El municipio de Madrid donde creció el Balón de Oro que quiere renombrar su campo de fútbol por Rodri: "Y que se llene la plaza..."

Villanueva de la Cañada.- Es mediodía en Villanueva de la Cañada y diluvia como si fuera Mánchester. El clima se ha puesto de acuerdo con Rodrigo Hernández. También lo ha hecho el mundo del fútbol, que desde hace unas horas lo ha convertido en nuevo ganador del Balón de Oro. Aquí, en las puertas del estadio Santiago Apóstol, no hay absolutamente nadie: a la media tarde empezarán a llegar los niños de las distintas categorías para entrenarse. Entre ellos un día estaba Rodri. En el campo que se muestra debajo de este párrafo, antes de tierra y ahora revestido con césped sintético, el Rodri más canijo empezó a labrar el largo camino que el lunes, en el Théâtre du Châtelet de París, desembocó en su coronación como el mejor futbolista del planeta.

"Quién nos lo iba a decir", sonríe Óscar, un vecino que camina a dos palmos del recinto y que asegura conocer a la familia del galardonado "de toda la vida". Rodri es el orgullo de Villanueva, una localidad de unos 23.000 habitantes a 30 minutos en coche de Madrid que, junto al mediocentro del Manchester City, presume de un parque acuático que ameniza los veranos y de albergar un centro de excelencia científica de la Agencia Europea del Espacio (ESA), la sede mundial de las misiones de astrofísica y exploración del Sistema Solar. Rodri ha ascendido ya a las nubes.

En el Complejo Santiago Apóstol -patrón de la ciudad-, que además del campo de fútbol incluye una piscina cubierta, pistas de pádel o un gimnasio, nos recibe el Concejal de Deportes de Villanueva de la Cañada, Nacho González, que señala el césped y confiesa que echa de menos jugar al fútbol. "Yo he pasado aquí toda mi vida, pero con la Concejalía lo he dejado", nos cuenta entre risas. Rodri estuvo en las categorías de prebenjamín y benjamín antes de irse al Rayo Majadahonda. Su hermano Gonzalo jugó en el club hasta hace solo unos años.

"Me imagino cómo estarán sus padres y su hermano; yo lo vi jugar aquí cuando tenía cinco o seis años. Ya iba para crack, pero como era tan pequeño…", expone Martín, otro vecino del pueblo. La estatura nunca ayudó a Rodri durante su infancia: el estirón que le convirtió en un hombretón de 190 centímetros lo pegó tarde y muchas voces mantienen que el Atlético lo descartó en 2013 por su escasa talla. El municipio siguió luego cómo se rebeló en el Villarreal, su exitoso retorno al Atleti, el fichaje por el Manchester City y las conquistas colectivas (Champions con un gol en la final, Eurocopa…) que le han catapultado a la gloria individual. El Europeo Sub-19 que ganó en 2015 con De la Fuente, Unai Simón, Mikel Merino, Ceballos o Asensio fue el primer evento que paralizó las calles.

"Estamos intentando organizar algo", avisa Nacho González. Aún no tiene claro el qué, pero algo grande: "Quiero que sea en el campo de fútbol o, mejor aún, que se llene la plaza del pueblo, que así está en un alto, que hable y que exponga el Balón de Oro", asegura. Aunque sus planes van un poco más allá: quiere que el estadio de fútbol se llame Estadio Rodrigo Hernández, dentro de lo que es el propio Complejo Santiago Apóstol, y así también homenajear a otros deportistas de la ciudad. "Por ejemplo, que la piscina se llame Ana Carvajal, que representó a España en salto de trampolín en los JJOO, o que la sala de esgrima lleve el nombre de Lucía Martín Portugués, que también estuvo en París", explica.

Rodrigo nunca se ha despegado de las avenidas que le vieron nacer y dar sus primeros pasos. Quienes le conocen aseveran que sufre cuando la saturación del calendario le impide volver con frecuencia a Madrid ("no le gusta nada pasarse mucho tiempo sin venir") y que, a pesar de vivir cómodo en el sosiego de Mánchester, la distancia a veces pesa: "Hay que animarle; lo normal es que pueda viajar un par de veces al año, no más". En Villanueva todavía residen su familia y sus amigos. Ahora, por culpa de la dichosa lesión de ligamento cruzado que le tendrá K.O. hasta que acabe la temporada, aprovecha la desgracia para recuperar el tiempo perdido y apoyarse en el hombro de sus padres, su novia Laura o su representante Pablo para superar el mayor obstáculo con el que le desafió jamás la pelota. A ellos les dedicó su discurso del Balón de Oro. El doctor Leyes le operó en la clínica Olympia el pasado 27 de septiembre (debajo de las Cuatro Torres, sobre los terrenos de la antigua Ciudad Deportiva del Real Madrid) y desde entonces continúa con el proceso de recuperación.

Su vínculo con casa, en cualquier caso, no necesitaba afianzarse. Rodri sigue pendiente de todo. De absolutamente todo: el curso pasado se interesó de forma recurrente por los resultados del Cadete A del Villanueva (compartió un rato con los chicos a comienzos de temporada y se quedó prendado de su espíritu) y hasta activó las alertas del teléfono para enterarse de los resultados de un club en el que militó. "Le tiene un cariño especia al club", cuenta Mateo Arviset, el presidente.

De hecho, su conexión va más allá. Suele concertar videollamadas desde Mánchester con los equipos de categorías inferiores de la entidad, desde infantiles a juveniles, para compartir con ellos sus experiencias, repartir los consejos adquiridos en sus casi 400 partidos como profesional y animarles a no abandonar jamás los estudios. Y, como quien lo cuenta predica con el ejemplo (se cogía aviones a Castellón para hacer los exámenes de Administración y Dirección de Empresas mientras ganaba millones en Inglaterra), la juventud suele hacerle caso. En su primera rueda de prensa con el Manchester City, recién llegado a la ciudad, sorprendió a todos los periodistas por su nivel de inglés y un acento americano que le delataba: aquellos veranos que pasó al otro lado del Atlántico aprendiendo el idioma.

El paso del tiempo, el éxito y el aprendizaje han modulado su talante; de caracterizarse como un niño "poco hablador" en el Kolbe, un colegio católico concertado en el que destacó por sus notas desde Primaria, a expandir ahora su fama de bromista y líder. Una de sus mayores especialidades son las imitaciones de famosos: las pone en práctica cada vez que tiene oportunidad. Ayer, lunes, Villanueva volvió a asistir con ojos vidriosos a su última elevación al cielo. "¡Nuestro vecino de toda la vida ha sido Balón de Oro! Es que es el mejor ejemplo para los niños", cierra Mateo.