El calentón de Pogacar revela la realidad del cartel del ciclismo en los Juegos Olímpicos

Ocurrió como ocurren tantas desgracias: de golpe. La confirmación de que su pareja Urska Zigart no había sido seleccionada para representar a Eslovenia en los Juegos Olímpicos en detrimento de una ciclista a la que había batido por 11 minutos en el campeonato nacional de línea pero en cuyo equipo ejerce como director deportivo el seleccionador del país fue el empujón definitivo para que Tadej Pogacar renunciara a estar presente en París.

La gran estrella del ciclismo mundial, ganador de Giro de Italia y Tour de Francia esta temporada, renunciaba así a participar por segunda vez en el mayor evento del deporte mundial. A título personal, ganaba unas semanas de respiro tras una temporada intensísimas y unas vacaciones con su novia antes de retomar los entrenamientos con la vista puesta en el Mundial de Zúrich. A título global, el número uno del mundo se borraba de un escaparate sublime pero poco frecuentado por la clase noble del ciclismo: de hecho, sólo nueve de los treinta mejores ciclistas masculinos del Ránking UCI estarán este 4 de agosto en París.

El principal factor para entender esta situación, inaudita en otros deportes, es que el perfil de la prueba marca irremisiblemente quiénes son alineados. En el caso de París, se dispuso un circuito plano con cotas por la capital del Sena y sus alrededores. Terreno para rodadores, y no para escaladores como Jonas Vingegaard (3º del Ránking UCI), Aleksander Vlasov (8º), Adam Yates (13º), Carlos Rodríguez (18º) o Mikel Landa (19º) para quienes las opciones de brillar hubieran sido escasas.

Otro factor importante es la talla de los equipos. Con selecciones de entre uno y cuatro ciclistas para que en el pelotón de 90 hombres haya el máximo de países representados, a las federaciones les toca tomar decisiones difíciles. Por ejemplo, Eslovenia apostó por Tadej Pogačar (1º) en detrimento de Primoz Roglic (6º). Bélgica, privilegia a Remco Evenepoel (2º), favorito para la contrarreloj, y Wout van Aert (10º) en detrimento de Jasper Philipsen (4º) o incluso Arnaud de Lie (12º). El caso más sangrante y polémico es Ecuador, que dejó fuera al vigente campeón olímpico y ganador de una etapa en el Tour, Richard Carapaz (26º) para alinear a Jhonatan Narváez (37º), cuyas características deportivas corresponden mejor con el trazado parisino.

La situación en el calendario es otro gran factor. Encajados entre Tour y Vuelta, los Juegos Olímpicos llegan en un momento de gran fatiga fisiológica y psicológica que invita a quienes no sueñan con la cita o no piensan poder brillar en ella a renunciar. La coincidencia con el ciclismo en pista tampoco ayuda: aquellos que compaginan los velódromos y la carretera, como los italianos Filippo Ganna (29º) y Jonathan Milan (30º), deben elegir entre los unos (que obligan a trabajar esfuerzos cortos) y la otra (donde predomina el fondo físico). Completar los 272 kilómetros de la prueba en línea (sábado 3 de agosto) es difícil de compaginar con las exigencias de la pista (del lunes 5 al domingo 11).

Así las cosas, los mentados Van Aert y Evenepoel parten como grandes favoritos para la prueba en línea frente a Mathieu Van der Poel (5º), un Mads Pedersen (7º) que llega justo tras su fractura de omóplato en el Tour y un Biniam Girmay (16º) que compite sin compañeros. Por parte española, Juan Ayuso (11º), Alex Aranburu (24º) y Oier Lazkano (131º; el ránking no refleja en absoluto su valía) tratarán de rubricar un papel honroso e incluso dar la sorpresa en una prueba proclive a las mismas.