La sonrisa fingida entre el COI y la FIFA que habla de por qué no compiten los mejores en el fútbol masculino
En los Juegos no están ni los futbolistas más top del planeta ni siquiera los mejores inferiores a 23 años.

Los grandes ídolos del deporte se dan cita en París a la luz de la atenta mirada de aquellas personas que esperan ilusionadas la siempre especial llama de los Juegos Olímpicos. Y mientras que la mayoría de deportes muestran la competencia entre los mejores de cada disciplina, el fútbol tiene un papel menos relevante, casi encaminado a dar a conocer nuevos nombres a tener en cuenta en el marco futbolístico mundial. ¿Cómo es posible que, en el gran evento deportivo mundial, el papel del fútbol apenas roce la importancia de los grandes torneos balompédicos?
Y es una duda más que razonable, sobre todo en un año de Eurocopa. España ha salido ganadora y sólo dos jugadores del equipo español que resultó campeón del torneo han asistido con el combinado olímpico. Sólo dos de los mejores futbolistas posibles, a juicio del seleccionador, para la Eurocopa, han podido representar a España en los Juegos Olímpicos, a pesar de que muchos de los asistentes eran aptos para poder ocupar un puesto defendiendo al país en París. Casos como el de Francia, que abiertamente se quejó de la conducta de los clubes al no liberar a gran parte de sus jugadores, expresa esa sensación de que los Juegos Olímpicos no pesan en el calendario futbolístico internacional.
Hay un claro matiz de torneo secundario en decisiones como esta, que deja a las claras que, más allá de las normativas (sólo pueden asistir tres jugadores mayores de 23 años en el equipo olímpico), no se prioriza la cita olímpica a cualquiera de las oficiales de la FIFA. Una idea que busca proteger el sentir 'amateur' de los pretéritos torneos olímpicos, también amparados por la necesidad de cuadrar agendas en el agotador calendario futbolístico.
El torneo más grande del mundo sigue rivalizando con el fútbol cada cuatro años en una pelea desigual en la que los mejores descansan o quedan fuera de poder competir en los Juegos Olímpicos. Después de más de cien años de vida del deporte rey, la relación entre el olimpismo y el fútbol, ambos esenciales para entender la pasión mundial por el deporte, sigue siendo, más que distante, indiferente. La FIFA sigue pesando más que los aros olímpicos a la hora de contar con los mejores para buscar la gloria.
"No podemos desnudarnos para vestir a la selección francesa, aunque tengo mucho cariño por la Selección"
Director Deportivo del RennesPero, entonces, ¿por qué sigue siendo un deporte olímpico? Ni siquiera se puede decir que vayan los mejores jugadores de cada nación en el estricto cumplimiento de las normas del torneo. Ni siquiera van los mejores por debajo de esos 23 años estipulados. Muchos de ellos, actualmente, descansan en previsión de pretemporadas que ya han empezado en sus clubes, esperando que comience la nueva campaña con sus equipos.
El fútbol cumple años, pero cada día las grandes estrellas tienen todos los focos en una edad más corta. Lo que antes era fulgor temprano al amparo de los Juegos Olímpicos en paralelo a los grandes torneos de categorías inferiores, hoy es la sombra de lo que debería ser la máxima cita deportiva cada cuatro años. Ese cargo, sigue siendo, por merecimiento, cifras e importancia, el Mundial de la FIFA.
La FIFA y el COI, una relación siempre tensa
Difícilmente el barón de Coubertin podía prevenir lo que ha ido sucediendo desde que a finales del S. XIX, pusiese en marcha una idea maltratada en sus inicios, pero que unió a todos los amantes del deporte con el paso del tiempo. Los Juegos Olímpicos revivieron en 1894 al amparo de este aristócrata y pedagogo francés, que soñó con una competición que permitiera unir todas las voluntades deportivas del mundo en torno a una sola bandera: la del olimpismo y los valores del deporte por encima de la victoria o la derrota. En esa misma época, el fútbol empezaba a florecer más allá de las tierras inglesas donde tomó forma.
Aunque las normas que se utilizan dentro de los Juegos Olímpicos son las de la FIFA, que han protegido esa estructura desde el S. XIX, la guerra entre instituciones ha sido más que manifiesta desde sus inicios, en una sonrisa fingida entre ambas instituciones, movida por la necesidad de colaborar más que en los acuerdos que motivan su relación. Si bien es cierto que en la primera edición el fútbol quedó fuera de la competencia, en la siguiente ocasión que se presentó, en Atenas 1900, empezó a ser parte de la cita olímpica.
La proliferación del fútbol de clubes llegó a marcar en gran parte cómo se organizaba la competencia del mismo dentro de los Juegos Olímpicos. En las primeras ediciones, eran estos los que creaban diferentes grupos de jugadores entre los más destacados de cada zona, algo que podríamos considerar un germen del ya manido fútbol de selecciones. Pero muy pronto comenzaron los problemas, incluso a comienzos de las primeras relaciones entre FIFA y COI.
🔥 Juntos en los juegos por primera vez en la 𝐡𝐢𝐬𝐭𝐨𝐫𝐢𝐚.
— Selección Española Femenina de Fútbol (@SEFutbolFem) July 24, 2024
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Los JJOO de 1924 y 1928, el germen de la Copa del Mundo
La evolución del deporte, unida a la ambición de los clubes, llevó pronto a un profesionalismo (abierto o encubierto) que rivalizaba con el sentir 'amateur' del olimpismo. Sin embargo, el recorrido olímpico le sirvió a la FIFA para darse cuenta de la trascendencia de una cita mundial, así como de la necesidad de colaborar abiertamente con el COI. Algo que desembocaría en los torneos de 1924 y 1928, ambos con campeones uruguayos (de ahí sus cuatro estrellas, correspondientes a los cuatro mundiales que se les reconoce) y, sobre todo, germinando en la necesidad de crear un gran torneo global, que vería la luz en 1930.
Esas dos pruebas olímpicas en las que la FIFA tuvo mano y en las que Uruguay salió como campeona indiscutible, abrieron las puertas al impulso definitivo de Jules Rimet y la FIFA de organizar un nuevo torneo que permitiera a todos los países medirse para determinar quién dominaba el fútbol alrededor del mundo cada cuatro años. Así empezó la idea de crear un torneo independiente a la cita olímpica, pasando a copar todo el interés global y creándose no pocos enemigos entre los protectores de los Juegos Olímpicos como máxima expresión global de la gloria deportiva.
Y, por supuesto, también se creó enemistades entre los creadores del propio deporte, que recelaban de una nueva competencia a nivel nacional, existiendo ya el British Home Championship, donde las cuatro naciones del Reino Unido se medían cada año. A pesar de todo, sólo la Segunda Guerra Mundial (en las desiertas ediciones de 1942 y 1946) pudo frenar el impulso de la nueva competición de la FIFA desde que, en 1930, Uruguay levantara ese primer trofeo mundialista. El resto, ya es historia. Los Juegos Olímpicos avanzaron paralelamente a un Mundial que siguió creciendo y expandiéndose, de manera independiente, copando el espacio que, a priori, se le había reservado a los Juegos.
La conducta del fútbol en los JJOO, e incluso la del COI con respecto a esta disciplina, cumple a rajatabla con la idea de esa conocida frase, atribuida a Ehelbert Talbot, que aglutina el sentir olímpico: "Lo importante no es vencer, sino participar". Todos saben que en la cita olímpica no van los mejores futbolistas del planeta, pero los Juegos Olímpicos quieren seguir uniendo a quienes sienten el calor de esa llama olímpica a través del balompié, a pesar de saber que el trasiego de la FIFA y de sus competiciones (las antiguas y las nuevas) cada vez complica más que el brillo de quienes asisten.