PRIMERA RFEF

Roberto Torres ahonda en el tabú de la soledad y el precio de la fama: "En Irán estudiaba y ocupaba el tiempo para olvidar lo lejos que estaba"

El jugador navarro ha regresado al fútbol español de la mano del Nàstic de Tarragona.

Roberto Torres en el debut con su nuevo equipo. /NÀSTIC
Roberto Torres en el debut con su nuevo equipo. NÀSTIC
Marc Mosull

Marc Mosull

Roberto Torres (Arre, 1989) es leyenda en Osasuna, donde disputó 353 partidos, más de la mitad en Primera División. Y en Pamplona, aunque no le termine de gustar, no hay quién no le reconozca por la calle. Entiende que es el precio de la fama. Se define como una "personal normal" que tiene un trabajo que le hace salir por la televisión, pero que eso no le hace distinto a ninguno de los amigos de su cuadrilla, los de toda la vida, aquellos que fueron a verle a Irán cuando decidió emprender la aventura de su vida tras verse obligado a marcharse del Sadar.

Afincado a 6.000 kilómetros de su familia y en un país culturalmente muy distinto al suyo, sin las garantías de seguridad en el fútbol que hay en España, Roberto pasó de tener "demasiada gente a su alrededor" a sentirse solo. Cuando jugaba en el Foolad y el Gol Gohar Sirjan iranís, a menudo contaba los días para que vinieran a visitarle amigos y familiares, y de tan largas que se le hacían las tardes, empezó a estudiar un curso de nutrición para emplear el tiempo y no pensar en lo lejos que estaba de los suyos.

Y es que años atrás, cambiar sus hábitos alimenticios le hizo despegar definitivamente como futbolista y convertirse en el jugador que es, por mucho que tomarse un vaso de agua cuando sus amigos se echaban una cerveza o llevarse su propio tupper al comedor de Tajonar le costara alguna que otra broma de sus compañeros. En lo físico, y pese a mantenerse un tiempo alejado de la élite en el Inter Escaldes andorrano, no siente ni mucho menos que esté a punto de cumplir 36 años.

El mago de Arre, como se le conocía en el Sadar, recientemente se ha mudado a Tarragona, una ciudad que por lo familiar que es le recuerda a Pamplona. Ha firmado por el Nàstic, un "equipazo" que por historia y estructura siente que es profesional, pero que circunstancialmente compite en Primera RFEF. Es el fichaje estrella del club grana en el mercado de invierno, pese a ello no se obsesiona con subir de categoría -"no queremos ni hablar de la palabra ascenso", dice-. Actualmente, los grana son cuartos, en posición de play-off.

Roberto todavía no tiene planes para cuando se retire, pero lo que tiene muy claro es que no se arrepiente de ninguna de las decisiones que ha tomado a lo largo de su carrera y que el próximo paso que dé en el fútbol lo dará acompañado de su familia. Y que cuando cuelgue las botas, quien sabe si a los 40 años, disfrutará de los suyos como no ha podido hacerlo hasta ahora. De todo ello, de la soledad y la fama en el fútbol, así como del poder de la nutrición en los deportistas, habla en una charla larga y reposada, de vida, con Relevo en la segunda parte de una entrevista cuya primera entrega versó sobre su carrera en Osasuna y su precipitado adiós del Sadar.

¿Qué tal en Tarragona?

Se lo digo a mi gente, que es bastante familiar y parecido a lo que he vivido en Osasuna. Eso hace que el día a día sea muy cómodo. Con el club estoy encantado, lo ponen muy fácil.

¿Por qué decides fichar por el Nàstic?

Es muy sencillo. Estaba en un sitio [Andorra] en el que la liga tiene cierto nivel, ni bueno ni malo, pero diferente al que yo estaba acostumbrado. Me encontraba muy bien físicamente y creía que si terminaba la temporada ahí, quizás era la última de mi carrera porque… bueno, tampoco estaba muy motivado. A mí lo que siempre me ha movido ha sido la ilusión y las ganas. Y cuando salió la opción del Nàstic, no me lo pensé. Hubo otras opciones, pero no me atraían tanto.

En Andorra vivía muy bien y en el vestuario estaba muy a gusto, pero cuando salió el tema del Nàstic no me lo pensé porque sabía que era volver al fútbol profesional por mucho que ahora esté en Primera RFEF. Creo que no es su categoría. Lo tenía muy claro: quería engancharme y volver a disfrutar del fútbol profesional, competir de verdad. Y peleé todo lo que pude para poder salir, que no fue fácil, y aquí estoy.

Dices que el Nàstic es un club profesional que no juega en una categoría profesional.

Sí. Además, porque yo siempre que he jugado contra el Nàstic ha sido en Segunda División. Desde fuera ya lo veía así. Es un club histórico, un club que ha estado muchos años en Segunda y que incluso ha tocado Primera. Creo que es un club en el que puedo disfrutar del fútbol, rodeado de muy buenos jugadores y de un gran staff. No necesité ni que me dieran información la gente que conocía que había jugado en el Nàstic porque tenía muy claro que quería venir.

Roberto Torres sobre su fichaje por el Nàstic. RELEVO

¿El objetivo es el ascenso?

La palabra ascenso no la queremos escucharla mucho. No queremos que nos descentre del día a día. Ahora estamos en posiciones que nos dan acceso a play-off, y el primero está un poquito más lejos, pero no tenemos en mente ni que tenemos que pillar a la Cultural Leonesa ni que tenemos que mantenernos en play-off. No hablamos de nada de eso. Solo hablamos del próximo rival.

Tras tu llegada, apenas realizaste cuatro entrenamientos y debustaste como titular. Físicamente, estás muy bien.

Sí, venía de una liga diferente, pero yo siempre he creído en el trabajo personal. En Andorra tenía muy claro que tenía que entrenar más de la cuenta para estar preparado por si me salía una oportunidad. Así lo hice y cuando vine aquí me ha costado menos, aunque el ritmo de juego es muy diferente a lo que estaba acostumbrado en Andorra e Irán. En el partido de debut me encontré muy bien y no pasé por apuros.

"La palabra ascenso no la queremos escuchar muchos. No queremos que nos descentre del día a día. No tenemos en mente que hay que pillar a la Cultural Leonesa"

Te fuiste a Irán porque te dio su confianza Nekounam. Pero, a priori, pasar de la comodidad de Osasuna y Pamplona, que es tu casa, a irte a Irán no parece una decisión fácil.

Que sorprende es obvio. Si lo hace otra persona también me sorprendería. Y además me voy solo. Es un cambio radical porque salgo de mi casa por primera vez y me voy a un país a 6.000 kilómetros de distancia, con una cultura y un idioma muy diferentes. Reúne todo para decir 'se te ha ido la olla'. Pero me acuerdo de una frase que siempre decía Enrique Martín: 'Hay que salir del rincón de seguridad'. Y creí que era el momento. Me veía totalmente maduro y preparado para vivir una experiencia así. Siempre dicen que de todo se saca algo bueno y yo lo creía firmemente.

Iba a jugar en un sitio muy diferente, y tenía la oportunidad de jugar de Champions, que no es la europea sino la asiática, pero también es Champions; una competición que nunca había jugado. Podía volver a demostrarme a mí mismo que podía seguir al mismo nivel que había jugado en Primera División con Osasuna. Y me fui. La verdad que tanto en el primer equipo como en el segundo que estuve en Irán, me fue muy bien, jugué todos los partidos con muy buenos números. Quedaron encantados y, de hecho, este verano tuve opción de ir a tres equipos, pero decidí volver. Entre que mi padre estaba enfermo y que estaba muy muy lejos, decidí quedarme. El principio iba a ser muy bonito porque vas con ganas e ilusión, pero después sabía que se me haría largo y duro por momentos.

Como decía, no me arrepiento porque han sido experiencias increíbles. Además, la gente que ha venido a verme ha conocido un país que de otra manera no hubiera sido posible. Y también me ha servido, que es con lo que me quedo de todo esto, que mi círculo se ha cerrado un poco más. Cuando estás en la élite del fútbol español tienes muchos amigos, demasiada gente a tu alrededor, y cuando te vas es como que la gente de verdad es la que sigue contigo. Eso me ha venido genial.

Roberto Torres sobre su marcha a Irán. RELEVO

¿Notabas el choque cultural?

No, no, en el mundo del fútbol no lo notas. Es bastante parecido a estar aquí. Concentraciones, partidos, entrenamientos... es todo muy parecido. Sí lo notas evidentemente en la calle porque al final ellos tienen otras costumbres, otra manera de vivir, otras normas en el país. Pero estás bien. Yo viví genial, la gente es muy agradable, hay sitios muy bonitos para visitar, se come muy bien; bueno, ya te digo que ha sido una experiencia muy bonita.

El tema con el Internet fue complicado.

Eso era un poco más follón, sí, porque tienen muchas páginas capadas y necesitas tener una VPN para utilizar Internet, que se te gasta muy rápido y en muchos sitios no funciona. Puedes ir en un viaje de autobús de dos horas sin Internet, por ejemplo. Son cosas a las que aquí no estás acostumbrado y que cuando llegas allí te las encuentras. Son problemas, entre comillas, que te obligan a buscarte un poco la vida y a sacarte las castañas del fuego.

Te aburrías un poco y empezaste a estudiar.

Al principio entrenábamos por la mañana y luego cambió, cuando empezó a hacer calor. Se hacía de noche muy temprano. Durante el día salía mucho, con algún compañero a comer o al centro comercial. Pero cuando se hacía de noche, aunque nunca viese nada raro, ya me quedaba en casa. Se me hacían las tardes muy largas, y sí que me ponía el fútbol, pero ya era casi a la hora de dormir. Y llegó un momento en el que me dije 'tengo que estudiar y emplear el tiempo en algo útil'. Al principio estudié bastante, lo cogí con muchas ganas, pero luego ya mi cabeza empezaba a estar más a disgusto, echaba de menos demasiado mi casa y mi gente. Te escudas un poco en el decir 'echo de menos todo y no me apetece estudiar', perdía un poco más el tiempo, veía mucho Netflix, mucha peli, mucha serie y, bueno, al final lo vas dejando un poco de lado.

Pasas momentos un poco malos. Por ejemplo, cuando sabes que va a venir gente a verte, pues vas contando los días que te quedan, vas buscando qué planes puedes hacer, te entretienes de alguna manera con eso. Y cuando llega verano piensas a dónde ir de vacaciones. Ocupaba el tiempo de alguna manera para olvidar lo lejos que estaba y que estaba solo, pero hay ratos que se pasa mal, sí.

La soledad de Roberto Torres en Irán. RELEVO

¿Qué estudiaste?

Nutrición.

Has tenido muy presente este tema al largo de tu carrera.

Yo siempre he sido un jugador al que físicamente le ha costado un poquito más que al resto, tenía ese déficit. Entonces, pues siempre he tenido muy claro que tenía que entrenar y cuidarme más que el resto. Y al final, mi carrera me ha dado la razón. Eso me hace sentir orgulloso de que todo lo que he hecho de más, pues me ha dado sus frutos. Yo conocí a un chico que se llama Endika Montiel, que fue mi primer nutricionista oficial, por decirlo de alguna manera. En el club teníamos nutricionista, pero era como más global, más para el equipo en conjunto. Y por mi cuenta aprendí a comer mucho mejor, aprendí a decidir bien cuando tienes que comer tal cosa o la otra.

Era un mundo que me gustaba mucho y desde ahí cogí unas bases y unas pautas gracias a Endika y a su hermano, que era el que me entrenaba, que me han servido para el fútbol y para la vida, para estar más feliz y con más energía, verlo todo de otra manera. Y era un mundo que me ha atraído siempre mucho e intenté estudiar. Todavía no lo he terminado el curso, que no tiene fecha de caducidad. No tengo prisa por terminarlo, pero tampoco era nada encaminado a trabajar en ello el día mañana. Es un mundo que me gusta y lo hice por entender más las cosas y aprender. El saber no ocupa lugar.

La nutrición te cambió.

Físicamente, cambié mucho en la 18-19 y a partir de ahí lo mantengo. Y fue gracias a conocer a Endika y Beñat, que más que decirme qué comer, me enseñan a qué comer y cómo entrenar en el día a día. Es una manera de conocerte a ti mismo, que me parece superimportante, y de saber que cuando juegas al más alto nivel necesitas estar lo mejor posible, por ti y por el colectivo. Y lo noté, porque sin ser un jugador rápido, hacía muchos metros a alta intensidad, velocidades que nunca había alcanzado. Acababa los partidos físicamente mucho mejor que la gran mayoría.

Fue una exigencia muy alta al principio. Recuerdo que en las comidas en el club, con todas las categorías inferiores de Osasuna, yo me llevaba un tupper con mi comida. Ahora pienso que igual era excesivo, pero como me iba tan bien, pues yo estaba convencido de hacerlo. Aguantaba las bromas que me hacían mis compañeros y la verdad es que no me arrepiento. Ahora no lo llevo tan estricto porque me doy cuenta de que quizás me creaba también bastante estrés, sobre todo a nivel psicológico. Por ejemplo, quedas con los amigos y mientras se están tomando una cerveza, tú te pides un botellín de agua; y te dices '¿si me bebo una cerveza pasa algo?'. Pues igual no, pero yo lo tenía tan metido en mi cabeza y me iba tan bien que iba con ello a muerte. No me arrepiento y desde entonces lo veo todo diferente.

"En las comidas del club, con todas las categorías inferiores de Osasuna, me llevaba un tupper con mi comida. Ahora pienso que igual era excesivo, pero como me iba tan bien estaba convencido de ello"

Has comentado en alguna ocasión que estabas tan tan bien que tu nutricionista te decía que te podías romper. ¿Cómo es eso?

Estaba tan tan bien de poca grasa y mucho músculo… y eso al final tampoco es bueno porque te puedes lesionar. Endika me decía 'tienes que comer diferente y engordar un poco' y yo le contestaba 'pero es que me encuentro muy bien y quiero seguir encontrándome así'. Y no veía eso de engordar, que me lo podía permitir porque de grasa estaba muy bien, estaba perfecto. Había momentos de la temporada que Endika me modificaba un poco la comida y pese a estar un poco peor, seguía estando muy bien y sin el riesgo de poder lesionarme. De hecho, es que no me lesioné nunca.

A ti que te gusta pasar desapercibido, ¿lo lograbas en Irán?

No, no. Es que encima en la primera etapa fui a un club que es muy grande y que además tiene al jugador más importante de la historia del país o uno de los más importantes. Además, íbamos a jugar Champions y era el primer español que iba a jugar allí. Se reunían todos los condicionantes para que hubiese revuelo. Y yo noto que sin hacerse oficial el fichaje ya por la calle había gente que me miraba y me paraba. A eso le sumas que en el primer partido que juego ganamos 1-0 al mejor equipo del país y meto yo el gol, entonces se reúnen una serie de cosas que hacen que yo no pase desapercibido por ningún sitio.

Al siguiente año que voy a otro equipo, el primer mes que estoy allí me dan el trofeo al mejor jugador del mes y me entrevistan en la televisión en el canal de deporte más importante. Entonces, imposible. Iba por la calle… no te digo que es como si fuera Cristiano Ronaldo, pero la gente me conocía. Además, tengo rasgos distintos y llamas la atención, y había momentos que no me gustaba eso. Tampoco ahí existe la seguridad después de un partido que tienes aquí, para que los aficionados no se vuelvan locos y tal. Ahí eso no existe. A veces me esperaba más de la cuenta para que se fuera la gente y poder salir más tranquilo o buscaba alguna otra solución, porque bueno, había algún momento así un poco más tenso.

Yo he sido siempre un jugador y una persona normal, que me ha gustado, como dices, pasar desapercibido. No me gusta ser centro de atención… aunque en Pamplona lo soy. He jugado muchísimos años, vaya donde vaya la gente me conoce y se gira cuando pasas, pero es algo que no me gusta y que tengo que convivir con ello. Siempre he creído que soy una persona normal porque lo soy y siempre digo que yo tengo una cuadrilla de amigos de mi pueblo desde que nacimos, y ellos tienen un trabajo y yo tengo otro en el que salgo en la tele, y en eso somos diferentes. Pero por todo lo demás somos iguales. Lo creo firmemente y por eso sigo siendo el mismo hoy que el día antes de debutar en Primera División.

Roberto Torres sobre el precio de la fama. RELEVO

¿Cómo se vive el fútbol en los campos de Irán? ¿Son muy viscerales los aficionados?

Sí, allí vale un poco todo. No hay la seguridad que te encuentras aquí. Me pasó una vez cuando jugué contra el mejor equipo del país en un campo a reventar en el cual había más gente de la permitida, que es algo habitual, que acabamos el partido, y no exagero, estuvimos sorteando manzanas y botellas de agua grandes que nos tiraban al campo porque perdimos. El árbitro también tuvo que ver en eso... y empezaron a tirar de todo. No hay tanta seguridad y es muy raro que te cierren el estadio a no ser que pase algo muy gordo. Sí que es verdad que allí los jugadores que más tiempo llevan en cuanto van a la grada y hablan con ellos, sí que cambia la cosa. Pero bueno, que sí, que son muy fanáticos y lo viven increíble. O sea, hay unas aficiones increíbles, es muy bonito. Y también hay otros equipos que ni siquiera tienen afición. Por ejemplo, alguno de la capital, que son equipos menores… los grandes son Persepolis y Esteghal, que son de Teherán, y un poco pasa como con Barça y Madrid aquí.

¿Sigues pensando que te retirarás a los 40?

(Ríe) Me lo recuerdan porque lo dije muchas veces. En Osasuna siempre hacía la coña en el vestuario y me lo siguen recordando. No lo sé. Sé que me encuentro cada año mejor… bueno, ahora igual cada año mejor ya no, pero me sigo encontrando muy bien y para nada siento que el mes que viene vaya a cumplir 36, de verdad. El futuro dirá. No lo sé. Sí que es verdad que echo mucho de menos mi casa y mi gente. Ojalá que la temporada que viene siga aquí porque será señal de que las cosas han ido bien. Pero evidentemente vendré con mi familia, ya no voy a estar más tiempo separado de ellos. Lo he hecho un poco pensando en el futuro de mi familia y de mis hijos, pero ya no es momento de estirar más el chicle y todo lo que venga ahora será con ellos, lo tengo claro. Y ya te digo que no me pongo fechas ni límites porque me encuentro bien, sigo teniendo una ilusión tremenda y me sigo levantando cada mañana con muchas ganas de entrenar. Mientras mantenga eso, no voy a pensar en dejarlo.

¿Ya sabes qué harás cuando dejes el fútbol?

No, no. Me gustan tantas cosas que no sé para donde voy a tirar. Ahora tengo un proyecto que está arrancando en Pamplona, pero todavía no puedo decir nada. Está relacionado con el deporte. Sé que podría ser un buen entrenador, pero le meten muchas horas y cuando me retire quiero disfrutar de mi gente y de mi familia. Y tener los fines de semana para hacer planes ellos. Eso lo tengo claro, aunque igual termino de entrenador. No sé. Quizás cuando lleve dos o tres años retirado me tire eso. Ahora mismo no lo tengo claro. De momento, quiero exprimir el fútbol que me queda y a partir de ahí, pues ya veremos. No tengo ni idea, seguro que será relacionado con el deporte o el fútbol, pero tengo cosas por hacer que no he podido hacerlas hasta ahora y van a ser mucho más importantes que todo lo demás.

Hablando de familia, da la sensación de que si hay un club y una ciudad familiar que puede asemejarse a Pamplona es Tarragona.

Sí, desde el primer día me di cuenta. Era día libre, pero había varios compañeros en la ciudad deportiva, y me di cuenta de que era muy parecido a lo que yo había vivido y que iba a estar bien. Es una zona que conozco bastante. Cambrils, Salou… he venido con mi familia ahora y cuando era pequeño con mis padres. Es una zona que controlo y que está cerca de Pamplona, un camino corto y fácil de hacer. Estoy muy a gusto y muy contento, con ganas de todo lo que viene por delante.

¿Qué se puede esperar de ti en el Nàstic?

No creo que vaya a aportar nada diferente a lo que he aportado durante mi carrera, ni quiero. Quiero aportar las cosas que siempre me han ido bien y aportar sacrificio, ayudar al compañero, intentar crear buen ambiente en el vestuario, creo que son cosas muy importantes. Evidentemente, con balón conozco mis características y sé en lo que puedo ayudar a mi equipo, pero no solo puedo aportar con balón. Soy mucho más que eso y quiero ayudar en todo lo que pueda. Y si en algún momento se necesita mi experiencia o mi opinión en según que aspectos, intentaré ayudar también.

¿Y del Nàstic?

El Nàstic es un equipazo. Tiene jugadores muy buenos y está muy compensado en todas las posiciones. Con un grupo detrás, tanto el cuerpo técnico como el médico, que hace todo lo que puede para ponérnoslo fácil. Y eso me ha sorprendido, el ver un equipo en Primera RFEF que trabaja tanto todo y lo pone tan sencillo; supongo que no será lo habitual. Y creo que van a ir las cosas bien. Tenemos muy claro que lo más importante es el partido inmediato y mucho más allá no tenemos que mirar porque creo que sería un error.