La última del fútbol italiano: tangana con su equipo por tirar un penalti, lo marca, nadie celebra con él y el entrenador lo manda al banquillo
Lorenzo Lucca se saltó las órdenes del entrenador y, ante una plantilla furiosa, marcó el penalti. Nadie celebró con él.
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Lo ocurrido en el Lecce - Udinese es sinónimo del fútbol italiano: pasión, raza y alguna polémica. Esta vez en el Via del Mare se ha visto una imagen completamente insólita y en un emplazamiento sin igual. Toda la acción se desarrolló en el punto de penalti.
Corría el minuto 30 del primer tiempo cuando, tras revisar el VAR, el árbitro señaló penalti a favor de Udinese por una falta sobre el esloveno Sandi Lovric. Era una ocasión ideal para que el equipo de Friuli se adelantara en el marcador en su visita al Stadio Via del Mare. Sin embargo, lo que debía ser un simple lanzamiento desde los once metros se convirtió en un conflicto abierto dentro del propio equipo, protagonizado por Lorenzo Lucca y Florian Thauvin.
Tras la ratificación del penalti, Lucca tomó el balón sin dudar, decidido a ser el encargado de ejecutarlo, a pesar de que el tirador designado por el entrenador era el francés Thauvin. La situación generó una discusión acalorada en el punto de penalti, con Thauvin tratando de hacer valer su rol mientras sus compañeros intentaban mediar. La tensión fue tal que incluso Alexis Sánchez y el propio árbitro tuvieron que intervenir para intentar poner orden. Pero el delantero italiano no estaba dispuesto a ceder, ignorando las jerarquías y la decisión del cuerpo técnico.
La situación supera el surrealismo. El propio Thauvin no se movió del punto de penalti y tenía una cara de absoluta perplejidad. Jaka Bijol, central del equipo, decidió intervenir y, en un intento por imponer orden, agarró a Lucca y le gritó directamente en la cara para que entrase en razón. Pero nada hacía cambiar de opinión al delantero, quien parecía decidido a ejecutar el lanzamiento a toda costa. En un momento insólito, el árbitro se vio obligado a tomar cartas en el asunto, tratando de sofocar el incendio interno del equipo visitante.
Finalmente, el colegiado optó por amonestar a Lucca con una tarjeta amarilla, pero esto no cambió su decisión. Con el balón en sus manos y una confianza desbordante, el ariete italiano se dirigió al punto de penalti y ejecutó el disparo con precisión, enviando el balón al fondo de la red. Sin embargo, lo que normalmente sería un momento de locura y abrazos se convirtió en un gesto de absoluta frialdad por parte de sus compañeros. Nadie corrió a felicitarlo, dejando en evidencia la ruptura interna provocada por su actitud desafiante. Mientras el delantero festejaba mirando a la cámara y haciendo gestos, sus compañeros le dieron la espalda.
Pero la historia no terminó ahí. Kosta Runjaić, visiblemente molesto por la actitud de su delantero, tomó una decisión drástica apenas seis minutos después del gol. En el minuto 36, el técnico decidió sustituir a Lucca, enviándolo directamente al banquillo y dando entrada a Iker Bravo. Un castigo ejemplar para un futbolista que, pese a marcar, desobedeció las órdenes del equipo. Este episodio deja muchas incógnitas sobre el futuro de Lucca en el Udinese y sobre el impacto de esta polémica en la dinámica del vestuario.