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El increíble caso de Alex Schwazer: "Sin doparse era incluso mucho mejor"

La segunda parte de la entrevista con Sandro Donati está más centrada en el marchador Alex Schwazer, quien cayó a los infiernos para después salir a flote… Hasta que volvieron a mandarle al patíbulo sin piedad.

Alex Schwazer, en los Juegos de 2008./ABC
Alex Schwazer, en los Juegos de 2008. ABC
Julio Ocampo

Julio Ocampo

Hubo un periodo en que Alex Schwazer, para salir de la crisis, recurrió al gurú del atletismo, y entonces sus mundos cambiaron para siempre. Era como si dios y el diablo decidieran colaborar, trabajar juntos para fundirse en un abrazo, para aumentar la luz en la oscuridad y empequeñecer las tinieblas en lo divino. Sus detractores lo vieron como una maniobra de marketing, pero hubo por suerte quien calificó el acto como puramente poético. Al fin y al cabo, estaba escrito con palabras que tienen que ver con el perdón y la redención. Con la pasión y ese instinto animal que convierte a cada acto en algo divino. Hablamos con Sandro Donati.

En Pekín 2008, Alex gana el oro en los 50 kilómetros marcha. Después le abandonan. Ahí aparece un nombre importante: Sandro Damilano, su entrenador.

Tras el oro, los chinos quedan impresionados con la victoria y proponen un rico contrato a Sandro Damilano. Era el hermano de Maurizio Damilano, entonces el capo de la marcha a nivel mundial. Bien, pues quince días después del oro, Alex va al centro de entrenamiento y se encuentra con un grupo de marchadores chinos. El shock fue importante, porque de repente se topa con que su entrenador ahora está más centrado en quienes semanas atrás eran sus rivales en los Juegos. La relación se rompe.

¿Qué sucede?

Schwazer se siente solo y abandonado. Comienza a entrenarse por su cuenta, a exagerar en la preparación, se lesiona… Así, lógicamente, los resultados ya no son los esperados. Sigue cometiendo errores, hasta que cae en una fuerte depresión. Recuerdo que en una carrera muchos atletas rusos le sugirieron que cambiara de nacionalidad y pasara con ellos. Le dicen que se dopan y tal. Entonces él en ese momento, teniendo en cuenta que va mal, que se retira de muchas carreras… Además, estaba deprimido, su psiquiatra le receta un antidepresivo fuerte, y los atletas rusos le dicen claramente que se dopan… ¿Entiendes de lo que hablo?

¿Pero podía nacionalizarse ruso?

Sí, claro. Los atletas lo hacen con relativa facilidad. ¡Lo hacen muchos keniatas! Aquí tampoco hay control, pero volvamos a nuestra historia. ¿Qué sucede? Alex está deprimido, entonces decide ir solo a Turquía para comprarse fármacos dopantes. Estamos ante un sujeto particular, porque así de forma independiente, solitaria, no lo hace nadie. Se dopa, aunque quizás con muchos errores.

¿El mercado negro del que usted hablaba en la primera parte de la entrevista está allí?

No, para nada. Allí vas a la farmacia a comprarlo y te lo dan sin problemas. Quiero subrayar que actúa de manera independiente. No hay cómplices en este acto. Bueno no, un médico italiano lo descubre, pero mira para otro lado. Un mes antes de los Juegos de Londres 2012, Alex va a Alemania para llevar a cabo allí el último mes de entrenamiento. Yo en aquella época trabajaba como colaborador con la WADA, y cuando descubro esto comienzo a sospechar. Entonces no conocía a Alex.

¿Qué hacían la Federación de Atletismo y el CONI?

Descubro que ellos le habían sacado los billetes para ir primero a Múnich, después a Londres para la carrera (20 km), luego volver a Alemania para, finalmente, regresar a Inglaterra a por la segunda cita (50 km). Algo extraño, la verdad. Escribí a la WADA para notificar y advertir estos movimientos extraños. Nadie hablaba, sólo yo. Mis sospechas se confirmaron: Schwazer fue controlado y dio positivo después. Luego comenzó una investigación judicial en Bolzano, porque en Italia el doping es un delito penal.

La WADA se convierte en parte civil y le nombra como consultor.

Sí, y yo como consultor comienzo a examinar todos los documentos. Tengo que admitir ahí un error mío: parto con el preconcepto de que él se había dopado incluso cuando ganó en 2008. Luego, cuando descubro que no es así, sufro una pequeña crisis por el sentimiento de culpa. Entonces decido seguir leyendo todo, pero tomando distancia y no llevándomelo a lo personal, a suposiciones sin fundamento. Ahí comprendo que estaba completamente solo, que un médico de la Federación de Atletismo le receta un antidepresivo por mail. Parece que no se preocupaban por verle en persona, tener sesiones, una asistencia continua, un seguimiento para ver cómo estaba psicológicamente.

Desde su punto de vista, ¿qué necesitaba Schwazer para salir de ahí?

Un entrenador normal, con un mínimo de humanidad. Entonces no se habría dopado. ¿Sabes qué descubrí cuando analicé la muestra de orina tras el oro? Estaba limpio. No se había dopado.

Tengo una duda. Después comienza a doparse de manera tan absurda que tengo la sensación que lo hacía no sólo para ganar sino también para que le pillaran y así poder salir del túnel. ¿Lo entiende? En Crimen y castigo, de Dostoyevski, la liberación para el protagonista es la cárcel.

No lo sé. El caso es que se mueve a las claras. No tenía ningún missed detect, luego habría podido no responder a la llamada del inspector. Habría podido escaquearse, pero lo hizo. Fue descalificado y sancionado. Se hizo justicia.

Los carabinieri le expulsan del cuerpo. Juliano era su jefe ahí.

Lo someten a una especie de interrogatorio amenazante que publiqué en el libro. Lo asustan y lo convencen para dimitir. Querían tutelarse a sí mismo y no protegerle a él. ¿Sabes de qué se protegían? De un hipotético proceso militar donde habrían tenido que responder a la pregunta: "¿Le autorizasteis a ir a Alemania? ¿Y al Teide a entrenar? Allí, en España, encontró al Doctor Ferrari en varias ocasiones.

En aquella época, la novia de Alex era la famosa patinadora italiana

Carolina Kostner, sancionada presuntamente por omisión de datos. ¿Qué rol tenía?

Ninguno. No tenía ni idea de todo lo que estaba haciendo Alex. No fue cómplice de nada, y lo hemos dicho muchas veces. Schwazer guardaba el EPO en una caja de vitaminas. Ella no controlaba nada. Solo se dio cuenta cuando escapó de Alemania (donde vivían) a Italia, no presentándome ante los inspectores. Allí, me contó Alex, se lo insinuó. Ella quedó muy sorprendida. Kostner es inocente.

Sabemos que usted prefiere no hablar de Giuseppe Fischetto e Pierluigi Fiorella, ex médicos de la FIDAL (federación italiana de atletismo), absueltos tras una condena en primer grado por no denunciar el dopaje de Alex. Le han puesto varias querellas, de momento todas ganadas por usted. Pero de Sebastian Coe, ¿qué podemos decir de este pez gordo?

Ha interpretado el rol del correcto y limpio, distanciándose del escándalo que se llevó por delante a Dollé y Diack. Es sorprendente que un vicepresidente durante años no se diera cuenta de todo esto. Es curioso, porque su jefe de prensa (también responsable de las relaciones para la federación internacional de atletismo) conocía el problema. ¿Sabes por qué? Porque el mismo jefe de prensa escribió a los hijos de Lamine Diack para preguntar esto: "¿A quién hay que dar el dinero para que no hable?". Él sabía todo. Es más, dimite cuando estalla el asunto. Tengo más pruebas, y aparecen en el libro.

Llega el momento del amor, y esa relación humana que establecen usted y Alex, los dos marginados del sistema. La historia causa revuelo, y surgen muchos detractores. El controvertido dopaje de Alex (el de la manipulación) ¿fue para acabar con el atleta o dilapidar a usted? Lógicamente ambos erais incómodos para el sistema.

Primero Alex, porque fue testigo en el juicio de Bolzano donde estaban involucrados dos médicos de la FIDAL. Uno de ellos, Fischetto, médico también antidoping de la Federación Internacional. También hay una segunda fase.

¿Era cuando Alex denunció el doping en Rusia?

Sí, porque además lo sabían todos. También los médicos de la FIDAL. Te contaré una cosa: durante las investigaciones, todos los documentos pasaron por mí. Un día descubro uno exclusivo, una especie de base de datos. Comenzó a elaborarse en 2001 y se fue actualizando hasta el secuestro de Fischetto, no recuerdo si en 2012 o 2013. Había más de doce mil resultados de análisis hemáticos efectuados a atletas de todo el mundo. Muchos de ellos con valores anómalos. ¿Sabes qué hacía la Federación Internacional de Atletismo? Nada. Mientras, en el ciclismo detenían a los corredores con el hematocrito superior a 50, la federación de esquí de fondo hacía lo propio con los que tenían la hemoglobina superior a 18... Pero en atletismo no se hacía nada, y ahí había un montón de atletas rusos, claro que sí.

¿Qué sucedió?

El juez me dijo que esa base de datos era inutilizable porque había hipotéticos delitos cometidos en todas las partes del mundo. Ellos no tenían las competencias territoriales. Entonces, lo que hice fue mandárselo al director de la WADA. Tras semanas de silencio, luego me dijeron que ese no era mi problema. Comienzo a sospechar seriamente. ¿Qué hago? Escribo al presidente de la comisión de investigación sobre el doping en Rusia. Era un abogado canadiense (Dick Pound), exvicepresidente del COI y expresidente de la WADA. Quería asegurarme que le había llegado la base de datos.

¿Y?

Me dijo que no. Entonces comenzaron los problemas serios para mí.

Lo más fascinante de todo es cuando los proscritos, repelidos por el sistema, se juntan. Hay un pasaje del libro del que no se habla mucho. En Roma, cuando era el entrenador de Alex (imagen icónica con él corriendo en el Parco delle Valli de Montesacro y usted detrás con la bici y el crono) demostró que sin doping se pueden incluso mejorar sus prestaciones. Corrían en parques públicos, por la Via Nomentana, porque él cumplía una sanción y no tenía acceso a pistas oficiales del CONI.

No soy un Rey Midas que lo que toco se convierte en oro. Sí conozco mi trabajo como entrenador. Simplemente con él, un enorme talento, el gran éxito es que volviera al vértice mundial. En este caso el entrenamiento fue más fuerte que el doping, pero él ganó los Juegos por su talento. No es que yo coja a atletas normales y los lleve fácilmente a ganar medallas. El problema es que, con el doping en circulación, el entrenamiento ha pasado a un segundo plano. Exacto, ya no se entrena tanto porque no es necesario.

En mayo de 2016, tras la sanción de tres años y nueve meses, gana en Roma los 50 km marcha. Campeón del mundo y pass para Rio. ¿Qué sucede después? Con el nuevo positivo, usted entra en pánico y Alex le suelta una bomba: «Profesor. Con esto no se si podré». ¿Se temió lo peor? Porque años atrás la palabra suicidio había planeado por la mente de Alex.

Yo estaba hecho polvo. Cogí el coche desde Braiesy hasta Racines (fracción del Trentino-Alto Adige). Era todo muy oscuro. Estaban su madre y su novia, hoy madre de sus hijos. Le vi destrozado. Fue terrible. Enseguida me di cuenta que no se había dopado, que se trataba de un complot contra nosotros, un fraude. Al día siguiente por la mañana, junto al abogado Brandstaetter, presentamos en el Tribunal una denuncia contra desconocidos.

Alex ya se había dopado una vez. Ahora se hablaba de su hipotética reincidencia. Usted, sin embargo, ¿por qué le creyó?

Verás, cuando le entrené durante algo más de un año intenté tomar precauciones. Con la ayuda de un hematólogo (el profesor Benedetto Ronci) y un químico (el doctor Dario D'Ottavio) y de dos grandes hospitales de Roma, le organizamos un sistema autónomo de análisis hemáticos de orina por sorpresa. Le hicimos más de cuarenta controles. Eso no gustó al sistema, que quiere el monopolio de los mismos. Además, ya conocía a Alex en su cotidianeidad. Se vino a vivir a Roma, cubriéndose sus gastos, para entrenar conmigo. Yo lo hacía gratis. En un año y medio pasamos mucho, mucho tiempo juntos. Se había creado ya una cierta confianza.

¿Qué hicieron?

Días después presentamos una denuncia contra desconocidos al Tribunal de Bolzano por manipulación de la orina. Sabíamos quiénes eran. ¿Cómo es posible que le hicieran un control el 1 de enero? Lo puedes hacer el 31 o el 2… Sólo en el caso de que recibas una orden policial que diga algo así como: "Ese tipo se dopará entre el 31 y el 1". Entonces sí, vas allí y lo pillas.

¿Qué había detrás? Además de las dos versiones del inspector de control sobre el informe, ya mencionado en la primera parte de la entrevista. Un hecho gravísimo, negligente. Una federación con buena fe habría tenido que anular el control antidoping ya por esto.

Pues que la decisión de efectuar esto se tomó una hora después de la audiencia de Alex en el tribunal contra estos médicos. Una coincidencia, ¿no? Además, el 1 de enero sabes que el laboratorio antidoping de Colonia está cerrado y te la puedes quedar. Después descubro que un test de este tipo a un atleta de magnitud planetaria lo lleva a cabo una pequeña empresa familiar de Stuttgart. El delito era hacer este control así, exento de protocolo alguno. A ellos le indican directamente Schwazer, y eso supone el riesgo de fuga de noticias. No protegieron ese control porque no interesaba. No puedo decir más.

Ahí comienzan ocho años de sanción, que terminaron hace algunos días. Justo una semana después de haber expirado el periodo de clasificación para los Juegos de París. ¡Otra coincidencia macabra!

Periodo terrible. Alex ha sido golpeado y vilipendiado de forma injusta. Es inocente. Le han hecho gastar mucho dinero en juicios eternos. Sólo algunos atletas profesionales pueden permitirse esto, los amateurs no, son destruidos y basta. Además, debes rodearte de buenos abogados para estudiar todo horas y horas, sin parar. Fue perseguido incluso en este periodo de descalificación por gente que buscaba notoriedad.

¿Qué quiere decir?

Fue una vez a la cárcel de Rebibbia junto al presidente del CONI (Giovanni Malagó). Allí había una carrera, y dijeron que él había participado infringiendo su pena. No, era el documento identificativo para entrar en la prisión. Él, sin embargo, siempre ilusionado con volver. De hecho, pidió que le redujeran la sanción a la Federación Internacional de Atletismo señalando un caso de doping gordo. Nada, le han hecho perder meses, años… Documentos que pasaban de la Federación a la WADA, y viceversa. Incluso han violado la regla que contempla reducción de la pena a quien notifica casos de dopaje. Yo a esta gente no les habría pedido ningún favor. ¿Cuántos años me dais, cincuenta? Tranquilos, que los cumplo. Con esta gente es mejor no tener nada que ver, pero su espíritu de atleta lo entiendo.

No llegó a Tokio ni a París por pocos días.

Ni siquiera a Río, como ya dijimos muchas veces. Lo de la última fue increíble: su falsa positividad del 1 de enero… A partir de ahí comenzaron con un juego de fechas a su antojo para que no llegara a París tampoco. Todo a posta para demorar los tiempos. ¿Entiendes? El objetivo es que tampoco llegara a París, que no pudiera redimirse con sus últimos Juegos.

Hay algo que no me cuadra. Estamos haciendo la entrevista en el CONI. Algunos pueden pensar que usted critica a un sistema olímpico estando dentro de él.

En más de treinta años de trabajo con el CONI o en la Federación de Atletismo nunca acepté la invitación de mis jefes a que los deportistas de alto nivel que entrenaba se doparan. Denuncié siempre la complicidad de las instituciones. A veces intentaron despedirme… En marzo de 1997, vinieron a por mí cuando manipularon la orina de mi atleta Anna Maria Di Terlizzi, pero por suerte ahora es diferente. Está todo muy claro. Colaboro con ellos por voluntad del presidente (Giovanni Malagó) y el secretario general (Carlo Mornati). No tienen nada que ver con estas historias de doping. No tienen ese odio, rabia y ganas de vendetta que tuvieron sus precedentes, que siempre me marginaron. A mí en cincuenta años, con casi cuarenta de servicio aquí, jamás me mandaron a unos Juegos porque me opuse siempre al hemodopaje u otras formas de hacer trampas. Carreras falsificadas… Esto me costó siempre la exclusión. Muchos de mis atletas ganaron medallas, y siempre las vi por televisión. Este año serán los primeros en los que vaya por voluntad del presidente y el secretario. Es probable que si vuelve uno de la vieja guardia me echen de nuevo, pero estaré encantado.