Alessio Tacchinardi vuelve al trágico penalti de Riquelme: "Me gustaría recordárselo, pero le estimo y respeto demasiado"
El exjugador de la Juventus y el Villarreal repasa su ilustre carrera como mediocentro y cemento de sus equipos.

Probablemente no se recuerden partidos espectaculares de Alessio Tacchinardi (provincia de Cremona, 1975), pero hay algo mucho más seguro aún… Y es que jamás jugó mal. En su posición de cuatro -pivote defensivo- solía situarse como nexo entre la defensa y la parte más creativa del centro del campo. Era un equilibrador, un termómetro, una brújula andante que guardaba en su mente la bitácora de cada encuentro. Era una mezcla de Sergio Busquets y Albertini, luego no es exagerado que estuviera -como él mismo reconoce- muy cerca de fichar por el Barça de Rijkaard. De esto, del Villarreal y la Juventus (sus principales clubes), charla con Relevo por teléfono.
Siempre has dicho que Cesare Prandelli te cambió la vida como jugador. Estabas en la cantera del Atalanta.
Sí, porque el año antes tuve un técnico que me hizo perder la pasión y la autoestima. No me sentía bien, incluso ya no tenía ganas de jugar. Cuando llegó él, me colocó en mi posición y me dio el brazalete. Me hizo sentir el mejor futbolista del equipo. De ahí en adelante ganamos mucho en todas las categorías hasta mi debut con el primer equipo. Cada vez que lo veo se lo digo: fue el primer gran técnico de mi carrera. Siempre lo he reconocido públicamente.
De la final sub'21 que ganasteis contra España en 1996, ¿qué recuerdas?
Todo. Cesare Maldini era el seleccionador. En la final tuvimos algo de suerte. España, creo, mereció más. Nosotros demostramos gran espíritu, como siempre.
Raúl, De la Peña, Mendieta… ¡Menudo equipo!
Esa España ya jugaba un fútbol diferente. Posesión de balón, agredir arriba… Era la primera versión con esta idea propositiva que tanto nos encandiló después. Al menos, que yo recuerde. Nosotros, sin embargo, usábamos el contragolpe, la táctica, la defensa. Ganamos por penaltis, pero honestamente… La victoria fue más de corazón que de otra cosa. España jugó muy bien, y mereció algo más.
Ensalzas una idea revestida con un centro del campo magnífico. Curioso que algunos de ellos no triunfaran en Italia.
Yo he jugado en España, y allí es todo talento e individualidades. Allí entendí la gran diferencia con el Calcio. Mira, Iván de la Peña y Mendieta eran magníficos, pero en España. La Serie A de entonces era demasiado táctica. Si tengo que hablar de mi experiencia en la Liga, digo que hay poco tacticismo, pocos mecanismos defensivos… En este campeonato extranjero me encontré que debía defender una zona, y detrás había un vacío de cuarenta metros. Es todo diverso, siempre uno contra uno, cero cálculos tácticos… Me encontré muy bien porque me sedujo.
¿Al Villarreal llegaste demasiado tarde? Te lo pregunto porque en nuestra conversación precedente a la entrevista hablabas de que te reprochabas, te arrepentías de algo…
Sí, porque cuando volví a Italia para jugar en Serie B con el Brescia anoté once goles (más que en diez años con la Juve). Atacaba, atacaba siempre, mientras que antes de mi paso por Villarreal era el clásico centrocampista que defendía.
España te cambió.
Sí, mucho. Esto para explicarte cómo De la Peña y Mendieta sufrieron tanto. Son futbolistas de balón. Si le pones, en el caso de Gaizka, a hacer la diagonal defensiva o en un centro del campo como volante en la izquierda… No, no es capaz. Nunca lo hizo. Ni siquiera cuando era niño. Le conozco muy bien. Cuando estaba en la Lazio, y jugaba contra mí… Ya se veía desubicado. Sufrió mucho el tacticismo, algo que aquí en Italia se entrenaba de martes a viernes. Entiendo que fuera tan duro para él. Empatizo con eso, claro que sí.
¿Cómo fue con Riquelme y Forlán? Fútbol salvaje sin ataduras.
Estupendo. Yo cogía el balón, y divisaba uno a treinta metros y el otro a cincuenta. Nuestros zagueros tenían pies de mediapunta. No defendían, sino que atacaban desde atrás. Recuerdo a Juan Peña… Era un trescuartista estupendo que jugaba como central en la retaguardia. Algo revolucionario.
En tu caso, conseguiste ser un líder silencioso tanto en la Juventus (1994-05) como en el Submarino Amarillo (2005-07).
Sí, pero repito que era un fútbol diferente. Aquí tengo que abrir un capítulo nuevo para hablar de los representantes, quienes deben entender las características de sus representados para saber dónde les mandan. Deben entender el fútbol, basta… Y, por supuesto, conocer perfectamente cómo juegan sus futbolistas. ¿Has visto Zlatan Ibrahimovic?
¿Qué?
No es para el fútbol español. Para el italiano o el inglés sí, pero para la Liga no, por favor. Giuseppe Rossi, sin embargo, es más del español. Él era todo driblar, encarar, siempre uno contra uno, jugando con espacios, velocidad… En los enjambres matemáticos y tácticos bien tupidos, sufría.
También reconoces que Italia ha cambiado. Ya no está tan sitiada atrás.
Sin duda, es menos defensiva. Hoy ves a la Juve, y te das cuenta que nadie defiende. Locatelli, por ejemplo, es de toque más que otra cosa. Ya no hay un Ambrosini, un Tacchinardi o un Gattuso. Esos han desaparecido.
Davids, Paolo Sousa o Deschamps son algunos medios defensivos que jugaron a tu lado en la Vecchia Signoria, con la que ganasteis una final de Champions (contra el Ajax, 1996) y perdisteis tres (Milan, Real Madrid y Dortmund). Cuando Rijkaard fichó a Davids, y al año siguiente se llevó Albertini… Recuerdo que tu nombre sonó para los culés. ¿Es verdad?
Claro que lo es. Me habría encantado. Surgió esta posibilidad, y la pena es no haber podido vestir esa camiseta. Habría sido el gran coronamiento de la carrera. El Barça es un club especial. Le tengo una admiración increíble. Cuando trabajaba allí Ariedo Braida me invitó para conocer el club, la ciudad, que es fantástica… ¡Qué pena no haber fichado por el Barça!
¿Qué sucedió? Rijkaard, quien finalmente se llevó Albertini, necesitaba -ante la plaga de lesiones (Gabri, Edmilson, Motta…)- un líder con experiencia que aceptara el rol de suplente.
No recuerdo por qué no se llevó a cabo, pero todo lo que dices es verdad. Yo estaba dispuesto, claro.
Volvamos al Villarreal de Pellegrini, que rozó la final de Champions en la eliminatoria contra el Arsenal. Tú el partido de vuelta, en El Madrigal, no lo juegas por sanción.
No recuerdo si era por eso o por un problema en la rodilla, que se me hinchaba siempre. Me perdí partidos por ese problema. Ya me pasó en la final de Copa de Europa en Roma contra el Ajax (1996). También el Mundial. En este caso que mencionas creo que vi tarjeta en la ida por una falta que le hice a Fabregas. Nos merecimos jugar la final de Champions por lo que se vio en el campo. Tengo una herida abierta en el corazón por eso. Hicimos un torneo increíble, era un grupo maravilloso.
El famoso penalti de Román Riquelme.
De vez en cuando, cuando nos mandamos mensajes, me gustaría decírselo, pero le tengo tanta estima, admiración y respeto que… Verás, tengo su camiseta de Argentina, todo un orgullo para mí. Voy a verla de vez en cuando. Pero sí, a veces me entran ganas de decirle: "Román, ¿Qué cojones…?" Él y Nedved…
Curiosamente, los mejores.
Exacto. Pavel Nedved, cuando disputamos las semifinales contra el Madrid, vio una tarjeta que le hizo perderse el choque fratricida contra el Milán (2003). Cuando los veo querría matarlos (risas) en el buen sentido del término. Se lo decía el otro día a un amigo de mis hijos…
¿El qué?
He jugado con y contra los mejores de siempre. Alessandro Del Piero, Totti, Zidane, Riquelme, Beckham, Ronaldo el Fenómeno, Trezeguet, Roberto Carlos… Monstruos sacros.
¿Te sorprende que Zidane no entrene?
Siento no verle en el banquillo. Un ganador, y lo ha demostrado con el Madrid. Un tipo con una humanidad increíble. Me encantaría verlo dirigir a la Juventus. Te soy sincero, la verdad, creo que el perfil sería perfecto. A ver si nos vemos pronto y le reto a pádel. También es bueno ahí, me dijeron. Es un amigo. Yo, cuando tenía el balón y no sabía qué hacer, se la daba a él, Del Piero o Trezeguet. Puedes imaginarte lo privilegiado que era.
Quizás ellos también eran afortunados por tener un sostén atrás.
Sí, puede ser. También Edgar Davids… Todos necesitaban un jugador que diera equilibrio, solidez.
Idem El Ingeniero, que tenía a Senna, Josico, un tal Tacchinardi… Con ellos te aclimataste bien, ya lo creo.
Senna, ¡Qué jugador! Enorme, increíble. Y sí, quizás mi inteligencia radicaba en entender mis defectos para minimizarlos, y así poder exaltar mis virtudes o habilidades. Nunca fui un fenómeno, pero me encantaba verticalizar la jugada, dársela enseguida a ellos para que crearan. Era todo dinámico, sí. Luego les cubría, tapaba huecos o zonas donde pudieran agredirles… Les protegía, en definitiva. Edgar subía como un loco, Antonio Conte era más un atacante que otra cosa… Yo, de alguna manera, compensaba. Mi trabajo lo sabía hacer.
No me quiero despedir sin recordar la final de la Champions contra el Madrid. La séptima, la de Mijatovic. ¡Erais favoritos! Lippi era un maestro ahí.
Un partido muy extraño. Yo jugué el segundo tiempo. Del Piero tuvo un problema durante la semana en el abductor. No pudo ser él. Creo que con él y Zidane al 100% habríamos ganado. Por no hablar del gol de Mijatovic en fuera de juego o la ocasión de Davids delante del portero, a un metro… Las finales son episodios, y estos no estuvieron de nuestro lado. Aún así, no jugamos bien. Notas la presión, claro. Pero hay choques que te reprochas en la vida. En este caso, tanto con el Madrid como con el Dortmund… No faltó algo de suerte, porque a priori parecían factibles.
En las finales quien siempre cae de pie es el Madrid.
No sé. El Madrid sabe, conoce los mecanismos de la victoria. Por eso siempre va a buscarla. Eso y que a veces la fortuna, el destino, el fato le acompaña. Lo que deseo es que la Juventus vuelva a alzarla lo antes posible.
¿Sabes que esta semana hay un Villarreal-Real Madrid?
¡Mamma mia! Recuerdo el mío. Empatamos a tres en el Santiago Bernabéu. Era 2007. Creo el último partido de liga, cuando lo dejó Zizou. Podíamos haber terminado cincuenta a cincuenta o más áun. Nadie defendía. Qué divertido, qué espectáculo, qué bonito.