Piculín Ortiz juega el partido más duro de su vida: "Lo primero que dije fue 'vamos a meterle mano y para arriba'"
Hace un año le diagnosticaron un cáncer colorrectal contra el que sigue luchando. Mientras, sigue disfrutando del baloncesto y de la clasificación de Puerto Rico para los Juegos Olímpicos de París.

"Nunca juego de mentira". José 'Piculín' Ortiz (Aibonito, Puerto Rico, 1963) está jugando el partido más largo y complicado de su carrera. La culpa la tiene un cáncer colorrectal que le fue diagnosticado en noviembre de 2023. El exbaloncestista atiende muy amablemente la llamada de Relevo para hablar de su estado de ánimo y para hacer un repaso a un carrera que le llevó a convertirse en leyenda. Fue el primer puertorriqueño en ser elegido en un draft de la NBA. Jugó en los Utah Jazz, pero en su camino se cruzó un tal Jerry Sloan. "Frank Layden fue quien me escogió, pero a los tres meses decidió retirarse y ya ahí vino mi debacle", reconoce esbozando una sonrisa. Luego dio el salto a Europa para dejar su sello en Zaragoza, Madrid, Barcelona o Málaga. Piculín sigue disfrutando del baloncesto, con su Puerto Rico querido y una clasificación histórica para los Juegos Olímpicos.
Lo primero, ¿cómo estás?
Bueno, estoy recibiendo tratamiento de radioterapia y quimio. Tengo que llegar hasta las 30 sesiones. Todo está yendo bien, pero es un tema que incomoda bastante, sobre todo por el daño que ocasiona la propia radio en la zona afectada. Pero vamos batallando y va todo bastante bien.
¿Qué sintió cuando supo la noticia?, ¿es como que se le cayó el mundo a los pies?
Realmente, no. Bueno, a mi esposa sí, pero en mi caso, nada. Yo, más o menos, presentí lo peor. Mi hermano mayor falleció hace dos años y pico de un cáncer de colon. El mío es colorrectal. La muerte de mi hermano fue un impacto fuerte porque dentro de la familia nunca habíamos tenido esa experiencia de perder a nadie con esta enfermedad tan cruel. La colonoscopía me la hizo una médico amiga y llevábamos tiempo detrás de ella para hacerlo. Cuando me despertaron y la vi, la noté un poco preocupada y le dije: 'Bueno, dime qué es lo que hay'. Mi primera reacción fue: 'Que me quiten lo bailado y vamos para adelante'. No tenía otra manera de verlo. Yo llevaba un tiempo con un sangrado ya continuado. Yo pensaba que era más bien algo hemorroidal, pero, obviamente, algo había que hacer, descartarlo de alguna manera. Y nada. No deja de ser una noticia difícil, pero lo miré bien positivo y lo primero que dije fue: ¡Vamos a meterle mano y vamos para arriba'.
"Mi hermano mayor falleció hace dos años y pico de un cáncer de colon. El mío es colorrectal. La muerte de mi hermano fue un impacto fuerte"
Respuesta acorde a tu carácter ganador de cuando eras jugador de baloncesto. Eso no ha cambiado, ¿no?
Definitivamente no. Yo considero que es lo más importante. De verdad, esto es una cuestión del carácter. Y mirándolo en la manera, digamos, menos mala, siendo un cáncer colorrectal, tengo espacio para todo tomando las alternativas, las prevenciones o lo que haga falta que tenga que hacer. En eso estoy. A pesar de que está en un estadio número tres, tengo alternativas. Según el pronóstico, no está mal la cosa, siempre y cuando se hagan las cosas bien.
Siempre te ha gustado jugar fuerte y este es un partido importante..
Sí, definitivo. No juego de mentira nunca.
Cambiando de tema. Para una leyenda del basket de Puerto Rico como es 'Piculín' Ortiz, ¿qué ha significado la clasificación de la selección para los Juegos Olímpicos de París? Derrotando, nada más y nada menos, que a Lituania…
No solamente a Lituania, también a Italia, México… Cuando yo jugaba, nunca menospreciaba a nadie, siempre tenía esa preocupación de que había que jugar el partido los cuarenta minutos y estar preparado. Es una gran alegría que después de 21 años este equipo haya sacado fuerza y garra delante de su propia gente aquí en la isla. Son un núcleo de jugadores muy talentosos. Le ganaron a Lituania, lo que yo nunca logré cuando jugué, pero sin embargo ellos pudieron hacerlo. Es una alegría doble. No podemos menospreciar que tanto Italia como Lituania son grandes equipos mundialistas. Sí que fue una alegría muy grande, no esperada, pero sí abrazada en el momento que se dio. Ese coliseo estuvo vibrando por mucho tiempo, toda esa noche. Y todavía sigue la isla con mucha alegría porque vamos a tener representación en los Juegos tanto en masculino como en femenino.

Para el recuerdo el abrazo entre Alvarado y Carlos Arroyo…
Fue bonito. Carlos tenía mucha presión. Lo mismo que el presidente Yum. Es normal. Ha estado durante estos años tratando de llevar a cabo lo que él hizo en el 2004, tratando de recuperarlo. Esta vez se le dio, pero no solamente tiene que ser el rayo que de luz en un sitio, sino que hay que seguir trabajando, seguir desarrollando y buscar los jugadores que estén disponibles para seguir haciendo cosas buenas dentro del basket.
Piculín Ortiz disputó cuatro Juegos Olímpicos. ¿Qué significa para un puertorriqueño lograr esa hazaña?
Primero que nada, como puertorriqueño, superorgulloso. Yo tuve la oportunidad de jugar durante 26 años a baloncesto. Tuve la suerte de mantenerme mucho jugando en Europa, jugaba todo el año, pero luego venía a casa en verano y jugaba también la liga y con el equipo nacional. Jugué todos los torneos habidos y por haber. Para mí estar en unos Juegos Olímpicos es lo más grande que puede hacer cualquier atleta. Yo no diría soñar, porque soy de los que piensa que el que quiera sueños, que se quede durmiendo. El mayor logro es eso, estar en una Olimpiada. Ya estás viendo los NBA que, ahora, como digo yo, se les pegó que quieren ser todos olímpicos. Y me parece muy bien. Pero creo que sí, que es un norte que cualquier puertorriqueño o cualquier atleta de cualquier país pueda alcanzar.
También fuiste el primer puertorriqueño en jugar en la NBA, cuando aquella competición parecía inalcanzable… ¿Qué NBA te encontraste? ¿qué recuerdos tienes?
Ten en cuenta que yo jugué con los mejores jugadores de la NBA de la época. Y si miramos un poco atrás y los comparamos, todavía siguen siendo leyendas de esa liga. Yo lo veo mucho más fácil antes que ahora. Mira qué cosa. Es raro, porque todavía sigo sin entender el cambio que hizo la NBA de una la línea de tres puntos, de jugadores lanzando de tan lejos, a un baloncesto tan clásico en el que el pivot sacaba la bola afuera... Yo no diría que eso es un basket ya viejo, porque considero que hay muchos equipos que todavía lo hacen y salen airosos, pero esa línea de tres puntos ha tenido un impacto grande. Muchos jóvenes se han enfocado tanto en ella, que se piensan que ahora la NBA es solamente lanzar de tres puntos. Yo creo que ahí el juego perdió muchísimo, perdió la parte romántica del mismo. Así que yo me alegro mucho de haber jugado en aquella época y ahora mismo no me encuentro, de verdad, en una cancha jugando en estos tiempos.
Te draftearon los Utah Jazz de Jerry Sloan…
El que estaba cuando yo llegué era Frank Layden, que fue quien me escogió. Luego, a los tres meses, decidió retirarse y ya ahí vino mi debacle…

Luego llegaron el Real Madrid, el Barcelona…
Donde primero jugué fue en Zaragoza. A Madrid vine a jugar cuando falleció Fernando Martín. Tuve la oportunidad de jugar allí y de coincidir con un gran entrenador como George Karl. Fue una situación muy difícil. No solamente para Antonio, su hermano, sino yo creo que para la familia completa de Real Madrid, que tenían en Fernando un pilar importantísimo. Mi estancia allí fue fenomenal, yo no la pasé mal. Todavía tengo todos los amigos allí. El tiempo que estuve fue inolvidable, pese a la situación que nos tocó vivir.
¿Y cómo fue ese paso del Madrid al Barça?
Eso no se estilaba mucho. Creo, por lo menos antes, que fuimos muy pocos los jugadores que hemos tenido esa oportunidad. Recuerda que nosotros somos profesionales. En mi caso, pues yo lo veía de esa manera. Se abrieron las puertas para ese contrato de dos años después del Mundial del 90 y me pareció algo muy bueno. No tenía razones envueltas de crecimiento con uno o con el otro. Yo simplemente iba para hacer mi trabajo lo mejor que pudiera.
¿Os pegabais tanto como se veía en la tele?
Pues sí, la realidad es que sí. Nosotros jugábamos con las artes marciales del juego, las sabíamos, las practicábamos y las entrenábamos. No había golpes baratos. Había empujones, se veían los codos, pero no había codazos de mala leche. Había ese respeto entre los jugadores de jugar fuerte, pero no para lesionar a nadie. Creo que era lo bonito. Yo no tenía problemas en que me jugaran fuerte. Ninguno. Pero ya cuando te jugaban un poco más sucio, era cuando se quita un poco de magia a lo que uno estaba acostumbrado a hacer. Hoy en día, las reglas han cambiado, no lo puedes tocar con la mano, tiene que ser con el antebrazo… Antes, había ese entendimiento árbitro-jugadores, se veía que era un juego fuerte, rudo, pero no era un juego de mala leche contra nadie.
"Nosotros jugábamos con las artes marciales del juego, las sabíamos, las practicábamos y las entrenábamos. No había golpes baratos. Había empujones, se veían los codos, pero no había codazos de mala leche"
Ha pasado mucho tiempo, pero a Pìculín Ortiz se le sigue recordando con cariño y con fama de trabajador dentro de la cancha. ¿Qué siente?
Orgullo. Si algo tengo bien en mi corazón y en mi mente es que allí donde fui, di lo mejor de mí. Yo no tenía otra razón más que mi amor al juego y al baloncesto. Sí, el dinero era una de las razones, pero para mí lo primero siempre fue el deporte y hacerlo bien por la camisa que tuviera puesta, siempre hacerlo con mucho respeto a esa camisa y obviamente, al propio deporte.
En la NBA cada vez hay más jugadores europeos que no van a verlas venir como antes. Ahora son estrellas como Doncic, Jokic, Wenbanyama… ¿Eso también ha hecho que aquella competición haya perdido su esencia?
En la época en la que yo fui a Zaragoza, parecía que ni los europeos ni los sudamericanos ni los puertorriqueños iban a llegar a la NBA, pero yo estaba convencido de que en algún momento se tenía que hacer ese hueco y que Estados Unidos abriera las puertas a los jugadores de fuera. Sabemos que EE.UU. tiene mucho talento y tiene muchísima gente, pero de la manera que ellos quisieron entrar en los Juegos, entendieron que para ellos iba a ser un gran negocio tener todo este montón de jugadores que fueran de otros países para su propio negocio de venta de derechos de televisión … Lo bueno es que los jugadores que fueron y que siguen yendo, son jugadores de nivel y han aportado muchísimo a esa liga. Yo creo que, de alguna manera, los europeos fueron los que vinieron a dañar la NBA con los hombres altos lanzando de tres puntos porque no se estilaba así de esa manera antes de que los europeos entraran. Me refiero a los Nowitzki, Sabonis y compañía. Creo que esa apertura ha sido beneficiosa tanto para la NBA como para el baloncesto mundial.
¿Quién fue el rival más fuerte contra el que jugaste?
Hubo varios. Audie Norris se me hacía difícil por su agresividad. Fernando Martín, también. Sabonis era uno de mis jugadores favoritos. Medía 2,20 y se me hacía bastante difícil. Buscaba jugar un poco más fuerte, pero eran jugadores que de alguna manera trataban de pararte y no te dejaban hacer las cosas como debías. En la NBA no tuve tanta oportunidad. Yo jugué contra Alonzo Mourning y David Robinson, que eran jugadores muy atléticos. Había de todo un poco, pero buscábamos la manera siempre de hacer las cosas bien y buscar la victoria continuamente.
¿Te mojas en el debate de quién es el mejor jugador de la historia?
No tengo ningún problema en decir que pueden ser Michael Jordan o LeBron James, pero lo que pasa es que yo separo las épocas. Hay gente que lo ve por lo anillos, por los campeonatos ganados y otra gente, porque no falló el tiro importante. Yo considero a LeBron un atleta sobrenatural por su estatura y fortaleza. Hace todo bien en la cancha y puede jugar en todas la posiciones. Jordan también podía hacerlo, pero tenía menos estatura y menos fortaleza física. Para mí, por ejemplo, Kobe Bryant tienen que estar entre los tres mejores jugadores. Era un genio en la cancha. Hizo unas cosas que a veces nadie se explica. Se le echa de menos muchísimo. Yo he sido fan de los Lakers de toda la vida y se le echa de menos por lo competidor que fue. Creo que ese tipo de jugador no sale muy a menudo. Siempre va a haber la comparación, pero yo creo que cada jugador es distinto, tiene su habilidad propia. No porque seas un gran jugador vas a ser un campeón. Sin embargo, hay jugadores que han sido campeones y no han sido grandes jugadores. Uno tiene que tomar esa decisión de alguna manera, pero si no estás en el equipo correcto, igual no se te da el campeonato. Ahí están los ejemplos de John Stockton y Karl Malone, enormes jugadores, pero que nunca pudieron ganar. Yo jugué con ellos, pero el juego de Jerry Sloan era solo para ellos dos. Si es un juego de cinco, es un juego de cinco, pero lamentablemente nunca pudieron ganar.
Desde la distancia, ¿cómo está viendo el crecimiento del baloncesto español?
Siempre ha estado a un buen nivel. Creo que le ha ayudado mucho el trabajo de los clubes, muy serio, muy bien llevado en la parte de preparación. Ha ido muy a mejor y no en balde los resultados han estado ahí. Siempre hay espacio para mejorar, pero creo que la liga ha estado muy bien. Veo todo los canales de España. Tengo la oportunidad de seguir esa Liga. A pesar del dominio del Real Madrid, ya no ganan siempre los mismos dos y eso es bueno para las ligas. Los pequeños están haciendo verdad sus cambios, sus mejoras, están yendo a más y creo que eso es muy bueno para la liga.
¿Cuál es el compañero de aquí de España con el que tienes más relación?
Tengo muchos amigos. Están Indio Díaz, Fernando Romay, Llorente, Epi, Galilea, Nacho Rodríguez. El otro día me llamó José Luis Llorente cuando Puerto Rico se clasificó, pero no pude cogerle porque estaba tomando la terapia y no le he devuelto la llamada, pero mantengo muy buenas relaciones allá. Amistades incluso fuera de la cancha que se portaron muy bien conmigo. Me llevo muy bien tan bien con Audie Norris, que es mi compadre. Mucha gente de allí me abrió las puertas de sus hogares y de su corazón. Me gusta el pasado, pero lo que no me gusta es tenerlo alrededor para crear qué. Es mejor llevarlo en la memoria y en el corazón que seguirlo viviendo, porque la realidad es que el aplauso dura un momento y hay que seguir viviendo en la realidad con los pies en la tierra. No porque me sienta mal, al contrario, me siento muy orgulloso de mi carrera, de todo lo que hice, de todos los amigos con las malas y con las buenas. Me siento muy orgulloso y agradecido de las oportunidades que tuve.