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Rui Hachimura vuelve a unos Juegos Olímpicos tras los ataques racistas de Tokio 2020

Tras ser abanderado de Japón hace tres años, el jugador de los Lakers vuelve a jugar para su selección.

Rui Hachimura, en un partido con Japón. /EFE
Rui Hachimura, en un partido con Japón. EFE
Alejandro Gaitán

Alejandro Gaitán

En septiembre de 2022, semanas antes de empezar la temporada NBA, Rui Hachimura atendía a la prensa en Saitama. Lo hacía en la previa del partido entre Golden State Warriors y su entonces equipo, los Washington Wizards, que la liga había agendado en la pretemporada. Hachimura era, sin ninguna duda, la gran atracción del evento, incluso por encima de Steph Curry o Bradley Beal, y los medios se agolpaban alrededor del gigante de Toyama, el mejor jugador de la historia del país. Pero para Rui era su primera visita a Japón después del desastre de los Juegos Olímpicos de Tokio en 2021, un evento que debía ser el techo de su carrera deportiva y fue su peor momento como jugador, y como persona. Uno del que poco a poco se ha ido recuperando.

Para Tokio, Rui Hachimura fue elegido el abanderado de Japón. Compartía honor con la luchadora Yui Susaki, ambos únicamente por debajo de una Naomi Osaka encargada de encender el pebetero olímpico. Algo que no gustó en Japón, que la tomó con el jugador y la tenista. Las redes sociales se llenaron de comentarios de odio hacia ambos, única y exclusivamente por su color de piel. En el caso de Hachimura, de madre japonesa, su padre nació en Benin; para Osaka, su padre proviene de Haiti, aunque ambos son nacidos en Japón y criados en la cultura nipona. Los dos, como es tradicional en Japón, recibieron el apellido de su madre al ser la única de los dos con ciudadanía por nacimiento. Y por seguir con sus historias de la mano, ninguno llegó al éxito en Tokio.

Japón perdió los tres partidos, y solo estuvo cerca ante España (88-77) llevándose un correctivo contra la Eslovenia de Luka Doncic y perdiendo por 20 ante Argentina, aunque Hachimura lo hizo dignamente. Metió 20 ante el equipo de Sergio Scariolo, 34 ante Eslovenia y su peor anotación, 13 puntos con 11 rebotes en el duelo que cerraba la participación nipona en el torneo de baloncesto. Las tres derrotas se consideraron un fracaso pese a ser la primera participación de Japón desde 1976, y se siguió apuntando con dardo hacia Hachimura.

La palabra hafu en japonés, de raza mixta o biracial, se usó de manera despectiva hacia ellos dos por ir en contra de la cultura tradicional del país, muy antagónica a la sociedad cosmopolita que Japón muestra al mundo. Las microagresiones o los colegios con políticas discriminatorias (como tener el pelo negro y liso) son constantes en la cultura japonesa y Hachimura creció con ellas, pero el impacto de los Juegos fue demasiado. Tanto que tuvo que decir basta.

Tras los JJOO, al inicio de la temporada, en septiembre, los Wizards anunciaron que Hachimura se perdería tiempo por motivos personales. Con el tiempo se supo que se trataba de un descanso para proteger su salud mental, algo similar a lo que hizo Ricky Rubio el pasado año. La presión pública y las faltas constantes de respeto e insultos hacia su color de piel, además de llevar 18 meses sin dejar de jugar, hicieron mella en su salud. Porque no era algo nuevo. Meses antes de los JJOO, en mayo, su hermano menor Aren denunciaba en redes sociales comentarios racistas hacia su persona, mensaje del que se hacía eco Rui. "La gente dice que no hay discriminación racial en Japón, pero me gustaría que el público viera esto" publicaba Aren, a lo que el jugador de los Wizards añadía que mensajes de odio por su color llegaban cada día.

Tres años más tarde, Hachimura ha vuelto a unos Juegos Olímpicos. Se perdió el Mundial de 2023 con la excusa de una temporada excesivamente larga, llegando a finales de conferencia con los Lakers, pero ha vuelto al equipo nacional. Esta vez el foco no está sobre él, sin la bandera a cuestas y compartiendo equipo con Yuta Watanabe o la sensación universitaria Keisei Tominaga.

 El grupo de Japón, como en Tokio, se ve complicado con Francia, Alemania y solo Brasil parece un rival ante el que puedan pelear. Sigue siendo la cara del equipo, pero sin la presión mediática alrededor de jugar en casa, todo se siente más fácil. Solo quiere una cosa, además de jugar a baloncesto: que se le respete por quien es.