OPINIÓN

El Real Madrid golea con su ADN... y con el del Barça

El Real Madrid celebra el primer gol de Vinicius. /EFE
El Real Madrid celebra el primer gol de Vinicius. EFE

El Real Madrid cuando gana es que gana de verdad. Como la española cuando besa, que dice la canción. Una Supercopa, la de los blancos, para enmarcar en todos los conceptos futbolísticos. En la final, al Barcelona, lo ganó con el ADN propio y con el ajeno. Tuvo el balón cuando lo tuvo que tener y corrió a las contras cuando se encontró un latifundio a la espalda de la línea de cuatro azulgrana. Los de Ancelotti tiraron de repertorio y dominaron desde todas las artes del juego. Posiblemente, como no lo había hecho en todo lo que va de curso. Defendió bien y atacó mejor. Nueve goles en dos partidos.

Tan importante le fue ser fuerte en su área como en la contraria. La suya la defendió con orden, anticipación y solidaridad. Con dominio del juego aéreo, salvo en el gol de Hermoso de cabeza en la semifinal e intentando mantenerse el mayor tiempo posible por delante de la frontal para alejar al contrario de la zona de riesgo. En la de creación, el Madrid demostró una destreza especial para aparentar que tenía siempre controlada la situación. Tuvo más el balón contra el Atlético, menos contra el Barça, pero en las dos ocasiones con la sensación de mando en plaza. El físico de Valverde, Tchouameni y Bellingham se apoyó en la pausa de Modric ante el Atlético y de Kroos ante el Barça. Una combinación perfecta.

Y luego, en ataque, alternó las transiciones con las triangulaciones y, sobre todo, afinó la puntería. Los nueve goles señalados llegaron en 19 disparos entre los tres palos. Prácticamente la mitad. Ofensivamente, el equipo ha encontrado en Bellingham una catarata de juego. Marque o no marque. Su visión para mejorar todos los ataques le ha convertido ya en un futbolista destinado a marcar una época. Por lo menos la actual. ¡Qué fácil lo hace todo! El regate y el pase al primer toque. Y cuando decide quedarse con el balón es porque la acción así lo requiere. Parece como si siempre supiera lo que tiene que hacer, lo que manda el juego.

Además del título como tal, el equipo de Ancelotti sale muy reforzado de la Supercopa. En el plano colectivo, como equipo, y en el individual. Las paradas de Lunin deben apagar las especulaciones y las dudas o las certezas del entrenador. Su momento de forma exige una continuidad y parece que la va a tener. El capitán Nacho, con dos actuaciones casi perfectas, también debe haber disipado la desconfianza de si debía ser el acompañante fijo de Rüdiger o, por el contrario, había que probar con Tchouameni en esa posición.

La realidad ha dejado patente que cada uno debe jugar en su puesto. Y más después de que el francés se sacara de sus 190 centímetros el mejor encuentro desde que viste la camiseta blanca. Fue el mediocentro total por quién el club blanco pagó 80 millones. Puestos a destacar los futbolistas que salen empoderados de Riad, casi ninguno como Mendy. Sorprendente lo de este jugador de cristal que salía de su enésima lesión y se marca dos 'partidazos' con gol a los Zidane incluido en el cuelo contra el Atlético. El mejor lateral izquierdo defensivo del mundo, según Ancelotti, tiene ahora por delante la responsabilidad de jugar diez partidos seguidos. Por último, el Real Madrid vuelve de esta Supercopa con un Vinicius al mejor de sus niveles. Su reencuentro con el gol va íntimamente relacionado con su mejoría física. Y con él en forma se ha vuelto a demostrar que el Madrid se transforma en un equipo capaz de luchar por todos los títulos.