El Sabadell-Sant Andreu bate récords: supera a seis estadios de Segunda y reabre el debate sobre la conveniencia de un ascenso
6.953 espectadores se dieron cita en un partido de Segunda RFEF.
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La palabra más repetida entre los 2.000 aficionados del Sant Andreu que acudieron el pasado domingo al campo del Sabadell para ver a su equipo en un partido de Segunda RFEF, la cuarta categoría del fútbol nacional, es "historia". Y no precisamente por el 0-4 que le endosaron en su campo al tercer club de Cataluña con más temporadas en Primera, un histórico en horas bajas, sino por tratarse del desplazamiento más masivo de las 'andreuencs' desde 1950 y porque en la Nova Creu Alta se citaron casi 7.000 espectadores.
Fue una jornada festiva que confirma que el fútbol popular es una fiebre imparable, especialmente en Cataluña. Nàstic de Tarragona, en Primera RFEF; Sabadell, Sant Andreu, Europa, Olot o Lleida, en Segunda RFEF; y, en menor medida, Reus o Montañesa, en Tercera RFEF, o Manlleu y Júpiter, todavía más abajo, han creado un sentimiento de comunidad alrededor del club que les permite meter en sus estadios a centenares y miles de espectadores, muchos de los cuales han aborrecido el fútbol profesional, convertido según ellos en un negocio, y se han acercado a los equipos de sus ciudades, pueblos y barrios por mucho que no jueguen la Champions ni LaLiga. Y tampoco les importa.
El Sabadell-Sant Andreu lo vieron en directo 6.953 aficionados, récord en la jornada de Segunda RFEF. No solo eso. En la actual temporada de Primera RFEF, apenas dos de los 40 estadios de la categoría tiene una media de público superior a la entrada registrada ayer en la Nova Creu Alta. El dato habla por sí solo. Son el Enrique Roca del Murcia (promedio de 14.357 espectadores) y el Rico Pérez del Hércules en Alicante (9.885).
Y en Segunda División A, una categoría profesional que está dos escalones por encima de Segunda RFEF, hasta seis estadios están por debajo de los 6.953 espectadores de media: Anduva (Mirandés), Nuevo Pepico Amat (Eldense), Ipurua (Eibar), Cartagonova (Cartagena), El Alcoraz (Huesca) y A Malata (Racing Club de Ferrol). De hecho, el pasado fin de semana al Eibar-Racing de Santander (6.307) y al Racing de Ferrol-Córdoba (5.252) acudieron menos aficionados que a la Nova Creu Alta.
🕊️ 𝐏𝐄𝐋 𝐏𝐀𝐋𝐎𝐌𝐀𝐑 𝐈 𝐋𝐀 𝐒𝐄𝐕𝐀 𝐀𝐅𝐈𝐂𝐈𝐎́
— Unió Esportiva Sant Andreu (@uesantandreu) February 23, 2025
💛❤️ Una nova obra d'art! pic.twitter.com/mt11oPVISH
El éxito del fútbol de barrio se explica por el desencanto de parte de los aficionados con los clubes de élite, cada vez más alejados del socio, y por los esfuerzos de algunos equipos no profesionales en acercarse a los suyos, promoviendo precios populares en las entradas y los abonos. A principio de temporada, por ejemplo, se podía adquirir el carnet del Sant Andreu por apenas 60 euros. Y ayer, también el Sabadell hizo un esfuerzo al ofrecer más tickets al club quadribarrat después de que los 1.200 boletos en el sector visitante se agotaran en cuestión de horas.
El precio del éxito
En casos como el del Europa y el Sant Andreu, el éxito social ha traído consigo el éxito deportivo, con ambos clubes, primeros y segundos respectivamente, peleando por el ascenso a Primera RFEF. Deportivamente, subir a la categoría de bronce, la antesala del profesionalismo, supondría un hito innegable para ambas entidades, muy modestas, pero también un auténtico dolor de cabeza. ¿Por qué? Pues porque, entre otras cosas, en Primera RFEF a día de hoy se exige césped artificial, y ninguno de los dos clubes dispone de él.
𝐀𝐐𝐔𝐈́ 𝐄𝐒𝐓𝐄𝐌 𝐄𝐋𝐒 𝐀𝐍𝐃𝐑𝐄𝐔𝐄𝐍𝐂𝐒
— Unió Esportiva Sant Andreu (@uesantandreu) February 23, 2025
Que bonic és ser del Sant Andreu. Gaudiu! 💛❤️ pic.twitter.com/leqfVPLf1z
Es inviable que el Nou Sardenya o el Narcís Sala pueden tenerlo porque se tratan de dos campos de propiedad municipal en el centro de Barcelona donde entrenan semanalmente centenares de niños. La hierba natural no soportaría tanto trajín y parece altamente improbable que el uso de sus estadios pueda llegar a ser de uso exclusivo para el primer equipo. En ese caso, la lógica invita a pensar que si no se replantean las exigencias de Primera RFEF, lo cual ya se ha puesto sobre la mesa en alguna ocasión, Europa y Sant Andreu, de subir, deberían mudarse a Sabadell, Gavà, Montjuïc o a las ciudades deportivas de Barça o Espanyol, como hizo el Cornellà el curso pasado.
La conveniencia de un hipotético ascenso hace tiempo que es un tema de debate entre las respectivas directivas y también entre los aficionados, muchos de los cuales no contemplan la posibilidad de abandonar su estadio, atendiendo que la gran fuerza de ambas entidades está en el ambiente que se crea cada quince días en el Nou Sardenya y el Narcís Sala, convertidos desde hace tiempo en lugares de reunión y de militancia para la gente del barrio.
Algunas voces incluso van más allá, considerando que Europa y Sant Andreu en ciertos aspectos es más un modus vivendi más que una afición deportiva. Y que no se entienden sin la camaradería que se respira en los desplazamientos. Un ascenso supondría perder posibilidades de viajar con el equipo, puesto que los precios serían más altos y las distancias mucho más largas; no es lo mismo ir a Olot que a Zamora.
En este sentido, existen otras realidades, como la del Sabadell o el Nàstic de Tarragona, en cuyos casos el ascenso se percibe prácticamente una obligación porque por presupuesto, instalaciones -ambos disponen de hierba natural- e historia actualmente consideran que están en una categoría que no les corresponde.