11M

Roberto: "El 11M perdí el tren que explotó en la siguiente estación"

El exportero revive la mañana del 11M, cuando se dirigía al entrenamiento del Atlético de Madrid, y tal vez el que su padre se retrasara pudo salvarle la vida.

Roberto Jiménez, en un partido con el Alavés. /
Roberto Jiménez, en un partido con el Alavés.
Lorena González

Lorena González

Apenas dos años desde su retirada, Roberto Jiménez Gago (Fuenlabrada, Madrid, 10/02/1986) está centrado en su familia, y en pocas semanas volverá a ser papá. En estos días, las conversaciones con los suyos serán más intensas de lo habitual. Con el próximo 11 de marzo, volverán a removerse los recuerdos de aquella mañana. Roberto formaba parte de la cantera del Atlético de Madrid y, como cada día a la misma hora, cogía un tren en Vicálvaro que le llevaba a entrenar. Llegó unos segundos tarde y no pudo subirse. Apenas dos minutos después, una explosión en uno de sus vagones sembraba el pánico. Perder aquel tren le ha hecho reflexionar y lo comparte con Relevo.

Te retiraste casi por sorpresa hace poco menos de dos años. ¿Por qué tomaste la decisión?

Porque ya prioricé el tiempo para estar con la familia. Teniendo niños, cualquier proyecto que surgiera debía permitirme dejarme unos primeros años para estar con ellos. Hice el curso de director deportivo de la federación y el último año, el MBA de LaLiga. No me gustaría alejarme del deporte, y me ha llamado mucho la atención por el área de gestión en el fútbol. Donde el jugador haya echado raíces y tenido un buen recorrido, siempre hay más posibilidades de hacer cosas ahí. Ahora tengo limitaciones logísticas para aceptar proyectos fuera de España, que es donde más tiempo he pasado. Pero tengo muy buena relación con todos los clubes en los que he estado y hay opciones de colaborar con ellos.

Tu historia ha estado llena de idas y venidas con el Atleti, siempre cerca de volver en varias ocasiones, ¿no?

Es el club de mi vida. Es el que ha marcado mi carrera, y le doy mucho valor a mis años de formación, que los pasé allí. Me cuidó, me sentí querido y valorado y las oportunidades llegaron cuando tenían que llegar. Sí que es verdad que siempre he sido un culo inquieto, y no es que me arrepienta, pero echando la vista atrás en algunos momentos podría haber tenido un poquito más de paciencia y haberme agarrado a que estaba en el club de mi vida. Y haber podido esperar esas oportunidades más a largo plazo, pero no me puedo arrepentir de nada porque cada uno es como es y siempre he sido muy aventurero y he querido explorar países nuevos, otras ligas, vestuarios nuevos, y ver mis capacidades de adaptación. Y eso ha hecho que no haya tenido una estabilidad en prácticamente ningún club. Eso va en mi ADN y no se puede luchar contra lo que es. Pero en el Atleti me hubiese gustado, al menos, haber vivido esta etapa de crecimiento de los últimos 10 años, haberla vivido desde dentro.

Roberto y su relación con el AtletiRELEVO

De hecho, en 2014 sonaste con mucha fuerza para suplir la marcha de Courtois al Chelsea.

En 2013 descendemos con el Zaragoza y una vez más el Atleti decide que puedo ser una buena incorporación, tenían muy consolidado a Courtois como primer portero y que yo podía ser un buen acompañante. Yo llevaba tres o cuatro años compitiendo regularmente en Primera, con una media de 30 partidos, y no quería cortar mi progresión. Decidimos que, aunque volviera a pertenecer al club, me dieran la oportunidad, si surgía, durante el mercado de fichajes, de buscar un club de las características del Atleti, luchar por títulos, jugar en Eurocopa. Y así estar preparado para volver siendo un jugador importante en un supuesto de que Courtois se fuera, porque se escuchaba que no iba a tardar en irse. Caí en Olympiacos, donde todo fue bien, tanto en Liga como en Champions. Antes de acabar la temporada, me proponen adquirirme en propiedad y les dije que dependía del Atleti, que si aceptaban un traspaso es porque tendrían otros planes y así fue. Mi historia con el Atleti terminó ahí.

¿Crees en el destino?

No lo sé, en algunas etapas de mi vida sí, en otras creo que el camino lo escribe uno día a día. Ahora pienso más en que no hay un destino definido para nadie.

¿Cómo fue la mañana del 11 de marzo de 2004?

Estarás de acuerdo conmigo en que hay momentos en la vida que no sabes por qué, recuerdas perfectamente. Ese día tiene muchos condicionantes para ello, pero lo recuerdo desde que me levanté, no sólo desde que empezaron a pasar cosas extraordinarias. No creo en el destino, pero ese día pasaron cosas que no eran habituales. Vivía en un barrio de Vicálvaro con mis padres, mi padre se levantaba y muchas mañanas coincidíamos en hora para salir. Él se iba al trabajo y yo a Alcorcón, a la residencia del Atleti donde estudiaba, comía allí y luego nos venía a buscar un autobús para ir a entrenar. Esa era mi rutina habitual. Solía ir andando, llegaba a la estación, llegaba a Atocha, cambiaba la línea y llegaba a las 9 a Alcorcón para entrar en clase. Había días en los que mi padre me acercaba a la estación. Me dijo que me esperase cinco minutos y me llevaba. No sé por qué, pero ese día se retrasó, no sé si en vestirse, desayunar, lavarse los dientes, etc. Le dije que nos fuéramos ya porque si no cogía ese tren, ya llegaba cinco minutos tarde a Alcorcón y ya no me dejaban entrar a la primera clase.

La mañana del 11MRELEVO

Entonces...

Iba con la hora justísima, mi padre me soltó en la estación y piqué el bono. Es subterránea así que, entras por abajo y sales en el andén de las vías. Cuando metiendo el ticket escuché las vías y ya sabía que había perdido mi tren... Me puse a correr, pero ya estaban cerrando las puertas. Hice el típico intento de que le das al botón inútilmente porque el tren ya ha echado a andar. Me quedé esperando el siguiente hasta que todos los pasajeros que estábamos en el andén escuchamos una explosión gigante que en ese momento no entendíamos. Me sonó a cuando el camión de la basura coge un contenedor grande y lo sacude para vaciarlo. Un sonido así pero mucho más fuerte, y además se transmitía por las vías. Entre la gente nos mirábamos extrañados y ya nos asustamos cuando por megafonía nos dijeron que evacuáramos la estación porque había un aviso de bomba. Ahí conectas con lo que acaba de pasar. Apenas pasó un minuto desde la explosión hasta que nos avisaron.

Al ser una estación subterránea, era bastante hora punta, no había mucha gente todavía esperando en el andén, pero empezó a bajar las escaleras hacia el túnel de salida y yo, no sé, pero dije que ahí no me metía. Me salté las vías y la tapia de la estación, tenía miedo de una aglomeración y me fui a mi casa caminando.

El tren que acababa de perder acababa de explotar en la estación siguiente a Vicálvaro, en Santa Eugenia. La catalogaron como la explosión más pequeña, sólo hubo víctimas en el vagón en el que explotó uno de los dispositivos. En la urbanización de mis padres hay un par de personas con lesiones que les han provocado invalidez o han perdido alguna pierna.

Si tomabas siempre el mismo tren, al menos te sonarían sus caras.

Coincidíamos todos los días, no fui muy consciente de lo que pasaba, no me entró ese tobogán por el cuerpo hasta que llegué a mi casa y mi madre me preguntó '¿qué haces aquí?'. Le conté y pusimos la tele, y vimos que esta había sido la última explosión, no entendíamos nada, ahí sí nos entró el pánico. 'De la que me he salvado', dije. Ni siquiera me he puesto a pensar por qué parte me solía subir a ese tren, no he querido ser tan morboso.

A partir de ahí fue un caos, en el colegio sabían que yo cogía esa línea. Tenía 16 años, tenía teléfono móvil, probablemente sin saldo, no recuerdo si alguien se puso en contacto conmigo, sí sé que los profesores y familiares y amigos llamaban a casa de mis padres. Fue bastante complicado.

¿Qué te pedía el cuerpo en los días posteriores? ¿Quisiste evadirte?

Lo viví como todos los ciudadanos de Madrid ese momento, tampoco me sentí mucho más involucrado, entendí que hubo muchísima gente que vivió lo mismo, que iba en el tren de antes, el de después, el que se puso malo y no fue a trabajar… No me sentí especial.

Cómo fue volver a coger ese trenRELEVO

¿Volviste a coger ese tren?

La línea estuvo cerrada unas dos semanas, el transporte público estuvo paralizado, no podía ir al colegio más que en coche, estuve dos semanas sin ir a clase. La siguiente vez que fui a clase fue en el tren, ese día fue doloroso, había un silencio devastador, no existía el miedo, mis padres le dieron mucha normalidad para que yo no tuviera miedo. Desde Vicálvaro a Atocha no había un metro de vía que no tuviera velas, flores, fotos, peluches, cuadros, pancartas… ni un solo metro. Al final te vas fijando, aunque no quieras y fue muy triste.

¿Recuerdas cómo te sentiste en ese trayecto?

Tenía 16 años, no puedo comparar cómo me sentí hace 22 años que ahora. Ahora la reflexión habría sido mucho más profunda. Con aquella edad flipé con que algo que normalmente ves que pasa en las películas, sucedió en mi ciudad. Perder la inconciencia que creo que teníamos todos, da mucho miedo darte cuenta de que no estábamos tan protegidos como podíamos pensar. Pasas página y sigues con tu vida. Ahora que tengo hijos, y más consciente, reflexionaría diferente.

¿Fuiste a terapia después de todo aquello?

He hecho terapia, pero en aquel momento no entendí que la necesitara. Fue relativamente fácil seguir con mi vida. He hecho terapia por cosas distintas. Tampoco he hablado de este tema. Sigo recordándolo con bastante intensidad, y en cada aniversario lo vuelvo a revivir, pero se quedó ahí.

Después de todo lo que nos cuentas, me resulta curioso que no creas en el destino.

Es que en casi todas las facetas de mi vida soy empírico, no creo en el más allá, me gusta agarrarme a todo lo que tiene una demostración, a lo tangible, a lo que mi capacidad me pueda permitir. Hay gente que me ha dicho que no dar una oportunidad a estas cosas puede ser una limitación de tu propia inteligencia, pero eso ya sería un debate demasiado amplio. Ser así me ayudó en ese momento, fui práctico. Viví de cerca una desgracia, pero como le podría haber pasado a cualquiera.

Parecía como que cuando todos sentimos lo mismo, estamos más unidos, ¿coincides?

Totalmente, y da mucha pena porque se olvida. Da pena no poder instalar algo en nuestro sistema que te recuerde constantemente que eso puede pasar, y hay que disfrutar de la vida, relativizar de las cosas…

Lo que Roberto aprendió tras el atentadoRELEVO

¿Tú mismo aplicas lo que viviste el 11M en tu día a día?

Lo intento cuando me acuerdo. El otro día mi hijo me preguntó que qué había aprendido de la pandemia. "Desgraciadamente nada", le dije. Sólo saber que como el atentado, también algo así pueda ocurrir, aunque no entrara en mi cabeza. La vida me ha enseñado que no estamos tan protegidos como pensábamos, pero haciendo un ejercicio de honestidad, he vuelto a los mismos hábitos de antes de la pandemia. No sé si es lo mejor que le puedo decir a un niño de doce años, pero es la verdad. Creo que a todos nos ha pasado. En aquel momento salíamos a la calle sonriendo más, entendiendo que la unión es muy importante, que hay que empatizar, pero poco a poco empiezas a preocuparte por las mismas tonterías, a enfadarte por las mismas absurdeces, a no estar cerca de gente que deberías... No sé si es un defecto de la raza humana, pero con el tiempo todo eso se olvida. Al menos es mi experiencia. La vida nos atropella, quieres estar subido en la ola y estar ahí te saca de lo que deberíamos tener presente. También creo también que es algo inevitable.

¿Qué reflexión te gustaría compartir sobre aquel fatídico 11 de marzo?

Me quedé con el lema de que no estamos tan lejos de las desgracias, de las cosas extraordinarios negativas. Y que del mismo modo, tampoco estamos tan lejos de las cosas grandiosas y extraordinarias de forma positiva. Igual que en nuestra cabeza nos hemos planteado que algo tan malo nos puede ocurrir, a veces también nos sentimos demasiado lejos de las cosas buenas que nos pueden ocurrir, como si esas sólo le pudieran pasar al otro. Vamos a tener la esperanza equiparada con el miedo.