LA CRISIS DE RUBIALES

Pedro Rocha desliza en el comunicado de disculpa que la Selección volverá a tener una celebración

El presidente en funciones de la RFEF deja caer en la parte final del escrito de perdón que las jugadores recuperarían el protagonismo.

La selección española femenina de fútbol, nueva campeona del Mundo, durante la celebración con la afición este lunes en la explanada Puente del Rey, en Madrid Río. /EFE / R. Jiménez
La selección española femenina de fútbol, nueva campeona del Mundo, durante la celebración con la afición este lunes en la explanada Puente del Rey, en Madrid Río. EFE / R. Jiménez
Nacho Martín

Nacho Martín

Nadie podía pensar cuando Toni Penso pitó el final en el Accor Stadium de Sydney que ser campeonas del mundo iba a quedar en segundo plano. La Selección española había ganado su primera estrella en un Mundial femenino y, sin embargo, en las siguientes semanas se habló poco (o muy poco de ello). Algo grave y llamativo, más aún teniendo en cuenta el hito conseguido. Y todo porque Luis Rubiales decidió ser el desagradable protagonista de la celebración. Sus gestos en la grada y su 'piquito' robado a Jenni Hermoso hicieron que las cintas y las palabras que salían en los medios fueran de él, y no de Ivana Andrés, Alexia u otras futbolistas levantando la Copa del Mundo.

La tensión comenzó poco después de que, en la recogida de medallas, el presidente de la Real Federación Española de Fútbol (RFEF), decidiera dar un beso en la boca a Jennifer Hermoso. Un beso que después se supo que no era consentido y que desató la polémica. Tanto fue el humo negro que despertó Rubiales que cubrió toda la fiesta y resaca de esta que se merecían las nuevas campeonas del mundo. Porque, aunque todo explotó aún más si cabe de forma posterior con la famosa rueda de prensa del "No voy a dimitir" o el "piquito", ya desde el avión se notaba un clima de tensión, con las jugadoras sin estar liberadas del todo para celebrar como se merece.

Cada acto, incluyendo el gran evento en la explanada Puente del Rey de Madrid, estaba envuelto por una rigidez y tirantez impropia de un grupo de deportistas que han llegado a lo más alto. Todo por la presencia de Luis Rubiales entre la comitiva. Las sonrisas forzadas de Ivana al bajar del avión, los gestos de Athenea del Castillo al nombrar Jorge Vilda a Rubiales, Alexia, Irene y otras compañeras ausentes durante los discursos, como si no fuera con ellas la cosa… Y no solo en sus apariciones como grupo, sino también cuando acudían a otros compromisos a título personal o con sus clubes. Una serie de acciones que mostraban una profunda incomodidad de las futbolistas, ajenas a algo que era en su honor. Una celebración 'limitada', cohibidas por unos hechos que afectaron de gran manera a su gesta.

La RFEF, ya con Pedro Rocha a la cabeza, y en su afán por llevar a cabo los cambios estructurales que se les pide desde el Gobierno y otras instituciones, pretende remediar esos grises episodios. O por lo menos eso es lo que ha deslizado Rocha en la carta de disculpa que ha envidado "al mundo del fútbol y a la sociedad", cerrando el escrito felicitando de nuevo a las futbolistas y declarando sus intenciones de paliar lo ocurrido.

"Por último, quiero felicitar una vez más a nuestra selección por su histórico triunfo, reconociendo el impacto y el legado que su victoria tendrá en el futuro del fútbol español. Estamos convencidos de que su espíritu ha inspirado a millones de personas de todas las edades, y no podemos estar más orgullosos de la forma en que se han comportado, tanto dentro como fuera del terreno de juego. A su debido tiempo, tengo la intención de devolverles el protagonismo y celebrar sus logros como se merecen", finaliza la carta de Pedro Rocha.