La familia Arribas vende el Rayo Majadahonda a un inversor mexicano que llega el 30 de junio

El Rayo Majadahonda siempre ha sido un club apetecible para inversores deseosos de entrar en el mundo del fútbol. Situado en una zona privilegiada de capital de España, el conjunto madrileño está controlado desde hace años por la familia Arribas, con el excentral de Rayo Vallecano, Osasuna o Deportivo (entre otros) Alejandro Arribas, como principal referente financiero del equipo, además de formar parte de la plantilla, aunque actualmente está lesionado.

Su padre, Pedro, ha venido actuando como presidente del club durante los últimos años. Llegaron a alcanzar el fútbol profesional y, tras haber competido en Segunda División durante la temporada 2018-19, volvieron a caer hasta la Segunda RFEF, donde se encuentran ahora mismo en la sexta posición del grupo 5º.

En esta situación deportiva la vulnerabilidad del club ante cualquier oferta es mayor y ha terminado ocurriendo lo inevitable: un grupo inversor mexicano ha alcanzado un acuerdo con la familia Arribas para hacerse con el control del Rayo Majadahonda en un acuerdo que contempla pagos desde este momento hasta el 30 de junio, que es cuando se harán cargo oficialmente del control del equipo.

El entrenador es otro Arribas, Jesús (hermano de Alejandro), y en la plantilla además de Alejandro hay algún nombre ilustre, como el hijo de Simeone, Gianluca, que juega de delantero centro. A pesar de sus pocos años de historia (se fundó en 1976) por sus filas han pasado futbolistas como Marcos Llorente, Munir o Lucas y Theo Hernández.

También entrenadores como Alfredo Santaelena, Julián Calero o Antonio Iriondo. En sus sesiones de entrenamiento de estas últimas semanas se puede ver, por ejemplo, al exdeportivista Lucas Pérez trabajando con ellos para no perder la forma mientras un nuevo equipo para continuar su carrera.

Los planes de la familia Arribas, a partir de ahora, pasan por la adquisición de un nuevo club madrileño aunque los primeros contactos con Las Rozas o Móstoles, por ejemplo, no han sido fructíferos por las altas cantidades que están pidiendo por estas operaciones sus dueños, en algunos casos rondando los 2 millones de euros.