Así movía Moggi los hilos del fútbol: "A Florentino Pérez le saqué más del doble de lo que me ofreció"
El que fuera director deportivo de clubes como Nápoles o Juventus reconstruye dos décadas llenas de luces y sombras.

Es peligroso estar más de dos horas con Luciano Moggi (Monticiano, 1937), quien fuera durante muchos años director deportivo de clubes como el Nápoles, el Torino, la Roma, pero sobre todo la Juventus, donde fue condenado (aunque su delito prescribió) por el escándalo 'Calciopoli'. Éste se llevó por delante un sistema podrido con un clan que condicionaba partidos, árbitros, fichajes, campeonatos y periodistas.
La cita es en Nápoles, concretamente en el hall del Hotel Paradiso. Situado en la prestigiosa y sugestiva colina de Posillipo, asomada al golfo, dejando a un lado Sorrento y, al otro, la isla de Capri. Custodiándolo todo, se encuentra el Vesubio, testigo de las fiestas nocturnas con prostitutas que organizaba allí Maradona durante su periodo sureño. Así lo confiesa el propio Moggi, con una capacidad de seducción tal que lo mejor es tomar distancia y, sobre todo, no pretender encontrar la auténtica realidad de los hechos, quizás porque en Italia -donde todo es relativo- simplemente no existe.
"A mí no me interesa perder tiempo para alargar los días. Yo he ganado donde quiera que he ido"
El macho alfa llega con dos horas de retraso, y no toma un sorbo del café que ya estaba frío. "Mira, voy a ser claro. A mí no me interesa perder tiempo para alargar los días. Yo he ganado donde quiera que he ido. Aquí en Nápoles estuve con Diego, que se marchó por el doping. Tenía defectos de comportamiento, pero era un jugador excepcional y eso lo tapaba todo. Discutimos varias veces. En una ocasión le dejé en el banquillo, en Moscú, pasando frío. Nos jugábamos la vida, pero no me importaba. Sabía que si él se marchaba se montaba una buena en la ciudad, pero si me iba yo no pasaría nada. Así se lo hice saber al presidente Ferlaino y al propio argentino, y así fue", recuerda sin más dilación.
Era -y es- la praxis de Moggi: mandar mucho y sin miedo, en ocasiones con pocos escrúpulos. También aplicar cinismo a la vida, afrontándola siempre con una picardía desmedida. La usaba también para los fichajes, tema del que comienza a hablar cuando Relevo le regala una carta de una baraja donde aparece su caricatura bajo el título: Lucky Luciano, compra siempre un defensor del rival. Fichó a Roberto Pruzzo para la Roma, arrebató al Parma a Del Piero y se anticipó a todos con Paolo Rossi. "Y Buffon. Me adelanté al Barça. La gente habla; yo actúo", reconoce cuando sabe perfectamente que era Joan Gaspart quien ya estaba en Italia para llevarse al mítico guardameta.
"Buffon me costó la mitad de lo que la gente dice"
"Además, no me costó cien mil millones de las viejas liras, como todo el mundo dice, sino la mitad, porque la otra mitad la saldamos con la venta de un jugador (Jonathan Bachini). Con Laporta, que es más listo, quizás no habría podido ficharlo. O no, quién sabe", admite con sorna. El resto es historia: Gigi se quedó para ser leyenda, pese a que sobre la mesa del entonces presidente del Parma, Calisto Tanzi, había ciento diez mil millones de liras. Los ofrecidos por Gaspart, quien estaba allí junto a Silvano Martina (entonces agente del portero), dispuestos ya a firmar un contrato por seis años con la entidad azulgrana. Era el año 2001.
"Florentino estaba enamorado de Zidane y yo de su dinero"
A Buffon se lo llevó Moggi porque fingió no quererlo. Algo bien distinto sucedió con Zidane y el Madrid. "Vino Florentino Pérez varias veces a Nápoles. Le encantaba que le llevara a comer pescado. Es un amigo. Me preguntó si podía decir al socio del Madrid, cuando ganara las elecciones, que estaba negociando con la Juve para llevarse a Zidane. Le dije que sí lo podía decir, pero sólo porque FIAT estaba en crisis, aunque eso él no lo sabía. Necesitábamos ese dinero, mucho. Además, ya tenía fichado a Nedved como sustituto. Me gustaba más porque el checo tenía mucho más gol. A Florentino le acabé sacando el doble de lo que me ofrecía. Mientras más veces decía a su gente que lo compraba más le subía yo el precio… Hasta llegar a los casi ochenta millones de euros que costó. No fue difícil negociar con él, porque estaba enamorado de Zidane y yo de su dinero".
Ancelotti e Ibrahimovic
A esos dos golpes de maestro se añadieron otros tantos, como el fichaje de Zambrotta, de Thuram o cuando mandó a Edgar Davids al Barça como castigo porque el holandés quería jugar de play en la Juve. "No sabía. Le mandé a la grada para que estudiara la posición y luego le dije que le haría un examen. Suspendió, y le dije que se marchara", relata con cierta soberbia.
En algunos casos, usó estratagemas mucho más sucias… Como las ejecutadas con Cannavaro cuando estaba en el Inter, donde se pasó un buen periodo en el dique seco por una presunta factura por estrés. El boss lo niega, pero la Fiscalía de Nápoles sacó a la luz -en plenas investigaciones por el escándalo Calciopoli- unas interceptaciones donde Moggi decía al defensor que fingiera lesiones para poder fichar por los turineses al año siguiente. "Falso. Lo querían vender, porque tenían a Córdoba y Materazzi", espeta. No menos ignominiosa fue la llegada de Ibra a Turín. "Le dije que discutiera con el capitán Van der Vaart y les lanzara un órdago para que el club eligiera. Yo ahí aproveché para ficharlo", espeta henchido al escucharse y recordar su modus operandi. "Te cuento la última. Cuando fiché Ancelotti para la Vecchia Signora. Era un buen entrenador, hoy en día se ve, pero le faltaba punch, temperamento. Dos años después lo mandé a Parma para que fichara por un club turco, porque yo quería a Lippi. Entonces me llamó Berlusconi para pedírmelo y le dije que se diera prisa si no quería perderlo porque se iba a Turquía".
No termina ahí la historia con Carletto. "Tuvo suerte en conocerme. Lo fiché para la Roma, luego lo vendí al Milán para que ganara títulos como jugador. Después, como entrenador, me lo traje a la Juve contra la opinión de los hinchas. Me decían que había traído a un cerdo". ¿Qué respondió usted? "Pues que sería la primera vez que tendríamos a un cerdo como entrenador".
Plusvalías ficticias
A día de hoy, Luciano Moggi sigue siendo una especie de gurú para la familia Juventus. Como hacían con Cruyff en el Barça cuando el holandés ya estaba fuera de los focos, varios entrenadores y directivos siguen consultándole sobre posibles fichajes. "También Allegri", confiesa. No le hicieron caso con Cristiano Ronaldo. Ni a él ni al entonces director deportivo Beppe Marotta (hoy en el Inter). Andrea Agnelli, hoy inhabilitado por el escándalo plusvalías y algunos sueldos opacos a sus jugadores durante el covid, optó finalmente por traerse al portugués, una verdadera ruina económica, para lograr la ansiada Champions que tanto se les resiste. "Yo ya lo tenía fichado antes de que Ferguson se lo llevara tan jovencito de Portugal. Ya había pasado reconocimiento médico. Me costaba cinco millones más Marcelo Salas. Luego llegó el United con mucho más dinero. Sí, lo perdí porque la FIAT entonces no tenía tanto poder como ahora".
Precisamente cuando la Juventus fichó finalmente a Cristiano, tras haber hecho éste historia en el Madrid, comenzó un calvario económico, acrecentado por la pandemia, que aún hoy arrastra la entidad bianconera. De hecho, la Fiscalía de Turín dice que con maniobras como la del intercambio Pjanic-Arthur (donde en realidad no hubo movimiento de dinero), la Juventus habría falsificado sus cuentas para tapar pérdidas reales. Esto dijo el exdirector financiero del club -Stefano Bertola-: "Nos lo hemos buscado nosotros. Es peor que Calciopoli". ¿Qué opina? "Soy accionista. Las plusvalías están autorizadas, pero el problema es que la Juventus cotiza en Bolsa. Ahí se ha equivocado… Es verdad que las plusvalías sin intercambio de dinero es algo erróneo, pero ahí tiene que entrar de oficio la Federación Italiana. Se daría cuenta de cosas insólitas, probablemente se caería el sistema", apunta.
No le falta razón ahí. Y es que, como dice el abogado Mattia Grassani en exclusiva para Relevo, "la Fiscalía de Nápoles ha abierto una investigación sobre el traspaso de Osimhen del Lille al Nápoles a petición de un procedimiento abierto de las autoridades penales franceses".El fútbol italiano, una vez más, camina hacia ninguna parte. "Tranquilo, ni al Nápoles ni a ninguna les pasará nada porque no cotizan en Bolsa. Se les mira con prismas diferentes", explica mientras se acomoda mejor en el sofá y echa una mirada a su barca, atracada en el golfo de Nápoles.
Calciopoli y doping
Luciano Moggi, con su verdad, no evita una sola pregunta. Ni siquiera las relacionadas con Calciopoli o el doping, desgraciadamente de nuevo en boga tras las declaraciones de algunos futbolistas tras las muertes prematuras de Vialli o Mihajlovic. Todo comenzó con las declaraciones de Zeman hace algunos lustros: "Es necesario que el fútbol salga de las farmacias". A partir de ahí se abrió una investigación llevada a cabo por el magistrado Raffaele Guariniello, cuya sentencia determinó una ilícita suministración de fármacos a cargo del Doctor Agrícola. Un delito que prescribió. "Lo que dice Zeman, siempre, hay que darle la justa importancia. Dijo que la Juventus se drogaba. El problema es que este equipo se ha convertido en un juguete al que cada cual puede juzgar a su antojo. La Juventus fue absuelta de todo, de la justicia deportiva y ordinaria. Además, el EPO entonces no existía. Te diré una cosa: la musculatura de Vialli y Del Piero nacieron de una buena preparación y nada más. Y repito que no prescribió el caso como dices tú, sino que fue absuelta. Es bien distinto".
Lo curioso es que comprendiendo a la Juventus se entiende mejor Italia. Luchas fratricidas en la dinastía Agnelli -especialmente tras la muerte del abogado Umberto-, cuchillos por la herencia contados por el periodista Gigi Moncalvo en el libro 'Agnelli coltelli', uso ilícito de fármacos, fichajes estrellas, caídas, herejías, fiascos europeos y dominio tiránico en el campeonato. La Juventus siempre ha representado la idiosincrasia de un país en permanente estado de agitación. Porque Italia es una herida mal sanada; una belleza fragmentada. Un ir y volver azotado por la belleza y la zozobra.
Si el doctor Agrícola (absuelto en el Tribunal de Apelación y prescrito en el Supremo) volvió años después para ejercer como médico del club hasta 2020, ahora ha hecho lo propio Francesco Calvo (previo paso por el Barça y la Roma). El flamante chief football officer, ha regresado tras la salida en bloque de la anterior junta: Agnelli, Nedved, Paratici y Arrivabene. Lo ha hechotras ajustar cuentas con la justicia por haber tenido en el pasado relación con la mafia calabresa, quien le chantajeaba con entradas para hacer negocio con las mismas. "No sé nada, pero la Federación debe tutelar los equipos italianos mandando la Policía al campo, pero no lo hace porque cuesta mucho dinero", apunta desde su púlpito de consejero espiritual.
"Llegué a pensar en el suicidio, pero al final puede la verdad"
Faltaba la tempestad Moggigate para cerrar el círculo, y la apacible mañana napolitana. "Llegué a pensar en el suicidio, pero al final puede la verdad. Y esta dice que yo siempre me comporté bien. El proceso dijo que el campeonato fue regular y que no se alteró ningún partido. Por lo tanto, quiero que me digan por qué narices estoy inhabilitado de todo".
Lejos de su realidad, la Justicia hablaba de un sistema ilícito de condicionamiento de partidos, donde él y Antonio Giraudo (entonces administrador delegado Juventus) conformaban el vértice. La condena, salvada por la prescripción y no por la absolución, fue por fraude deportivo y asociación para delinquir. En ese laberinto obtuso se controlaban árbitros, directivos, periodistas y fichajes a través de la GEA: una potente sociedad de representantes donde estaban los hijos de Moggi, Lippi y Sergio Cragnotti.
Es más, el magistrado Giuseppe Narducci, en una conversación telefónica, confesó a Relevo esto para comprender mejor su desorbitado poder: "El 2 de abril de 2005 murió el Papa Juan Pablo II. La jornada tenía que suspenderse por luto. El entonces ministro del Interior del Gobierno Berlusconi, en lugar de llamar al presidente de la Federación, llamó a Moggi". ¿Se equivoca en lo que dice? "Sí, me llamó, pero Giuseppe Pisanu, el ministro, era amigo mío. Crecimos juntos, se casó con una conocida de la infancia. El juez tergiversó esta llamada para hablar de mi poder, pero está todo instrumentalizado. Quien tenía poder de verdad era el Milan. Tengo un pendrive con toda la verdad de Calciopoli. Si queréis os lo regalo para que lo sepan en España".
Ese Milan, entrenado entonces por Ancelotti, fue penalizado con 30 puntos. Le permitió quedar cuarto para acceder a la Champions y ganarla en 2007. Fue la última vez, hasta ahora, que lo hizo. La Juve fue a Serie B. ¿Volverá? Hay periodistas como Paolo Ziliani (Il Fatto Quotidiano) que dicen que sí. "Nada, tonterías. ¿Os quedáis a comer y seguimos hablando? Yo invito. Si rechazáis ya no te cojo más el teléfono. Regálame la carta de mi caricatura que me gusta. Aparece con el puro. Yo fumo puros, sí".