SEGUNDA RFEF

Un día cualquiera junto a Pepe Mármol, el mejor utillero del mundo

Pepe Mármol lleva 50 años levantándose a las cinco de la mañana para servir al Terrassa Futbol Club, donde es más que una leyenda viva.

Pepe Mármol, leyenda viva del Terrassa FC. /RELEVO
Pepe Mármol, leyenda viva del Terrassa FC. RELEVO
Toni Juanmartí

Toni Juanmartí

Son las 05:56 de la mañana en Terrassa, Barcelona. José Mármol Morales (Castro del Río, Córdoba, 2 de julio de 1950), más conocido como Pepe Mármol, sale de su portal y levanta la cabeza para buscarme. Pese a la lluvia y la oscuridad, me encuentra con facilidad. "¿Te he hecho madrugar, eh?", suelta con una energía impropia de esas horas. Ya hace un rato que ha tomado su café con leche, justo antes de sacar a su perra, 'Daisy'. El andaluz no comerá nada hasta las dos, su única pausa hasta que regresa a casa, rara vez antes de las ocho de la tarde.

A sus 72 años, Pepe vive cada día como si fuera su primero en el Terrassa Futbol Club, equipo de Segunda RFEF. Puede parecer un tópico, pero mantener la ilusión durante 50 años es una hazaña. Nunca ha pensado en irse. El cordobés entró en la entidad en 1972 como auxiliar de Isidro, utillero en aquel momento. Solo tenía 22 años y entonces jamás habría creído que el paso del tiempo le convertiría en leyenda. Tanto es así que el ayuntamiento de la ciudad le entregó, en 2016, la medalla al Mérito Deportivo. Mármol lo recuerda con orgullo y emoción, aunque no le entusiasma que le homenajeen.

Llegamos al Estadi Olímpic, nuestra primera parada. Encarna, su esposa, realiza ahí trabajos de limpieza. El feudo habitual del club está en obras, por lo que se trata solo de un pit stop para recoger la ropa. El entrenamiento, que arranca a las 10:30, será en Can Anglada, campo del CP San Cristóbal. Me bastan pocos segundos en las instalaciones para darme cuenta de que Pepe es un tipo único: sabe de memoria qué botas y qué ropa interior usa cada jugador. Intento ayudarle a agrupar las camisetas, pero, en silencio, recoloca todo lo que hago. Indirecta captada, así que me adentro en el cuarto de la lavadora. Dos fotos de un pequeño futbolista cuelgan de la pared: es su nieto, que milita en el juvenil del Terrassa y al que jamás ha ido a ver. "Si estás en el trabajo, hay que hacerlo lo mejor posible. Primero va el trabajo y después la familia" , reivindica.

«El cariño diario de los jugadores me anima a seguir»

Mientras esperamos que algunas toallas se acaben de secar, disparo. Quiero conocer su secreto. "Paso más tiempo aquí que en mi casa. Lo que me anima a seguir es el cariño diario que recibo de los jugadores. Sus saludos, sus abrazos... Mientras tenga salud y me dejen, seguiré. Me siento fuerte", responde Pepe, al que lo humano le llena mucho más que su humilde retribución: desplazamientos y gasolina. Si Mármol se moviera por el dinero no habría aguantado casi medio año sin cobrar. La plantilla egarense se encerró en el vestuario en 2010 en señal de protesta por los impagos. Pepe se sumó a la causa, pero sin dejar de trabajar desde el interior del recinto. "Algunos no podían ni comer. Si no haces fuerza, estás jodido", recuerda.

La lluvia sigue cayendo cuando arrancamos hacia Can Anglada. "Abrígate", le exige Encarna al despedirse. En mi coche, recupero una reflexión del utillero que me ha sorprendido. "La juventud de ahora es diferente, te apoyan en cosas que antes no veías. Antes los jugadores eran más profesionales y no se implicaban, lo dejaban todo de cualquier manera". Lo que no cambia es lo mucho que se 'raja' en un vestuario. "Habré escuchado mil conversaciones que no debía, pero jamás he contado nada. Nunca opino de fútbol porque no estoy aquí para eso", recalca. Eso sí, con tantos partidos vividos a sus espaldas, pronto detecta si el equipo ha salido enchufado. "Hay días que me digo: 'Hoy ya veo que no vamos bien'", admite. Por cierto, en 50 años jamás ha recibido una tarjeta amarilla.

Pepe Mármol no pierde detalle de lo que ocurre en los entrenamientos.  RELEVO
Pepe Mármol no pierde detalle de lo que ocurre en los entrenamientos. RELEVO

Todavía es de noche cuando llegamos al campo del San Cristóbal. Cargado con dos bolsas, Pepe camina más rápido que yo. En ningún momento he tenido la sensación de haber captado del todo su atención. "No me gusta hablar, aún no sé cómo he accedido a hacerlo contigo", desliza con una sonrisa de pura bondad. En el vestuario no hay luz, ni la habrá durante un buen rato. A oscuras, Pepe va colocando la ropa y las botas sobre los bancos. Por supuesto, conoce de memoria dónde se sienta cada jugador.

«No he pasado con mis hijos todo el tiempo que debería»

Mientras el cuerpo técnico no llega, el cordobés comparte conmigo algunos recuerdos. "La época más exitosa fue en Segunda A, con Miguel Álvarez. En los desplazamientos me llevaba un cargamento de ropa, pues entrenábamos a mitad de camino, jugábamos y después volvíamos a entrenar a mitad del camino de vuelta". En más de una ocasión, Pepe había estado 48 horas sin dormir. Al llegar a Terrassa a las tantas de la madrugada, el andaluz se quedaba limpiando ropa hasta que empezaba el entrenamiento de la mañana siguiente. Tras la sesión, seguía con su trabajo hasta finalmente poder descansar por la noche.

Pepe siente el Terrassa como nadie. Años atrás, decidió pintar el Estadi Olímpic él solo. El ayuntamiento tardaba en dar el paso, y Mármol es un hombre de hechos más que de palabras. En menos de mes y medio, el coliseo egarense lucía un nuevo aspecto. El utillero andaluz odia dejar las cosas a medias. "A veces estoy durmiendo y me digo: 'Tengo que hacer esto'. Me levanto rápido y lo hago", confiesa. Se entiende, pues, que se negara a abandonar un partido mientras nacía Juan, su hijo pequeño. Tras el pitido final, entonces sí, Pepe acudió al hospital. "No he estado con mis hijos todo el tiempo que debería", reconoce.

Pepe Mármol pasa más horas en el Estadi Olímpic que en su casa.  RELEVO
Pepe Mármol pasa más horas en el Estadi Olímpic que en su casa. RELEVO

Son las 09:45 y los primeros jugadores empiezan a llegar. Nadie se olvida de saludar a su utillero. Suena la música en el vestuario y, con ella, caen las primeras bromas. "¡Vamos Pepe, báilate eso!", se escucha. Jordi Cano, delantero de 27 años, alucina con la profesionalidad del cordobés. "Llego un día y me lo encuentro limpiándome las botas. Ni que yo fuera Mbappé...", relata para ilustrar cómo se sorprendió al principio con la extrema dedicación del utillero.

«Pepe es como un padre para todos nosotros»

José Ortega, guardameta del cuadro egarense, va incluso más allá: "Pepe es como un padre para todos nosotros", afirma. "Nos cuida como a sus hijos, nos hace la vida muchísimo más fácil y nunca se olvida de ningún detalle. Sabe hasta nuestro DNI", cuenta el arquero, indignado desde el cariño con las reiteradas ausencias de Pepe en las cenas de equipo. "Solo vino a una y porque acudió también su mujer, que sino, ni viene", revela.

Durante el entrenamiento, el andaluz se permite un pequeño respiro. No demasiado, pues no pierde ojo a los balones que se escapan para ir a buscarlos. En la banda, analizamos qué se necesita para ser un buen utillero."Tener ilusión, echarle muchas horas, tener ganas de trabajar y estar siempre pendiente de qué puede necesitar el jugador. Hay que controlar todos los detalles: que estén cómodos con la ropa, las tallas, las botas... Los chicos tienen que verte delante suyo", desgrana. Acto seguido, Pepe me deja con la palabra en la boca. Se ha ido una pelota a la vía del tren y Mármol va a por ella.

Pepe Mármol es el utillero del Terrassa FC desde hace 50 años.  RELEVO
Pepe Mármol es el utillero del Terrassa FC desde hace 50 años. RELEVO

Para un entrenador, contar con la figura del cordobés es un auténtico lujo. Lo confirma el técnico del Terrassa, Jordi López, que nos atiende tras la sesión. "Pepe aglutina todos esos valores de club, sentimiento, pasión, humildad, trabajo... Tiene una preocupación constante para ayudar y que esté todo preparado. Cuando tenemos días libras le digo: 'Pepe, por favor, descansa'. Pero nunca me hace caso", relata el exjugador del Real Madrid, club con el que llegó a debutar en Champions, Liga y Copa del Rey entre 2002 y 2004. "En los partidos me abrazo con él en los momentos críticos. Cuando tienes al lado una persona así, con esa ternura y esa profesionalidad, es algo maravilloso. Somos muy afortunados de poder disfrutarlo", valora.

Algunos jugadores ya se han ido. Otros están en la ducha o en el fisio. Y merodeando por ahí, Pepe sigue a lo suyo: recoge la ropa usada, cuenta que no falte ningún balón y prepara las bolsas de material para llevarlas de nuevo al Estadi Olímpic.

Pepe Mármol, una vida entregada al fútbol.  RELEVO
Pepe Mármol, una vida entregada al fútbol. RELEVO

«La gente pasa. Yo pasaré y nadie se acordará de mí cuando no esté»

Llega el momento de marcharme. Son casi las 13:30 y aunque en realidad compartí solo ocho horas con Pepe, mi sensación es que fueron muchas más. Me despide dándome la mano pero me atrevo con un abrazo. "¿Qué matraca te he dado, eh?", bromeo. Pepe no responde pero sonríe, confirmando sin querer que atenderme ha sido un esfuerzo más que un placer. Ni le gustan los focos, ni se considera alguien especial. "La gente pasa. Yo pasaré y nadie se acordará de mí cuando no esté", apunta el utillero, al que todavía restan unas seis horas para finalizar su jornada. Don Pepe Mármol no puede estar más equivocado en su afirmación. De hecho, ya se trabaja con la posibilidad de que el coliseo egarense pase a llamarse Estadi Olímpic Pepe Mármol.

Sin su trabajo, el día a día del Terrassa no sería posible. En realidad, no obstante, su mejor aportación reside en lo humano. Lleva 50 años dando clases de humildad y entrega, de la misma manera que los jugadores acumulan medio siglo poniéndose las botas con él a nivel de aprendizaje. Porque en un minuto con Pepe caben millones de valores. Y todos ellos ayudan a ser mejor persona.