Una ventaja innata y una pisada están tras la estadística invisible de Haaland que retrata al resto de delanteros en Europa
El noruego solo ha caído una vez en fuera de juego por las 26 del delantero del Atlético de Madrid.
Podríamos estar horas debatiendo acerca de qué diferencia a los buenos delanteros sobre los mejores. Las cifras, dirán algunos. Otros argumentarán que no solo aquello tangible, que es capital, sino todos los intangibles que ayudan a que lo primero emerja con más fuerza. Los desmarques, por ejemplo. La forma de jugar con el central, de esconderse de su mirada, de hacerse invisible. Un '9' tiene mucho de depredador felino, un oficio salvaje que se basa en esconderte para acabar con el otro. Y aquí, en ese punto, convergen dos figuras que chocan frontalmente: Erling Haaland y Álvaro Morata.
Desde el 27 de agosto, Erling Haaland no ha vuelto a caer en fuera de juego en la Premier League. Esto supone estar 19 jornadas consecutivas evitando las trampas de la defensa, o lo que es lo mismo: 1.577 minutos ininterrumpidos marcando el ritmo a sus pares, evitando aquello que todos buscan cuando se enfrentan al gigantón noruego; que quede fuera de plano, inhabilitado. La única vez que esto sucedió fue ante el Sheffield United en la tercera jornada de Liga.
En la otra cara de la moneda está Álvaro Morata. El del Atlético de Madrid sólo ha llegado en dos ocasiones en toda su carrera a los 20 goles (16/17 y 20/21), y esta temporada ya ha igualado esta cifra con 11 jornadas de Liga por delante y el enfrentamiento ante el Inter de Milán como oportunidad para sumar más partidos. Es su mejor año a nivel goleador. No existe en las cinco grandes ligas un delantero que haya caído más veces en fuera de juego que Morata (26), una media de 1,08 por partido que choca con las 0,05 veces de Haaland en el Manchester City. Mientras uno escapa de la trampa, el otro cae casi siempre en ella. ¿Por qué?
Los secretos de Haaland
Desde el staff del Manchester City, lo del noruego se ve como algo "innato". "No le hemos tenido que decir nada en ninguna ocasión porque le nace, como el hecho de marcar goles. Lo lleva dentro". Más allá de la terrible facilidad que tiene para leer situaciones límite, lo que diferencia a Haaland de prácticamente el resto es su capacidad condicional. "Él sabe que es mucho más potente que el resto, y puede situarse por delante del defensor y llegar antes", comentan desde el City. Transforma las intenciones del rival en ventajas propias.
Los primeros pasos de Haaland son diferenciales. Son zancadas de un mutante, un gigante de 1,95 con una arrancada de velocista y una potencia propia de un atleta, lo que le permite dibujar todo tipo de desmarques sin vivir al filo de la navaja. "Hay que saber tus condiciones. Yo no podía estar un metro por delante porque no era tan rápido y me la tenía que jugar más, pero Haaland no lo necesita", explica a Relevo el exdelantero Jonathan Soriano.
Otro punto importante es el miedo que infunde a los rivales, que priorizan defender el espacio al jugador, porque entienden que encimando al noruego perderán ese primer paso en caso de arrancada y quedarán demasiados metros expuestos. El problema es que Haaland no necesita ese metro de regalo. Se lo gana él.
El compañero importa. Saber quién te va a pasar el balón, conocer al compañero para no necesitar mirar la pelota a la hora de iniciar un movimiento. "Es primordial tener esa compenetración con el pasador y saber cuándo y cómo te la puede dar. En mi caso, sabía que De La Peña me la pasaría aunque no me estuviese mirando", explica Soriano. El mejor socio de Haaland es Kevin De Bruyne, que entre la Premier y Champions League de la 22/23 y la de este curso, le ha regalado 45 disparos para un total de 11 goles.
Siendo el City un equipo que tiraniza al rival a través de la posesión, Haaland ejerce una fuerza gravitatoria como de agujero negro, atrayendo a los centrales que se encargan de fijarle, abriendo espacios valiosos para el resto de compañeros. De hecho, el noruego suma 11 pases por partido, el que menos del equipo incluyendo a Ederson, que suma 33. Casi 20 participaciones menos que el portero. Esos espacios que se abren, Haaland los ataca.
El noruego ataca el punto ciego del central con el que se emparejaba. Y como decía Soriano, el timing es perfecto. El pasador no tiene que apurar para entender que su compañero tiene opciones de llegar a la pelota, no hay que retorcer la norma, y Haaland sabe que puede meter el turbo porque el balón le va a llegar a tiempo. La mayoría de situaciones de remate del noruego son en ataques posicionales del City en los que él participa de una forma menos visible, alejado de la circulación de la pelota. Pero cuando puede correr, no hay equipo que explote mejor la mina que tiene.
La impaciencia de Morata
Álvaro Morata es uno de los delanteros que cae en fuera de juego de forma más recurrente. No solo este año, que lidera el total con 26 infracciones, sino que forma parte de su ADN como delantero centro. Jugar y vivir al límite. El jugador del Atlético de Madrid, es la otra cara de la moneda y analizando sus jugadas, se aprecia cómo su comportamiento previo al envío del compañero es el opuesto al de Haaland.
Para Marc Marbà, delantero del Atlètic Sant Just y periodista en Betevé, lo de Morata es una cuestión de impaciencia. "Se adelanta, y no creo que tenga que ver con ser más o menos rápido, sino con la concentración del jugador." Morata acostumbra a vivir un peldaño por delante de los centrales, surfeando la ola del fuera de juego en algo que el VAR ha terminado por rematar. "Hay muchos delanteros que están aprendiendo a jugar con el VAR, es un cambio muy importante", explican tanto Soriano como Marbà a Relevo.
Este tipo de jugadas eran muy de Luis Suárez. "Me metían muchos vídeos de él cuando estaba en el Barça porque se pasaba mucho tiempo en fuera de juego para entrar cuando tenía opciones de atacar la espalda", explica Marbà. Son acciones que requieren de muchísima precisión y concentración, donde la impaciencia penaliza la buena voluntad.
En esta acción, Ramos tiene la ventaja porque ve perfectamente a Morata, que está delante suyo, y puede dejarlo en fuera de juego si anticipa de forma correcta el momento del pase. Para Marbà, es muy importante el concepto de sombrear al central: atacar ese espacio ciego en el que no te pueda ver, porque el defensa siempre tendrá que estar controlando la pelota y el futbolista a la vez. De ahí que Haaland, que tiene una intuición y un físico paranormales, saque ventaja de cualquier tipo de desmarque, y que Morata muchas veces se adelante a lo que sucederá por un mal timing.
Muchas veces, la diferencia está en el detalle. En lo invisible para el espectador. Que un delantero marque o no, que pueda sacar ese medio metro o no, nace de una decisión que tiene que ser tomada al instante y en la que converge el compañero y el rival al mismo tiempo. Haaland no solo es un robot por sus cifras, sino por su absurda precisión en cada gesto que está enfocado al gol.