Uche revive su protagonismo en la serie LQSA: "El niño quería mi cromo, era el que le faltaba. Me reí mucho. Dices: '¿Pero esto qué es? ¿Cómo es posible?"
El exdelantero nigeriano recuerda su llegada a España como extracomunitario y su paso por la Liga. Firmó goles importantes en el Bernabéu.

A caballo entre España y su Nigeria natal nos atiende Ikechukwu Uche (Lagos, 1984), el exdelantero africano de Villarreal, Granada o Málaga, entre otros. Sus inicios futbolísticos no fueron sencillos para él ni a una parte ni a otra del Estrecho. En Nigeria para entrenar "siempre vas andando. Te pueden tocar cinco kilómetros o más. Cuando vas fuera de tu ciudad obviamente tienes que estar en un hostal, aunque no hay colchón, no hay nada, pero bueno, vivíamos y disfrutábamos", cuenta quien vivió un particular periplo en España por su condición de extracomunitario. Pero su carrera despegó en el Recreativo de Huelva, con el que debutó en Primera y marcó su primer gol en el Bernabéu superando a Guti y a Cannavaro antes de batir a Casillas. "Cuando iba conduciendo veía las posibilidades de que pudiera tener un tiro y digo: 'Bueno, voy a intentarlo', y lo intenté y salió todo bien. En ese momento, sabiendo que es la primera vez que estoy jugando contra el Madrid y en un escenario muy grande eso te llena, te da fuerzas para seguir", reconoce el exfutbolista, con quien compartimos unas risas al recordar una secuencia de la serie 'La que se avecina' en la que uno de los protagonistas necesita el cromo de Ikechukwu Uche para completar su álbum. "Me reí mucho. Dices: '¿Pero esto qué es? ¿Cómo es posible?'"
¿Cómo fueron tus comienzos en Nigeria, Ikechukwu?
No fueron muy fáciles, pero estoy agradecido de que pude venir aquí y pude hacer mi carrera. No fue fácil pero son experiencias que te van llegando y lo vas viviendo. Unas experiencias son buenas, otras no. Lo más importante es que llegues hasta el final con la felicidad de que has hecho la carrera.
¿Alguna anécdota que nos transporte a Nigeria de esos inicios o de esas dificultades? O de aquel fútbol que vivías allí.
Todo, todo es una anécdota. Para que tú puedas jugar tienes que hacer kilómetros, tienes que ir de una ciudad a otra. No tener las herramientas, por ejemplo, las botas, todo. O que las tienes pero no están en condiciones. Al final todo son anécdotas, pero también son experiencias y cuando llegas aquí ves que todo es diferente. No quiero decir que no hay niños que sufren aquí, pero ya es diferente. Al final tienes la suerte de que vas saltando esas dificultades y llegas a España y, bueno, otra dificultad, porque primero tienes que aprender el idioma, tienes que empezar de nuevo a intentar acostumbrarte a la vida de aquí, porque no conoces a nadie y no tienes amigos. Estás ahí viviendo solo, te vienen a llevar para entrenar, pero bueno, poco a poco vas entendiendo cómo se manejan las cosas aquí y, mira, al final gracias a Dios todo salió bien.
Enseguida hablamos de España, de cómo llegas al Racing de Ferrol y avanza tu carrera, pero de esas distancias de las que hablabas, ¿cuántos kilómetros podías llegar a recorrer ida y de vuelta de tu casa para entrenar?
Siempre vas andando, o sea que eso es donde te toque. A lo mejor te toca cinco kilómetros, pueden ser más. Lo que vas buscando es donde te puedan poner, que puedas jugar. Cuando vas fuera de tu ciudad obviamente tienes que estar en un hostal, pero no hay colchón, no hay nada. Tienes que apañarte con la ropa, la ropa que llevas la tiras al suelo, pero bueno, vivíamos y disfrutábamos. Lo que nos importaba era jugar, en ese momento era lo que queríamos.
Llegas a España y tampoco es fácil hasta que te asientas en Ferrol, porque vas probando por varios equipos, en Finestrat, en Salamanca, porque ser extracomunitario te complicó un poco las cosas hasta que llegaste al Racing de Ferrol, ¿verdad?
Sí, donde inicialmente iba a ir desde Nigeria era a Gijón, pero llegando allí me avisaron de que no me iban a dejar entrenar. Las razones, no sé cuáles fueron. En este momento empezamos a buscar a ver dónde podíamos ir y a la semana me dijeron que existía la posibilidad de ir a Ferrol. Yo dije: 'Me lleváis donde queráis. Lo que quiero es tener un sitio donde pueda entrenar para que me vean'. Antes de Ferrol yo creo que fui a Salamanca. Estuve una semana probando y lo mismo: "No se puede", y justo en ese momento, un par de de días después, me avisaron de que había otros sitios donde podíamos ir y así llegamos a Ferrol. Llegué solo y luego llegó otro chico de Nigeria. Dos chicos que no saben hablar nada… (Se ríe). Ahí empezamos a entrenar, estuvimos muchos meses y en diciembre dijeron que existía la posibilidad de que uno de nosotros se pudiera quedar. Digo: 'A ver a quién le toca', y tuve la suerte de que me tocó a mí y ahí empezó todo...
¿Cómo viviste ese momento? Porque eran un poco 'Los juegos del hambre', ¿no?, sólo se podía quedar uno e imagino que habíais establecido cierta amistad.
En ese momento se te pasa de todo por la cabeza porque vienes con el pensamiento de 'aquí hay que quedarse' y son muchas horas de entrenamiento -porque entrenabas con dos equipos, uno con el equipo principal y luego por la tarde tienes que ir a entrenar con otro equipo-. Ahora lo cuento porque ya ha pasado pero en ese momento no era fácil, era muy difícil.
Sabíamos que no dependía de nosotros, sino del que está enfrente, que está eligiendo. En ese momento podía caer hacia cualquier lado, no dependía de nosotros. Si dependiera de mí obviamente diría que 'yo' en ese momento, pero como no dependía de mí digo: 'Bueno, que sea lo que lo que lo que dios quiera'. Todo salió bien, me favoreció y a partir de allí ya a empezar a aprender cómo es la vida, cómo es el fútbol de aquí, como es el comportamiento sobre todo... No fue fácil, ¿sabes?
¿A qué te refieres con el comportamiento? ¿Qué es a lo que más tuviste que adaptarte?
Nosotros jugábamos, pero no teníamos reglas. O sea, había reglas pero tampoco de ese respeto que tienes que tener hacia el otro… Tú jugabas porque lo que querías era tener la pelota y jugar, que la pierdes y no te importa, pero aquí, ya sabes… Todo cambia. Tienes que primero entender a tus compañeros. Sabía que había otras cosas en el fútbol que no solamente jugar, coger la bola y empezar a driblar o marcar. Entonces, ahí ya empezó una vida diferente, empecé a aprender. Durante mi carrera estuve aprendiendo en cada nivel al que llegué. Aprendí muchas cosas hasta llegar al final.
Sí, pero esto de coger la pelota y driblar es lo que al final te caracterizó en tu carrera, porque de Ferrol saltas a Huelva y después de tres temporadas -la última eres Pichichi en Segunda, que marcas 20 goles- das el salto a Primera División. En Nigeria cumpliste el sueño de sentirte futbolista pero supongo que en Huelva cumpliste otro ¿no?, debutar en Primera, nada menos.
El sueño fue ir escalando, ir yendo para arriba. Estoy feliz de que esos pasos se fueron dando hasta debutar en Primera. Y, en ese momento, teníamos muy pocos nigerianos aquí, aunque más que ahora. Teníamos a Mutiu, teníamos a Amunike, uno que estaba en el Rayo y otro en Barcelona. Cuando llegas a un país siempre quieres seguir los pasos de esos a los que ves jugar y es la fuerza que te entra.
Uno de los primeros momentos en que se habló de manera destacada de Ikechukwu Uche fue con tu gol en el Bernabéu, en aquel partido que ganáis con el Recre 0-3. Dejas clavado a Guti, a Cannavaro, bates a Casillas... ¿Puedes recordar la jugada cómo fue?
Esa inercia de subir a Primera ya sabes cómo es, te empuja un poco. Prácticamente éramos los mismos y veníamos ya haciendo buenos partidos y ganando. Cuando juegas en el Bernabéu, bueno, atrae más atención. Todo empezó porque ese partido pensábamos que no se iba a jugar porque hubo un accidente en el que murieron 3 o 4 aficionados. Entonces, por la mañana de ese día se barajaba no jugar. En principio nos dijeron que no se iba a jugar y luego dijeron que sí. Era jugar e intentar dedicarles esa victoria a los que no llegaron a ese partido. Yo creo que ese día salió todo redondo. El equipo estuvo bien desde el portero hasta los que entraron. Estábamos muy motivados y salió todo bien.
Pero no seas humilde, que te estoy preguntando por el gol…
(Se ríe). Sí, hay que serlo, hay que serlo.
Sí, es broma, hay que serlo, pero ¿lo recreas, por favor?
Es un pase recibido de Sinama y al final en un contraataque intentas hacerlo todo: intentas llegar y terminar la jugada. Cuando iba conduciendo iba viendo las posibilidades de que pudiera tener un tiro y digo: 'Bueno, voy a intentarlo', y lo intenté y salió todo bien. En ese momento, la verdad, sabiendo que es la primera vez que estoy jugando contra el Madrid y en un escenario muy grande eso te llena, te da fuerzas para seguir. Ese día nos salió todo bien, todo lo que habíamos hablado antes del partido.
El Madrid no se te ha dado mal. Le diste al Getafe el gol del triunfo también en el Bernabéu en una jugada de pillos, en tu última temporada con los azulones. ¿Cómo fue? El Madrid estaba celebrando un gol de Robben que no subió al marcador…
Yo creo que es David Belenguer que vio que era fuera de juego, creo que de Raúl, y en ese momento todos ellos salieron para celebrar. Creo que el que metió era Robben y en ese momento como teníamos a David, el más listo, sacó. Al sacar vimos que el árbitro salió, siguió la jugada, entonces dijimos: 'Bueno, palante', y salió. Casquero conducía el balón y le dio el pase a Pablo y nos encontramos en el área, chut y gol. Y a celebrarlo. Otra experiencia más, porque ese estadio siempre es un estadio grande y que a todo mundo le gustaría jugar. Y si puedes marcar, pues mucho mejor.
¿Hay algún consejo, alguna frase, algún entrenador que te haya marcado o que recuerdes especialmente de tu paso por España?
Yo soy una persona que intento escuchar a la gente, bien sea lo malo o lo bueno. Siempre me gusta porque eso intento aplicarlo en la vida. La única palabra que te pueda decir es: 'Hay que seguir'. Es lo que decimos siempre en el vestuario, pase lo que pase 'hay que seguir', y eso te ayuda en momentos difíciles...
Supongo que es lo que te ayudó en Zaragoza, adonde llegaste desde el Getafe. Hicieron una apuesta importante por ti, cuatro temporadas, cinco millones y medio, pero te rompes el cruzado, te operan luego del menisco y estuviste año y medio en el dique seco.
Sí, sin hacer nada. Es lo que te decía, muchas veces tú piensas una cosa y te llegan otras. En esos momentos la verdad que lo pasé mal, muy mal, porque no sabía lo que era el cruzado, no había tenido a nadie alrededor que lo hubiera tenido, que pueda decir: 'Mira, voy a escucharle, a ver qué experiencia ha tenido'. No, no sabía nada de eso y lo pasé mal, y no tienes a nadie alrededor y te piensas lo peor, que a lo mejor no vas a volver a hacer lo mismo. En teoría no eres el mismo porque ya hay una cosa que te ha pasado y que tienes que convivir con eso, pero a medida que va pasando el tiempo y que voy viéndolo de otra manera, intentaba recuperarme cada día mejor, pero la segunda me mató. Digo: 'Que ya estoy volviendo...' y me hace perderme el Mundial de 2010, porque en ese momento todo me salía bien. Mi rendimiento tanto con la selección como a nivel de club era muy bueno. Cuando te sale todo vas teniendo más confianza en todo y luego cuando pasó eso es como que caes de arriba en nada, en segundos. Al final no te queda otra que levantarte porque como dicen no hay que quedarse en el suelo, hay que levantarse.
¿En quién te apoyaste?
Tengo a mi hermano, que jugaba en ese momento, estaba en Almería. Hablábamos todos los días y luego vino mi hermana de Nigeria. Eso ya me ayudó un poco, pero eran muchos días pensando en la rodilla y lo que quería hacer es jugar. Cuando ves fútbol en la tele, ves que no puedes ayudar a los compañeros y eso duele más. La cabeza es lo que te mata, el pensamiento. La cabeza te lleva a mil sitios por hora, sitios que no te van a ayudar, pero ya sabes cómo somos las personas, no puedes evitar pensar cuando la cosa no está marchando como quieres. Pero bueno, al final se superó poco a poco y de ahí a Granada...
Espera, espera, porque quiero preguntarte precisamente por eso, porque realmente te ficha el Villarreal, que te cede al Granada y el primer gol que marcas le da la primera victoria al Granada después de 35 años sin estar en Primera División… y es contra el Villarreal. ¿Cómo lo viviste?
Sí, me dijeron antes de fichar que había posibilidades de que hubiera que ir a Granada y digo: 'Bueno, no hay problema, todo lo que sea para seguir recuperándome', porque llevaba muy pocos meses recuperado de la lesión. 'Donde sea', porque en ese momento lo que quiero es aparcar esos momentos de no hacer nada, de días que te levantas y que te duele todo... Lo que quería era jugar. Y yo creo que ése fue el segundo partido que jugué. Hasta esa mañana estuve pensando, hablando y preguntando a la gente si podía jugar o no, porque en ese momento era lo típico que cuando te ceden de un equipo nos ponen una cláusula y esa misma mañana veo que estoy convocado y digo: 'Si estoy convocado es porque no hay eso'. Y en ese momento ¿qué hay que hacer? Hay que jugar, porque lo que quería es jugar e intentar hacerlo bien. Luego ya, cuando llegas al Villareal te lo recuerdan. (Se ríe), pero bueno, eso es el fútbol al final. ¿Qué vas a hacer? Es que te toca y no puedes hacer nada.
¿Quién te lo recordó? Porque la temporada siguiente es cuando vuelves al Villarreal, un Villarreal de Champions que pierde la categoría y en Segunda tú fuiste uno de los nombres propios para recuperar la categoría, marcaste 14 goles.
Sí, eso fue al principio, ya sabes, la broma. Cani me lo recordó, creo que Zapata, no recuerdo si alguien más. 'Te lo dije, te lo dije, ¿por qué metiste?'. Son momentos de broma. Al final es intentar en ese momento empezar a trabajar para devolver al Villarreal donde se merece.
Y lo hicisteis. ¿Cómo recuerdas a aquel equipo que, como decíamos, era de Champions?
Sí, el Villarreal tenía que volver a Primera sí o sí. Yo creo que eso también nos pasó factura n el inicio porque en ese momento hay algunos jugadores que no están acostumbrados a jugar en Segunda. Recuerdo que al principio no jugábamos bien, ganábamos pero no ganábamos como la gente quería, pero a medida que fue pasando el tiempo fuimos mejorando, pero tampoco como queríamos. Y luego, en diciembre, me tuve que ir a jugar la Copa de África, que coincidió con la llegada de Marcelino y seguimos mejorando, mejorando... Yo creo que los primeros partidos con él los perdimos y cuando pierde dos partidos un equipo que quiere subir eso crea más alarma. A partir de ahí ya todo el mundo se puso el mono de trabajo y empezamos a ganar. Ganamos trece partidos seguidos, u once, pero hasta el último día estuvimos peleando y al final con la calidad que había el equipo pudo conseguir el ascenso y todos felices. Cuando se consigue el objetivo todo el mundo está contento.
¿Qué destacas de Marcelino? Os conocéis muy bien.
Sí, en mi carrera lo he tenido en tres equipos diferentes. Dos de esas tres veces salieron muy bien. En el Recre todo salió muy bien y en el Villarreal también. En Zaragoza no tanto porque hubo muchos problemas, pero son cosas que te encuentras en el fútbol.
¿Ya era tan exigente entonces?
Sí, sí, sí, sí... La exigencia es tremenda. Yo creo que es su manera de trabajar y hay algunos futbolistas que es obvio que no lo van a entender. Incluso a mí a veces hay cosas que no entiendo, pero bueno, ¿qué tengo que hacer?, hay que aguantar, callar...
¿Qué no entendías?
Hay días que estás bien, hay días que no estás bien -que es normal en todas las personas, no puedes estar al cien por cien siempre, es imposible en la vida-, entonces en esos momentos que bajas la guardia a lo mejor te dice algo que no te gusta... Pero bueno, yo creo que todo lo que te dice no es para mal, pero lo percibes de otra forma y a lo mejor no te gusta.
Una exigencia que os llevó a dos clasificaciones para Europa, a jugar la semifinal de la Copa del Rey contra el Barça.
Sí, yo creo que después del ascenso éramos, bufff, uno de los que jugaban el fútbol que todo el mundo quería. Era una cosa ver al Villarreal jugar porque todo el mundo entendíamos lo que el entrenador quería y lo que te decía, la inercia de venir de Segunda y en Primera lo que quieres es seguir con ella. Desde el portero hasta el último hombre era vernos y no podías pensar que ese equipo hacía meses estaba en Segunda. Es la calidad que teníamos y también teníamos las cosas claras, cosas que nos decía Marcelino, y al final todo iba saliendo. El primer año llegamos a ser primeros. No puedes estar ahí todo el rato porque llegará un momento en el que bajas la guardia o donde el Barcelona o el Madrid imponen su calidad, pero fue una buena experiencia y estábamos contentos.
¿Quién es el mejor jugador con el que has jugado?
Difícil, ¿eh? ¿Por qué me estás haciendo unas preguntas difíciles?
(Risas). ¿Difíciles? Son de tu carrera...
No, ya, pero ha habido un montón. Por ejemplo Bruno, Viqueira, Marcos Senna... Hay muchos, hay muchos.
Luego te fuiste a México, volviste al Málaga y en el Nàstic dijiste adiós al fútbol en activo.
Sí, volví a Málaga, pero tampoco hubo muchas oportunidades para jugar. De allí al Nàstic. Son cosas que te van llegando y después de un par de años decides que no sigues.
Que no sigues, pero sí sigues viviendo entre España y Nigeria. Al final has sido un nombre en el fútbol español que caló hasta el punto de que en la serie de 'La que se avecina' a uno de los protagonistas le faltaba el cromo de Uche. Cuéntame esa anécdota, por favor, que hace unos días compartiste la escena en su Instagram.
Cuando pasó no me di cuenta porque esa serie no la veía y un día alguien me comentó: 'No, que te mencionaron, mira…' Hasta que un día, después de muchos años, alguien lo encontró y me lo mandó y ufff, al final... me reí mucho. Me reí mucho porque era una cosa que no esperabas, que nunca esperaba. Entonces eso te hace pensar en tu carrera y dices: 'Al final lo hiciste bien', aunque no tanto como yo quería, porque como te decía al principio hay cosas que salieron bien y otras no tan bien, pero bueno, eso es un cúmulo de cosas de alguien que está trabajando, que no siempre te sale todo bien. Pero cada vez que la veo o que alguien me etiqueta siempre me llena, la verdad. Me llena.
Explícanos tú cómo es la secuencia, porque no buscaban el cromo de Iniesta, buscaban el tuyo.
No, el niño lo que quería es mi cromo, como tenía muchos se lo querían quitar. El niño sabía lo que quería, entonces pedía lo que quería. ¿No vistes el taco que llevaba el niño? Yo creo que en sus dos manos no cabían. Es que eran demasiados, y aún así quería uno para completar, y resulta que el único cromo que le quedaba es tu cromo. Eso aún es más gracioso cuando el cromo que le faltaba era mi cromo. Es el momento de 'ah, bueno, por lo menos te tienen en cuenta'. No sé cómo explicarlo, la verdad. Es algo que no tenía ni idea de que iba a pasar. De repente te encuentras esto y dices: '¿Pero esto qué es? ¿Cómo es posible esto?' Cada vez que lo ves son cosas que te llenan de orgullo.
Y además no dicen sólo tu apellido, sino también tu nombre, y que nos ha traído de cabeza más de una vez.
Lo dijo perfecto y esto no me lo esperaba. Digo: 'Qué bien, por lo menos hay alguien que lo dice a la primera', porque siempre me preguntan cómo es, cómo se pronuncia, cómo tal... Pero bueno, yo me imagino que lo había practicado y salió todo bien. Ikechukwu Uche. ¿Es fácil, no?