JUEGOS OLÍMPICOS

Cuántas veces se ha apagado la llama olímpica

La llama olímpica es todo un símbolo de los JJOO que en ocasiones se ha apagado de forma accidental.

Llama olímpica a su paso por la provincia de Sichuan. /EPA
Llama olímpica a su paso por la provincia de Sichuan. EPA
Alejandro Lingenti

Alejandro Lingenti

Los Juegos Olímpicos de Atenas 2004 tuvieron un sabor especial. Sobre todo porque marcaron el regreso del evento a su lugar de origen en la lejana época de la Antigua Grecia. Para celebrar ese momento histórico se organizó un recorrido mundial de la antorcha olímpica que incluyó todas las sedes olímpicas (París, San Luis, Londres, Amberes, Ámsterdam, Los Ángeles, Berlín, Helsinki, Melbourne, Roma, Tokio, Ciudad de México, Múnich, Montreal, Moscú, Seúl, Barcelona, Atlanta y Sídney), pasó por Pekín (que ya había sido elegida como sede para 2008) y tocó por primera vez el territorio de Río de Janeiro, Nueva Delhi, El Cairo, Ciudad del Cabo, Estambul, Kiev, Sofía y Nicosia. En esa ocasión, la llama también estuvo en las sedes del COI en Suiza (Ginebra y Lausana) y el edificio de la ONU en Nueva York. Fue el recorrido más largo de la historia, y tuvo un incidente inesperado.

Después de un periplo de seis días por el Peloponeso y las islas del golfo Sarónico, la llama ingresó al estadio Panatenaico de Atenas durante la ceremonia de inauguración de los Juegos de Atenas en manos de la velocista griega Ekaterini Thanou, medalla de plata de los 100 metros en los Juegos de Sidney 2000. Pero justo cuando el presidente del Comité Olímpico Griego, Lambis Nicolau, le entregaba la antorcha a la presidenta del Comité de Organización, Gianna Angelopulos Daskalaki, la llama se apagó momentáneamente debido al fuerte viento que había ese día en la capital de Grecia. Intervino una actriz que representaba el papel de sacerdotisa y volvió a encender la antorcha. Fue un inconveniente breve, resuelto muy pronto, pero es recordado por lo inusual.

Las veces en las que la llama olímpica se ha apagado

Además de ese leve percance en Atenas 2004, la llama se apagó una vez más, en la ceremonia de apertura de los Juegos Olímpicos de 1976 en Montreal (Canadá). Fue también un momento de incertidumbre muy breve y que se resolvió muy rápido.

En Montreal, la antorcha de aluminio había sido diseñada para que la cabeza facilitara la combustión necesaria para el algodón natural absorbente impregnado de combustible (aceite de oliva, adyuvante y un cartucho de humo) que se encontraba en su interior. Sin embargo, el viento la apagó imprevistamente y hubo que encenderla de nuevo.

Siempre hay llamas de reserva que se usan en caso de que la original no pueda volver a encenderse. Si también fallaran, el protocolo olímpico ordena traer una nueva llama desde Olimpia -la ciudad de la Antigua Grecia donde nacieron los Juegos-, dado que no está permitido utilizar otra fuente.

En los Juegos de Río de Janeiro 2016, un grupo de manifestantes políticos intentaron apagar dos veces la antorcha durante el recorrido previo al ingreso al estadio elegido como sede, el Nilton Santos: primero en Santa Catarina y después en Angra dos Reis.

¿Cómo se mantiene encendida la llama olímpica?

A medida que la ceremonia de encendido de la antorcha olímpica se volvió más mediática y su recorrido se amplió (ya es habitual que pase por distintos países antes de la ceremonia oficial de apertura, viajando en barco o avión), los riesgos de que se apague se multiplicaron.

Una vez que llega al estadio olímpico y se enciende el pebetero, el fuego se mantiene encendido durante todos los Juegos. El recorrido de la antorcha siempre se inicia en la ciudad griega de Olimpia, donde se enciende en fuego con energía solar (un símbolo de la "pureza" de los Juegos). Un equipo de unas diez personas queda a cargo de mantener viva esa llama. Usan básicamente propano, un gas incoloro e inodoro que evita que se extinga.

Encendido de la llama olímpica.  EFE
Encendido de la llama olímpica. EFE

Un mecanismo que funciona dentro de la propia antorcha le permite estar encendida incluso durante las carreras de relevos, que la van trasladando de un sitio a otro hasta llegar al estadio el día de la inauguración. La antorcha olímpica está preparada para soportar vientos de hasta 70 kilómetros por hora e incluso una lluvia de hasta 50 mililitros por hora.

Como resguardo, otros fuegos nacidos de los mismos rayos de sol de Olimpia se conservan dentro de linternas que se mantienen encendidas constantemente. Cuando la llama olímpica tiene que realizar un trayecto en avión, donde obviamente el fuego no está permitido, la llama se guarda en una de estas linternas herméticamente cerradas, similares a las que utilizan los mineros cuando trabajan bajo tierra.

Cuánto tiempo lleva prendida la llama

El mito del fuego olímpico nació en los Juegos de Ámsterdam 1928. La parte superior de una torre de 40 metros de alto del estadio que fue sede central de los juegos en la capital holandesa ofició de pebetero. Esa vez la llama no la encendió un atleta, sino un empleado de una compañía de gas de la ciudad. Tanto en esos Juegos como en los siguientes (Los Ángeles 1932) la llama fue encendida en los estadios olímpicos, pero el Comité Olímpico Internacional (COI) tomó una decisión para los Juegos de Berlín 1936 que inauguró una nueva tradición.

Con la idea de unir simbólicamente los Juegos Olímpicos modernos con los de la antigüedad, se incluyó un relevo de antorchas que pasó por Grecia (fue encendido en Olimpia con la ayuda de un espejo cóncavo), Bulgaria, Yugoslavia, Hungría, Austria y Checoslovaquia antes de llegar a Alemania. Ese recorrido fue registrado por la famosa cineasta Leni Riefenstahl para su gran documental Olympia, que siempre despertó polémicas porque su calidad artística es innegable pero también fue una herramienta de propaganda del nazismo.

Desde entonces la llama olímpica se mantuvo siempre encendida, viajando por todo el planeta. Su primer viaje en barco fue durante el recorrido programado en los Juegos de Londres 1948, y el primero en avión fue para los Juegos de Helsinki 1952. En los de Barcelona 1992, viajó en la fragata "Cataluña" para el trayecto entre Grecia y España.