BRASIL - ARGENTINA

El ascenso silencioso del Pablo Aimar entrenador: la influencia de Bielsa, el augurio de Jorge Jesús y la inspiración para Messi

El ayudante silencioso de Scaloni, admirado por todos ya no sólo como futbolista, es una figura clave en el organigrama de la Argentina campeona, que esta noche se mide a Brasil (1.30 horas).

Marcelo Bielsa saluda cariñosamente a Pablo Aimar en el pasado Argentina-Uruguay. /EFE
Marcelo Bielsa saluda cariñosamente a Pablo Aimar en el pasado Argentina-Uruguay. EFE
Lorena González

Lorena González

No era Pablo ni Aimar. Era Pablito para el 'Loco', ahora seleccionador de Uruguay, el que dos horas después firmaría el fin de la racha de victorias de Argentina, que no perdía desde la derrota ante Arabia en Qatar, que les acabó catapultando hacia la cumbre de oro. Del otro lado, el eterno pibe de apenas 65 kilos y cara de niño que confunde sus 43 años y acompaña a Scaloni en el banquillo albiceleste. Volviendo a La Bombonera, al jueves pasado, aquel "Te veo triunfando, Pablito", no fue un saludo de entrenador a entrenador, sino de padre a hijo, en el que su querido Pablo acurrucó su cabeza en él, agradecido y discreto como siempre. Fue ahí cuando ambos mostraron su admiración y, sobre todo, la alegría del éxito mutuo, aunque del particular concepto del elogio para Aimar y Bielsa hablaremos más adelante.

Antes de ese tierno instante entre ambos, Bielsa se había acercado a mostrar reverencia a Lionel Scaloni: "Felicitaciones. Un equipo de autor en su primera experiencia. Felicitaciones de verdad", le dijo al que también fue su pupilo en la Albiceleste. Scaloni no ha olvidado la primera charla con Bielsa. Fue en una habitación en Tokio, el 'Loco' le hizo ver a Scaloni un vídeo de un partido entre el Deportivo de la Coruña ante el Racing de Ferrol, de Copa del Rey. Bielsa le reprochó la desgana con la que había jugado y que aquella no era actitud de un jugador de la selección argentina. A Scaloni aquella frase le marcó a fuego, aún hoy. Algo parecido le pasó a Diego Placente, otro de los asistentes de Scaloni, que recuerda cuando Bielsa le enseñó por primera vez un vídeo individual suyo de un partido de la liga alemana. Regresó andando tras una jugada de ataque del rival y el 'Loco' soltó una de sus sentencias inolvidables: "Un jugador de selección no puede volver así".

Bielsa, que fue seleccionador de Argentina del 98 al 2004, conoce a Pablo desde hace más de dos décadas. En el epicentro de ese vínculo se encuentra el estar bajo las órdenes de Marcelo en el Mundial de Corea y Japón, en 2022, porque marcó un antes y un después en la vida de Pablo, y no precisamente en la futbolística. Y no fue algo que le sucediera sólo a Aimar. Quienes han sido dirigidos por el 'Loco' coinciden en que la exigencia y la llegada motivacional que tiene con sus jugadores les hace alcanzar la mejor versión de ellos mismos. Por eso muchos consideran que ha sido el mejor técnico que han tenido en toda su carrera. Para corroborar de forma tangible la influencia de Bielsa en los jugadores que ha dirigido, se puede recordar que al menos 16 de los 23 que formaron parte de aquella lista mundialista de Corea y Japón, han llegado a ser entrenadores de primera división: Diego Placente, Walter Samuel, Roberto Ayala, Batistuta, Marcelo Gallardo, Matías Almeyda, Germán Burgos, Roberto Bonano, Simeone, Chamot, Pochettino, Gustavo López, etc.

Cayeron en la fase de grupos y, mientras la mayoría sigue hablando de 'fracaso', Aimar prefiere referirse con las palabras 'puñales' o 'espinas'.

Mantiene también muy presente las enseñanzas que obtuvo de José Pékerman, el técnico de las juveniles que formó y acompañó al equipo que ganó el Mundial sub20 de Malasia, con un tal Aimar y un tal Scaloni. Y Diego Placente, y Walter Samuel. Es decir, a falta de Ayala, el elenco actual del cuadro técnico de la selección argentina. Aquello les marcó para siempre. Los cuatro tocaron el cielo como jugadores y ahora como entrenadores, con el recuerdo de un técnico tan formativo como lo fue Pékerman, y que pretenden repetir con los chicos que acuden a la llamada de la selección. De hecho, sobre esos valores trata Aimar en las inferiores, a los que un cartel que pegó nada más llegar se lo mantiene presentes. En él, se lee lo que pretende de un futbolista que vista la camiseta celeste y blanca: 'Sentido de pertenencia (dar todo por la camiseta), determinación (resolver con valentía), humildad (reconocer errores, dejarse ayudar), generosidad (dar más de nuestro 100%), entusiasmo (tener ganas de hacer, contagiar), respeto (por favor, gracias, permiso, buenos días), trabajo en equipo (ninguno es tan bueno como todos juntos) y compromiso (siempre)'. Así que para Aimar el éxito no es más que disfrutar el camino respetando todos esos valores y tratando siempre, en cada entrenamiento y cada partido, volver al fútbol más puro posible, allí donde prefiere hablar de 'jugar' y no de 'trabajar'. 

Aimar tiene decenas de aprendizajes tomados de Bielsa que conforman ese todo que trasciende al fútbol. Resulta innegociable para ambos el sentir responsable de lo que es ser jugador de la selección argentina y cómo el disfrute es el principio y el final de todo. El juego ponderando por encima de cualquier norma. Defensor del fútbol salvaje, lucha por que no se acabe la creatividad en el futbolista en un mundo en el que ya no juegan en la calle. Pero, sobre todo, porque no pierda la capacidad de disfrute una vez el club y la responsabilidad, con tantas directrices a seguir, acomode de más al jugador. Por eso, una vez salió campeón del mundo con la absoluta, regresó a su cargo de entrenador de las juveniles albicelestes.

En la metodología Bielsa, a pesar de la tremenda exigencia a la que somete a los suyos y a sí mismo, de la minuciosidad individual y colectiva que emplea sobre ellos, y de la cantidad de detalles que lleva a cabo en un partido, nada de eso tendría sentido si el futbolista perdiera la capacidad de pasarlo bien y se atreva a hacerlo. Aimar insiste cada día en lo mismo, más con los juveniles a los que entrena. Quizás una de las claves por las que Argentina salió campeona del mundo en Doha fue porque había un grupo de chicos pasándoselo bien. De eso, Pablo, no tiene duda.

Entrenar con la máxima intensidad como pretende Bielsa, resulta apasionante para Aimar. "Y Bielsa habla mucho en sus charlas de eso, que te hace salir a la cancha con un subidón. Como cuando nos decía que alguien del interior del país iba a tener en nosotros lo mejor de la semana. La capacidad estratégica, táctica y técnica de la preparación que implanta Bielsa no suplanta jamás la emocional". Ahí está, en la admiración humana que le procesa Aimar.

Desde que Scaloni le dijo que le quería a su vera en la absoluta, Pablo se ha convertido, con su silencio, en la palabra más exacta, en esa pieza inamovible que engrana todo. Aimar es la prudencia, la calma, aunque parezca perderla contra México cuando comprobó que todo estaba en su sitio y que la suerte no se les había dado vuelta; en el duelo por la mamá que perdió poco antes del Mundial de forma repentina; es la lucidez y la mirada perfecta que todos buscan, incluido Messi, que no se cansa de recordar que Aimar fue su ídolo e inspiración para ser ese 10 argentino que, a base de sistemas y gambetas medidas, se viene extinguiendo. Es la sonrisa pícara que le delata cuando comprueba que volvió a acertar su intuición; la humildad por encima de todo y de todos; la dignidad del que pierde, pero que la sigue encarando. Aimar es la poesía en el rock, la presencia que todo el mundo quisiera al lado. El perfil bajo que apenas se vio en las celebraciones de la final, siempre en un segundo o tercer plano, entendiendo que la jerarquía no pasa por la exposición en los focos. ¿Y quién es para Pablito el propio Aimar? "Soy un cordobés, de Río Cuarto, papá de cuatro hijos. Fui jugador, creo que soy buen amigo, me enorgullece eso y que con todo lo que hay dando vueltas, uno logra no enloquecer", dice de sí mismo. Río Cuarto es ese pueblecito donde es conocido por ser el hijo del 'Payo', exfutbolista, y no el 'Payasito'.

Pablo Aimar no se prodiga en medios, salvo en entrevistas donde considere que resulta un espacio donde poder decir cosas que sirvan a través del fútbol. Nunca fue asiduo a las fiestas ni a los lugares públicos, si bien desde los 15 años, cuando entró a formar parte de la cantera de River, llevó una vida tranquila y sin cabida para la noche. Todo en su vida fue precoz. Se retiró en 2015 con River Plate, cómo no, y reconoce que los dos años posteriores fueron los peores: "Me sentía un jubilado con 35 años, necesitaba sentirme útil", y nada mejoró hasta que aceptó que su lugar seguía estando cerca del futbol. También le ayudó la terapia y la religión, sobre todo rezar y agradecer cada noche. Por cosas del destino y por cuestiones familiares, tuvo que declinar la opción de marcharse de ayudante del 'Chacho' Coudet. A los pocos meses, le ofrecieron hacerse cargo de las juveniles de Argentina y enseguida la asistencia con la absoluta, que se resarcía en 2022 ganando la Copa América y dándole la razón a Jorge Jesús, el técnico que tuvo en el Benfica y que le auguró una buena carrera en los banquillos.

Antes, cruzó el charco con apenas 21 años y jugó con Ayala en el Valencia y en el Zaragoza, con quien dice que ya se entendía sin mirar. Se divirtió en el equipo 'che' con el Kily González y mantuvo siempre la amistad con Riquelme, el ídolo de Boca. 

Le gusta las charlas con un vino de por medio, escuchando a los Rolling, a la Beriso, o a Joaquín Sabina. Le puedes encontrar leyendo e incluso escribiendo, como cuando se animó a colaborar en el libro benéfico 'Pelota de papel', con el cuento 'El Maracaná de la calle España'.

Evita las redes, leer crónicas, ver programas de televisión… Un hábito saludable que llevó a cabo en su época de jugador, como lo de montar en bici. Jugar al fútbol los martes con amigos se le hace cada vez más difícil por las molestias que le acompañan siempre en los gemelos, aunque en cuanto Montiel metió el penalti de la final, no dudó en esprintar porque ya nada dolía. 

Admirador de Maradona, al que aspiraba a ser como cualquier niño argentino, que prefería jugar a ser el Diego en lugar de un súper héroe. Aunque dice que entrenar a Messi es maravilloso y que "todo lo que es dentro hace chiquito lo consigue afuera". Leo le ayuda a inculcar en el grupo que no hay nada más importante que pasarlo bien durante el proceso, y después 'chi lo sá', si al final, como cree Aimar, no hay deporte donde el azar pese tanto como en el fútbol.

En la conexión que se da entre el fútbol más orgánico y la profesionalidad, siempre se necesita un Aimar. No tanto como para ganar un Mundial, sino para disfrutar y dignificar el camino que te lleva a él.