El abrazo de Álvaro Martín y su entrenador simboliza una venganza: "Tenía que haber sido un murciano..."
Relevo presencia en primera persona el encuentro del nuevo bronce olímpico de 20 kilómetros marcha con su entrenador, José Antonio Carrillo.

"Ya llegó, lo hemos conseguido". Esas han sido las primeras palabras de Álvaro Martín al encontrarse con su entrenador más de media hora después de cruzar la línea de meta a los pies de la Torre Eiffel. El nuevo bronce olímpico y su técnico, el murciano José Antonio Carrillo, se fundían en un sentido y emocionante abrazo que simboliza el trabajo bien hecho. En el último año han logrado la primera medalla olímpica de su palmarés y un doble oro mundial para el recuerdo en Budapest'23.
Desde que Martín decidiera dejar Madrid y marcharse a entrenar a Cieza (Murcia), la progresión del marchador le ha llevado a soñar con los más grandes objetivos. El éxito olímpico ya lo tuvo cerca en el anterior ciclo olímpico, donde terminó con una medalla de chocolate en Tokio que volvió a aparecer este jueves, como si de fantasmas se tratara, en la cabeza de Carrillo. "Otro cuarto no, por favor", se repetía una y otra vez en su box ante una posible llegada por detrás del italiano Stano.
Pero el encuentro entre maestro y campeón tras ganar la entonces segunda medalla de España en estos Juegos tuvo un curioso momento, cuando el marchador extremeño le ofrecía a su entrenador la medalla con una frase que mezclaba la venganza de un éxito que su preparador llevaba tiempo luchando y un 'síndrome del impostor' bajo su mando: "Tenía que haber sido un atleta murciano de los tuyos...". Y es que, por la mano de Carrillo, han pasado atletas de primer nivel internacional como Juanma Molina, Benjamín Sánchez o el campeón mundial en 2015, Miguel Ángel López, todos murcianos, pero ninguno pudo llevar de vuelta a Cieza la medalla olímpica. "Bueno, yo me siento adoptado", expresaba Martín entre risas.
"Para mí, todos sois hijos míos y tú lo has conseguido; estoy agradecido a Dios porque te puso en mi camino", le respondía un Carrillo con la emoción a flor de piel durante un recorrido del box al abrazo que vivió junto a Relevo.
Lágrimas y un sombrero de paja
Como en todas las grandes alegrías, hay una intrahistoria curiosa detrás y esta tiene como protagonista un sombrero. En 2015, el marchador Manuel Bermúdez regaló a Carrillo un montapino de paja similar al que portaba el protagonista de la película 'Carros de fuego'. Desde que lo tuvo en sus manos y siendo un empedernido fan del largometraje, el especialista en marcha se propuso romper el sombrero como ocurre en la película que trataba de las peripecias de una preparación de deportistas hacia los Juegos de París 1924, justo hace 100 años.
"Cuando vi la película, me dije que por qué yo no podía imitar a Sam Mussabini y que un atleta que yo entrenara pudiera ganar una medalla en los Juegos". Dicho y hecho. Tal y como habría hecho Mussabini tras la medalla de su discípulo hace cien años, mañana Carrillo romperá su sombrero tras la ceremonia de medallas de Álvaro Martín prevista para las 17:40h. "Ha tenido ya algún contratiempo que otro", nos comenta el murciano mientras lo saca maltrecho de la bolsa donde lo custodia para enseñárnoslo.
El sombrero de paja no deja de ser un símbolo del triunfo, como se puede comprobar cuando le afirma a su ya bronce olímpico que mañana ya será historia: "Sabía que contigo este sombrero lo iba a romper", le afirma mientras rompe a llorar. Mucho trabajo detrás y también mucho nadar contracorriente sin el merecido objetivo.
Por ejemplo, en su conversación con Relevo, Carrillo no quiere dejar pasar la oportunidad de recordar que está a punto de cumplir treinta años desde que llevara a Fernando Vázquez, ciezano a sus mandos, a convertirse en su primer olímpico. "Decían que era un desastre y querían llevárselo a un centro de alto rendimiento". Hoy nadie duda ya de la calidad de este humilde entrenador que completa su cartera con una medalla olímpica después de múltiples metales en Mundiales y Europeos.