JUEGOS OLÍMPICOS

Canadá, la amenaza de Estados Unidos, herencia de Steve Nash y Vince Carter

Un cuarto de siglo más tarde, la selección de Jordi Fernández recoge los frutos de dos héroes en Canadá.

Partido entre Canadá y Estados Unidos del pasado Mundial. /REUTERS
Partido entre Canadá y Estados Unidos del pasado Mundial. REUTERS
Alejandro Gaitán

Alejandro Gaitán

El verano de 2000, en Sídney, Canadá volvía a jugar el torneo de baloncesto en unos Juegos Olímpicos. Era el primero desde 1988, en Seúl, y lo hacían de la mano de un protagonista histórico en el deporte nacional: Steve Nash. Nacido en Johannesburgo, Sudáfrica, la familia Nash se mudó a Canadá cuando el pequeño tenía año y medio. Un cuarto de siglo más tarde, lideraba al equipo nacional de baloncesto en Australia, los novenos juegos en la historia del país, aunque para clasificar tuvieron que obrar un milagro el verano anterior. En San Juan, Puerto Rico, la selección canadiense se apoderaba de la plata en el FIBA AmeriCup de 1999, cayendo ante Tim Duncan, Kevin Garnett y Jason Kidd en la final (92-66). Nadie pudo competir contra ellos, pero el objetivo estaba más que cumplido.

La Generación Dorada argentina daba sus primeros pasos, todavía demasiado joven para pelear con los grandes, aunque lograron un preciado bronce. Pero quien mejor aprovechó la ausencia de un segundo referente continental fue Canadá para conseguir volver a unos juegos en donde cayó en cuartos de final ante Francia, a la postre finalista. Entre 1998 y 2002, en ese ciclo de cuatro años, el combinado canadiense enlazó dos mundiales, unos Juegos Olímpicos y dos medallas en el torneo americano, plata y bronce. La mejor era de su historia para un país que inventó el deporte, con James Naismith, natural de Almonte. Pero la selección, con nombres como Rowan Barrett, Todd MacCulloch o Michael Meeks, no era el único motivo de orgullo para el país.

Porque si en 1995 la NBA había llegado a Canadá, los últimos años se recordarán como la era Vince Carter. Elegido en 1998 por los Warriors, el jugador de North Carolina pasó los primeros seis años de su carrera jugando para los Toronto Raptors. La llegada de uno de los jugadores más espectaculares de la historia de la NBA sirvió para dos cosas: la primera, poner a los Raptors en el mapa del baloncesto; la segunda, más importante para la sociedad, crear una cultura de baloncesto en un país que vivía del hockey hielo y una ciudad que había celebrado su último éxito a principios de los noventa con el equipo de béisbol. Carter, apodado Air Canada o Vinsanity, demostró ser mitad hombre, mitad espectacular.

24 años más tarde del debut de Steve Nash en los Juegos Olímpicos de Sídney, en los que Vince Carter dejó el mejor mate de su carrera, Canadá ha vuelto al torneo olímpico. Lo hace con Shai Gilgeous-Alexander como estrella, un jugador apadrinado por Steve Nash desde 2016 cuando el joven SGA debutaba con la selección y Nash, ya retirado y como general manager del equipo nacional, lo adoptó bajo su tutela. Shai, natural de Toronto, nació dos años antes de que Nash jugará en Australia, pero creció viendo como un jugador canadiense podía dominar la NBA. Dos MVP de temporada regular se llevó jugando en los Suns, y lo mismo busca Gilgeous-Alexander. Tampoco Jamal Murray (1997) o RJ Barrett (2000) recuerdan los JJOO de Sídney, pero crecieron viendo una puerta abierta. Una oportunidad.

Otros miembros del equipo, algo más mayores, sí que recuerdan al equipo de Nash. Melvin Ejim, el único de la selección sin experiencia NBA, Kelly Olynyk y Dwight Powell tenían ya nueve años cuando Nash firmaba un 26-8-8 ante la Yugoslavia de Danilovic, Stojakovic, Bodiroga, Obradovic, Rakocevic o Tomasevic. O cuando Vince Carter coló a los Raptors en las semifinales de conferencia, en 2001, la primera vez que una franquicia fuera de los Estados Unidos ganaba una serie. Olynyk creció alrededor de los Raptors, con su madre trabajando en la mesa de anotadores. 25 años más tarde, juega para la franquicia canadiense y capitanea el equipo nacional en el que ha sido fijo y referente a la espera de los Shai, Barrett o Jamal Murray. En las buenas y en las malas.

RJ Barrett, por su parte, es hijo del general manager actual de la selección, Rowan Barret, aunque su relación con Nash es todavía mayor. Rowan y Nash fueron co-capitanes del equipo olímpico en 2000, y desde 2012 han sido los GM de la selección; Nash hasta 2019 y Rowan desde entonces. Su relación es tal, que Nash es el padrino de RJ. Y como Olynyk, RJ creció viendo partidos de los Raptors para acabar jugando para la franquicia de Toronto, a donde fue traspasado el pasado mes de diciembre. Barrett es el más joven del equipo olímpico, con Andrew Nembhard, los únicos del 2000 y los que menos recuerdan la era de Vince Carter en los Raptors, o de Nash con la selección, pero los que han formado parte del crecimiento de Canadá como país de baloncesto.

Con Barrett fueron campeones del mundo sub-19 en 2017 y suman ocho medallas seguidas en el FIBA AmeriCup sub-18, aunque ninguna de oro. Con Zach Edey, ausente en los Juegos Olímpicos, sumaron otro bronce sub-19 en 2021 en un equipo que contaba con Benedict Mathurin, Caleb Houston o el jugador de los Mavericks Olivier-Maxence Prosper. Ninguno de ellos pudo vibrar con Nash o Carter, pero son herencia directa. Hijos del esfuerzo que un base hizo por llevar a su país a lo más alto, o una estrella NBA que convirtió una franquicia en un proyecto cuyo techo llegó en 2019 con el anillo. Para Canadá el premio fue el bronce del pasado Mundial, o al menos el primer paso, pero ahora sueñan con escuchar el 'Oh, Canada' en París a principios de agosto. Y Nash, desde la distancia, sonreirá como padre orgulloso.