Por qué el fútbol femenino no tiene restricciones de edad en los Juegos Olímpicos
En la competición femenina de fútbol participan 12 selecciones.
España se ha clasificado por primera vez en su historia para el torneo olímpico femenino de fútbol en París 2024. Algo que se podría dar por sentado al tratarse de las vigentes campeonas del Mundo, pero nada más lejos de la realidad. Para estar presentes en los Juegos Olímpicos, la generación de oro española tuvo que ganar la Nations League femenina 2024. No en vano, apenas 12 combinados nacionales toman parte de la prueba, habiendo únicamente dos plazas disponibles para equipos europeos (tres si se cuenta a Francia, que acuden como anfitrionas).
La clasificación de España para los Juegos implica que Alexia Putellas, Aitana Bonmatí, Jenni Hermoso, Athenea del Castillo y compañía tendrán la oportunidad de ampliar aún más su palmarés con una medalla olímpica. Además de ver reforzado su estatus al codearse junto a la crème de la crème del deporte mundial, a la que pertenecen, en la villa olímpica. Esto es así porque a diferencia de lo que ocurre en el torneo masculino, en la competición olímpica femenina de fútbol participan las selecciones absolutas de cada país.
Por qué van a los Juegos las selecciones femeninas absolutas
Oficialmente, no existe una razón por la que en el torneo olímpico femenino de fútbol no tenga una restricción de edad, como si ocurre en su equivalente masculino. Entre otras cosas, porque se trata del proceder común en la gran mayoría de disciplinas que toman parte de unos Juegos Olímpicos. Que las grandes estrellas del fútbol femenino acudan a unos Juegos es lo normal, por así decirlo. La excepción reside en el torneo masculino y para entenderla hay que acudir a unos criterios históricos y económicos que no necesariamente aplican al fútbol femenino.
Históricamente, la razón por la que las selecciones absolutas de fútbol masculino no acuden a los Juegos Olímpicos se fundamentaba en la preferencia de la FIFA por potenciar su Mundial respecto a la competición olímpica. Un razonamiento que ya ha quedado superado, pero que ha dado pie a otros motivos puramente económicos. La industria del fútbol evolucionó lo suficiente como para no necesitar a los Juegos para facturar. Entre otras cosas, porque su calendario está tan copado de eventos de todo tipo que no hay espacio literal para que las grandes estrellas masculinas tomen parte de la competición olímpica.
Esta realidad no aplica a la vertiente femenina del juego, al menos de momento. A todas las partes interesadas, FIFA, COI y, seguramente, también a las propias futbolistas, les interesan estar en los Juegos Olímpicos. Sobre todo, por la exposición que ello conlleva. También, porque el calendario femenino no se encuentra tan saturado como el masculino. Aunque esta es una aseveración que va cambiando poco a poco.
El primer torneo olímpico femenino de fútbol
Desde luego, no lo estaba la primera vez que los Juegos Olímpicos incluyeron la competición de fútbol femenino en Atlanta 1996. Entonces, el deporte apenas se estaba liberando del ostracismo histórico al que había sido sometido durante décadas, cuando el que una mujer jugase al fútbol estaba mal visto socialmente. Por ello, no tenía ningún sentido establecer un límite de edad. Más bien al contrario. Cuanto mejores fueran las jugadoras que acudían a la cita, mejor para todas las partes. Hay que tener en cuenta que el primer Mundial femenino auspiciado por la FIFA se había celebrado apenas cinco años antes, en 1991.
En Atlanta 96 participaron únicamente ocho selecciones. Estados Unidos fueron las campeonas tras derrotar a China por 2-1 en la final. Aquel partido congregó a 76.481 espectadores en el estadio de la Universidad de Stanford. Muestra de la fuerza que posee los Juegos Olímpicos como plataforma para exponer el producto. Aquellos Juegos se consideran los precursores directos del Mundial de 1999, también celebrado en suelo estadounidense y que resultó un éxito de público absoluto. Durante muchos años, la final, también entre EE.UU. y China, que reunió a 90.195 espectadores en el Rose Bowl californiano, era el partido de fútbol femenino con mayor asistencia de la historia. Hasta que el tirón del Barça femenino en el Camp Nou batió todos los récords habidos.
Desde entonces, el fútbol femenino no ha hecho más que crecer a nivel global. Negar el papel de los Juegos en ello se antoja complicado. En 2024, las principales figuras son españolas y estarán en París. Una nueva oportunidad de seguir desarrollando tanto el deporte y como el negocio que va adosado a él. Algo que su contraparte masculino quizá no necesita, pero que el resto de disciplinas sí. Incluidas industrias completamente asentadas como los son el baloncesto masculino, donde la NBA no duda en enviar a todas sus estrellas, algo que por ejemplo no hacen con el Mundial, el tenis o el golf.