SUPERCOPA DE ESPAÑA

El porqué Arabia Saudí es uno de los países que viola más derechos humanos: "Condenaron a muerte a un youtuber con diez seguidores"

Relevo habla con Amnistía Internacional sobre un país con "pequeños avances" pero muy lejos de garantizar libertades.

La Selección de Arabia Saudí, en un entrenamiento. /AFP
La Selección de Arabia Saudí, en un entrenamiento. AFP
Alberto Martínez

Alberto Martínez

"Movilizamos a la gente en contra de las injusticias para acercarnos a un mundo donde todas y todos disfrutemos los derechos humanos y la dignidad". Así se presenta al mundo Amnistía Internacional, que aprovechará la Supercopa de España que se celebra desde 2019 en Arabia Saudí para dar voz a las injusticias que se cometen en uno de los países con más "condenas a muerte" de todo el mundo y con dos problemas esenciales: la libertad de expresión y los derechos de las mujeres. Carlos de las Heras, experto en Deportes y Derechos Humanos, charla con Relevo instantes antes de que el país asiático esté en boca de todos. Una radiografía precisa de una Arabia Saudí que abre las ventanas, pero donde en su interior sigue habiendo mucha oscuridad.

¿Cómo explicaría Amnistía Internacional, con datos, qué tipo de país es Arabia Saudí?

El dato más clarificador es que es uno de los países que, año tras año, está entre los dos o tres primeros con más condenas a muerte. Hasta este octubre ya habían ejecutado a más de 100 personas. Más allá de cifras, hay que hablar de temas. Además de la pena de muerte, hay otros preocupantes: la libertad de expresión y los derechos de las mujeres.

Empecemos por los derechos de las mujeres. Arabia Saudí está apostando por el fútbol femenino, ¿el país evoluciona hacia la igualdad?

Es cierto que hay una pequeña evolución, y lo detectamos desde que el príncipe heredero (Mohammad bin Salman) adquirió más poder, allá por finales de 2017 y 2018, pero especialmente tras la pandemia. Coincide la primera edición de la Supercopa, que fue uno de los grandes anuncios, donde las mujeres podrían acudir a los estadios. Eso fue así durante ese torneo, pero tres días después volvieron a estar segregadas. Fue más maquillaje que otra cosa. Pero las mujeres han adquirido mayor igualdad y pueden acceder ahora a conciertos, eventos deportivos...

¿Ocurre en otros ámbitos?

A un nivel casi profesional, que es el que tienen las selecciones femeninas, es donde ha habido mayor apertura. Hay un interés de las autoridades por tener más presencia en el ámbito profesional, pero no se traslada a todo lo otro. Las mujeres tienen problemas que les vienen impuestos por la tutela masculina, la familia y por las autoridades: está el código de vestimenta, la falta de campos de entrenamiento... Los avances son pequeñas ventanas que se abren, pero lo que sucede dentro está lejos de ver garantizado un acceso al deporte de manera igualitaria.

¿Está bien visto que las chicas hagan deporte?

Hubo pequeños avances. Las autoridades se han puesto las pilas, pero la realidad es que la práctica del deporte sigue siendo minoritaria. No solo hay obstáculos legales, sino los que proceden de la cultura y la tradición. Sigue estando mal visto en muchos ámbitos que la mujer haga deporte. Cambia mucho si sales de Yeda y Riad y te vas al ámbito rural. Allí quien aplica la ley es un consejo de sabios o personas vinculadas a la religión. En las urbes se nota más el aperturismo.

¿Qué hubiera sucedido si el beso de Rubiales a Jenni Hermoso ocurre en una competición en Arabia?

Si hubiera tenido lugar en Arabia Saudí las autoridades podrían haber entrado porque las muestras de afecto en lugares públicos están perseguidas y mal vistas. Hubiera sido llamativo.

¿El hombre sigue decidiendo la vida de las mujeres?

Hay dos cuestiones. El sistema de tutela masculina se basa en un código de prácticas que deja en manos de un pariente varón determinadas decisiones del día a día de las mujeres saudíes, como elegir con quien casarse, la posibilidad de viajar (ahora ya pueden obtener un pasaporte sin la necesidad del tutor), qué estudiar, el deporte... Esto coloca a las mujeres como ciudadanas de segunda. En el ámbito rural no hubo avances, en el urbano ha habido en sectores de alto poder adquisitivo, donde sí que está empezando a cambiar.

¿Hasta qué punto se persigue la libertad de expresión?

Podemos hablar de que hay cientos de activistas defensores de derechos humanos o periodistas condenados por el Tribunal Penal Especializado. Esta corte juzgaba antes el terrorismo, y se puso en marcha después del 11S, pero con el nuevo príncipe se utiliza también para silenciar el activismo. No hay libertad de expresión. La crítica a las autoridades es perseguida y sancionada. No se ha notado la incursión de los móviles y el acceso fácil a la información. Internet está controlada. Hay dos casos significativos de personas condenadas por utilizar plataforma de redes sociales.

¿En qué situación están ambos?

Uno es el de Salma al-Shehab, que se fue a estudiar a Leeds. Regresó a Arabia a pasar las vacaciones, pero fue detenida en el aeropuerto y condenada primero a 34 años y luego a 27. Y otros 27 sin salir del país. El motivo fue el contenido de sus tuits en apoyo a las mujeres y a los derechos en Arabia. Hay otro más flagrante, un profesor retirado de 60 años que se llama Mohammad Bin Saleh Al-Gaser, quien está condenado a muerte por su contenido en Youtube. Este hombre tenía diez seguidores... Se expresó libremente y fue juzgado y condenado. Queremos hacer un llamamiento a la RFEF, ya que organiza este torneo, que pongan estos casos encima de la mesa para interceder.

¿Siempre ha existido esta persecución en las redes sociales?

La comunicación es muy importante para el príncipe. Él puso en marcha el proyecto Visión 2030. Una estrategia de relaciones comerciales e inversiones en diferentes áreas para depender menos del petróleo. Uno de los aspectos que contiene son cuestiones como potenciar la comunicación en el extranjero para fomentar una buena imagen para captar la inversión. Hay una parte específica sobre cultura y deporte, con todo lo que están haciendo. Es blanqueo deportivo. Y luego está la inversión en clubes extranjeros como el Newcastle. También atraer a grandes estrellas. Quieren ofrecer al mundo una cara reformista cuando hay otra realidad.

¿Y cómo es este príncipe?

Es distinto a su padre. Los anteriores eran más tradicionales. La gran diferencia es que es una persona que ha estudiado fuera, en Estados Unidos, que tiene buenas relaciones allí, que es un mandatario mentalizado en la importancia de la tecnología. Está el caso Jamal Khashoggi, un ejemplo de represión. Se crea una red de vigilancia y se hace un estudio de comunicación en redes sociales. Es una de las grandes diferencias con el pasado. A Khashoggi lo localizan mediante invasiones de su móvil. Es peligroso, utilizan la tecnología para seguir cometiendo delitos de los derechos humanos.

¿Hay conflictos internos en el país?

No hay casi conflictos porque la libertad de expresión está controlada. La sociedad civil no tiene espacios para protestar. Podríamos destacar el papel de Arabia Saudí en el conflicto de Yemen. No es interno sino externo. Estuvo implicada a mediados de 2022 cuando se firma el alto el fuego, pero antes había estado metida de lleno. Puso ejército, dinero y más violaciones de derechos. No hay protestas dentro. Hubo bastantes movimientos sobre los derechos humanos de las mujeres, pero muchas de ellas fueron encarceladas. La mayoría están ya en libertad, pero se les prohíbe salir del país y hablar con medios extranjeros.

¿En Arabia Saudí, que se postula para organizar el Mundial de 2034, hay menos libertades que en Qatar?

Sí. En cuanto a las libertades en el espacio público en Qatar hay igualdad y en Arabia se está empezando a cambiar, pero el respeto al grupo LGTBI por ejemplo es más problemático en Arabia. Aquí además es preocupante el trato a los trabajadores. Se rigen por el sistema de kafala (explotación laboral), donde los trabajadores están en manos de los dueños. Antes de verano, hubo empleados saudíes que abandonaron en el desierto a trabajadores que provenían de África.