Una familia, un 'conflicto' y la mística de Seve: los motivos del triunfo de Europa en la Ryder Cup
El equipo del Viejo Continente triunfa en Roma pese al favoritismo estadounidense.

Roma- La Ryder Cup es un torneo especial, algo que ha quedado más que claro esta semana en Roma. Jugadores, capitanes y aficionados han vivido con una intensidad muy alejada del día a día de un golfista una competición que va más allá del deporte. Aquí entran en juego elementos como el amor por unos colores, el respeto por la tradición y la construcción de un legado que llegue a las siguientes generaciones. Y Europa tenía un desafío gigantesco en casa.
Hace apenas dos años, Estados Unidos superó al conjunto del Viejo Continente por un contundente 19-9 que hizo mucho daño en las filas europeas. Ahora mismo, los mejores jugadores del planeta son del país norteamericano, sobre todo por volumen, aunque históricamente la competición tiende a igualarse. Solo hace falta ver el balance con el que llegaron este año al campo Marco Simone (11-9 triunfos para Europa).
Sin embargo y pese a la condición de locales, algo que siempre se le ha atragantado a Estados Unidos cuando le tocaba cruza el charco (ni un triunfo en los últimos 30 años), el conjunto capitaneado por Luke Donald no era ni mucho menos el favorito para recuperar el título. Pero la Ryder va más allá de la calidad de los golfistas e incorpora otros factores que los europeos han sabido explotar, aunque el hecho de jugar en casa fue algo a lo que se agarró el equipo europeo en muchos momentos, como bien manifestó Jon Rahm tras el torneo. "Es muy divertido jugar para ellos".
El primero de ellos es la unión que existe dentro de los equipos. Y las imágenes, en algunos casos, valen más que las palabras. Durante los tres días de competición ha sido habitual ver a todos los jugadores europeos que no tenían partido saltar al campo para animar y ayudar a sus compañeros, con Shane Lowry como principal exponente y primer agitador de las masas citadas en Roma. Ese ambiente familiar les ha unido desde mucho antes de empezar el torneo.
Y se pudo ver una vez que comenzó. Y aquí de nuevo hablan las imágenes. Cuando los jugadores saltaban al campo por parejas (viernes y sábado), la instantánea mostraba la relación de unos y otros. Mientras los estadounidenses posaban frente a cámara sin ninguna muestra de afecto, los europeos solían hacerlo abrazados. Está claro que eso no te lleva a la victoria, pero sí te ayuda a superar junto a tu compañero los malos momentos.
En este punto, fue muy claro Justin Rose minutos después de levantar el trofeo el tee del hoyo 1. "Estamos unidos por una cultura y estamos unidos por una generación de jugadores que nos precedieron. Luke ha sido muy claro en ese mensaje, este es nuestro momento de brillar, no porque este sea nuestro escenario, simplemente estábamos cuidando a los increíbles modelos a seguir que hemos tenido ante nosotros y que nos han mostrado cómo hacerlo. Hay una cultura muy fuerte en el equipo europeo porque una buena pareja en la selección europea no significa jugar con tu mejor amigo. Ya sabes, significa representar algo más grande que uno mismo. Siento que eso es, para mí, de lo que se trata ser un jugador de la Ryder", apuntó el inglés de manera bastante reflexiva.

De hecho, y según ha podido saber Relevo, el ambiente de los norteamericanos no ha sido el idóneo. La polémica de la gorra de Patrick Cantlay, minimizada y llevada a broma por sus compatriotas el sábado, es una muestra de un cierto distanciamiento que lleva semanas en el vestuario. El propio Cantlay y su inseparable amigo Schauffele no viajaron hace dos semanas a Roma junto al resto de la expedición para conocer el campo. Tampoco lo hizo Jordan Spieth, pero en su caso fue por el nacimiento de su hijo. Zach Randolph, capitán 'yankee', alegó motivos personales para justificar su ausencia. Incluso se dice entre periodistas americanos que han tenido problemas y discusiones entre ellos sobre el hecho de que las cámaras entrasen en el vestuario para grabar algún tipo de documental.
El calendario, factor clave
Pero la victoria no solo se cocina en las relaciones personales de unos y otros, por muy buenas o malas que sean. Al final, vence el que juega mejor, y los europeos se han apoyado en su calendario deportivo para llegar en una mejor forma física a la cita del Marco Simone. Hay que recordar que la temporada del PGA Tour finalizó hace exactamente un mes con la disputa del Tour Championship. Pero no lo hizo la campaña del DP World Tour.
El circuito europeo presenta un calendario diferente al norteamericano, donde juegan los mejores del mundo. Así, mientras nueve de los doce jugadores estadounidenses acumularon varias semanas sin coger un palo de golf en una cita oficial, la docena de golfistas del Viejo Continente se han estado jugando en Europa, concretamente en el Omega Open (Aberg, Fitzpatrick y Højgaard), el Iris Open (Lowry, McIlroy y Hatton) y,sobre todo, en el BMW PGA Championship de hace dos semanas (todos salvo Fitzpatrick y Lowry).
Seve, forever in our hearts 💙#TeamEurope #RyderCup pic.twitter.com/N7FZNSz8LU
— Ryder Cup Europe (@RyderCupEurope) September 30, 2023
El efecto Seve
Y luego está la mística, al menos para los que crean en ella, y en Europa lo hacía todo el equipo. Seve no ha dejado de estar presente en toda la Ryder Cup. En el vestuario, con una taquilla personalizada junto a la de los jugadores. En la grada, con los aficionados coreando su nombre y desplegando una gran lona con su imagen el sábado. Y por supuesto, sobre la hierba, con Jon Rahm como su máximo exponente. Este título también es suyo, pero en definitiva Europa lo ha ido fabricando en el último mes por su unión, su mejor preparación y por los roces estadounidenses. Y el marcador es claro, 16,5-11,5 y el trofeo se queda aquí.