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El año en el que Cata Coll lo ganó todo y perdió el derecho "a decidir cuándo volver a casa"

Del infierno a la gloria. La portera del Barça y de la Selección vivió un punto de inflexión tras la llamada de Vilda en el Mundial.

Cata Coll, junto a Alexia Putellas y Ona Batlle, durante el inicio de partido entre España y Bélgica en Riazor antes de que la Selección pusiera rumbo a los Juegos Olímpicos. /INSTAGRAM: CATA COLL
Cata Coll, junto a Alexia Putellas y Ona Batlle, durante el inicio de partido entre España y Bélgica en Riazor antes de que la Selección pusiera rumbo a los Juegos Olímpicos. INSTAGRAM: CATA COLL
Mayca Jiménez

Mayca Jiménez

El poder de una llamada. Todo lo que puede cambiar, y cambió. Cuando Cata Coll levantó su teléfono durante las vacaciones con sus amigas en Málaga, sintió algo especial. Al otro lado, el ex seleccionador Jorge Vilda le comunicó que estaría entre las convocadas para el Mundial. Tembló por nada y echó a andar -con permiso de Leiva, por la referencia a su canción-. Era su momento y pocos lo vieron venir. La intuición venía acompañada de una seguridad aplastante. La misma que deja en la portería del Barça y de la Selección y con la que lo ha ganado todo en el último año, siendo pieza clave en Liga, Copa, Supercopa, Champions, Mundial y Nations League. El pleno de oro a golpe de grandes paradas y jugadas imposibles en el área.

"La ambición es buena si tiene su curso. Y la mía no es una ambición que se me vaya la cabeza. Son cosas reales que sé que puedo conseguir y que veo efectivas. No voy a decir que tengo la ambición a volar porque sé que no puedo volar, pero sí que, por ejemplo, te puedo decir que tengo la ambición de ganar una medalla porque sé que es algo real", afirma la portera de la Selección en una entrevista con Relevo antes de poner rumbo a los Juegos Olímpicos.

Hay que creerle. No es para menos. Hace un año, atendió a este mismo medio tras haber sido una de las sorpresas en la convocatoria para el Mundial de Nueva Zelanda y Australia. En aquel momento, pocos apuntaban a ella como titular. Ni mucho menos en una final en la que España saldría campeona. Con ella bajo palos. Mientras, ella miraba con positivismo a la cita mundialista: "Es verdad que a veces ves muchas cosas y dudas un poco, pero cuando te ves en el campo y estás bien, no dudas y confías en ti".

Aquello reavivó su carrera tras un tiempo complicado, en el que venía de recuperarse de una grave lesión en su rodilla y de no tener apenas protagonismo en su club, el Barça. En el equipo azulgrana, al que volvió tras una exitosa cesión en el Sevilla, tenía por delante a Sandra Paños, su maestra y titular indiscutible. Al menos, hasta el pasado verano.

Fue duro y pensó en tirar la toalla. "Pensé en irme a un club donde jugar. Donde tuviera minutos. Donde me sintiera importante. Creo que también necesitaba eso, el nivel de confianza y bueno, pues aquí me la dieron e hizo que siguiera para arriba y no me estancara ahí", apunta Cata Coll, que echa la vista atrás con orgullo de todo lo conseguido. Se plantó en la Selección con un perfil bajo, pero con determinación, esperando su momento.

Este llegó un 5 de agosto. "Papá, soy titular", decía el primer mensaje que envió Cata Coll después de que Jorge Vilda le dijera que saldría de inicio ante Suiza. Eran octavos de final, eliminatoria de todo o nada, y España venía de encajar cuatro goles en su primera y única derrota en el Mundial. El seleccionador cambió de manera sorprendente a su portera titular hasta ese momento, Misa Rodríguez, y pujó todo por la meta balear del Barça, que estuvo bajo palos en el resto de partidos: cuartos, semifinales y la gran final.

Cata Coll, portera de la Selección, durante un entrenamiento ante de los Juegos Olímpicos.  RFEF
Cata Coll, portera de la Selección, durante un entrenamiento ante de los Juegos Olímpicos. RFEF

"Pensé en ese momento bastantes veces. Sobre todo, según fue pasando después todo. Lo pensé y me lo recordé mucho. Era un día único y tenía que avisar a mi padre porque si no me hubiera matado. Lo recuerdo como un día muy especial", confiesa Cata Coll, a la que se le dibuja una sonrisa cuando le preguntamos sobre qué se diría a sí misma si volviera al inicio de esa concentración. "A la Cata de entonces le diría que habrá recompensa", responde con rotundidad, al tiempo que remarca que el destino siempre es "caprichoso". "No tirar nunca la toalla es imprescindible en esta vida", profundiza.

Ella no lo hizo y obtuvo su gran premio. Aunque, como todo, también ha tenido que pagar un peaje tras un año pletórico de éxito. Sin parar. "¿Echas algo de menos de tu vida de antes?", le preguntamos. Cata no duda: "Decidir cuándo ir a mi casa...". Y admite que, cuando puede tener un día libre para viajar a Mallorca, le abordan los planes. "No tienes a tu madre contenta", le decimos mientras asiente y ríe.

Como el resto de sus compañeras, apenas ha tenido vacaciones en un calendario que no da respiro a las futbolistas. Una situación en la que resulta complicado tener planes más allá del vestuario. "La vida social es con las compañeras de equipo, siempre lo decimos. Acabamos de entrenar y con quien quedamos al final, las que somos de fuera, pues es con las del equipo, que quedamos para hacer unos bolos, para tomar un café. Al final, compartes 24 horas con ellas", cuenta Cata Coll, a la que aquella llamada le ha cambiado la vida. Para todo. Ahora, es la portera titular de España para unos Juegos Olímpicos en los que aspira a todos. En su mirada se refleja ya el oro. Porque su ambición, como el pasado verano, siempre es el primer paso para conseguir algo grande.