FÚTBOL

Tino Asprilla, sus noches locas en Italia, la influencia de Pablo Escobar y su primer sueldo millonario: "Compré 100 grifos de oro para mis amigos"

El colombiano recuerda su carrera, su traspaso al Parma con Escobar implicado y sus conflictos con Nevio Scala.

Faustino Asprilla con la camiseta del Parma./Reuters
Faustino Asprilla con la camiseta del Parma. Reuters
Guillermo García

Guillermo García

Faustino Asprilla marcó una época en el Parma, se codeó con los grandes defensas de la Premier en el Newcastle y se consagró como una de las mayores leyendas del fútbol colombiano. Tan veloz como carismático y problemático, el Tino se hizo mayor en Europa tras deslumbrar en Medellín y 'negociar' su traspaso al conjunto italiano con el mismísimo Pablo Escobar.

"Eso fue lo que escribieron, pero yo nunca supe nada al respecto. Escobar seguramente tenía en el corazón a Nacional Medellín y en esa época no se hacía nada sin su consentimiento...", recuerda el delantero en una entrevista en La Gazzetta. El colombiano disputó 57 partidos con la selección de su país y metió 20 goles con el conjunto cafetero.

Formado en la Escuela de fútbol Carlos Sarmiento Lora, dio el salto al fútbol profesional con Cúcuta Deportivo, pasó por el Atlético Nacional y de ahí fichó por el Parma italiano, que pagó casi dos millones de euros por su traspaso. Un pastizal paa la época que también se tradujo en un sueldo millonario.

Un salario con el que se permitió algún que otro lujo, como lo que se compró con su primera nómina. "Cien grifos. Los fui a comprar a un centro comercial de Parma y los envié a Colombia. Eran de oro, maravillosos. Los amigos que los recibieron creyeron que eran oro puro. Y así gané la reputación de un muchacho que se había hecho rico en muy poco tiempo".

Asprilla marcó 43 goles en su etapa con el Parma, equipo con el que ganó una Copa de Italia, dos Copas de la UEFA, una Recopa y una Supercopa de Europa. Sin embargo, no fue todo positivo en su etapa en el conjunto italiano. Especialmente si se tiene en cuenta su turbulenta relación con Nevio Scala, técnico del conjunto de la empresa lactea.

"Él hablaba de táctica y yo no entendía nada. Necesitaba el balón para divertirme, para correr, para superar al rival. Imagínate si me importara el 3-5-2... Un día Scala me pidió que corriera durante media hora por las murallas de la Cittadella. Le tiré las zapatillas y le dije: 'No soy Forrest Gump, soy un futbolista'. Y salí del vestuario", recuerda el cafetero.

"Un día Scala me pidió que corriera durante media hora por las murallas de la Cittadella. Le tiré las zapatillas y le dije: 'No soy Forrest Gump'"

Uno de esos conflictos con el preparador transalpino llegó en la final de la Recopa de la temporada 92-93. Competición en la que se enfrentó al Atlético de Madrid en semifinales ("En la segunda parte del partido de ida, en cinco minutos, marqué dos goles, ganamos el partido, lo celebré a mi manera en un bar de Madrid") y en la que se enfrentó en la final al Royal Antwerp belga. Aunque el colombiano tuvo que ver el triunfo de sus compañeros desde el banquillo por castigo de Scala.

"Estaba un poco borracho, lo reconozco, y me vi envuelto en una pelea callejera. Le di una patada a la puerta de un autobús, me corté la pantorrilla"

"Volví a Colombia, mi madre había muerto. Me quedé unos días en Tuluá e incluso participé en una fiesta popular. Estaba un poco borracho, lo reconozco, y me vi envuelto en una pelea callejera. Le di una patada a la puerta de un autobús, me corté la pantorrilla y acabé en el hospital. Cuando volví a Parma, faltaban unos días para el partido, logré recuperarme, pero Scala quiso castigarme", recuerda Asprilla sobre una de las tardes más tristes de su carrera.

Hoy Tino vive en su país criando caballos y cultivando caña de azúcar mientras ve fútbol moderno. Poco, pero algo sigue: "No mucho. Dos jugadores sobre todo: Vinicius, del Real Madrid, y Yamal, del Barcelona. El resto es aburrido".