El confesor de Francesc Arnau cuyo patio era el Camp Nou: "Entre porteros nos entendíamos, cada uno contaba sus problemas"
Tras formar parte de una de las mejores generaciones de La Masia, Felip Ortiz dio el salto a los banquillos. Ahora dirige al Inter Escaldes.

Felip Ortiz (Lleida, 1977) es de los pocos que puede decir que vivió en La Masia cuando el centro era literalmente una masía. Tras formar parte de una de las mejores generaciones de la historia de la cantera del Barcelona y una carrera en la que llegó a competir en Segunda División, pasó a los banquillos y formó parte del cuerpo técnico de Sergi Barjuan, en el Barça B o en China, o de Vicente Moreno. El verano pasado inició su carrera en solitario y está haciendo volar al Inter Escaldes andorrano. Además, ya ha sonado para banquillos como el del propio Andorra o el de su Nàstic de Tarragona. Felip repasa en Relevo su carrera, recuerda las confesiones con su amigo Francesc Arnau y cuenta su camino hasta convertirse en técnico.
Empecemos por el final. ¿Cómo llegas a Andorra?
El año pasado estaba en Arabia, en el cuerpo técnico de Vicento Moreno. Se nos acabó el contrato y vine a casa. El presidente y el director deportivo ya nos conocíamos, otros años se había interesado en mí pero entonces yo estaba con Sergi Barjuan. Me contaron que la liga andorrana había mejorado, que podía disputar la previa de Conference League… Pasamos la primera ronda y en la segunda contra el AEK de Atenas, nos quedamos cerca. La experiencia fue buena y decidimos continuar.
¿Cómo es la liga andorrana?
Andorra es un país pequeño y hay pocas instalaciones, pero está muy bien organizado. Cada equipo tiene un horario. Todos los partidos se juegan en el campo de la Borda, excepto los partidos europeos. Es una liga que está creciendo mucho. El año pasado superamos una eliminatoria, Santa Coloma también. Hay pocos equipos, pero unos seis compiten por ganar la liga.
Fuera, cuando se habla de Andorra, todo el mundo piensa en Piqué. ¿Cómo es su figura allí?
Se habla porque el Andorra está en la liga española, pero tampoco mucho. La liga andorrana es la liga del país. Últimamente, a Piqué se le ve más por aquí.
Empezaste tu carrera en La Masia. Y viviste en el edificio original.
No tenía nada que ver con la de ahora. Pasábamos muchas horas juntos, estábamos cerca del Camp Nou y a veces entrábamos a jugar. Algunas puertas estaban abiertas, un domingo por la tarde que no había nadie… Hacíamos unos tiros. Conocíamos a los porteros de seguridad, a los jardineros… Era una pasada poder disfrutarlo. Era nuestro patio. Con Puyol coincidimos un año, con Valdés, Iniesta… distintas generaciones.
¿Puyol de joven ya era así?
Lo conozco desde hace muchos años. Sobre todo, era culer, como yo, pura sangre. Veníamos de Lleida, con toda la ilusión del mundo. Como persona, es lo que se ve: sencillo, fiel, sacrificado… Sabe lo que le ha costado llegar donde ha llegado. Como amigo suyo, estoy muy contento. He vivido de primera mano todas las dificultades que he tenido.
¿Y Xavi?
Solo te puedo hablar maravillas. Es un chico humilde que cuando necesitas algo, está allí. No piensa en lo que ha sido o es. No ha cambiado. Tenemos buena relación.
Se decía que Mario Rosas pintaba mejor que él.
Se ha dicho de muchos. Marios Rosas mejor que Xavi, Troiteiro mejor que Iniesta… Pero momentos o decisiones te cambian la vida. En La Masia estaban los elegidos de toda España. Poder llegar al primer equipo o no llegar, o vivir del fútbol, es un conjunto de muchas cosas.
Además de Valdés, coincidiste con Francesc Arnau.
Vivimos juntos en La Masia. Cuando tienes los mismos problemas, de portero, estábamos siempre juntos, mano a mano. Entre porteros nos entendíamos. Tuvimos la suerte de coincidir en el Barça B, el primer equipo cuando Vitor Baia se fue y nos subió Van Gaal… Siempre que me preguntan por Arnau lo paso mal. Nos ayudamos mutuamente en momentos malos y es una pena que haya terminado así [Arnau falleció en 2021 y su muerte se catalogó como un suicidio]. Con Puyol, que también era un buen amigo suyo, a veces hablamos y nos quedamos con lo bueno y la buena persona que era.
¿Qué tipo de conversaciones teníais?
Yo tenía muy buen juego de pies y Arnau no tanto. Él me decía que quería tener mi juego de pies y yo le decía que quería su altura. Cada uno contaba sus problemas e intentábamos ayudarnos, decir en qué podíamos mejorar… Sabíamos que éramos competencia porque solo podía jugar uno, pero éramos superamigos. La relación nos hizo crecer como amigos. Cuando decían que no tenía juego de pies, yo le animaba. Entrenábamos, nos corregíamos… Cuando a mí me decían que no era muy alto, me animaba. Era una relación muy bonita.
Su hijo le hizo un buen homenaje: fue salvador en la tanda de penales contra el Girona.
Lo vi. Las cosas que tiene el fútbol. Ya es difícil que un jugador se ponga de portero. Pero que además pare un penal y sea el hijo de Arnau… Son cosas bonitas. El recuerdo que tengo, y también los amigos en común, son todos positivos. Es una pena que se haya ido tan pronto.
Aquella generación logró el ascenso a Segunda División en el Santiago Bernabéu.
Aquella quinta se forjó en el Juvenil A: con Puyol, Ferrón… ganamos la Copa del Rey. Subimos al Barça C y luego en bloque al filial. Yo empecé jugando el playoff porque Arnau estaba en el Europeo Sub-21. Cuando volvió, acabó la promoción. Aquella quinta ya se veía que tendría jugadores para el primer equipo: Xavi, Gabri, Puyol… y Arnau, claro.
¿Tenías alguna superstición como portero?
De joven tenía muchos rituales: no quería que me tocaran los guantes, el color de las camisetas, entrar al campo con el pie derecho... A medida que vas creciendo, te das cuenta de que no te marcan porque vistes de amarillo -me gustaba el verde o el azul- o te han tocado los guantes. Hay muchos porteros que les pasa lo mismo con los guantes. Y también entrenadores, eh. Que no se cambian las zapatillas o la ropa hasta que pierden, que van con el mismo boli... Se tiende a llevar muy escondido.
Andorra no es el primer país extranjero donde entrenas. Ya has estado en China y Arabia Saudí.
Allí tienen inquietud por los entrenadores de fuera, saben que las ligas son más competitivas y miran mucho si has pasado por el Barça. La liga árabe es supercompetitiva. A mí me ha servido mucho para aprender. No solo vas a enseñar.
¿Qué aprendiste?
Tienes que ver el contexto en el que estás, informarte del funcionamiento interno: descanso, alimentación, horarios... Tienen unas costumbres distintas que no puedes cambiar. En Arabia nos encontramos con el Ramadán. Entrenábamos a las diez de la noche, la liga cambiaba los horarios, parábamos para que rezaran... Hay que saber escuchar. Había ejercicios que, por el calor, no podíamos hacer. Hay que saber adaptarte y hablar con los entrenadores locales.
Has estado en varios staff. ¿Tu rol siempre ha sido el mismo?
No, yo empecé como entrenador de porteros, con el Nàstic, con Vicente y luego con Sergi. Luego tuve inquietud como segundo entrenador, hasta que me he visto preparado para ser primero. Cuando dejas el fútbol, tienes que seguir estos caminos. Entrar ya a un equipo grande es precipitado. A mí me ha servido para formarme. Ahora me veo realmente preparado para ser primero o volver a ser segundo.
Has vivido tres etapas en el filial, ¿qué jugadores te impactaron más?
Hay muchos. Hicimos debutar a Aleñá, Cucurella... Ya veías que iban a ser muy buenos. Más tarde, Gavi o Balde. Se notaba que si les dabas una oportunidad, lo harían bien. Pero no esperábamos que tan bien. Hoy en día, un jugador del filial si lo metes en el primer equipo, como mínimo, cumple.
¿Quién era más intenso: Puyol o Gavi?
Bf... Por lo que he vivido, Puyol.
¿De quién has bebido para convertirte en entrenador?
De entrenadores que he tenido, he ido cogiendo de muchos. De Vicente aprendí muchos conceptos defensivos, con Sergi otros, charlas que he tenido... Lo importante es tener un modelo de juego, creer en una idea. Si la sigues, tienes más posibilidades de ganar.
¿Cuáles te gustan de los actuales?
No es que la gente esté más formada que antes, pero hay más medios. A nivel de análisis, de GPS... Tienes mucha más información y también puedes dar más. Me gusta Imanol, Marcelino... Te pueden gustar más o menos, pero a todos los equipos les meten su identidad. Como Guardiola. Lo importante es construir equipos reconocibles.
Con Sergi llegasteis a ser interinos del primer equipo. ¿Cómo es pasar de entrenar al filial a llevar a Piqué, Busquets, De Jong...?
Cuando nos llaman, no es el estar nervioso por quiénes están, porque fueron los primeros que nos conocían y nos ayudaron. Fue un shock el cambio a nivel mediático. Cada día sales en el periódico. Es más lo que envuelve al club. Fue una situación complicada, con incertidumbres, muchas bajas. Ganamos en Champions y luego vino Xavi. Lo que ha hecho con el Barça tiene mucho mérito. Pero el Barça es muy exigente en todo. Para lo bueno y para lo malo. Ha dado la oportunidad a muchos canteranos.
Tu carrera ha seguido pasos lógicos en el banquillo, sin querer correr, ¿dónde te ves en un futuro?
Llevo un año como primero. Ya he dado los pasos y estoy preparado para seguir como primero, pero nunca me voy a cerrar puertas. Di el paso porque me siento capacitado, con mi experiencia como jugador y entrenador. Quiero hacer una buena temporada en Andorra y después ya se verá. Mi modelo ya se está viendo reflejado aquí. En el fútbol, nunca se sabe. Como dice Simeone, partido a partido.