El arrepentimiento de David Sánchez, el Redondo del Barça que se quedó por el camino: "Me decían 'fútbol, ni ropa ni hostias. Ahorra'"
El fino centrocampista, compañero de generación del de Fuentealbilla y debutante en Champions con Van Gaal, entrena ahora al Xerez Deportivo: "Aquí he encontrado mi sitio".

Jerez de la Frontera (Cádiz).- Hubo un tiempo en el que David Sánchez (Sevilla, 1982) prometió tanto o más que Andrés Iniesta. Sin exagerar. Juntos, y con el respaldo finalizador de un campeón de Europa como Sergio García, formaron una dupla letal en las categorías inferiores del Barça: eran dos magos, Zipi y Zape. Crecieron a la par, debutaron en la Champions de la mano en una noche fría en Brujas… y luego, mientras Andrés recorrió un camino que llegó a su fin hace ocho días y que le llevó a ganar 39 títulos, Sánchez se conformó con jugar muchos más partidos en Segunda B (329) que en Primera (47) o Segunda (79). Y no fue por una cuestión de talento. "En el Juvenil no había diferencias entre uno y otro. Tampoco con Motta en el filial. Pero Iniesta pensaba sólo en fútbol y yo no tuve esa cabeza, pese a que hubo voces como Quique Costas que trataron de aconsejarme", reconoce con una mezcla de arrepentimiento y orgullo en su encuentro matutino con Relevo en el Estadio de Chapín.
La madurez le llegó tarde y, eso sí, le permitió disfrutar de momentos preciosos: brilló con el Albacete en Primera, estuvo a punto de firmar por el Atlético de la mano de César Ferrando, subió con Alavés y Cádiz y colgó las botas con el cariño de 12 aficiones (Atlético Baleares, Nàstic, Real Murcia…) rendidas a su talento, profesionalidad y carácter. Tras retirarse en 2019, pronto inició un camino como entrenador que le ha llevado a coger las riendas del Xerez Deportivo, un club de fútbol popular con el que consiguió el ascenso a Segunda Federación hace sólo unos meses y al que capitanea con el apoyo de una hinchada que le adora. Con sólo 42 años, y sin haber pensado antes en dedicarse a los banquillos, promete. Ahora deja claro su sueño ("quiero volver a la élite") y repasa una carrera plagada de enseñanzas, anécdotas, errores y aciertos. De todo se aprende… y él tiene claro en qué falló.
Para los que no te conozcamos demasiado como entrenador… ¿qué estilo le gusta a David Sánchez?
Mis equipos suelen tener una esencia vistosa y unas señas de identidad claras. O eso intentamos. Pero, normalmente, en Segunda Federación y Tercera nos encontramos campos diferentes al que tenemos aquí detrás (Chapín). En estas categorías hay que adaptarse a las superficies, a los contextos y a los rivales. Priorizamos dominar y practicar un fútbol atractivo, pero aquí mandan los resultados. Intento que el equipo sea completo, morder, presionar arriba, que se generen ocasiones de gol y no perdonar en las dos áreas. Los aficionados me comentan que les gusta lo que ven. Este es el primer banquillo sénior que asumo y supone un reto importantísimo por la magnitud del club. Antes empecé en la cantera del Real Murcia, en cadetes. Luego llegué a dirigir al filial y me reclamaron para ayudar al cuerpo técnico del primer equipo. Allí, con Adrián Hernández y con Loreto, viví un año y medio de ayudante que me sirvió enormemente.

Dices que a los aficionados les gusta tu fútbol. Y eso es importante: son los dueños del equipo y los que mandan. ¿Cómo es la experiencia de trabajar en un club de fútbol popular?
Tiene sus cosas buenas y malas, como todo, pero yo estoy encantado. Mi sensación es que no podría haber caído en un sitio mejor. Me siento muy partícipe, querido y orgulloso de pertenecer al Xerez Deportivo. Las críticas siempre tratan de ser constructivas. El año pasado vine sin saber nada y logramos el ansiado ascenso a Segunda Federación. No es fácil bajar y subir en años consecutivos. Ahora buscamos la estabilidad del club en todos los sentidos; en lo deportivo, que es lo que a mí me toca, intentaremos mantenernos. El equipo tiene mucho margen de mejora.
No eres de Jerez, pero has caído de pie, desde luego. En redes sociales ya hay quien pide tu renovación vitalicia. ¿Por qué?
Bueno… La gente sabe que la temporada pasada fue dura. Hubo situaciones jodidas. Algunas ni trascendieron. Y, sin embargo, nos enfocamos en ser positivos y constantes, tiramos del grupo y tuvimos la suerte de ascender. La afición está muy muy contenta. Lo dije este verano: tuve posibilidades de salir, pero mi familia y yo nos sentimos superqueridos e identificados con el Xerez Deportivo. Y no obvio que los resultados mandan y que los entrenadores necesitamos ganar para estar el máximo tiempo posible en el cargo, pero soy feliz aquí.
El equipo viaja en mitad de tabla, a tres puntos del playoff y a uno del descenso. ¿Miráis más hacia arriba o hacia abajo?
Nuestro objetivo es el partido a partido. Lo que dice Simeone es verdad. No tenemos fijada ni la meta del ascenso ni la de la permanencia. Si no ganamos, queremos que la gente se vaya orgullosa de lo que hacemos, de lo que damos, de que nos atrevemos y de que competimos cada balón. La intensidad y las ganas que muestran los chicos en los entrenamientos son enormes. Luego nosotros intentamos acertar con las alineaciones y con los cambios. Pero, vamos, lo primero es lograr la salvación. Después, ya se verá.
Me gustaría, antes de profundizar en tu figura como técnico, hacer un repaso a tu carrera como jugador. Dicen que fuiste de lo mejor que salió de la cantera del Sevilla.
Es una pena. El ser humano no aprovecha las situaciones en el momento. Yo jugaba bien, es cierto, y tenía unas cualidades brutales: con calidad, zurdo… Pude haberlas aprovechado más, pero uno es joven y me vino todo demasiado rápido. Me sacaron de un barrio de Sevilla, me montaron en un avión para Barcelona y me soltaron en La Masia. Mi cabeza no estaba preparada. Me siento supercontento y orgulloso del camino que he recorrido, pero, si entonces hubiese tenido la mentalidad y la experiencia del David de 42 años, podría haber conseguido muchísimo más. Es lo que hay. Todo el mundo me recuerda por el Barça y por haber debutado en Champions. Por desgracia, se me acabó esa vida y ahora quiero abrirme paso en el mundo del entrenador.
¿Por qué no conseguiste asentarte en el Barcelona?
Por falta de constancia y por no pensar en fútbol, fútbol y más fútbol. Empecé en el juvenil del Barça con Iniesta y no había diferencias entre uno y otro. Tampoco con Motta en el filial. Pero Iniesta pensaba sólo en fútbol y yo no tenía esa cabeza. Habré disfrutado más que Iniesta de joven (risas), pero ahora él disfruta más que yo. Lo que pasó me parece normal: eres joven, disfrutas de la vida… Yo no he hecho ni más ni menos que mis compañeros, fui un tío sano, pero disfrutábamos. Si lo hubiera dado todo, hubiese tenido otra suerte. Aun así, he jugado en el Barcelona, que era mi sueño; he jugado la Champions, otro sueño; he jugado en Primera, Segunda, Segunda B y Tercera… Todo eso me vale ahora como técnico. Si hubiera estado sólo en Primera, quizá no conocería el barro.
¿Cuándo te hacen saber que el Barça te quiere?
El Barça ya intentó ficharme con 12 años y volvió a los 17. Mi madre no quería que me fuese. Me enteré de refilón y se lo dije a mi padre: 'Papá, por favor, yo me quiero ir, es mi ilusión'. Él es futbolero y me apoyó. Yo la cabeza me la encontraba amueblada, pero todos hemos sido jóvenes y hemos tenido la mente en otras cosas. Hoy en día le pasa a mis hijos. A lo mejor, si hubiera cambiado esa mentalidad, habría estado más tiempo en la élite.
¿Cómo recuerdas tus primeros pasos en La Masia? ¿Fue duro salir de casa?
Imagínate… Me marché del barrio de El Cerro del Águila, que son cuatro calles, y un día aparecí en Barcelona. No tenía ni cuenta bancaria. En cuanto pisé La Masia me recogió un chófer, me llevó a una sucursal, me di de alta, me llevaron a mi habitación… Todo cambió para bien. En cualquier lado me trataban fenomenal. Y, en lo futbolístico, progresé. Debuté en Liga de Campeones y me convocaron a algún partido de Liga. Fue una lástima no haber tenido más oportunidades para demostrar mi nivel en el primer equipo y probar si valía. En cuanto me marché, vino Guardiola y muchos de los que llegaban por detrás de mí se engancharon.
¿Pudo elegir? ¿Le llamaron Real Madrid, Atlético y otros grandes?
Sí. Me convocaron a la Andaluza Sub-15, destaqué y vinieron los tres. También hubo interés de equipos ingleses. Yo no soy del Barça porque jugué en el Barça; los regalos de mis padres en Navidad ya eran equipaciones azulgranas. Me gustaban el himno, el Camp Nou, la filosofía… Y tenía el perfil del club. Ir allí fue un acierto.
¿Con quién hizo migas?
Con Iniesta. Coincidí en el Juvenil con él, con Sergio García, con Trashorras… Hacíamos mucha piña en La Masia. Luego, cuando me pasé al filial, ya me fui a un piso. Tuve muy buenos compañeros. Mi hijo, ahora, me pregunta por Iniesta. Para mí es un orgullo poder explicárselo todo. Volvería atrás, sin duda. Viví momentos muy bonitos en Barcelona, pero en ese momento, cuando eres joven, no lo valoras; lo valoras después. Ahora sí sé dónde estoy y trabajo muchísimo para que esta historia se alargue todo lo posible. Por aquel entonces no lo veía así.
"Iniesta no me invitó a su despedida. Soy un desastre con el móvil y llevo años sin mandarle un mensaje. Mi hijo me echa la bronca: 'Si todavía tuvieras contacto con él…'"
Entrenador del Xerez Deportivo y exjugadorHace unos días colgaste varias imágenes preciosas con Iniesta. Formasteis una dupla letal.
Un trío: Sergio García fue el máximo goleador en juveniles. Recuerdo que aquel año sus padres me felicitaron. Si marcó 60 goles, 40 se los di yo. Era un muy buen pasador. Mis delanteros, Güiza, Aranda, Ángel, Nacho Aznar o Jesús Perera, se beneficiaron siempre de ello.

Antes de empezar la entrevista me contaste que Iniesta no te invitó a su despedida... ¡porque llevas años sin mandarle un mensaje!
Es lo típico: pasan los años, tienes niños, la vida va muy rápida… Y te das cuenta de que has perdido la relación. Es una pena. Mi hijo, estos días, me echaba la bronca: 'Si todavía tuvieras contacto con él…'. Pero su padre es así: un desastre con el móvil. Le he escrito un WhatsApp a Andrés para no molestarlo y le envié varias fotos. Viví años muy bonitos con él. Lloramos, reímos, debutamos en Champions el mismo día, dormimos muchas veces juntos… Esperemos que me responda.
En tus primeros años, volviendo a ti, parecía que todo iba sobre ruedas. Debutaste pronto con el filial y te estrenase con el primer equipo en Champions. ¿Te acuerdas de qué sentiste cuando Van Gaal te llamó para entrar en Brujas?
Ese día fuimos cuatro o cinco convocados. Valdés e Iniesta salieron de inicio y Sergio García y yo debutamos desde el banquillo. Recuerdo los nervios. Ganamos 0-1 con gol de Riquelme. Salí por Gabri al final. Mi hijo tiene la camiseta colgada en su habitación; es un loco del fútbol, del Barça y del Xerez Deportivo y me pregunta mucho por aquello. La gente todavía se acuerda de mí cuando voy por ahí. Es bonito. También hice tres pretemporadas en Estados Unidos y jugué contra el Manchester United, la Juventus… En ese momento, te repito, no lo valoras. Parece rutina. Ahora me duele.
Charly Rexach te comparó con Redondo tras tu debut…
Sí, es cierto. Por eso, cuando la gente me comenta que debo estar contento con lo que he hecho, les digo: 'Sí, sí, si estoy muy contento, pero…'. Cuando llegué a la tercera pretemporada con la primera plantilla, haber jugado 15 ó 20 minutos contra el United me supo a poco y hablé con Rijkaard: le dije que me quería ir. Él me respondió que estaba loco, que tuviese paciencia y que la temporada era muy larga. Al final me marché al Albacete.
Antes de ir al Alba... ¿Cómo era Van Gaal en las distancias cortas?
Muy estricto. Me gustaba que no se casase con nadie. Si no hacías las cosas bien, te lo decía a la cara. Le vi enfrentamientos con Kluivert, con Riquelme, con Luis Enrique… A los jóvenes nos trataba bien. Su segundo, Van der Lerm, sí era duro. Me decía con acento holandés: 'Sánchez, tú concentración apenas 60 minutos'. Sólo tengo palabras de agradecimiento para Louis. Me llevó a la pretemporada, me hizo debutar y me convocó para Vigo en su último partido. Perdimos 2-0 y en el vuelo de vuelta lo echaron. Cuando acabó el encuentro pasó por mi lado y me dijo: 'Sánchez, el próximo ya te toca'. Pero estaba liquidado. Llevaba varias semanas metiéndome en la lista. Luego llegaron años difíciles. Vino Antic y cortó la trayectoria de los canteranos. Eran malos momentos y le dio las riendas a los veteranos. Con Guardiola todo fue más fácil. Con él igual quizá hubiera tenido más oportunidades para demostrar si servía.
¿Hubo alguien que te dijera las cosas a la cara?
Sí, sí. El entrenador del Barça Atlètic, Quique Costas, era mi padre. Me lo decía muchas veces: 'David, fútbol, ni ropa ni hostias. Ahorra'. En La Masia también había gente que me hablaba. Uno, a esa edad y estando donde está, se cree que se encuentra por encima del bien y del mal. Me pasa con mi hijo, que le hablo y se cree que sabe más que yo. Me hubiera gustado escuchar más. Yo cometí ese error y ahora quiero que los demás no caigan en lo mismo.
"Van Gaal no se casaba con nadie. Le vi enfrentamientos con Kluivert, Riquelme, Luis Enrique… A los jóvenes nos trataba bien. Su segundo, Ten Cate, sí era duro"
Entrenador del Xerez Deportivo y exjugador¿Ahora le cuentas tus vivencias a tus jugadores para que aprendan?
Claro. Me van a echar de menos. Me dicen que soy más futbolista que entrenador y me llaman 'madre'. Intento aconsejarles, decirles qué me pasó a mí, dónde pueden mejorar en lo personal…
Del Barça te marchaste cedido al Albacete (2003-04). ¿Es cierto que dijiste 'no' a acudir a una gira con Rijkaard por continuar otro año más en el Belmonte?
No. Viajé a la gira y, como había jugado poco en Estados Unidos y pensaba que ya tenía que ser titular, le dije a mi representante y al Barça que me quería ir. Me cedieron. Y creo que fue un acierto: hice un gran año en Albacete, marqué goles preciosos, la gente empezó a conocerme… Volví, me marché a otra pretemporada, jugué poco y repetí el proceso. El Barça ese año quería que me quedase, pero yo creía que tenía que jugar de titular. Firmé de nuevo en Albacete, descendimos a Segunda y ya me metí en una segunda línea. Creo que la primera vez acerté al marcharme y la segunda me equivoqué.
¿Iniesta te animó a fichar por el Alba?
No, no, para nada. Tenía al Mallorca, al Racing de Santander… y el entrenador del Albacete, César Ferrando, me llamó y me convenció. Creí que era el mejor sitio. Nos salvamos muy tranquilos, aunque la gente dijese que aquel equipo era para descender. Quedamos 14º y pasamos un año espectacular. Paco Peña, el lateral izquierdo, estuvo en la prelista de la Selección. César Ferrando me quiso llevar con él al Atlético la temporada siguiente, pero yo todavía pertenecía al Barça y no pudo hacerse. Fichó a Pablo Ibáñez.
Luego descendiste con el Albacete y ya nada volvió a ser lo mismo: seguiste tu ruta por Alavés (2ª), Nàstic (2ª), Rumanía, Elche (2ª)... ¿Por qué no te mantuviste más tiempo en Primera?
Tras descender volví al Barcelona, hice la pretemporada, salí cedido al Alavés y ascendimos con Piterman, el loco ese. Había mucha experiencia: Bodipo, De Lucas, Nené, Rubén Navarro, Astudillo, Téllez, Bonano, Lluís Carreras, Carpintero… Qué equipazo. Fue la hostia. Subimos y regresé al Barça. Entonces rescindimos el año que me quedaba y me marché al Albacete en Segunda. Me quería el Alavés para Primera, pero el tema se truncó por un problema entre los presidentes. Luego ya anduve dando vueltas y pasé por 13 o 14 equipos.
Alguna anécdota con Piterman tendrás…
Venía a los entrenamientos con altavoces, tenía un coche Hummer y quería ir siempre delante del autobús del equipo a los campos… Menos mal que ahora el Alavés está bien. Vitoria me encantó. El clima es muy diferente al de aquí, pero fue un acierto firmar allí.
Luego pululaste por Segunda B, conseguiste un ascenso a Segunda con el Cádiz y colgaste las botas en el Orihuela en 2019.
En esas categorías se disfruta menos. Le ves las orejas al lobo y te das cuenta de que, como no aprietes, el fútbol te va echando. Tenía miedo: había que trabajar para mantenerse en Segunda B. Siempre he estado en equipos punteros y he jugado muchos playoffs. No quería que eso se acabase. Esa inquietud te hace apretar. ¿Un momento? Quizá el ascenso con el Cádiz en un año muy duro (15-16). Nos metimos de cuartos y la gente no confiaba. El primer partido de la fase, contra el Racing de Ferrol en casa, nos dio fuerzas. Pensábamos que iban a ser muy superiores, empatamos 0-0 y ahí nos lo creímos. En A Malata ganamos 1-2 con goles de Álvaro García y Salvi.

¿Cuando te retiraste tenías claro que querías ser entrenador?
Qué va. Pude haber seguido jugando. En el Murcia firmé tres años y el penúltimo, como el entrenador no contaba conmigo, me cedieron al Orihuela y subimos. Cuando volví, el club me propuso trabajar en la cantera. Recibí ofertas para prolongar mi carrera, pero decidí colgar las botas, irme con un ascenso y abrirme el camino de entrenador. Me saqué los cursos… y supuso una muy buena decisión. Lo de ser técnico no lo tenía claro. De hecho creía que, cuando me retirase, diría adiós al fútbol. Me compré una casa en Sevilla lejos de donde suelen vivir los jugadores para olvidarme de todo. Y mira, ahora soy un loco de esto.
En el Elche te dirigió Bordalás. ¿Cómo pegó un centrocampista de tanta clase y calidad como tú con él?
Bueno… Para mí fue una mala etapa. No disfruté, pero me sacó provecho. Cada vez que me metía desde el banquillo con 0-0 ganábamos. Y cuando perdíamos y salía yo, empatábamos. Era un fútbol diferente al que me gusta, pero de todo se aprende. Álvaro Cervera, aunque es defensivo, tiene otros recursos. Él sí me ponía siempre y obtuvo lo mejor de mí como titular. Tengo mejores recuerdos de él.
¿Bordalás ya era entonces como es ahora, por ejemplo con su obsesión de medir diariamente el peso de la plantilla?
Sí. Nos pesaba a mano en su vestuario. Yo estaba siempre bien, pero sé de compañeros que lo han pasado muy muy mal, hasta llegar al punto de levantarse por la mañana e irse a la sauna para sudar y bajar de peso. Somos humanos y a veces comemos más. Pero, bueno, en la élite hay que estar como un pincel y debes cuidarte.
¿La propuesta de David Sánchez se asemeja a la de alguno de sus extécnicos?
Me gusta mucho Vicente Moreno. Coincidí con él en el Nàstic. Es estricto con el peso, las normas, el juego ofensivo y el juego defensivo. Le da importancia a todas las parcelas. He tenido muy buenos entrenadores, pero Vicente dominaba infinidad de áreas. Me alegro de que a él y a Dani Pendín, su segundo, que vive en Jerez, les vaya bien. Con Pendín compartí vestuario en el Castellón. Les tengo un cariño enorme.
Renovaste con el Xerez Deportivo hasta 2026. ¿Crees que puedes llegar a dirigir en el fútbol profesional?
Sin duda. Es mi sueño. Tengo la sensación de que es mucho más difícil lograrlo como entrenador que como jugador, pero me estoy preparando para eso y lo voy a intentar.

¿Cómo le explicarías a alguien de fuera la rivalidad que se respira con el Xerez CD?
Fácil: en la ciudad hay dos equipos. Hace 11 años se decidió crear un club nuevo, el Xerez Deportivo, e intentamos convivir con el máximo respeto. En todos lados hay situaciones desagradables, pero nosotros debemos seguir nuestro camino. Llevamos bien la economía, tenemos 4.500 socios, cada vez crecemos más en la parcela deportiva, en marketing, en ropa… Hay margen de mejora. Como yo también me siento en un momento de ir hacia arriba, creo que podemos combinarnos bien. Mi hijo ya es un fanático del Xerez Deportivo. Le di una posibilidad de irme en verano y casi me mata. He encontrado mi sitio. Cuando entro en Chapín me recorre algo especial.
Ojalá se cumplan todos los objetivos. Muchas gracias por tu tiempo, David, y suerte para el partido de este domingo contra el Linares.
Muchas gracias a vosotros por la visita.