GOLF

El doble aniversario de Olazábal en Augusta: una enfermedad que le postró a una cama y una nota de Seve Ballesteros

Se cumplen 25 y 30 años de sus dos victorias en el Masters.

José María Olazábal, en 1999, con su segunda chaqueta verde. /EFE
José María Olazábal, en 1999, con su segunda chaqueta verde. EFE
Óscar Méndez

Óscar Méndez

Augusta National ha sido escenario de múltiples hazañas de jugadores que, o bien pasaron a la historia por enfundarse la mítica chaqueta verde como ganadores del Masters de Augusta, o bien agrandaron su leyenda. Allí han triunfado cuatro españoles, desde Severiano Ballesteros hasta Jon Rahm el año pasado pasando por Sergio García y José María Olazábal. Precisamente el de Hondarribia está de doble aniversario en este 2024.

Retirado ya de la primera plana del golf mundial, el vasco sigue acudiendo prácticamente todos los años a Georgia para disputar el Masters de Augusta, aunque ya sin opciones realistas de repetir el triunfo que consiguió en 1994 y repitió en 1999. Cada uno de ellos con sus particularidades, pero ambos igual de motivos por todo lo que los rodeó y donde Seve Ballesteros tuvo una importancia capital, sobre todo en el de hace 30 años.

Olazábal llegó a la última jornada con muchas opciones tras remontar un mal primer día. Estaba a un golpe del líder Tom Lehman y su triunfo se fraguó en el vestuario. Cuando abrió su taquilla para prepararse y salir al campo, se encontró una grata sorpresa en forma de nota. 'Ten paciencia, juega tu juego, que tienes juego más que suficiente para ganar este torneo'. La había escrito Ballesteros, su maestro. A buen seguro que le ayudó cuando en el hoyo 15 prácticamente sentenció su primera chaqueta verde con un eagle que todavía resuena entre las magnolias del campo.

"Me acuerdo perfectamente de que cuando metí el último putt en el 94, en vez de sentir esa explosión de alegría, tuve una sensación de alivio", admitió en numerosas ocasiones tiempo después. Sí pudo disfrutar más el triunfo cinco años más tarde, cuando además no necesitó remontar ante grandes rivales, ya que se situó en el liderato tras la segunda jornada. Sin embargo, aquella victoria tuvo un componente mucho más emocional por lo que le ocurrió en 1996.

Meses después de enfundarse la chaqueta verde hace ahora 30 años, Olazábal comenzó a sentir molestias en su pie. Las mismas, no solo no remitieron con los diferentes tratamientos a los que se sometió el vasco, sino que fueron a más. Su defensa del título en 1995 fue muy discreta y poco después dejó de jugar para pasarse prácticamente dos años en blanco… y en la cama. Porque los dolores hacía que Olazábal apenas pudiese caminar.

Los médicos le diagnosticaron artritis reumatoide, y aunque la dolencia no le impedía jugar al golf, sí que le imposibilitaba para andar. Hay que recordar que un jugador camina durante varios kilómetros en cada jornada. Por su cabeza, tal y como ha reconocido, pasó la posibilidad de la retirada ya que temía tener una enfermedad que no tuviera cura, hasta que se cruzó en su camino Hans-Wilhelm Müller Wohlfahrt, que consiguió eliminar el problema de salud y devolver a Olazábal a los campos.

El vizcaíno volvió a jugar y ganar en 1997, donde incluso fue parte fundamental del equipo europeo de la Ryder Cup. Y en 1999 su momento más especial en forma de segunda chaqueta verde. "Volver a ponerme la chaqueta verde fue algo extraordinario que no me esperaba. Fue un momento, golfísticamente, el mejor de toda mi vida", apuntó el campeón español recientemente en una entrevista concedida a Diario Vasco.

Si todo transcurre con normalidad, el próximo jueves volverá a estar en el tee de salida del hoyo 1. En la lista oficial del torneo figura su nombre junto al del resto de participantes. Un día antes acudirá a la cena de campeones que este año organiza su compatriota Jon Rahm y que, entre otras cosas, este año rinde homenaje a Olazábal por sus triunfos hace 30 y 25 años.