La pesadilla vivida por Gaizka Ayesa en el momento menos deseado: "Estaba sufriendo mucho y no quería ni jugar"
Cuando mejor estaba y todo eran elogios para el meta navarro, "un bajón físico y psicológico" hizo que viviera la cara más amarga del fútbol.

Gaizka Ayesa (Ansoain, 2001) escribió hace escasas fechas una emotiva carta de despedida. Decía adiós al club de su vida, a la Real Sociedad, donde llegó con 12 años. Roberto Olabe quería que siguiese. Le hizo, de hecho, una oferta de renovación, pero el guardameta navarro declinó la propuesta. Sabía que no iba a tener los minutos deseados. Por delante de él estaban Álex Remiro y Unai Marrero. Así las cosas, Ayesa decidió hacer las maletas y aceptar la propuesta del Alcorcón, equipo de Primera RFEF, después del descenso consumado la temporada pasada. Atrás quedaban un buen número de recuerdos. No todos bonitos. Algunos, muy amargos, tanto que deseaba no jugar. "Estaba sufriendo mucho", recuerda.
En el deporte, la salud mental es importante porque puede afectar al rendimiento deportivo, la toma de decisiones y la motivación. Y eso es precisamente lo que le pasó al protagonista de esta historia. La presión le jugó una mala pasada en el momento menos indicado, cuando todo eran elogios para el cancerbero navarro. Ese fue el principio del fin en la carrera de Gaizka Ayesa en la Real. Ahora, tratará de recuperar la felicidad y la confianza lejos de casa, en el Alcorcón.
A pesar de la decisión tomada de manera unilateral, Ayesa reconoce que ha sido "un palo gordo" tener que decir adiós a la Real después de tanto tiempo en la entidad blanquiazul. "Ha sido el club de mi vida y lo va a ser siempre. He estado once años. Me he ido formando desde pequeño y cuesta dar este cambio, pero son etapas que en el mundo del fútbol se dan muy a menudo y hay que llevarlo con la mayor normalidad posible", sostiene el ya exportero blanquiazul, que se va, eso sí, con la espina clavada de no haber podido debutar de manera oficial con el primer equipo. "Es algo que se queda dentro", reconoce, pero no se rinde. "Seguiré trabajando para que más adelante llegue", apuesta.
Reconoce, desde su llegada a la Real, que "nunca" había pensado en el día del adiós. "Desde pequeño lo que quieres es llegar al primer equipo y una vez llegas, el siguiente paso es estar todo el tiempo posible", considera. En su opinión, "las circunstancias no han sido las idóneas para poder seguir". Buena culpa de ello la tienen Remiro y Marrero, "dos muy buenos porteros". Para Ayesa, "el hecho de jugar es algo que a mí me encanta e iba va a estar complicado. Si quería eso tenía que buscarlo fuera", asegura. Por este motivo, su apuesta por el Alcorcón "es una oportunidad para seguir creciendo como portero. Voy a un club profesional, aunque no han tenido la fortuna de haberse mantenido. Voy para subir, para hacerlo increíble, estar muchos años y disfrutar del fútbol", reconoce.
Echa la vista atrás, a su llegada a Zubieta
Lo hizo como todos los niños que acuden a la fábrica txuri urdin, "con ganas de comerte el mundo y a darlo todo". No lo hizo pensando en gustar a los técnicos del fútbol base. Él fue "a disfrutar y a conocer chicos nuevos". Ahora, más maduro y sereno, reconoce que "lo tenía que haber disfrutado de otra manera, con más sentimiento, pero como eres un niño, haces un poco lo que te pide el cuerpo", se resigna.
En su decisión de ser portero, fue clave la figura de Ricardo López, guardameta, entre otros equipos de Atlético de Madrid, Manchester United u Osasuna. "Tiene un poco de gracia", declara esbozando una amplia sonrisa. "No me gustaba mucho ser jugador. Yo soy navarro y siempre veía a Osasuna y en la época que yo empecé, el portero era Ricardo López y tenía una camiseta que estaba muy chula. Era rosa y no sé, me hizo gracia", recuerda. También le atrajo la personalidad del exguardameta madrileño: "Me gustaba bastante porque era mucho p'alante, muy valiente y la verdad que entre la mezcla de la camiseta y cómo era Ricardo, me llamó la atención en el puesto de portero y por eso empecé ahí", relata. No está del todo de acuerdo con los que piensan que para ser portero hay que ser un poco loco. "Si lo dice tanta gente, igual tienen parte de razón, pero creo que es exagerado. Cada vez somos más normales yo creo".
La presión de jugar en «uno de los puestos más difíciles»
Hablando más en serio, Ayesa es consciente de lo que supone colocarse bajo palos. "No se participa tanto como puede participar otro jugador y cuando te toca participar, son acciones que van por milímetros y eso tiene mucha dificultad", analiza. "Es de los puestos más difíciles", puntualiza un portero que, en su día, fue la apuesta para la portería del Sanse. Era considerado el portero del futuro. "Esa apuesta la viví con normalidad. Fue algo que se dio natural", comienza afirmando un portero que, eso sí, comenzó a jugar por la lesión de un compañero como Unai Agirre. "Se dio esa oportunidad y la aproveché muy bien. Luego, a la siguiente temporada, es cuando ascendemos a Segunda. Estaba subiendo el nivel de competición y yo mantenía el mío", significa. Pero cosas del fútbol. "Tuve un pequeño bajón de rendimiento y mental, que es lo que me hizo no dar ese pasito", lamenta.

Fueron los peores momentos. "Mentalmente, estaba muy bajo y muy mal", reconoce. Ha pasado el tiempo y hace una lectura positiva pese a todo. "Lo recuerdo con mucho cariño porque es algo que me ha hecho mejorar muchísimo, me ha hecho ganar confianza, seguridad y madurez y yo creo que sin ese paso, ahora no sería la persona que soy. Por decirlo de alguna manera, si esa 'hostia' de realidad no hubiera llegado, igual hubiera sido fatal", analiza.
"Tuve un bajón, mentalmente estaba mal. Si esa 'hostia' de realidad no hubiera llegado, igual hubiera sido fatal"
Portero del AlcorcónSe echa la culpa de lo vivido porque "yo soy muy autoexigente y siempre me exijo al máximo. Me presioné de más. Además, las expectativas que yo tenía, al ver que se estaban alejando, hizo que me presionase más. Empecé a sufrir y no quería ni jugar. Estaba sufriendo mucho, fue una época muy dura, pero, sin haberlo pasado, ahora mismo no sería tal y como soy", dice el portero, agradecido también porque cada vez hay más deportistas que hablan de salud mental. "Por culpa de ese tabú, me lo comí yo solo. No me apoyé en nadie. Y si me hubiera apoyado en mi familia, en mis padres y en mi pareja, yo sé que no hubiera sido un golpe tan duro. Pero bueno, eso también es el aprendizaje", explica Ayesa.
Con la salida a Gaizka Ayesa de la Real, es como que sigue la maldición de los porteros formados en Zubieta, que no terminan de asentarse en el primer equipo. La temporada pasada le tocó hacer las maletas a Andoni Zubiaurre y este verano a Ayesa. Una de las explicaciones radica en el excelente rendimiento ofrecido por Álex Remiro desde su llegada a Donostia. "Lo está haciendo muy bien", corrobora el navarro, que no está muy de acuerdo con eso de la maldición. "Hace dos temporadas estaba Andoni como segundo portero y en la pasada, Marrero. Y ahora para esta siguiente querían que estuviésemos Marrero y yo, así que tan mal no está la portería de la Real. Sí que es verdad que está Alex Remiro, que está a nivel de Selección y es muy difícil entrar ahí", considera.
"Para esta temporada querían que estuviésemos Marrero y yo, así que tan mal no está la portería de la Real. Sí que es verdad que está Remiro, que está a nivel de Selección y es muy difícil entrar ahí"
Portero del AlcorcónAyesa ha sido un valiente en su decisión. "A mí me hubiera encantado quedarme en casa, pero el hecho de no jugar, tal y como yo lo siento, en cierta manera, iba a frenar un poco mi desarrollo y me iba a perder algo de experiencia en cuanto a partidos y a minutos de juego y es algo que primo por delante de muchas cosas. Por eso ha sido por lo que me he decidido a no continuar en la Real. Ojalá, no se hubiera cerrado esta puerta porque aquí lo tengo todo, tenía felicidad, estaba en el club que me lo ha dado todo. Aquí, además, está mi pareja, tengo cerca a mis padres, a mis amigos, pero bueno, son etapas y hay que seguir adelante y seguir avanzando. No porque se cierre una etapa, ya se ha acabado el mundo, tampoco", quiere dejar claro. "Fuera de la Real hay vida", significa. "Encima en la Real nos forman muy bien y salimos muy preparados para afrontar diferentes retos", sostiene el nuevo portero del Alcorcón.