MUNDIAL DE CLUBES

Los Ultras del Al Ahly hicieron la revolución, les encarcelaron y torturaron y acabaron entregando las armas

Los aficionados radicales organizaron a la gente durante la Primavera Árabe en 2011.

Aficionados del Al Ahly recuerdan a los fallecidos en Port Said./GETTY
Aficionados del Al Ahly recuerdan a los fallecidos en Port Said. GETTY
Jordi Cardero

Jordi Cardero

En 2011, la plaza Tahrir se convirtió en el epicentro del mundo. El corazón de El Cairo fue el punto de resistencia desde el que se comenzaría a enterrar el régimen autoritario de Hosni Mubarak. Había estallado la revolución egipcia y quienes la vehicularon fueron los ultras del Al Ahly.

Los aficionados más radicales del club jugaron un papel importante en la Primavera Árabe. Su experiencia en las peleas contra la Policía y la organización interna permitieron que miles de personas no abandonaran la plaza Tahrir, símbolo de la revolución. Unos años después, los ultras han desaparecido. Centenares de ellos fueron encarcelados y torturados. El balón en Egipto rueda triste, porque el fútbol ya no es lo que era.

"Una de las primeras preguntas que te hace un egipcio es si eres del Al Ahly o del Zamalek", comenta Ronnie Close, profesor de la Universidad de El Cairo. "El fútbol es la piedra angular de la identidad egipcia", añade. Y precisamente, el fútbol fue la herramienta con la que se hizo la revolución.

La afición del Al Ahly ha tenido, históricamente, un punto de reivindicativa. "Siempre fue un club nacionalista y contrario al colonialismo británico. Y varios de sus cánticos ponían la lupa sobre la Policía y los militares", explica Close, autor del libro Ultras de El Cairo: Resistencia y liberación en la cultura futbolística de Egipto.

"Los ultras protegían a los manifestantes porque tenían experiencia peleando contra la Policía"

Ronnie Close Profesor de la Universidad de El Cairo

Cuando el 2011 aún se desperezaba, explotó la Primavera Árabe. Aquel año, murieron 3000 personas en las protestas. La sangre no impedía que cada día miles de personas siguieran manifestándose en la plaza Tahrir. "Los ultras protegían a los manifestantes porque estaban organizados, tenían experiencia peleando con la Policía. Cuando estaban los ultras se sentían más seguros. Estaban extremadamente organizados", recuerda Close.

Todo el mundo quería ser ultra, formar parte del grupo. Pero los del Al Ahly no estuvieron solos, durante todas las protestas se coordinaron con los ultras del Zamalek, eterno rival en lo futbolístico. "Eran los héroes de la calle", apunta Close. De hecho, Al Ahly significa pasión y familia.

La Primavera Árabe propició la caída de Hosni Mubarak. Rodó la corona, pero el tablero apenas se movió. El sistema siguió inmaculado y unos años después un golpe militar volvió a dejar las cosas como estaban. Todo volvía a estar igual. El gobierno, consciente del rol de los ultras en las protestas, les puso la etiqueta de terroristas. Todo aquel que actuara de forma distinta al gobierno fue encarcelado. Entre rejas se denunciaron torturas y hasta electrocuciones.

La tragedia de Port Said, uno de los pasajes más oscuros

En Port Said, en 2012, sucedió uno de los pasajes más oscuros de la historia del fútbol. 74 aficionados del Al Ahly fallecieron en el estadio del Al Masry. Fue una emboscada. Con la inacción de la Policía, seguidores locales saltaron al campo y subieron a las gradas de la afición visitante, que no pudo escapar del estadio. Aquella fue la venganza orquestada por parte de las autoridades.

Los ultras del Al Ahly recuerdan, durante un partido, los fallecidos en Port Said. GETTY
Los ultras del Al Ahly recuerdan, durante un partido, los fallecidos en Port Said. GETTY

En 2015, sucedió algo muy parecido con la afición del Zamalek. 20 personas murieron y los White Knights, ultras del club, denunciaron que la avalancha humana que terminó con tantas vidas fue fruto de los gases lacrimógenos que lanzó la Policía. Aquella fue la última página de la cultura ultra en Egipto. En 2018, los radicales del Al Ahly -y los del resto del país- se disolvieron. Quemaron todas sus banderas a modo de rendición y a cambio de que las prisiones se vaciaran.

La Primavera Árabe y el exilio de Salah y Aboutrika

La Primavera Árabe y la posterior restauración del régimen detuvo el fútbol durante un año. Hubo una temporada que no se disputó. Varios futbolistas decidieron cruzar la frontera y dejar atrás su país. Uno de ellos fue Mohamed Salah, que se marchó al Basilea. Años después, cuando jugaba en la Fiorentina, lució el dorsal 74 en recuerdo a todas las víctimas de Port Said. Aboutrika, junto al del Liverpool el mejor jugador que ha visto nacer Egipto, apoyó la revolución. Tuvo que exiliarse porque temía por su vida. Desde entonces no ha podido regresar a su casa.

El papel de los ultras significó para el régimen autoritario el punto de no retorno. Ya no se han vuelto a ver estadios llenos. La casa del Al Ahly, que comparte con el Zamalek, alberga unos 5.000 espectadores por partido. Quedan lejos de los más de 100.000 que se llegaron a concentrar cuando el fútbol era una herramienta de protesta y no de represión.

"Ya no es como antes. La liga egipcia está sufriendo mucho económicamente porque se está quedando sin patrocinadores. El ambiente es muy triste. A la gente le encanta el fútbol, pero hay tantos problemas políticos… Los seguidores están controlados, los vigila la Policía", cuenta Ronnie Close, que añade que los aficionados que van a los estadios prefieren contenerse para que no piensen mal de ellos.

"La gente está muy animada, pero nadie cree realmente que el Al Ahly pueda ganar al Real Madrid", comenta Close. Durante la Primavera Árabe, los ultras del Al Ahly usaron lo que el fútbol les había enseñado para hacer la revolución. Si le ganan al Madrid, volverán a encontrarse con la Policía en las calles de El Cairo. Ya no quedan ultras, pero permanece el alma combativa en sus futbolistas.