muchas ganas de que llegue el domingo y con la ilusión de un chaval de 18 años.

Ahora tienes 37 años.

37 para 38, los cumplo en noviembre. Pero físicamente me encuentro muy bien. Está claro que a esa edad tienes que dar un plus respecto a los más jóvenes, pero si cuidas la alimentación y el descanso, y te respetan las lesiones, puedes seguir compitiendo a buen nivel.

Y el equipo, ¿cómo está?

También muy bien. Tenemos buenos jugadores y, desde el comienzo, hemos sido el equipo más regular de nuestro grupo, el que más jornadas ha estado en posiciones de playoff. Además, no hemos sufrido demasiados altibajos; somos fuertes mentalmente y tenemos ambición por llevar al equipo al fútbol profesional. Ese es el objetivo.

Vayamos al playoff; en la ida empatasteis a dos.

En general, quizás el Ceuta fue algo superior, pero lo más importante es que supimos sobreponernos por dos veces a un marcador en contra. Con el 2-1 ellos nos apretaron bastante y parecía que nos podían meter el tercero, pero nunca le perdimos la cara al partido. Ya con la expulsión, pudimos empatar y, si hubiera durado un poco más, vete tú a saber.

¿Cómo se prevé la vuelta?

Una fiesta, nos lo tenemos que tomar así. He jugado ya cinco playoffs y pienso que hay que disfrutar del escenario y de que el Nou Estadi estará lleno. Se lo digo a mis compañeros, como voz de la experiencia que soy (ríe): hay que tomárselo como un partido más y disfrutar. Es un premio; debemos evitar la presión y el nerviosismo.

¿Qué significa ser el capitán del equipo de tu tierra?

Es un orgullo porque todos los niños y niñas de la provincia de Tarragona sueñan con jugar en el Nàstic porque es el club de la ciudad. También es una responsabilidad enorme. Desde la experiencia y la disciplina lo que intento es influir positivamente a mis compañeros.

Acabas de renovar hasta 2025.

Voy año a año. Lo estoy jugando casi todo porque las lesiones me han respetado, así que no me planteo dejarlo. Quiero seguir dando guerra.

El míster lleva más de 20 años en el Nàstic y varios sois de Tarragona. Hay un fuerte arraigo en el equipo a la ciudad y al club.

Dentro de un club debe haber gente de casa y sentimiento de pertenencia. El aficionado quiere que así sea porque se siente más identificado. Esta temporada es muy evidente que está pasando y este compromiso también se transmite a los jugadores que vienen de fuera. Este año, además, la comunión entre afición, club, plantilla, staff… está siendo espectacular. Lo percibes en los partidos en el Nou Estadi y cuando viajas; ha habido desplazamientos de más de 1.000 aficionados.

¿Cómo se lleva que el entrenador sea más joven que tú? Os lleváis seis años.

(Ríe) En el Villarreal, con Julio Velázquez, algunos futbolistas eran más mayores que él también. Nuestro entrenador Dani Vidal, es joven, pero no se le escapa ningún detalle. A veces hacemos broma con el tema de la edad, pero lo llevamos bien. Además, es un currante que ha mamado todas las categorías del fútbol base en el Nàstic. No tenía ninguna duda de que si le daban el mando del equipo conseguiría grandes cosas; ya lo demostró el curso pasado.

Vayamos a tus inicios, ¿dónde empiezas a jugar a fútbol?

Creo que mi caso es muy especial, es rarísimo. Yo salgo de una escuela muy humilde de Cambrils, la EFV Cambrils, que la creó mi padre Joan Oriol Almacelles y tres amigos más -Joan Pijuan, Ramon Llobet y Rufino-. Siempre jugué a nivel territorial y el fútbol para mí era simplemente un hobby, así me lo inculcaron en mi casa. Allí estuve hasta la última etapa de juveniles y, al salir de allí, firmé por el filial del Nàstic, la Pobla de Mafumet, para jugar en Primera Catalana, en campos de tierra... Entonces, hice la pretemporada, en 2005, con el Nàstic en la época que subió de Segunda a Primera. Aquel curso estuve entrenando a menudo con el primer equipo. Después me marché cedido al Reus de Tercera, y a partir de entonces, fui subiendo categoría a categoría hasta que llegué a Primera.

"Mi caso es muy especial porque hice todo el fútbol base en la EFV Cambrils, un club muy humilde. Empecé en Primera Catalana en el amateurismo"

¿Siempre junto a tu hermano gemelo?

Desde los 7 u 8 años que empezamos a jugar, yo hice todo el fútbol base en el mismo equipo que mi hermano, Edu Oriol. Nos separamos cuando yo me fui al Gavà en 2007. Eso ya era Segunda B. Hicimos un gran año con el míster Toni Llevaria, al que le estoy muy agradecido porque en aquella época no era nada habitual confiar en chavales, y nos clasificamos para el playoff de ascenso a Segunda A. En la temporada del Gavà, cuando tenía 21 años, me di cuenta de que podía ser futbolista profesional porque lo jugué todo y, pese a ser muy joven, rendí a un gran nivel. No te digo Primera División, pero pensaba que podría llegar a Segunda A. Es cuando hice el clic.

Y te ficha el Villarreal para jugar en su filial.

Sí, eso es 2008. En mi primera temporada en el Villarreal B, subimos a Segunda A. Y con el filial en Segunda, me dije a mí mismo que me veía capacitado para llegar a Primera. Y termino debutando. Ya con 23 años, Juan Carlos Garrido me sube al primer equipo. En el primer año, quedamos cuartos en Liga y caemos en semifinales de Europa League contra el Oporto; y al año siguiente jugamos Champions y, pese a tener un equipazo, descendemos a Segunda. Y volvemos a subir con Marcelino. Entonces, firmé por Osasuna.

De los campos de tierra de Primera Catalana a la Champions.

Mira, yo tenía el sueño de jugar en Primera División como cualquier niño, pero sobre todo para que mis padres pudieran verlo y vivirlo. Es un poco la recompensa a todos esos esfuerzos que hicieron por mí desde pequeño.

Has estado la mitad de tu vida jugando junto a tu gemelo.

Estamos muy muy unidos, hemos crecido juntos. Siempre hemos tenido el mismo grupo de amigos. Ahora él vive en Sanlúcar de Barrameda, pero hablamos constantemente. Es una de las personas más importantes de mi vida.

Joan Oriol, ante el Barça B.  NÀSTIC
Joan Oriol, ante el Barça B. NÀSTIC

En 2014, decidís marcharos juntos al Blackpool de la Championship.

Él venía de Chipre y yo salía de Osasuna, y nos fuimos para Inglaterra. Fue una alegría inmensa volvernos a juntar tras cuatro o cinco años separados.

¿Cómo es la Segunda inglesa?

Yo venía de LaLiga y me quedé alucinado: campos llenos, salarios profesionales… vives por y para el fútbol porque te lo gestionan todo. Además, no hay la presión de los medios de comunicación como aquí, no son tan invasivos.

¿Y qué sucedió?

Estábamos muy contentos; teníamos un entrenador belga que le gustaba el fútbol asociativo y nosotros jugábamos muchísimo. Pero el equipo no iban bien y lo cambiaron por un técnico inglés que decidió no contar con nosotros, ni nos dio la oportunidad de demostrarle si éramos válidos. Y el Blackpool nos comunicó que nos teníamos que buscar otro equipo. Nos fuimos al Rapid de Bucarest.

¿A Rumanía?

Estábamos a media temporada y era muy difícil encontrar un club de Segunda A, por ejemplo. Fueron cuatro meses. Todo era muy distinto. Una experiencia que hay que vivirla, pero nada que ver con las ligas que conocíamos. Yo había vivido en Castellón, Pamplona… Bolton, al lado de Manchester. Y claro, Bucarest es una ciudad de contrastes brutales, lo percibes por las calles. Pero nos adaptamos porque en el equipo estaba Aritz López Garai y otro que también era español, además también estaba Sapunaru que había coincidido con mi hermano en Zaragoza.

"Ir al Atromitos de la liga griega es la peor cagada que he hecho en mi vida"

Después, regresas a España.

Sí, al Mallorca. Estuve muy bien, jugando mucho, pero también vi la cruz del fútbol; en mi segundo año yo decidí esperarme a renovar porque el equipo estaba abajo y la propiedad decidió apartarme. Estuve casi tres meses en la grada hasta que Sergi Barjuan, cuando llega como entrenador, convence al club de que tengo que jugar. Aparte de esto, tengo un gran recuerdo de Mallorca.

Y en 2017 vas de Mallorca a Grecia. Al Atromitos.

Es la peor cagada que he hecho en mi vida.

¿Por qué?

Yo salgo del Mallorca y me voy rechazando buenas ofertas de Segunda A al Atromitos griego, que estaba disputando la previa de Europa League. Yo no conocía al club y me voy sin estar muy convencido de la decisión. Me dejo influenciar por el tema económico porque, en términos de salario, un año en Grecia eran dos en España. Me fui por dinero, no hay más. Tengo la desgracia, además, de que llego muy tarde, a finales de agosto, y ya había empezado la liga; y el chaval que jugaba en mi sitio, Giannoulis, volaba. Se ganó el sitio porque volaba… fíjate que después fue internacional y se fue a la Premier.

No tuviste demasiados minutos.

Eso es. No jugué, y a partir de diciembre el club empieza a hacerme la vida imposible: no pagaban la casa y tuve que buscarme un AirBnB poniendo el dinero de mi bolsillo, dejaron de pagarme un par de meses cuando el resto de jugadores cobraban. Entendí que me querían fuera. Me llamaron para llegar a un acuerdo… me salió la opción de ir a otro equipo griego, el Giannina, pero mi cabeza no estaba en Grecia. Y tomé la peor decisión de mi vida: rescindir contrato, volverme a España y jugar dos meses con el Cornellà, al que le estoy muy agradecido. Pero claro, pasé de ser un jugador de Primera de Grecia a jugar en Segunda B.

No hubo vuelta atrás.

No. Ahí me di cuenta de que me había convertido en un jugador de Segunda B. Caí en el olvido, los directores deportivos ya no querían darme la oportunidad de jugar en Segunda A. Hacía un año estaba en Mallorca a un gran nivel, y, de golpe, con 32 años, nadie me quería. Y me dije, 'si voy a ser un jugador de Segunda B quiero serlo cerca de casa'.

Los jugadores del Nàstic, saludando a la afición.  NÀSTIC
Los jugadores del Nàstic, saludando a la afición. NÀSTIC

Y te vas al Lleida.

Sí, aunque en ese momento por mi cabeza pasan muchas cosas… me planteo abandonar el fútbol, dedicarme a otra cosa… siempre pensé que cuando me retirara, lo haría mínimo en Segunda A. Mi familia me ayudó a recapacitar, afortunadamente. Pero la realidad es que desde hace cinco años que soy jugador de Segunda B, y tengo esa cosa dentro de que si hubiera tomado otra decisión, pues quizás hubiera podido seguir jugando en el fútbol profesional. Es el riesgo de irte fuera, a países y a equipos donde el fútbol no es tan competitivo: ganas mucho dinero, pero es pan para hoy y hambre para mañana. Es mejor quedarte en España porque alargas mucho más tu carrera.

En 2020, con 33 años, firmas por el Nàstic.

Tenía muchas ganas de volver, pero también dudas. Regresar era algo que también tenía dentro porque me marché sin poder debutar cuando quizás podría haber competido contra el que había en mi sitio en la época. Tenía la espina clavada de demostrar que se habían equivocado conmigo, pero claro, también tenía un poco de miedo por si no salía bien. Yo quería hacerme un nombre en el Nàstic.

En tu presentación dijiste que venías para subir con el Nàstic a Segunda.

Yo no vine aquí porque fuera el equipo de mi tierra, yo vine para jugar con el Nàstic en Segunda A, para subirlo a la categoría en la cual merece estar y de la que nunca debería haber bajado. Es un club con una ciudad detrás, unas infraestructuras y una afición que es mínimo de Segunda. A partir de ahí, debe intentar establecerse muchos años en Segunda y por qué no soñar con volver a Primera. Fíjate en el Girona. En resumen, volví para subir a Segunda con el Nàstic y para demostrar, además, que yo podría haber seguido jugando en Segunda unos años más. Y ojalá poder retirarme en el profesionalismo.