REAL MADRID

Los regresos de las leyendas al Bernabéu con otra camiseta: de las dos veces que Di Stéfano se borró a Hugo Sánchez volviendo... al Calderón

Sergio Ramos es el jugador con más partidos jugados en la historia del Real Madrid (671) que regresa a casa con otro equipo

Ricardo Gallego y Juan Gómez 'Juanito', otrora compañeros, en un Málaga-Real Madrid. /ABC
Ricardo Gallego y Juan Gómez 'Juanito', otrora compañeros, en un Málaga-Real Madrid. ABC
Enrique Ortego

Enrique Ortego

"Paco he visto un lateral derecho impresionante. Ataca, defiende, es valiente, tiene velocidad. Y tiene 18 años. Para jugar en Segunda B está sobrado". El autor de las palabras es Ramón Martínez, entonces, primavera de 2004, director de la cantera del Real Madrid; el receptor, Paco de Gracia, su hombre de confianza en el club y el protagonista de la historia: Sergio Ramos García, que esa temporada 2003-04 militaba en el filial sevillista, en Segunda B, pero llegó a jugar siete partidos con el primer equipo a las órdenes de Caparrós.

De hecho, ya había debutado en Primera, cuando en un partido en el Nuevo estadio de la Victoria de Jaén, el 18 de abril de 2004, Ramón Martínez fue a verle jugar. Segunda B. Ahí comenzó todo. Ese día, el lateral de Camas comenzó a ser jugador del Real Madrid. Informe al canto y recomendación expresa a Arrigo Sacchi, entonces director de fútbol en el organigrama blanco. El 22 de diciembre, ya es el curso siguiente, el italiano se sienta en el palco del Bernabéu con una misión especial: radiografiar al detalle al número '5' del rival ese día, el Sevilla y que actuaba de lateral derecho.

Sergio aprobó con nota y su equipo se llevó los puntos con un gol de Baptista, que después también acompañaría a Sergio en su camino hacia el Bernabéu y firmaría por el Real Madrid (2005-06). En ese equipo, entre otros, jugaban Esteban de portero; Javi Navarro, de central, Dani Alves, de interior derecha y Jesús Navas que jugó unos minutos en la segunda parte, García Remón y Caparrós eran los entrenadores. Esa fría tarde, víspera de Navidad, fue la última vez que Sergio Ramos jugó en el Santiago Bernabéu con una camiseta que no fuera la del Real Madrid (selección no cuenta). Volvió a enfrentarse al que iba a ser su club a la temporada siguiente en la segunda vuelta, en mayo de 2005 en el Sánchez Pizjuán (2-2) y marcó el primer gol. En esos meses, Florentino Pérez ya había dado la orden de que su fichaje era prioritario. Bien pagando las cláusula de rescisión de 27 millones o llegando a un acuerdo con Del Nido, que prefería hacerse la víctima y decir que no negociaba por el jugador.

Como las lesiones no lo hicieron posible en su reciente etapa en el PSG, será ésta la primera ocasión en la que Sergio pise el Bernabéu  formando parte de las tropas enemigas, después de haber sido soldado blanco en 671 ocasiones. Ni es la primera vez, ni será la última que se dan situaciones parecidas. El coliseo blanco, a su largo de sus 57 años de vida ya está acostumbrado a regresos cargados de emoción. Jugadores que vivieron parte de su carrera profesional en el Real Madrid y después tuvieron la oportunidad de volver como 'contrarios' para recibir el reconocimiento de la afición blanca. Todas esas 'vueltas' a casa, encierran una historia y una anécdota.

Di Stéfano se 'borró' dos veces...

Genio y figura hasta la sepultura. Alfredo di Stéfano no dudó en aprovechar alguna de las ofertas que le llegaron cuando Don Santiago Bernabéu no renovó su contrato después de la derrota en la final de la Copa de Europa de Viena contra el Inter (1964). No quiso quedarse en el club de "conserje, ni de cualquier cosa, ni de florero" y aceptó fichar por el Espanyol donde ejercía como entrenador-jugador su íntimo amigo: Ladislao Kubala. Ni Celtic, ni Milan. A la carretera de Sarriá. Temporada 64-65 y el sorteo quiso que el primer partido de Liga fuera el Espanyol-Real Madrid. Cuál no sería la expectación creada, que la Federación decidió adelantar el partido a la mañana y que se retransmitiera en directo para no minimizar el resto de la jornada vespertina.

Di Stéfano jugó contra los que habían sido sus 'ex' tres meses antes. Entre ellos, con el '9' a la espalda, su recambio natural, el joven canterano Ramón Moreno 'Grosso'. Se adelantaron los blanquiazules con un gol de Ramírez, pero en los últimos minutos Puskas, con dos tantos, impuso su ley. Precisamente, Di Stéfano abandonó el césped abrazado a su amigo Pancho. Según avanzaba las temporada, uno de los grandes alicientes que se iba alimentando era el regreso de Alfredo al Bernabéu... con la camiseta de otro club.

¿Cómo sería el recibimiento de la afición al hombre que con su llegada en 1953 había revolucionado y cambiado la historia del club? ¿Pesaría más en el ambiente el poder del presidente, Santiago Bernabéu, a quien no le había sentado nada bien que el futbolista decidiera acabar su carrera en otro club que no fuera el Real Madrid? ¿Palmas? ¿Pitos? ¿División de opiniones, como en los toros? La situación no se llegó a producir. El '9' espanyolista no jugó el partido de vuelta. Entonces, los medios de comunicación de la época no sospecharon nada anormal sobre su ausencia, pero con el tiempo, y al repetirse la situación a la temporada siguiente, sí se llegó a pensar que 'hábilmente' había alargado una lesión en la mano derecha para no jugar contra el club de su 'corazón y alma' en el Santiago Bernabéu.

Di Stéfano, presentado en Sarriá con el Espanyol.  ABC
Di Stéfano, presentado en Sarriá con el Espanyol. ABC

Di Stéfano disputó la jornada 12 contra el Levante y fue expulsado por dar una bofetada al secretario técnico del club local, Balaguer... que había saltado al terreno de juego, junto al masajista, a atender a un jugador de su equipo. Cuando el capitán blanquiazul, con toda la razón del mundo, recriminó su presencia sobre el terreno de juego, éste le contestó, según el acta del árbitro que vivió en primera persona el incidente: "¿pero cómo un tipo como usted me va a echar a mi de mi campo?". La bofetada fue inmediata y la consiguiente suspensión; dos partidos. No podría jugar ni contra el Athletic, ni contra el Sevilla, pero los medios catalanes sí pensaban que lo haría contra Las Palmas. Por el camino de esta ausencia obligada fue cuando surgió la lesión en la mano derecha. Fue escayolado, pero no llegó para jugar en el Bernabéu y sí la semana siguiente contra el Córdoba.

Superado el trance, ante Di Stéfano se presentó otra posibilidad de jugar en su estadio del Paseo de la Castellana. Eliminatoria de Copa del Generalísimo: Sporting-Espanyol. Sendos empates en los dos partidos y desempate en Madrid. Ya no era lo mismo. Era volver a casa, pero no para jugar contra el Real. Además, doble desempate. El primero, en el que Alfredo marca en la prórroga, también termina en tablas. Cinco días después (20-5-65) nuevo duelo, otra prórroga y triunfo final de los asturianos. Di Stéfano había jugado dos veces en cinco días en 'su' Bernabéu.

A la temporada siguiente, última de su carrera, en la Liga la visita al feudo madridista estaba fijada para la jornada séptima. Di Stéfano juega las cuatro primeras... y no volvió a aparecer en las alineaciones hasta la octava, que se jugó el derbi catalán en Sarriá. Se perdió por un tirón muscular en la pierna izquierda los encuentros contra el Málaga y el Espanyol y aunque se esperaba su reaparición para el Bernabéu y así lo comentó públicamente a lo largo de la semana el doctor Rocosa, tampoco fue así y a 48 del encuentro se confirmó su baja "para no forzar". El partido acabó en empate sin goles. En la vuelta, en Sarriá, sí jugó Di Stéfano. Nuevo empate (1-1).

Juanito y Gordillo contra el Castilla

Dos casos muy parecidos entre sí, pero no idénticos, vivieron otros dos jugadores emblemáticos del madridismo: Juanito y Gordillo. Como sus respectivos clubes de destino, Málaga y Betis, estaban en Segunda al año siguiente de marcharse del Real Madrid, volvieron al Bernabéu, pero su rival fue el equipo filial, el Castilla. En el primer caso, Juan Gómez todavía tuvo la oportunidad a la temporada siguiente, con su Málaga ya en Primera, de retornar al Bernabéu para jugar contra el primer equipo.

Cronológicamente sucedió primero el regreso del malagueño. Temporada 87-88. Pocos futbolistas habían vivido con tanta intensidad su década blanca (1977-87) y pocos sufrieron tanto a la hora de su despedida. Le dolió en el alma que Ramón Mendoza pensara que había dejado de ser útil con 32 años y más habiendo jugado 33 partidos la última temporada. Sin duda el motivo de su adiós estuvo más relacionado con los comportamientos del jugador sobre los terrenos de juegos y que la acción del pisotón a Matthaus estaba demasiado cerca en el tiempo.

Su mal menor fue saber que tenía garantizado su fichaje por un Málaga que solo tenía como objetivo volver a Primera, precisamente de la mano de los regates y de los goles del gran ídolo local. La trayectoria en Segunda del equipo malagueño, entrenado por Kubala, fue un paseo. Fue líder en 30 de las 38 jornadas. En la tercera jornada, tocó viajar a Madrid para enfrentarse al filial blanco. Veinte mil aficionados se dieron cita en el estadio. Todos los ojos estaban centrados en su diminuta figura. Se inventó un gol a los 30 segundos con un pase a Esteban largamente aplaudido hasta por los madridistas. Dicen, que en el descanso, cuando se dirigía hacia los vestuarios se fue directo hacia el suyo de toda la vida y tuvo que ser su compañero Husillos quien le dijera: "Juan que es para el otro lado" La presencia de los ultras en uno de los fondos ayudó a que el homenaje al '7' se extendiera a lo largo de los 90 minutos. Ganó fácil del Málaga (1-3) a un Castilla entrenado por Vicente del Bosque.

Con el ascenso, el futbolista se fue mentalizando para su gran día: jugar contra el Real Madrid y con el estadio a rebosar. La cita, prevista para la jornada 17, el 14 de diciembre de 1988, se tuvo que retrasar por la huelga general. Se jugó el miércoles 11 de enero. Beenhakker y Luis Costa eran los entrenadores y el propio Juanito y Gallego, los capitanes. El Bernabéu, con menos entrada de los esperado, se rindió a sus recuerdos desde que escuchó su nombre por megafonía. Hubo gritos de "Illa, illa, illa, Juanito maravilla". Juan se hizo una foto con sus excompañeros y se colocó entre Butragueño y Sanchís.

Fue ovacionado cada vez que tocaba el balón. Hasta en una jugada de carambola en el que un centro suyo fue mal despejado por Chendo y acabó en la puerta de Agustín. Era el 1-1. No lo celebró. "Llevaba año y medio esperando este partido. Aunque al Málaga lo llevo en el corazón, al Madrid lo llevo en la sangre", comentó emocionado. Fue su forma de explicar lo que sintió ese día con otra camiseta. Gallego, su amigo Gallego, rompió la tablas en el minuto 89 (2-1). Camino del vestuario, entre camisetas blancas, al malagueño se le escaparon un montón de lágrimas. Siempre fue un sentimental.

Antes del partido ocurrió un hecho que pasó inadvertido, pero que molestó al jugador. Al ser su retorno al Bernabéu con una camiseta que no era la del Real Madrid y ante la posibilidad de que ese fuera su último partido oficial en ese estadio, Juanito había llegado a un acuerdo con RTVE para ser entrevistado para el Telediario de la noche en directo, situación poco habitual entonces, pero que explicaba la trascendencia del personaje. Con permiso inicialmente del club, al final el reportero Paco Grande no pudo hacer la entrevista por un malentendido.

En la segunda vuelta, en el duelo de La Rosaleda contra el Real Madrid, a cuatro partidos de la retirada, a Juanito todavía le quedaba una genialidad en el cuerpo y quiso que todos sus compañeros y excompañeros fueran testigos de ello. Fue el 2-2. Dos regates secos en el borde del área, cabeza levantada para ver a Buyo adelantado y picada de balón con la izquierda, su pierna menos dominante, a la escuadra derecha. Su último gol en casa de su carrera. Todavía tuvo tiempo para marcar otro en Zaragoza, antes de que Curro Romero le cortara la coleta.

Rafa Gordillo, después de siete temporadas como jugador del Real Madrid (1985-92), también tuvo oportunidad de volver a despedirse de la afición y del Bernabéu, pero fue contra el Castilla. Temporada 92-93. Su partido 50 en la división de Plata, todos con el Betis. Tenía 35 años y dio una demostración de lo que era capaz con un balón en los pies y una banda por delante. Ganó el Betis (0-2) y él marcó el segundo. A la temporada siguiente, repitió la experiencia, pero ese partido ya se jugó en la Ciudad Deportiva blanca. La última oportunidad de haber jugado en el estadio y contra el Real Madrid la perdió en la 94-95. Lesionado, no jugó el último partido de Liga que enfrentó a los dos clubes de su vida, con permiso del Ecija..

Stielike, siempre fiel a su personalidad

Cuando en la última la mitad de la década de los 70 y primera de los 80, el Bernabéu entraba en ebullición, la afición blanca tenía un nombre de guerra: "Uli, Uli, Uli". Uli era Stielike. Ocho temporadas de blanco (1977-85) y con el orgullo de poder contar que a él le fichó Santiago Bernabéu en persona. El alemán tuvo que dejar su ficha de extranjero por la llegada de Hugo Sánchez. Su despedida del Bernabéu, tras una final de la Copa de la Liga contra el Atlético (2-0, primer tanto suyo) fue emocionante. Nadie había deparado en que ese iba a ser su último partido y fueron los gritos de rigor de los aficionados los que hicieron reaccionar a sus compañeros que le levantaron en hombros y dieron una vuelta al campo con él. Hasta Juanito, con quien Stielike, había tenido sus más y sus menos los años anteriores por sus diferentes formas de entender la vida y también el fútbol, se sumó al homenaje... aunque por lo que se vio meses después solo fuera de forma momentánea

Uli firmó por el Neuchatel suizo. Nadie se podía esperar que de manera tan inmediata iba a volver a enfrentarse al Real Madrid y por lo tanto iba a tener la oportunidad de regresar al Santiago Bernabéu y volver a recibir el cariño de su afición. En los cuartos de final de la Copa de la UEFA, el sorteo emparejó a los dos equipos. Primer partido en el Bernabéu y recibimiento apoteósico al alemán con un par de minutos de aplausos cuando saltó a calentar. Tanto cariño hacia su amigo-enemigo debió molestar a Juanito que a lo largo del partido tuvo varios roces con el alemán hasta el punto de llegar a escupirle en la cara mediada la segunda parte.

La respuesta del germano fue inmediata con una entrada escalofriante que le costó la tarjeta amarilla y la ira del público que, ajeno al escupitajo previo, se puso del lado de su jugador y comenzó a pitar al alemán cada vez que tocaba el balón. Molowny, técnico blanco, quitó al malagueño para que la batalla no fuera a mayores. Aunque sí lo fue y en sus declaraciones post-partido siguieron a lo suyo. "Es un desequilibrado" dijo Uli. "Es una mala persona", replicó Juan.

El partido acabó con un rotundo 3-0 a favor de los blancos. En la vuelta, el Neuchatel compitió y ganó 2-0. Stielike marcó el primero. Stielike y Juanito volvieron a enfrentarse, pero esta vez todo se quedó en miradas desafiantes y alguna palabra en voz baja. Cuatro meses después, en Fuengirola, ambos jugadores hicieron las paces.

Hugo vuelve al Calderón en lugar de al Bernabéu

La historieta no puede ser más rocambolesca. Trama de best-seller. Un futbolista, Hugo Sánchez, que viene a hacer carrera en Europa y ficha por el Atlético (1981-85). Como considera que el club rojiblanco se le queda pequeño y el Real Madrid le hace una oferta suculenta, entre ambos presidentes, Vicente Calderón y Ramón Mendoza, se inventan un jeribeque para que el futbolista pueda pasar de Neptuno a Cibeles sin provocar una guerra civil entre las aficiones. El traspaso se realizó por medio de un club mexicano (UNAM) que ejerció de intermediario y en 10 días Hugo dio una voltereta desde el Atlético al Real Madrid.

Hugo Sánchez, presentado con el Rayo en Vallecas.  ABC
Hugo Sánchez, presentado con el Rayo en Vallecas. ABC

Siete temporadas plagadas de éxito (1985-92) con una salida complicada que acabó con su fichaje por el América mexicano. Tras una temporada en su tierra, el Rayo Vallecano llamó a su puerta y Hugo regresó a la Liga. "Tengo ganas de volver al Bernabéu y poder agradecer a los aficionados todo lo que me dieron en mi estancia en el club, me salida fue un poco extraña, no acorde con todo lo que hemos vivido el club y yo", comentó el futbolista nada más aterrizar en Madrid. El calendario quiso que el primer partido se jugara en Vallecas. El Madrid ganó con dos goles de Zamorano que, curiosamente, había heredado su '9'. La cita de la segunda vuelta estaba fijada para la jornada 28 (12-3-94)...

Preparando con esmero su vuelta al Bernabéu, Hugo se encuentra con que el partido se va a jugar en el Vicente Calderón, su ex casa, de donde no salió precisamente bien y a pesar de las protestas de los aficionados rojiblancos que no quieren al eterno rival como local en su estadio. ¿Por qué? El Real Madrid veía como su estadio quedaba clausurado por un partido por unos incidentes en el partido de Copa contra el Tenerife de Valdano (0-3). En medio de un lanzamiento masivo de objetos, un juez de línea fue alcanzado por una naranja lanzada desde la grada. A los blancos les fue bien el nuevo escenario. Golearon al Rayo (5-2) con dos goles de Prosinecki, otros dos de Fernando Hierro y uno de Butragueño. Onésimo los dos de los vallecanos. Esa tarde debutó como entrenador del Real Madrid Vicente del Bosque. Acababa de sustituir a Benito Floro, destituido por el club blanco por su famosa bronca a los jugadores en los vestuarios de Lleida.

Hugo calificó de extrañas sus sensaciones de aquella tarde. "Era mi estadio, pero no era el Bernabéu. Se me entrecruzaron muchos recuerdos de una y otra camiseta. Me hubiera gustado jugar en el campo correspondiente, cambiarme en nuestros vestuarios aunque fuera en el del equipo contrario. Al Calderón ya había ido con la camiseta del Madrid, pero al Bernabéu, no. Me tomé la revancha cuando en el 97 me hicieron el partido homenaje contra el PSG y me volví a poner el '9' blanco en mi estadio al lado de los que habían jugado conmigo. Marqué tres goles a pase de Míchel los tres".