Cuando la RFEF de Rubiales presumía de transparencia y Luis Enrique defendía la gestión del presidente
Los informes de Transparencia Internacional sirvieron a la Federación para sacar pecho sin explicar que eran bastante laxos. Hoy, vistos en perspectiva, demuestran su poca capacidad para evaluar la transparencia real.

Transparencia Internacional es una de esas organizaciones que intentan baremar la calidad democrática de países e instituciones. Los informes de estas auditoras tienen mayor o menor repercusión dependiendo de los temas que valoran y también del prestigio que hayan conseguido en el tiempo. Es una categoría amplia a la que pertenecen otras entidades similares, como Human Rights Watch o Freedom House. En las tres, sus ránkings y calificaciones suelen hacer algo de ruido al principio, cuando se publican, pero no tienen acceso a cambiar nada real, solo a señalar.
La mayor parte de las veces hablan de las grandes historias, de cómo los estados actúan con sus ciudadanos, pero a veces se fijan en cuestiones más pequeñas. Incluso en federaciones deportivas. En ocasiones sus informes sirven de orgullo o justificación para algunas entidades que no tienen otra manera de sacar pecho en estos ámbitos. Y ese fue el caso de la Real Federación Española bajo el mandato de Luis Rubiales.
"La calificación que otorga Transparencia Internacional España a la RFEF ha subido 73 puntos, del 27 al 100%, en dos años", explicaba una jactanciosa nota de prensa publicada en 2020. Dentro se explicaba que la federación conseguía la nota máxima porque se había hecho un gran impulso a la transparencia desde la llegada de Luis Rubiales en mayo de 2018. También en una Asamblea General de 2019 el presidente sacó pecho por este asunto.
El informe existía y la nota era real, pero basta con decir que otras 29 federaciones nacionales deportivas alcanzaron también ese 100% para entender que el reto no era homérico. La estadística y los números tienen estas cosas, si no son puestos en perspectiva pueden dejar sensaciones que se parecen poco a lo que en realidad están diciendo.
El informe de 2019, publicado ya en 2020 es el último disponible en Transparencia Internacional sobre federaciones deportivas. Hay otro sobre clubes de fútbol profesional, con resultados similares, casi todos los clubes en la perfección, que también dejó de publicarse en las mismas fechas. Ahora mismo TI es conocida fundamentalmente por su índice de percepción de la corrupción, ese de un ámbito distinto al deporte y que se sigue presentando cada año.
¿Por qué la RFEF dio ese subidón en el ranking de 2018 a 2020? En realidad, casi todas las instituciones deportivas lo dieron. Esto tiene una explicación, la Ley de Transparencia es del año 2013, pero su puesta en marcha fue perezosa y tardó más tiempo en asentarse. Muchas instituciones, incluidas federaciones o ligas, se pasaron tiempo remoloneando para no publicar en sus páginas webs los puntos de transparencia que contempla la ley: organigramas, cuentas, conflictos de intereses… por eso los informes al principio eran muy negativos, porque no se ajustaban a esa legislación de transparencia, y por eso más tarde, cuando la ley empezó a carburar, fueron ganando posiciones.
Hoy en la web de la RFEF se puede encontrar, por ejemplo, las cuentas anuales, el currículum de los directivos o el organigrama, que son cuestiones demandadas por esa Ley de Transparencia y son también lo que evalúa ese informe. La transparencia real y la transparencia legal tienen un tronco común, pero solo se parecen relativamente.
La metodología del informe
El informe de TI por el que la Federación sacó pecho fue coordinado por Néfer Ruiz, que hoy está vinculada a la Federación. En el escrito señalan que se evaluaban 32 indicadores pertenecientes a áreas como la información sobre las federaciones; las relaciones con los aficionados y el público; la transparencia económica-financiera y los indicadores de la Ley de Transparencia. Es decir, el documento tiene mucho que ver con la información publicada por las propias federaciones, que puede ser muy diferente a lo que sucede dentro de la propia federación. En el caso de la RFEF, a tenor de lo visto, la disonancia entre lo contado y lo sucedido parece evidente.
No solo eso, para la realización del informe TI se lo ponía bastante fácil a las federaciones para cumplir, pues se hacía primero una valoración previa que se enviaba a dichas instituciones para que pudiesen ajustarse o realizar aclaraciones. Aprobar el examen con el libro encima de la mesa.
En la metodología se contaba que había tres niveles de puntuación. Se contaba un punto si el indicador estaba publicado en la web de la Federación, 0,5 si estaba publicada parcialmente y 0 si no aparecía.
Lo que sí era el informe era honesto. En uno de los puntos de la presentación se preguntaba sin tapujos "¿El INFED mide el nivel de corrupción existente en las federaciones?" y se respondía con contundencia: "Claramente, no". Explicaba que era una valoración de los datos y la información en su web.
Lo que pasa es que un dato así de rotundo siempre es provechoso. La palabra 'transparencia' suena bien, se corresponde a valores elevados. Suena importante. Lo sabía la RFEF cuando publicaba los datos de este informe y también en mayo de 2022 lo sabía Luis Enrique, a la sazón seleccionador nacional, cuando defendía con fruición a la institución por, precisamente, su transparencia.
Estas fueron sus palabras: "Es prácticamente imposible vivir alejado del apaleamiento público que se le hace al presidente, desde aquí simplemente mostrarle mi confianza, la confianza de toda la gente que formamos el staff de la Selección española, no solo basado en que trabajo aquí y conozco al presidente y su manera de actuar, sino también basado en que como asambleísta que soy yo sí que puedo confirmar que la RFEF tiene los máximos estándares de transparencia, eso sí que es un hecho irrefutable y creo una gestión espectacular de lo que es la Federación Española de Fútbol".
Aquello llegó cuando las informaciones sobre corruptelas en Las Rozas ya eran bastante públicas. Pero, eso sí, cumplían para los ránkings de transparencia.