FÚTBOL

La surrealista convivencia de Sandoval con los Ruiz Mateos: "Se sintieron traicionados por mí, me pidieron que engañara a los jugadores"

El entrenador madrileño ponderó la parte emocional para salvar a sus equipos y sacar la mejor versión de los Diego Costa o José Antonio Reyes. Y tiene su explicación.

José Ramón Sandoval posa para la entrevista de Relevo. /Relevo
José Ramón Sandoval posa para la entrevista de Relevo. Relevo
Lorena González

Lorena González

José Ramón Sandoval (Madrid, 1968) llega a la redacción de Relevo cojeando. Después de su última experiencia en el Granada, fue sometido a una intervención de fascitis plantar. Mientras se recupera, reflexiona sobre sus últimos años ejerciendo de 'salvador' en banquillos como los del Rayo, Sporting de Gijón, Córdoba, Fuenlabrada o Granada. Su primer año en la élite fue en Vallecas, logrando el ascenso, pese a haber sido la etapa más compleja como entrenador, con Teresa Rivera de presidenta, tratando con los Ruiz Mateos y lidiando con un vestuario que no cobraba: "Hice de todo, sólo me faltó conducir el autobús". Llega el momento de la temporada en el que le suena el teléfono para aplicar sus trucos: "Tienes que ir a tumba abierta, ser el guardaespaldas de todos ellos, llegar como un huracán con ideas positivas, que intenten recuperar la mejor versión de cada uno". 

Con el tiempo ha llegado a poner en la misma balanza el aspecto táctico con el emocional. Aunque haya recibido críticas por ello.

Le vemos cojear, ¿cómo está?

He hecho un parón para poner puntos en la íes en mi vida. Con 57 años creo que me lo merezco. Me he tenido que operar, ha sido un calvario porque no termino de recuperarme y es incapacitante para una vida normal. Me está sirviendo para reflexionar y darle más valor al lado persona que al de entrenador. Cuando estás metido en el fútbol pasa todo a 200 por hora, vas tan acelerado que no ves lo que te pasa, como una pista de Fórmula 1. Esta etapa me va a ayudar para volver con unas capacidades que quizás antes no veía. Antes el entrenador tenia que entender de lo táctico y físico, pero ahora en la balanza debe poner un 50 en lo emocional.

¿No ha recibido propuestas en los últimos meses?

No eran proyectos de principio, de inicio, así que ir tan incapacitado, decidimos con mi staff tomarnos este tiempo. En lo personal, tengo tres hijas que son mis Champions y no les he dado el tiempo suficiente. Que me esperen para cenar a las nueve de la noche y hablar del día a día, cuando entrenamos no escuchamos. A veces hay que parar porque si no te para la vida.

Cuando llega al algún club, suele acaparar casi toda la atención mediática. ¿Lo hace a propósito?

Los entrenadores ahora manejan muchas facetas del club, no sólo nos juzgan por el partido. Mi experiencia me ha dicho que cuando llegas a un sitio y te contratan porque no va bien, tienes que ir a tumba abierta, ser el guardaespaldas de todos ellos, llegar como un huracán con ideas positivas, que intenten recuperar la mejor versión de cada uno. Sobre todo, quitarles el miedo. Marcar pequeñas metas reales y hacerles ver que, si las cumplen, lo pueden conseguir. A veces agarrándole de la mano después del partido cuando han tenido un error. Inculcarles la formación de una remontada, y eso no es solo ganar los tres puntos, sino recuperar las emociones. Fisiológicamente no le vas a cambiar en diez jornadas, pero la mentalidad sí, e interesarte cómo está en su vida personal. Me gusta saberlo porque la información es poder, para sacar la mejor versión, necesitas saber qué opina y cómo está. Cuando empieza a coger confianza, se abre y cambia hasta en los entrenamientos. Monchi, por ejemplo, se preocupa de lo que hace el jugador después del partido, si por ejemplo ha ido una madre a ver a su hijo desde muy lejos, que vieran que está arropado y querido. Lo multiplica por diez.

José Ramón Sandoval y su especial relación con Diego Costa. Relevo

¿Recuerda algún caso en particular con un futbolista?

Me pasó con Diego Costa, que acababa de operarse de la rodilla por una lesión muy grave. Me llama Felipe Miñambres de que se le puede fichar pero que hay que convencerle. Era la cabalgata de Reyes de Madrid con mi hija a los hombros, le dije a mi mujer: 'Cógemela que tengo que llamar a un jugador', y llamé a Diego Costa. 'Cuando llegues aquí tienes la camiseta del 9 en el vestuario, no me hace falta saber cómo estás, sé lo que tú eres. Solo hay que recuperarse', le dije. Él me respondió: 'Sólo por decirme eso, creo que voy a fichar por el Rayo'. Previamente habían operado a Tamudo de la mano, el mismo médico que Diego Costa. Hablamos y me dijeron los médicos que Diego Costa estaba como un animal, además acababa de ser padre. Qué mejor versión me va a dar alguien que sale de lesión y va a ser padre, solo falta darle cariño. No podía entrenar con el grupo porque no teníamos el permiso del Atleti, le iba poniendo diez minutos, algún rondo… Sólo llevaba seis meses desde la operación. Le llevé a Zaragoza para que tuviera las sensaciones de estar con el grupo. Delibasic, que acaba de fallecer, fíjate si era buena persona, que cuando se cayó al suelo en un entrenamiento fue corriendo para preocuparse por Diego. Le dije: '¿Ves cómo te quiere la gente? Hasta el que juega en tu puesto'.

Y lo puso...

En Zaragoza, estábamos al descanso, avisé al doctor que iba a calentar, me dijo que no, pero es que estaba como una moto. Salió y dio el pase de gol, metió el de la victoria y echó a Paredes. Al final del partido estaba en el vestuario llorando: 'He vuelto a ser persona por encima del futbolista'. Le pedí que llamara a su mujer para contárselo. Luego al siguiente partido contra el Getafe venía su madre, metió un gol, estaba todo el campo con él. Le quité en el minuto 85, para que viera la madre cómo le quería Vallecas. Me dio las gracias porque su madre nunca había visto que le quisieran tanto en un campo de fútbol. Ese Diego Costa era puro corazón, y además de un 'pata negra', nunca había entrenado a un jugador con esa calidad. Tenia temperamento, era difícil, salía a amarilla por partido y rozaba la expulsión, pero nos ayudó mucho para la salvación.

Luego recuerdo que el Cholo tenía dudas de quedárselo y le dije: "Diego, a mí me ha dicho que eres el mejor entrenador del mundo, que le haces competir hasta en las duchas'. Salió contra el Athletic, yo estaba en el tercer anfiteatro y le hice una foto mientras estaba sofocado, se la mandé: 'Conmigo no dabas el 100%', nos reíamos. Con esas cosas me doy cuenta de que a veces estamos tan obsesionados con los resultados, que perdemos de vista esos conceptos para sacar lo máximo de un jugador".

Con algún futbolista se habrá equivocado.

Mi mejor versión fue con el Rayo porque no estaba tan formado y no tenía tanto miedo a equivocarnos. Tras algún cese que otro, a veces los entrenadores nos traicionamos, eso de caer con nuestras ideas no es así… La única persona que nunca se ha equivocado ha sido mi mujer. Estaba en el Granada, habíamos hecho lo más difícil de ganar tres partidos y nos podíamos salvar, aún estábamos a 11 puntos, aunque luego pasaron cositas raras. Si el Celta ganaba al Villarreal seguía con mucha ventaja. Pero empezó perdiendo el Celta y en la merienda estábamos todos muy contentos. Remontó el Celta y antes de dar la charla, nosotros estábamos casi matemáticamente descendidos y teníamos que enfrentarnos al Sevilla. Fui a dar la charla, ya nadie hablaba, a ver qué le digo a estos chicos, si aun ganando al Sevilla y luego viene el Madrid… Lo dimos todo, les agradezco porque salieron a presionar, hicieron que la afición les pitara… Venimos a Vallecas y saqué a un chico de la cantera que lo hizo muy bien, pero el club me dijo que aún no sabían si lo iban a renovar. El chico lo merecía. Me subí a lo alto de Granada y llamé a mi mujer: 'Cariño, voy a sacar a este jugador de titular contra el Madrid, tiene 19 años, ponte en el caso de tu hija, que valiese para un puesto de trabajo y que por circunstancias políticas no le dieran esa oportunidad. Aunque me pongan a parir, lo voy a poner, tengo que ser justo'. Por miedo a veces me había equivocado. Era Rodelas, jugó contra el Madrid. Al acabar el partido volvía a llamar a mi mujer y le dije que no se imaginaba cómo está el chico, se lo voy a decir porque va a ir toda la familia. Perdimos y mi mujer me dijo 'qué orgullosa estoy de ti', aunque perdiésemos 4-0. Recuerdo que un compañero suyo del filial le habían operado, fui a verle y el único compañero que vi allí era Rodelas, que me miraba y no hablaba. El padre del que estaba en el hospital me dijo 'al que tienes que llevar es a este', refiriéndose a Rodelas. Me acordé de aquello. Cuando firmó la renovación, me crucé con sus padres, me dieron las gracias. Esa gratitud que te llevas como entrenador es lo más grande.

Sandoval, sobre José Antonio Reyes, con el que coincidió en el Córdoba. Relevo

¿Con qué jugador disfrutó especialmente?

Con muchísimos. Con José Antonio Reyes, cuando llegué a Córdoba, él no estaba en buen estado de forma, había ganado todo y llegó como una estrella a Segunda división. Tenia unos kilitos de más, pero el talento que tenía no era normal. El golpeo, era una persona dentro del vestuario muy querida, aunque tuve algo con él, hacía que el resto viviera el fútbol como una diversión, algo que creo que ahora se ha perdido. Lo que pasa es que con cierta edad llegan los chavales y te pasan como una moto. Empezó jugando menos, le dije que tuviera paciencia, y al final fue el que nos ayudó en la salvación, cuando él salía siempre pasaba algo diferente.

Mi gitanito, como yo le llamaba, era muy gracioso, cuando había que coger las porterías les decía: 'Venga, albañiles, que yo ya he cogido muchas en mi vida'. Le respetaban mucho. Se mentalizó, perdió 12 kilos y sacó su mejor versión. Estaba Galán también, que era defensa y le pusimos de carrilero porque era una MotoGP. Se consiguió una sinergia con toda la ciudad. El estado de ánimo lo cambió todo.

¿Su mejor versión fue la que vivió en la temporada del ascenso a primera con el Rayo?

Me considero ADN rayista, me tiré cinco años y me enseñaron a ser persona y entrenador. Fui al filial para no descender a Preferente. Nos salvamos, luego ascendimos, fichamos a Lucas Pérez que lo habían echado del Atlético de Madrid. Jugábamos al lado del cementerio que ni regaban el césped. Al año siguiente me dieron el primer equipo y ascendemos ese mismo año. Ese ascenso fue bestial. No cobrábamos, el club se había metido en concurso. A mí, Movilla, Míchel, Cobeño y Coke nos llamó el fiscal de Plaza Castilla para decirnos que tenemos que poner el club en Primera o desaparece, que tiene una deuda bestial. Fueron ocho meses sin cobrar, se lo transmitimos a la plantilla y conseguimos la mejor versión de Trejo, Armenteros, Javi Fuego…

La relación con los Ruiz Mateos. Relevo

¿Qué fue lo más surrealista que le tocó vivir aquel año?

A mí solo me faltó conducir el autobús, hice de todo. Esto no lo he contado, pero me llama la familia Ruiz Mateos para que vaya al chalet de Somosaguas, era una persona de su confianza según ellos. A mi me enseñaron unos valores y en el vestuario estaba viendo cosas muy desagradables: un jugador que le iban a quitar el coche porque no pagaba dos letras, uno que venía de Brasil y no tenía para pagar el billete de avión y le venia la agencia por detrás y tenia que esconderse... Nos dice que que se mete en ley concursal, íbamos lideres. Subían a buscar los sobres semanales pero dejan de pagar. Mi primera experiencia como entrenador en la élite y no me podía que aquello me pudiera pasar. Me llamó el padre, que estaba obsesionado conmigo porque decía que yo podía encantar a las serpientes... Mi contrato se activaba como profesional en la jornada 12, mientras era como de un entrenador de tercera división. Me dice que tengo que convencer a los jugadores, que no se iba a dejar de pagar… Pero no, hablé con los capitanes y nos presentamos toda la plantilla en Somosaguas. Allí nos explican cómo estaba el club, que era un problema político… '¿Y tú qué opinas?' Se pensaba que me iba a poner de su lado, pero delante de todos los jugadores le respondí: 'No sé si soy carnicero o entrenador, pero sólo sé que dirijo a un equipo que es líder y que vas a dejar de pagar'. Me dijeron de subir, se puso muy nervioso, le tuvieron que dar un tranquilizante, me decía que le había traicionado y yo era un sinvergüenza. Yo tenía que decirle a la plantilla que les iban a pagar, pero me negué.

Siga, siga.

El colmo fue cuando fuimos a Huesca y Teresa Rivero hizo unas declaraciones en las que nos acusaba de que no queríamos ganar, que allí nos esperaban con unas cubetas de leche, ahí dije que yo me iba… Perdimos 4-1 y al llegar a Vallecas estaba toda la afición esperándonos a bajar todos los cubos de las botas, la ropa a la lavandería… Había como 200 personas esperándonos y aquello fue un punto de inflexión.

¿Cómo terminó, además de con el ascenso?

Me llama uno de los hijos que su padre quería hablar conmigo. Tenía tanta fe en mí que quería que le firmara un poder notarial con Botín, presidente del Santander, para acceder a que diera luz verde a los créditos hipotecarios suyos. ¿Dónde voy yo? ¿No es capaz de pagarnos a nosotros y quiere que vaya a solucionar sus problemas? Ese día hubo un rifirrafe, a partir de entonces me llamaban para que yo decidiera con los compradores del Rayo. No quería que me metieran en eso. Lo que viví ese año fue un máster, no hay dinero para pagar una academia que enseñe lo que allí aprendí.

Luego llegó Raúl Martín Presa, ¿qué tal con él?

Tenemos una relación cordial, hubo un rifirrafe cuando fui por segunda vez, no porque me cesara sino porque lo hizo con un burofax. Por lo menos podría habérselo dicho personalmente. Pero luego quedó conmigo para pedirme perdón y ahora cuando nos vemos hablamos de fútbol.

¿Y con Míchel? ¿Cómo le ve de entrenador?

Cuando yo estaba en el Córdoba me preguntaron si yo me veía como entrenador del Rayo. Les dijo que ahora mismo estaba Míchel y le quedaban muchos años. Como siempre digo, Míchel estaba hecho para el Rayo y el Rayo para Míchel. En el Rayo me enseñaron que puedes estar en 2º B, pero si das todo, te perdonan y te quieren. El Rayo es algo diferente.

En un reportaje publicado en RELEVO, algunas voces ponían en duda su metodología y reprochaban que tiraba demasiado de «huevos» más que de táctica.

Para sentir esto hay que estar vivo, y cuando me meto en un club, me estudio la ciudad y la gente que está trabajando en él. La vedette siempre tiene que estar cuidada porque son las que salen al escenario, hay jugadores que no estarán a gusto con la manera de trabajar de uno. Ese reportaje me duele un poco porque me fichó el Granada por todo lo contrario, se buscaron protagonistas con los que luego he hablado y no les pareció muy bien. Tengo la conciencia muy tranquila. No podemos gustar a todo el mundo, me quedo con las personas que sí y de las que no, aprender de lo que he hecho mal. Desde mi etapa en amateur, habrá jugadores en descontento, tomamos decisiones muy ingratas. Trashorras ya de entrenador me dijo: 'qué difícil es esto'. es que poner a 11 y dejar a 15 fuera, tienes más a disgusto que a favor. Y a mí me preocupan más los 15 que se quedan fuera, porque los otros ya están contentos.

¿No se considera entonces un entrenador anticuado?

Todo lo contrario, fuimos pioneros con la figura de readaptador en el Rayo, que no existía, con Víctor Paredes. Tuvimos un porcentaje bajísimo de lesiones, teníamos un programa informático que estudiaba también cuando el futbolista va a camilla. Hago caso al big data pero no me vuelvo loco. Una vez me obsesionó tanto que mi segundo entrenador, Ismael, me dijo "te desnaturaliza". Todos esos datos hay que cruzarlos, los ítems de balones despejados o recuperados por ejemplo no son lo mismo que analizas con el staff, por mucho que corra un jugador hay que saber si está corriendo bien o mal, pases buenos puedes dar muchos en tu campo, pero los buenos para mí son los que das en campo contrario y arriesgados. Al final hicimos un programa propio. Ya somos entrenadores muy específicos. Si en este mundo no estás actualizado, estás muerto. Aunque estés muy preparado en lo físico y en lo táctico, hay que poner lo emocional al mismo nivel, le está pasando hasta a Guardiola.

¿Qué le pasó con Lucas Boyé, que ahora se acuerda mucho de él?

Eso ha sido el Karma, porque él tenía algo parecido a una fascitis plantar, y cuando llegué a Granada no tenía delanteros. Los médicos me decían que había que infiltrarle, él lo pedía, es puro corazón, y aún así era el que mejor entrenaba. Ahora me doy cuenta de lo incapacitado que estaba. Al mes de acabar en el Granada, empecé yo con esto...