La lección de vida del jugador del Europa al que una lesión en el tendón de Aquiles y una bacteria casi le cortan el pie
Tras dos años fuera, Sergi Pastells regresó al césped el pasado domingo, una semana antes del derbi contra el Sant Andreu.

"Fue una pelota que vino de cara, la bola botó, di un saltito y al dar el siguiente paso noté como si alguien me entrara por detrás. Pegué el típico grito pidiendo falta. Vino el central y me dijo que no, que no me había tocado nadie, que no me tirara. Y ya le dije: 'me he roto, si no me ha tocado nadie, me he roto'", recuerda Sergi Pastells (Barcelona 1993). Y sí, estaba roto, pero muy roto. Era el domingo 19 de marzo de 2023, el Europa jugaba en casa contra el San Cristóbal y se acababa de romper el tendón de Aquiles del pie derecho.
El pasado domingo, más de dos años después, contra el Cornellà, en el minuto 84 del partido, en el mismo escenario donde a punto estuvo de decir adiós al fútbol, volvió a jugar, a sentirse futbolista de verdad. Hoy estará en el Narcís Sala, siendo parte del sorprendente líder del grupo 3 de la Segunda Federación. Por el camino, a punto estuvo de perder el pie.
"Aquella temporada venía con molestias desde septiembre", admite ahora, al echar la vista atrás. Pero no paró de entrenar, ni de jugar, iba aguantando, aunque era evidente que algo fallaba. De hecho, en enero ya le habían infiltrado del Aquiles. Y es que a los 30 años, quien más o quien menos, y con su experiencia, poco o mucho "el cuerpo te avisa y te lo conoces".
Nacido en Barcelona, llevaba cuatro años en el Europa, en el club de la Vila de Gràcia, pero antes había pasado por el Sabadell, el Terrassa, el Granollers y el Castelldefels. El suyo era un nombre muy respetado en las divisiones del fútbol catalán y si no había llegado más lejos fue por esas cosas que tiene el fútbol, o por sus inquietudes personales, que todo influye. De hecho, es ingeniero, de máster, y claro, no siempre es fácil compaginar su profesión con el fútbol.
Pero aquel curso el tendón le molestaba, aunque no lo parecía, pues su rendimiento estaba siendo más que bueno: lateral derecho, carrilero de llegada, estaba jugando mucho, pero mucho, llevaba más de 20 partidos y de calidad, repartía asistencias y hasta metía muchos goles. Poco antes de lesionarse, le había metido dos a la Rapitenca que le dieron un triunfo importante a los escapulados.
🏟️🔊 El derbi català amb més soroll d'aquest cap de setmana es juga al Narcís Sala 🟡🔴🔵⚪️#SantAndreuEuropa pic.twitter.com/0MQm2bKa17
— Club Esportiu Europa (@CEEuropa) March 28, 2025
El 19 de marzo, sin embargo, acabó en urgencias. No necesitó ni una prueba. Tal y como le vieron los médicos, el diagnóstico estaba claro: el Aquiles estaba roto. El miércoles siguiente pasó por el quirófano. Fue operado por el doctor Berastegi, del equipo de Cugat, una garantía, y todo salió bien. Pero tuvo muy mala suerte. Una bacteria en la sala de operaciones le complicó la vida de mala manera y a las tres semanas se empezó a encontrar mal, no podía dormir, tenía fiebre. "Mal asunto", le dijo el médico, que le citó de inmediato en el hospital.
La bacteria que casi le corta el pie
"Cuando me retiró la inmovilización tenía el pie a punto de explotar, infectado... Me tuvieron que abrir de urgencia, limpiarlo... Terrible. Un mes ingresado. No perdí el pie por horas". O sea, una historia semejante a la de Cazorla. "Estuve casi un año para que se me cerrara una herida abierta, algo increíble, tuve muy, muy mala suerte". O buena, según se mire, porque en el peor de los casos hubiera sido un drama.
Médicos, compañeros, el fisio que le ha acompañado en este camino, preguntes a quien preguntes, o a él mismo, asumen que su vuelta a la competición se asemeja muy mucho a un milagro deportivo. "Con mis padres, con mis amigos, muchas veces he comentado que si he peleado por volver a jugar ha sido, sencillamente, por pura motivación personal, por el simple hecho de marcarme objetivos vitales. Una excusa para seguir adelante". La ayuda del fisio del Europa, Adrià Lorenzo, fue importantísima, porque la recuperación tampoco resultó fácil, ya que siendo ingeniero industrial y teniendo un trabajo que atender, compaginar horarios era complicado (este año se ha pedido una excedencia, para poder estar a tope).
Llegados a este punto, reconoce que la ayuda de Lorenzo resultó imprescindible, por sus cuidados físicos... y mentales. "La batalla no ha sido fácil, muchos días pensé en dejarlo. Si lo he conseguido, ha sido por la ilusión de jugar a fútbol. Me gusta demasiado". En el Sabadell había tenido una lesión de cruzados: "Eso me ayudó, volví de aquella, lo había pasado una vez. Y, aunque se complicó mucho, era un pasito a pasito, y lo conseguí".
Pero ahí está. Al punto de que Aday, el entrenador, le devolvió al pasado domingo al campo. "Nos sacó a calentar muy pronto porque no empezamos muy bien". Y en el minuto 87 le dijo: "Un minuto y dentro". "No fue un regalo, ¿qué te crees?", avisa el técnico, el que fuera jugador del Girona. "Si jugó es porque se lo ha currado. Se lo ha ganado, como todo el que juega. Íbamos 1-0, no estaba ganado, había tela que cortar. Le puse porque pensé que el partido le necesitaba, no fue un premio".
"Buf, las piernas me iban solas. Hubiera jugado dos partidos", dice Pastells. Cuando acabó, sus compañeros le mantearon frente a la grada de los Escapulats, la del gol de la calle Pau Alsina: "Fue superemocionante. La sensación de orgullo, de plenitud, la gente coreando mi nombre cuando salí al campo. Estuve casi diez minutos llorando... Fue algo inolvidable".
No está claro que hoy juegue el derbi. Aday ha convocado a todos y hoy habrá un descarte: "No sé, estoy ahí, soy uno más, porque puedo entrenar con ellos. Y eso ya es mucho, los nervios de si voy convocado, de si me toca jugar... Si juego, pues jugaré, si me toca banquillo, banquillo, y si no, a la grada, pero este derbi para mí será superespecial". Vive en Gràcia, juega en el Europa y dos años después, vuelve al Narcís Sala. Se llama Sergi Pastells y su historia es ejemplar.